domingo, 28 de agosto de 2005

Catedrático cubano disertó sobre José Martí.

En el marco de la exposición "Nuestra Banda culta y literaria."

El disertante, Andrés Lorca Bombino, explicó que «el objetivo es conversar con los bandeños sobre los aspectos de la vida y comparar las cultura cubana y argentina».

El viernes se realizó la disertación sobre «José Martí a la luz de nuestra América», a cargo del licenciado en Educación, Andrés Lora Bombino.

El encuentro cultural se realizó en la sede del Concejo Deliberante en el marco de la exposición de libros «Nuestra Banda culta y literaria».

Durante la disertación, que contó con una importante cantidad de público, el expositor cubano expresó: «Tratamos de insistir en el papel de José Martí, para unir voluntades y criterios en el marco de la América nuestra». «El objetivo es conversar con los bandeños sobre los aspectos de la vida y comparar las cultura cubana y argentina».

El disertante, actual catedrático de la universidad Central Marta Abreu de Santa Clara, Cuba, ya había realizado una conferencia en la escuela Normal José Benjamín Gorostiaga, donde alumnos del Polimodal pudieron conocer sobre la cultura y tradición latinoamericana.

Por otra parte, ayer comenzó el dictado del curso «Identidad cultural latinoamericana, una necesidad ante el proceso globalizador», que continuará mañana en la biblioteca Alberdi desde las 16 y está destinado a todo el público.

sábado, 20 de agosto de 2005

José Martí: una vida al servicio de la Patria.


Por Yolanda Díaz Martínez, Especialista del Instituto de Historia de Cuba. Especial para la AIN

José Martí¡Ya nos falta el mejor de los compañeros y el alma podemos decir del levantamiento...! Con estas frases recogía el general Máximo Gómez en su Diario de campaña el significado de la muerte de José Martí el 19 de mayo de 1895.

Ellas resumen el reconocimiento a quien, sacrificándolo todo, se puso al servicio de la patria organizando el nuevo proceso emancipador.

La prédica de José Martí en territorio norteamericano resultó eslabón fundamental en el proceso iniciado el 24 de febrero de 1895.

Lograr la necesaria unidad entre los combatientes de contiendas anteriores, así como también hacer renacer la confianza en quienes desalentados por fracasos anteriores se sentían escépticos, fueron centro de sus más encendidos discursos en esa etapa previa a la guerra.

Por otra parte, era necesario allegar fondos e incorporar a quienes él mismo llamó "los pinos nuevos" a la lucha que pronto se reiniciaría.

Fueron todos estos elementos los que hicieron a muchos reconocer la importante labor de Martí, y aunque una buena parte de quienes combatían como simples soldados aún no habían podido aquilatar toda su personalidad, los más cercanos entendieron lo sensible de su desaparición.

Como la mayor parte de los oficiales que lideraron aquella guerra, también él se encontraba fuera cuando se produce el inicio de la contienda y acompañado de Máximo Gómez arribó a territorio cubano por la zona de Playitas. Después de mucho tiempo volvía a pisar su amado suelo.

Quizá la mejor forma de ilustrar aquel momento lo expresan las palabras que en su Diario escribió: "Rumbo al abra. La luna asoma, roja, bajo una nube. Arribamos a una playa de piedras. La Playita (al pie de Cajobabo). Me quedo en el bote el último vaciándolo. Salto. Dicha grande". Durante todo el tiempo que medio desde su desembarco hasta el momento de la caída, estuvo junto a las fuerzas del general Gómez, que se movían por la zona oriental.

Poco sabía del arte de guerrear, aunque sí de guerras, pues pacientemente había estudiado los principales acontecimientos bélicos sucedidos en territorio norteamericano y en particular las memorias de Ulises Grant.

Eran momentos en que se elaboraba la futura estrategia de guerra; se produce el primer encuentro de los grandes jefes en La Mejorana, polémica reunión que hace al Apóstol comprender el temple y carácter de Maceo, pero también su nobleza, al ofrecerle, al siguiente día de la cita a pasar revista junto a Gómez a todas las tropas formadas.

Ya había sido nombrado Martí Mayor General del Ejército Libertador de Cuba, también está consciente de la importante misión que le ha tocado cuando le escribe a Manuel Mercado, carta dejada inconclusa.

La mañana del 19 de mayo se producía una cruenta acción entre las fuerzas lideradas por Gómez con una columna española de más de 800 efectivos, aunque ordena al Maestro quedar junto a Ángel de la Guardia, aquel no obedece y deseoso de entrar en acción muy pronto cae abatido por las balas.

