miércoles, 17 de agosto de 2005

El álbum de Clemencia.

Autor: IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ

Antonio Álvarez Pitaluga quiere aparentar no darse cuenta de que ha puesto en mis manos una pieza invaluable. Prácticamente un tesoro. Lo sabe y lo sé: la "carnada" será recibida con tremendísimo gusto, en deleite. El álbum de autógrafos de Clemencia Gómez Toro ha sido poco divulgado y solo publicado íntegramente en 1995, en el número 110 de la revista Islas, de la Universidad Central de Las Villas, que ahora muestra. Pedro Máximo Vargas Gómez, el sobrino venido de la hermana Margarita, rompió esa vez las ataduras de guardián de reliquias familiares y permitió la edición.

Antes solo se conocían referencias, sobre todo la del artículo "El álbum de Clemencia Gómez" que le dedicó José Martí en Patria, el 29 de abril de 1893, comenta el profesor de la Facultad de Historia de la Universidad de La Habana, galardonado este año con el Premio Joven Ciencia, que otorga la Academia de Ciencias de Cuba.

Repaso con seducción las 18 páginas en las que la revista sintetiza un álbum que, regalado por Gómez, transita desde 1885 cuando Clemencia aún no había cumplido los 12 años y en Nueva Orleans sus padres abren las hojas de recuerdos el 28 de enero; hasta la última firma, la del Capitán del Ejército Libertador Rafael Betancourt y Manduley, en La Habana del 24 de marzo de 1903, todavía ella una joven mujer.

Hay comentarios largos y cortos sobre diversos temas, y muchos consejos. También, variedad de firmas: de hombres y mujeres importantes del independentismo cubano, otras solo identificadas en el seno familiar, de jóvenes, adultos y viejos, en una amalgama que incluye a José Martí, Antonio Maceo, Serafín Sánchez y su esposa Josefa Pina, Eusebio Hernández, María de Jesús y Regina Gómez, y Max, Panchito y Urbano Toro. Hay rúbricas de desconocidos como las de Rafaela Hernández, Franco Barroso, y alguien que debió ser de muy íntimo afecto, pues solo dejó un lacónico Emelia.

"El que ha andado la vida, y visto reyes, sabe que no hay palacio como la casa de familia donde se desdeña la pompa impura, y resplandecen los ojos como para que se vea crecer el universo cuando se habla de libertad y de virtud", José Martí; "Hoy es el aniversario de uno de los días, sino el más, glorioso que registran las páginas de la historia de nuestra patria ¡Cuba!" (sic), Max Gómez, 10 de octubre; "...que tu hermosa y desventurada Patria que es la mía, en breve plazo, nos cobije, á ti y á nosotros todos, con su glorioso y libre manto de la estrella solitaria" (sic), Serafín Sánchez.

"Este es un álbum que va a develar un mundo exterior, pues no solo colecciona firmas, sino que recoge opiniones, sentimientos, consejos. Cuando uno lo abre y repasa tiene la posibilidad de conocer no un periodo de vida, no la intimidad de una mujer, sino la época de una generación que está amarrada al nudo de la independencia cubana y todos los que la integran, sean viejos o jóvenes, mujeres y hombres, van a halar para ceñirlo más".

Así resume Álvarez Pitaluga un documento en el que diferentes personas, entre las que pueden mediar hasta unos 20 ó 30 años, se expresan sobre lo que para ellas constituye el problema capital, que no es más que la libertad de Cuba, un colofón primario en sus vidas.

"Que seres de tan diversas edades escriban sobre cuestiones coincidentes como la Patria, la independencia, el amor, la lealtad, el respeto a los padres y a los héroes, da la medida de cómo se plantean un mismo fenómeno desde diferentes puntos de vista.

Recordemos, además, que el promedio de vida en los finales del siglo XIX y principios del XX era de apenas 43 años; y también, que el enfoque de la independencia en una mujer era diferente al del hombre, por los roles sociales de la época. Por tanto, creo que el álbum está conformado por un grupo de reflexiones que se van convirtiendo en pilares, como un puente que crece en su base y asienta una estructura que nos posibilita atravesarlo y develar desde otra perspectiva el mundo de la Independencia."


He ahí, entonces, que el álbum se constituya en visión microhistórica, un pequeño mapa de la sociedad cubana que apoyó la lucha anticolonial, y sus diferentes enfoques, pero todos confluyentes en la defensa del independentismo, la expulsión de España de la Isla y la voluntad de parir una revolución.

Álvarez Pitaluga ofrece también otra percepción del documento. Cree que es selectivo, que no todo el mundo firma, que no cualquiera deposita allí sus sentimientos o sus consejos para una Clemencia primera hija sobreviviente que rompe con las defunciones en la manigua, bautizada por Calixto García y su tía Regina Gómez, y ser humano que abrazó la causa del independentismo de manera fervorosa desde los días de la Guerra Grande.

"Es una mujer dolida en el plano físico, enfermiza, que venera al padre y a la madre. Un disgusto que sufran ellos, lo padece Clemencia. A través de esa hija puede conocerse el pulso de la casa, es la primogénita, y hay que ganársela y buscar su simpatía como pase de entrada a la familia. Es tanta su ascendencia que se habla, incluso, de una posible expedición hacia Cuba en la que estaba enrolada. Hubiera sido algo insólito una mujer expedicionaria, cuestión que solo quedó en el nivel de intenciones entre ella y Gómez. Estas especulaciones y construcción histórica se basan en la escritura."

La mixtura de apuntes nos devela a una Clemencia "amante y obediente hija, cariñosa hermana y fiel amiga", como la calificara María B. de Masó; y una nota reveladora de su carácter también la ofrece Concepción H., viuda de Barnet, cuando registra: "Siempre te he comparado con la Violeta, esa modestísima flor que se esconde dentro del follaje, y que sin embargo la descubrimos por su embriagador perfume".

Esa es la cubana que sin proponérselo legó a su pueblo un documento de inestimable valía patriótica para todos los tiempos. Luis Lamarque, al referirse a una familia imprescindible del independentismo cubano, dejó escrito en el álbum: "... hogar que ud mi estimable Clemencia hace resplandecer con el brillo de su modestia, de su virtud, de su discreción y de sus pensamientos sanos, serenos, sinceros y santos (...) Una hija de tanto valer necesitaba tener un padre como Máximo Gómez cuyo nombre completa la trinidad más grande de los héroes americanos". (sic)
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Fuente: Granma, 17/08/05

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