domingo, 28 de mayo de 2006

José Martí en Defensa de la Humanidad


28 de Mayo, 2006

Cuando cayó en el combate de Dos Ríos hace ciento once años, el 19 de mayo de 1895, José Martí se aprestaba a continuar la marcha hacia Camagüey a fin de constituir el gobierno de la Revolución cubana. Así lo atestiguan, entre otros documentos suyos, sus palabras en la carta inconclusa a Manuel Mercado comenzada el día antes de su muerte.

Aquel gobierno era, desde luego, una necesidad política de la lucha armada iniciada por los patriotas, quienes debían completar con esa dirección que elegirían la obra unitaria iniciada por Martí con el Partido Revolucionario Cubano. Para el Maestro, esa organización del pueblo armado era, además, algo impuesto por las tareas universales que él asignaba a la independencia de la Isla. Recordemos que en el Manifiesto de Montecristi —el documento que redactara en esa ciudad dominicana antes de embarcarse para venir a la pelea en la Isla, en el que explicaba al mundo los propósitos del alzamiento— había declarado que los cubanos volvían a la guerra “por el bien mayor del hombre, la confirmación de la república moral en América y la creación de un archipiélago libre donde las naciones respetuosas derramen las riquezas que a su paso han de caer sobre el crucero del mundo”.

Tales alcances ecuménicos no eran resultado de un inmaduro entusiasmo, ni unas frases pasajeras escritas por mera retórica verbalista, ni las visiones embelesadas de un soñador desasido de la realidad. Todo lo contrario: fueron expresión de una convicción honda formada a lo largo de muchos años de estudio de las sociedades, de la época y de los seres humanos, de una ética de servicio humano a la que ajustara siempre su actuación personal, y de un ejercicio de vida humilde y sincero, de decidido alineamiento con los pobres de la tierra en cualquier lugar del planeta.

Desde su juventud, Martí tuvo conciencia de que vivía en una época de cambios a la que llamó de “reenquiciamiento y remolde”, cuyo desarrollo científico, tecnológico e industrial posibilitaba, a su juicio, el ensanchamiento de la espiritualidad siempre y cuando esos avances estuviesen en función del hombre, de las grandes mayorías.

Sagazmente, apreció también el Maestro desde fechas tempranas que las grandes potencias se expandían territorialmente sobre el mundo, y que Estados Unidos emergía con intereses en el sur de América y en el Océano Pacífico. En consecuencia, la república cubana por constituir tras la derrota del colonialismo español, debería asegurar, en su estrategia, una sociedad de paz, orden y trabajo que fuera modelo de justicia social para el resto de América Latina, para, de ese modo, impedir el avance estadounidense hacia la que él llamo nuestra América.

Entonces, la acción de Dos Ríos no sólo significó la pérdida del líder político mayor del pueblo cubano, sino también la del estadista de alcance universal que trabajó intensamente, desde su ética humanista, para promover un mundo mejor, que defendió al mismo tiempo la independencia de su patria y de Puerto Rico, y la soberanía de las naciones de América Latina.
Así, el hombre que en varias ocasiones se refirió a la significación de Cuba y Puerto Rico para contribuir al equilibrio entre las dos partes de América y en el mundo estaba trabajando con ello, sin duda alguna, en defensa de la humanidad.

Tuvo conciencia plena de ese destino que preveía cuando escribió: “Es un mundo lo que estamos equilibrando: no son sólo dos islas las que vamos a libertar.” Y para que no quedara sombra de duda, reafirmó así esa idea: “Un error en Cuba, es un error en América, es un error en la humanidad moderna. Quien se levanta hoy en Cuba se levanta para todos los tiempos.”

Tales objetivos universalistas fueron acompañados de una brillante estrategia para su logro, a cuya realización se dedicó por entero durante los que serían sus años finales de existencia. Vio la necesidad de la independencia de las Antillas españolas como tarea de extrema urgencia para evitar que la dominación colonial fuera sustituida por la de la emergente potencia del Norte. Por eso organizó el Partido Revolucionario Cubano, como moderno y original vehículo político para la unidad de los patriotas, y por eso entró con entusiasmo y tenacidad en los preparativos de la guerra, a la que llamó necesaria, porque consideraba que era el único modo de deshacerse a tiempo del dominio hispano. Su insistente propaganda a favor de la lucha armada apeló insólitamente al amor: repetidas veces llamó a una guerra de amor, no de odios. Y hasta abrió espacio en ese combate liberador a los propios españoles residentes en Cuba, a los que consideró imprescindibles en la república que se fundaría.