Agobiado por la pena se retira Gómez por la pérdida sensible del patriota, del compañero, del amigo... Son las cosas de la guerra dirá después: "(...) al lado de un instante de ligero placer, aparece otro de amarguísimo dolor".

miércoles, 17 de agosto de 2005

El álbum de Clemencia.

Autor: IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ

Antonio Álvarez Pitaluga quiere aparentar no darse cuenta de que ha puesto en mis manos una pieza invaluable. Prácticamente un tesoro. Lo sabe y lo sé: la "carnada" será recibida con tremendísimo gusto, en deleite. El álbum de autógrafos de Clemencia Gómez Toro ha sido poco divulgado y solo publicado íntegramente en 1995, en el número 110 de la revista Islas, de la Universidad Central de Las Villas, que ahora muestra. Pedro Máximo Vargas Gómez, el sobrino venido de la hermana Margarita, rompió esa vez las ataduras de guardián de reliquias familiares y permitió la edición.

Antes solo se conocían referencias, sobre todo la del artículo "El álbum de Clemencia Gómez" que le dedicó José Martí en Patria, el 29 de abril de 1893, comenta el profesor de la Facultad de Historia de la Universidad de La Habana, galardonado este año con el Premio Joven Ciencia, que otorga la Academia de Ciencias de Cuba.

Repaso con seducción las 18 páginas en las que la revista sintetiza un álbum que, regalado por Gómez, transita desde 1885 cuando Clemencia aún no había cumplido los 12 años y en Nueva Orleans sus padres abren las hojas de recuerdos el 28 de enero; hasta la última firma, la del Capitán del Ejército Libertador Rafael Betancourt y Manduley, en La Habana del 24 de marzo de 1903, todavía ella una joven mujer.

Hay comentarios largos y cortos sobre diversos temas, y muchos consejos. También, variedad de firmas: de hombres y mujeres importantes del independentismo cubano, otras solo identificadas en el seno familiar, de jóvenes, adultos y viejos, en una amalgama que incluye a José Martí, Antonio Maceo, Serafín Sánchez y su esposa Josefa Pina, Eusebio Hernández, María de Jesús y Regina Gómez, y Max, Panchito y Urbano Toro. Hay rúbricas de desconocidos como las de Rafaela Hernández, Franco Barroso, y alguien que debió ser de muy íntimo afecto, pues solo dejó un lacónico Emelia.

"El que ha andado la vida, y visto reyes, sabe que no hay palacio como la casa de familia donde se desdeña la pompa impura, y resplandecen los ojos como para que se vea crecer el universo cuando se habla de libertad y de virtud", José Martí; "Hoy es el aniversario de uno de los días, sino el más, glorioso que registran las páginas de la historia de nuestra patria ¡Cuba!" (sic), Max Gómez, 10 de octubre; "...que tu hermosa y desventurada Patria que es la mía, en breve plazo, nos cobije, á ti y á nosotros todos, con su glorioso y libre manto de la estrella solitaria" (sic), Serafín Sánchez.

"Este es un álbum que va a develar un mundo exterior, pues no solo colecciona firmas, sino que recoge opiniones, sentimientos, consejos. Cuando uno lo abre y repasa tiene la posibilidad de conocer no un periodo de vida, no la intimidad de una mujer, sino la época de una generación que está amarrada al nudo de la independencia cubana y todos los que la integran, sean viejos o jóvenes, mujeres y hombres, van a halar para ceñirlo más".

Así resume Álvarez Pitaluga un documento en el que diferentes personas, entre las que pueden mediar hasta unos 20 ó 30 años, se expresan sobre lo que para ellas constituye el problema capital, que no es más que la libertad de Cuba, un colofón primario en sus vidas.

"Que seres de tan diversas edades escriban sobre cuestiones coincidentes como la Patria, la independencia, el amor, la lealtad, el respeto a los padres y a los héroes, da la medida de cómo se plantean un mismo fenómeno desde diferentes puntos de vista.

Recordemos, además, que el promedio de vida en los finales del siglo XIX y principios del XX era de apenas 43 años; y también, que el enfoque de la independencia en una mujer era diferente al del hombre, por los roles sociales de la época. Por tanto, creo que el álbum está conformado por un grupo de reflexiones que se van convirtiendo en pilares, como un puente que crece en su base y asienta una estructura que nos posibilita atravesarlo y develar desde otra perspectiva el mundo de la Independencia."


