sábado, 20 de agosto de 2005

José Martí: una vida al servicio de la Patria.


Por Yolanda Díaz Martínez, Especialista del Instituto de Historia de Cuba. Especial para la AIN

José Martí¡Ya nos falta el mejor de los compañeros y el alma podemos decir del levantamiento...! Con estas frases recogía el general Máximo Gómez en su Diario de campaña el significado de la muerte de José Martí el 19 de mayo de 1895.

Ellas resumen el reconocimiento a quien, sacrificándolo todo, se puso al servicio de la patria organizando el nuevo proceso emancipador.

La prédica de José Martí en territorio norteamericano resultó eslabón fundamental en el proceso iniciado el 24 de febrero de 1895.

Lograr la necesaria unidad entre los combatientes de contiendas anteriores, así como también hacer renacer la confianza en quienes desalentados por fracasos anteriores se sentían escépticos, fueron centro de sus más encendidos discursos en esa etapa previa a la guerra.

Por otra parte, era necesario allegar fondos e incorporar a quienes él mismo llamó "los pinos nuevos" a la lucha que pronto se reiniciaría.

Fueron todos estos elementos los que hicieron a muchos reconocer la importante labor de Martí, y aunque una buena parte de quienes combatían como simples soldados aún no habían podido aquilatar toda su personalidad, los más cercanos entendieron lo sensible de su desaparición.

Como la mayor parte de los oficiales que lideraron aquella guerra, también él se encontraba fuera cuando se produce el inicio de la contienda y acompañado de Máximo Gómez arribó a territorio cubano por la zona de Playitas. Después de mucho tiempo volvía a pisar su amado suelo.

Quizá la mejor forma de ilustrar aquel momento lo expresan las palabras que en su Diario escribió: "Rumbo al abra. La luna asoma, roja, bajo una nube. Arribamos a una playa de piedras. La Playita (al pie de Cajobabo). Me quedo en el bote el último vaciándolo. Salto. Dicha grande". Durante todo el tiempo que medio desde su desembarco hasta el momento de la caída, estuvo junto a las fuerzas del general Gómez, que se movían por la zona oriental.

Poco sabía del arte de guerrear, aunque sí de guerras, pues pacientemente había estudiado los principales acontecimientos bélicos sucedidos en territorio norteamericano y en particular las memorias de Ulises Grant.

Eran momentos en que se elaboraba la futura estrategia de guerra; se produce el primer encuentro de los grandes jefes en La Mejorana, polémica reunión que hace al Apóstol comprender el temple y carácter de Maceo, pero también su nobleza, al ofrecerle, al siguiente día de la cita a pasar revista junto a Gómez a todas las tropas formadas.

Ya había sido nombrado Martí Mayor General del Ejército Libertador de Cuba, también está consciente de la importante misión que le ha tocado cuando le escribe a Manuel Mercado, carta dejada inconclusa.

La mañana del 19 de mayo se producía una cruenta acción entre las fuerzas lideradas por Gómez con una columna española de más de 800 efectivos, aunque ordena al Maestro quedar junto a Ángel de la Guardia, aquel no obedece y deseoso de entrar en acción muy pronto cae abatido por las balas.

Agobiado por la pena se retira Gómez por la pérdida sensible del patriota, del compañero, del amigo... Son las cosas de la guerra dirá después: "(...) al lado de un instante de ligero placer, aparece otro de amarguísimo dolor".

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