Hasta ahí pudo llegar en la ejecución de su estrategia, puesto que su muerte en combate le impidió continuarla. Pero sabemos que la gran pelea comenzaría justamente con esa república que debería sacarse el colonialismo de su costillar y aprestarse a impedir el derrame estadounidense buscando la unidad de acción de todos los pueblos latinoamericanos.

Todo ello partía de su crítica moral profunda desde muy joven al mercantilismo de la sociedad norteamericana y a su rápida comprensión durante su exilio neoyorquino acerca de cómo los nacientes monopolios hegemonizaban para sí la política de Estados Unidos e impulsaban la expansión en busca de mercados y recursos naturales. Por diez años denunció una y otra vez la asimétrica política de la reciprocidad comercial; los intentos expansionistas hacia México, el Caribe, América Central y Panamá, y hasta Canadá y Hawai; el desdén hacia nuestros pueblos basado en el desconocimiento de su historia, caracteres y valores; la presencia de males políticos y sociales que solían atribuirse con exclusividad a pueblos como los nuestros considerados inferiores.

Su pluma fue un látigo sobre la conciencia de la intelectualidad latinoamericana, para azuzar su patriotismo, su verdadero estudio y aprecio por su propio pueblo, su respeto y admiración por sus tradiciones y valores, y, sobre todo, para hacerle comprender lo nefasto y errado de imitar la vida de los pueblos considerados hoy de mayor desarrollo, especialmente de querer asemejarse a Estados Unidos.

Por todo eso es válido calificarlo como uno de los primeros antimperialistas de la historia. Y por todo eso constituye hoy José Martí antecedente para el movimiento que tantos artistas e intelectuales desarrollan en defensa de la humanidad.

Fuente: CUBARTE

“El libro sobre José Martí de Miguel Fernández.”

(Presentación de "La muerte indócil de José Martí" en la Universidad de Miami).

Emilio Ichikawa.

La investigación y crítica bibliológica en torno a la vida y la obra de José Martí atraviesa un problema que pudiéramos llamar de "extensividad". Y me refiero solamente al estudio del material retórico, a la dircursividad tejida en libros, artículos y conferencias. A la discursividad que deja huella impresa y obvia los rumores, los diálogos informales, las clases que no llegan a certificarse siquiera en planes o notas profesorales.

En resumen, que es tanto lo que se publica sobre José Martí, que es difícil hablar de todo ello con propiedad.
Y no se trata de un problema de talento o de ética profesional sino de física clásica, de relación entre el espacio escritural de la martianidad y el tiempo en que se consume; se trata sencillamente de velocidad, de número de páginas leídas a través de días de veinticuatro horas.

Al no poder leer físicamente todo lo que se publica sobre Martí, el "scholar" debe reconocer que afronta una disyuntiva:

1- Revisar con agilidad, digamos que con ligereza, la mayor cantidad de documentos disponibles.
2- Leer con detenimiento una parte de lo publicado.

Ahora bien, en el caso de esta segunda opción, ¿cuál es el criterio a través del cual se disecciona esa "parte" ?
Es decir, ¿cómo se "eligen" unas publicaciones sobre otras? Los criterios son muchos (la simpatía, la intuición, la afinidad política, la comunión lingüística, la tradición, etc.), pero la naturaleza de la elección misma es una sola: "la arbitrariedad", que es la expresión más sincera en que manifiesta la subjetividad. La elección crítica es precisamente, como dijera Martí, un gesto amoroso; ademán que en su lección sobre Platón, Hegel definiera de esta manera: "un camino donde lo arbitrario está elevado al nivel de lo verdadero".

Hace unos días visité la Colección Cubana de la Biblioteca Otto Richter de la Universidad de Miami para buscar información que me permitiera redactar esta nota de presentación. En una investigación preliminar, que abarca solamente los últimos tres años, la amiga y bibliotecaria Lesbia de Varona logró una lista de publicaciones martianas que alcanza los dos centenares de títulos. Eso es lo que llamaba anteriormente "problema de extensividad".