He ahí, entonces, que el álbum se constituya en visión microhistórica, un pequeño mapa de la sociedad cubana que apoyó la lucha anticolonial, y sus diferentes enfoques, pero todos confluyentes en la defensa del independentismo, la expulsión de España de la Isla y la voluntad de parir una revolución.

Álvarez Pitaluga ofrece también otra percepción del documento. Cree que es selectivo, que no todo el mundo firma, que no cualquiera deposita allí sus sentimientos o sus consejos para una Clemencia primera hija sobreviviente que rompe con las defunciones en la manigua, bautizada por Calixto García y su tía Regina Gómez, y ser humano que abrazó la causa del independentismo de manera fervorosa desde los días de la Guerra Grande.

"Es una mujer dolida en el plano físico, enfermiza, que venera al padre y a la madre. Un disgusto que sufran ellos, lo padece Clemencia. A través de esa hija puede conocerse el pulso de la casa, es la primogénita, y hay que ganársela y buscar su simpatía como pase de entrada a la familia. Es tanta su ascendencia que se habla, incluso, de una posible expedición hacia Cuba en la que estaba enrolada. Hubiera sido algo insólito una mujer expedicionaria, cuestión que solo quedó en el nivel de intenciones entre ella y Gómez. Estas especulaciones y construcción histórica se basan en la escritura."

La mixtura de apuntes nos devela a una Clemencia "amante y obediente hija, cariñosa hermana y fiel amiga", como la calificara María B. de Masó; y una nota reveladora de su carácter también la ofrece Concepción H., viuda de Barnet, cuando registra: "Siempre te he comparado con la Violeta, esa modestísima flor que se esconde dentro del follaje, y que sin embargo la descubrimos por su embriagador perfume".

Esa es la cubana que sin proponérselo legó a su pueblo un documento de inestimable valía patriótica para todos los tiempos. Luis Lamarque, al referirse a una familia imprescindible del independentismo cubano, dejó escrito en el álbum: "... hogar que ud mi estimable Clemencia hace resplandecer con el brillo de su modestia, de su virtud, de su discreción y de sus pensamientos sanos, serenos, sinceros y santos (...) Una hija de tanto valer necesitaba tener un padre como Máximo Gómez cuyo nombre completa la trinidad más grande de los héroes americanos". (sic)
---------------------------------------------
Fuente: Granma, 17/08/05

Baúl de sagrados recuerdos.

Miralys Sánchez Pupo,
Colaboradora de Rebelde
Agosto 16 del 2005

En la librería propiedad de un cubano en el centro de Brodway, en New York, muchos intelectuales cubanos y latinoamericanos encontraron múltiples curiosidades para satisfacer sus conocimientos. Pues además de libros por doquier contenía un importante fondo de valiosos documentos históricos, que según Blanche Zacharie de Balart, en su libro El Martí que yo conocí, atraparon entre otros asiduos al establecimiento el interés del Maestro.

Desde la adolescencia José Martí, sintió especial predilección por la significación de la Guerra de los Diez Años, y aspiró a convertirse algún día en el cronista de tan hermosa epopeya. Al conocer a Néstor Ponce de León en 1873, cuando el joven publicó en Madrid su folleto La república española ante la revolución cubana, nació una mutua amistad cuyo reencuentro en Estados Unidos se hizo más intenso por la coincidencia de sus aspiraciones en relación con Cuba.

Ponce de León había aprendido a editar libros que fue el camino que lo llevó a su comercio en las calles Obispo y OReilly. Aceptó ser del director de El País, pero cayó en la óptica española como infidente y logró huir a Estados Unidos en 1869. El también abogado abrió su bufete en New York, formó parte de la Junta Central Revolucionaria además de dirigir el periódico La Revolución, órgano de la misma, para demostrar su amplia capacidad para asumir desde distintos frentes la defensa de sus ideales patrióticos.

La librería de Ponce de León fue centro de reunión de los emigrados que llegaban a Estados Unidos para apoyar la revolución y un importante centro de información de cuanto sucedía en las batallas de la manigua por la independencia. Desde 1867 se dio a la tarea de colocar su buena documentación en función de esclarecer las falsedades de la prensa española sobre los sucesos de la Isla y a partir de 1870 inició su diario personal que tituló Noticias confidenciales, donde demostró el acecho de la agencia Pinkerton ante los patriotas cubanos.