Y mi pregunta ahora es, ¿cómo justificar que a pesar de toda esa voluminosa bibliografía, en la que se cuentan trabajos muy significativos (como los producidos en el Departamento de Historia del campus de Chapell Hill de la Universidad de Carolina del Norte), se entienda como necesario el libro "La muerte indócil de José Martí" (Editorial NPC, Miami, 2005) de Miguel Fernández, que hoy presentamos en este Instituto de la Universidad de Miami?

En primer lugar, porque ese libro; formalmente, resulta muy amable con el lector. Está estructurado en capítulos breves que permiten una experiencia conversacional una vez que se emprende la lectura. Está escrito con sabiduría natural y lances novelados. Además de que las referencias reveladoras, el cotejo de citas que antes habíamos conocido de forma aislada y la construcción de una suerte de careo de fuentes, le otorgan el interés del suspenso.

En segundo lugar, porque al rebasar los límites en que antes se había practicado el programa de "desmitificación martiana" (es un libro donde lo "tardío" se torna una ventaja), puede servir como un hito de su misma satisfacción. Sinceramente, después de leer este libro, uno comprende que la investigación sobre la figura de José Martí debe buscar caminos de original propositividad y no insistir más en "nuevas lecturas" que no hacen sino repetir el programa desmitificador que el postmodernismo, y en particular la historiografía que se movió en torno al bicentenario de la Revolución Francesa, puso de moda.

En tercer lugar, creo que este libro es valioso dentro de la gran "extensividad martiana" porque inserta el debate acerca de la martianidad en el conflicto político mayor que aciclona la cultura cubana desde hace medio siglo. El castrismo carece de ideólogos, al menos de ideólogos de categoría; pero este libro los "construye", revelando una probable relación entre las disquisiciones martianas de los representantes de la cultura oficial y las acciones prácticas del gobierno de La Habana. En el último capítulo del libro se discute con brillantez la "tecné" castrista de utilizar recursos martianos para legitimar actos de violencia sobre personas y cosas.

Y en cuarto lugar, porque la significación de este libro está garantizada por las virtudes intelectuales de su autor. Miguel Fernández ha mostrado, desde los tiempos en que dirigía el periódico "Acento" en La Habana, que pertenece a ese raro linaje de intelectuales donde la creatividad está auxiliada por una ardua erudición.
Resulta que, igual que el genio inculto de la estética romántica, existe el sabio estéril. Quizás porque una sabiduría profunda conduce a la "apatheia", y el desespero del genio a la irreverencia; persuadiéndose el primero de que es inservible innovar, y el otro de que es fútil aprender. Lo cierto es que esa combinatoria de virtudes, la del erudito hacedor, se produce excepcionalmente: como en el caso de Miguel Fernández. Un autor que, para que no lo confundan con otros "migueles", suele intercalar el de "Arnaldo" entre sus sendos nombres o, al modo de los filósofos antiguos, aclarar que no es de Mileto o de Efeso sino de Pine Crest.

Estas cuatro razones nos dan confianza para avalar su libro. "La muerte indócil de José Martí" es un documento importante que puede complementar este ciclo de intensos estudios martianos.

Publicado en Bitácora Cubana, 26 de mayo de 2006 -

Emilio Ichikawa.

Mayo-2006

jueves, 25 de mayo de 2006

Evento cultural

Literatura - Miami

Presentación del libro 'La muerte indócil de José Martí', de Miguel Fernández

Presentación del libro La muerte indócil de José Martí, del investigador Miguel Fernández. El jueves 25 de mayo, a las 19:00 horas, en la Casa Bacardí (1531 Brescia Avenue, Coral Gables), de la Universidad de Miami.

El libro será presentado por el escritor Emilio Ichikawa.

lunes, 22 de mayo de 2006

Martí y las bailarinas de España

Posted on Fri, May. 19, 2006

CARLOS RIPOLL

Siempre fue Martí muy aficionado a la escena. De niño llevaba por encargo pelucas a los actores para poder asistir a las funciones del teatro. En Madrid, Zaragoza, París, México y Nueva York frecuentaba el mundo de la farándula. En el Teatro Principal, de México, nació uno de sus grandes amores: la actriz camagüeyana

Eloísa Agüero; y por la obra que estrenó en México, Amor con amor se paga, pudo conquistar a la que sería su esposa, Carmen Zayas Bazán.