En el periódico Patria, el 10 de abril de 1892, Martí escribió “Ni habría Patria podido ver por sí como quería los documentos de entonces- la entrega del gobierno provisional, la alocución de Quesada, la nota de Céspedes al representante de Estados Unidos- si no hubiese franqueado los cartones milagrosos de su librería el cubano que todo lo tiene, que es Néstor Ponce de León. ¡Cuánto tesoro en aquellos estantes y que envidia, para cuando esté hecho lo que tenemos que hacer y pueda uno ponerse a revolver papeles viejos!”.

La verdad de la patria estaba en los documentos que atesoraban las manos cuidadosas de Ponce de León, quien quiso desde 1863 empezar a escribir la verdadera historia de Cuba por eso Martí llenó de encomio su valiosa obra que le permitía en medio de sus estantes informarse de tanta luz para continuar el combate definitivo. Al regresar a Cuba el patriota cubano en 1898 trajo importantes documentos que en nuestros días forman parte de los fondos patrimoniales de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí.

El médico cubano de Cabo Haitiano.

Miralys Sánchez Pupo
Colaboradora de Rebelde,
Agosto 16 del 2005

El doctor Ulpinao Dellundé del Prado, nació en Jiguaní, Bayamo en 1847 y murió en Santiago de Cuba el 17 de enero de 1906. El traje que vestía José Martí, cuando desembarcó en Playitas de Cajobabo y que llevaba en su trágica caída en Dos Ríos el 19 de mayo de 1895, se lo había cedido Dellundé al Maestro al abandonar la tierra de Santo Domingo para reiniciar la guerra necesaria por la independencia.

La historia es hermosa, pero muy poco se conoce del valioso aporte de ese cubano en el momento preciso en que todos los enemigos de Cuba perseguían al Maestro para evitar su llegada a la Isla y como con especial habilidad le ayudó a realizar con menos contratiempos, la magna aspiración que lo llevó a ese punto de la geografía.

Dellendé estudió medicina en Barcelona y al terminar la Guerra de los Diez Años regresó a Santiago de Cuba, donde se casó en segundas nupcias con la puertorriqueña Dolores Arán y fue a residir a Santo Domingo al ser descendientes de patriotas dominicanos que estuvieron al servicio de Cuba. Allá fue recomendado por Ramón Emeterio Betances al general Luperón y fue designado médico sanitario en Puerto Plata y luego de un largo periplo se trasladó a Puerto Haitiano.

José Martí conoció a Dellundé a través de Máximo Gómez y en uno ejemplar de su libro Versos sencillos, le dedicó una versificación para él. La primera vez que el Maestro fue a Cabo Haitiano, el 9 de septiembre de 1892, se alojó en la rue Vaudreil número 33, casa del médico cubano, donde fue atendido por Lola y sus hijas con mucha exquisitez. Y reciprocó tal gentileza enviándoles una carta con obsequios para las niñas.

En el diario martiano de Montecristi a Cabo Haitiano, el Maestro precisó el 2 de marzo de 1895, “…entro en la arena salina, en Cabo Haitiano. Echo pie a tierra delante de la puerta generosa de Ulpiano Dellundé” Diez días después permanece allí escondido y cuando se acerca el momento de poner el pie en el estribo de la lucha, un espía reconoció a Gómez y Dellundé maniobró de inmediato, envía al General Marcos del Rosario, Paquito Borrego y Ángel Guerra a casa de Agripino Lambert y a César Salas al Continental de Canavallo, el único hotel del lugar.

Un aviso sobre la presencia de los cubanos llegó por vía telegráfica a manos del cubano José Arán, que habían sido esclavo de la mujer de Dellundé y éste lo retuvo. Al ser preguntado por la presencia de los cubanos explicó a Frank Dutton, vicecónsul de España: “Al amigo Frank, le diría que sí; pero al vicecónsul de España le digo que anoche el doctor Dellundé les proporcionó dos magníficos caballos en los cuales, a estas horas, habrán pasado lo frontera” Y con inteligencia no declaró la ruta marítima que ya seguían Martí y Gómez rumbo a Cuba.

La dedicatoria de Martí a Dellundé en el ejemplar de los Versos sencillos muestras la visión del héroe cuando le aseguró “No hay pena cual la de amar/ A un pueblo solo y cautivo/ Que vive clavado vivo, / A lo lejos de la mar:¡Ni sé de alivio mayor/ Al corazón que me abrasa,/ Que el sol y el café de la casa / De la amistad y el amor!”

lunes, 15 de agosto de 2005

Inauguran en setiembre exposición sobre José Martí en Caracas.

Caracas, 14 Ago. ABN

La exposición sobre la vida y obra de José Martí prevista para el próximo mes de septiembre con motivo de los 110 años del nacimiento del escritor y prócer cubano, será uno de los acontecimientos más importantes de la cultura venezolana de este año, afirmó el director ejecutivo de la Casa de Nuestra América José Martí, Sergio Briceño.

Ubicada en el bulevar Panteón de Caracas, entre las esquinas de Veroes y Jesuítas, esta nueva institución cultural venezolana tiene asiento en la casa donde funcionó el Colegio Santa María, en el que dio clases el escritor y apóstol de la independencia cubana José Martí (1853-1895) durante los seis meses que vivió en Caracas en 1881.

En el marco del convenio cultural Cuba- Venezuela, el arquitecto José Linares y el escritor e investigador Pedro Pablo Rodríguez, ambos de nacionalidad cubana, se encuentran en Venezuela para impulsar y desarrollar distintas actividades en la casa Nuestra América José Martí.

“La casa tiene entre sus metas inaugurar la exposición, para eso se buscó el arquitecto con más experiencia sobre el tema en el mundo, que es el arquitecto Linares”, enfatizó Briceño. En cuanto a Rodríguez, explicó que es la autoridad máxima desde el punto de vista intelectual que hay en Cuba sobre José Martí.

Rodríguez explicó que se está estudiando la posibilidad de hacer tres colecciones en el sello editorial. Una de ellas se llamaría “Estudios”, y estaría dedicada a estudios sobre temas de actualidad, enfocados en una perspectiva bolivariana y martiana. La segunda colección se llamaría “Próceres”, y estaría conformada por compilaciones de trabajos sobre próceres americanos.

martes, 2 de agosto de 2005

La amnesia es pura.

Martí muerto y resucitado: ¿Es mejor el olvido que la memoria forzada y la evocación con yugo?

por RAúL RIVERO, La Habana

Un hombre que acaba de cumplir l52 años y lleva muerto más de un siglo tiene derecho a un poco de sosiego.

Como fue en su vida pobre, batallador, complejo, melancólico, triste y poeta, lo que podía reclamar allá en el infinito, cuando las fechas dan campanazos a sus deudores, es una rosa blanca y una voz cálida y mesurada que diga hacia la noche —su otra patria— ciertos poemas. Nunca sabremos cuáles.

¿Le complacería, a un ser humano que le complacía el arroyo de la sierra, ver a tantos pícaros escarbar en sus libros, vivaquear en sus ideas y sacarlo luego como un gallo de pelea a desangrarse en reyertas particulares y estériles?

Parece que no. Lo que dejó escrito, con sus polémicas y encontronazos, lo muestran enérgico y firme en sus convicciones, pero nunca inflexible. Enseña a un hombre convencido de sus ideas, pero no intolerante. Muestra a las claras a alguien con una vocación de comunicación, un promotor de la fraternidad y del debate constructivo, no a un llavero, no a un cerrador profesional de puertas y ventanas.

¿Le agradaría al hombre de una única levita negra, de zapatos estrábicos, frugal en las comidas y en los vinos, parco en oros y monedas, presenciar a grupos de sus compatriotas saquearlo para defender el poder y los lujos?

No. Él, que olvidó en la casa de unos amigos en Nueva York el abrigo de su último invierno. Él, que solía dejar a su barbero con las húmedas manos extendidas y contaba con celo de banquero cada peso de la guerra, del periódico Patria y de la libertad. No, él no.

Esas conmemoraciones planeadas, utilitarias, consiguen siempre deformar y oscurecer. Ofrecen una visión parcial y tendenciosa del recordado y los hace parecerse a los organizadores, siempre con sus caras de inocentes y encendidos patriotas en las tribunas, los podios, los altares.

Mejor que la memoria forzada y la evocación con yugo, es el olvido. Es más pura la amnesia que el recuerdo egoísta.

Que lo evoquen entonces sus ya lejanos descendientes en el rumor de las cartas íntimas y en los dolores familiares. Que lo convoquen, en silencio, los que lo reconocen por sus distancias y sus fracasos, por los abandonos y los sufrimientos de hombre común, por las frases de amor que dijo en el ámbito de sus casas soñadas.

Ha pasado otro año y José Martí muere y resucita en Dos Ríos todos los días a beneficio de los operadores de una sombría máquina del tiempo. Lo que soy yo, pido perdón por esta incursión a su inmortalidad y reclamo armonía y paz para su alma.