Martí gustaba del baile de los profesionales en la escena, a diferencia del baile en salones, de parejas, el baile social, que le parecía deshonesto, y reprobaba; así lo condenó en sus poesías diciendo que era un daño para ''el honor de las mujeres''. Y en un Cuaderno de apuntes, de cuando era estudiante en España, escribió: ``No soy yo declamador frío y sistemático contra el baile. Yo no ataco al baile que baila, sino al baile que se reúne para bailar. El baile en el hogar es quizás un recreo lícito. En la reunión, una costumbre perniciosa... creador de deseos funestos''.

Por su interés en el teatro no es extraño que estuviera Martí interesado en las bailarinas españolas que tuvo ocasión de ver. Agustina Otero, ''la bella Otero'', famosa también por sus amantes, es ''la bailarina española'' de sus Versos sencillos; de allí son estas estrofas: [...] Ya llega la bailarina, / Soberbia y pálida llega. / ¿Cómo dicen que es gallega? / Pues dicen mal, es divina. // Lleva un sombrero torero / Y una capa carmesí. / ¡Lo mismo que un alelí / Que se pusiese un sombrero! / [...] Repica con los tacones / El tablado zalamera, / Como si la tabla fuera / Tablado de corazones. // [...] Baila muy bien la española, / Es blanco y rojo el mantón. / ¡Vuelve, fosca, a su rincón / El alma trémula y sola!

De otra bailarina escribió Martí, de la sevillana Carmencita Dauset. Hablando en una de sus crónicas de la educación de la mujer en los Estados Unidos, criticó a las alumnas de Vassar College que disfrazadas de hombre iban en Nueva York a verla ''desde el seguro del palco [de] aquel salón pecador a que va la germanía de la ciudad, habituada a los cantos y franquezas de la escena alegre''. Es que muchos consideraban atrevido e inmoral el baile de Carmencita. Martí gustó del espectáculo y escribió: '¡A un rincón las coristas... que baja por la escalera del fondo, sacudiéndose las enaguas y con la cabeza mirándose en ellas, la de Triana y la de la calle de Santa Isabel, la de jazmín al pelo que llaman la Carmencita. Saluda de lado, como quien cita al toro. El guiño travieso centellea y convida. De un `¡Señor, música!' empieza el escarceo. Ya es el paso en redondo, de maliciosa a quien cortejan; el paso atrás, menudo, que va huyendo del novio; el taconeo de costado, que se corre por donde no hay luz; la carrera de puntillas, a taparle al cortejo los ojos; y el revoloteo y la cumbre del beso, y luego el ir despacio, como quien vuelve a la vida poco a poco. El teatro, ávido, aplaude, las mujeres se muerden los labios, los hombres se echan sobre el espaldar del vecino; se oye el taconeo, el barrido, el punteo de aquel pie de cisne que borda en las tablas. Y cuando se va, desganada y perezosa, parece que se ha ido un rayo de sol''.

¡Ah, si nosotros pudiéramos ver bailando a la sevillana ''de jazmín al pelo'' en el Nueva York de aquellos años! ¡Sólo un milagro nos permitiría esa experiencia! ¡Sólo un milagro! Pero ese milagro existe. Se conserva un corto de película con el baile de Carmencita. Es que ella también pertenece a la historia del cine: fue la primera mujer que filmó el cinetoscopio de Thomas Edison, la primera que apareció en una pantalla en los Estados Unidos, y la suya la primera película que hizo hablar de censura en el cine: es que en alguno de sus movimientos se le ve el pantalón debajo de las enaguas. ¡La bailarina de José Martí! Es lo único que podemos ver tal como él lo vio.

Los National Archives, de Washington, en sociedad con Google, acaban de poner en la internet varios fragmentos de películas. Entre ellos hay uno en el que baila Carmencita. Se entra en y ya en ese lugar se hace una búsqueda (search) de ''Google+videos+Carmencita'', y aparece en la pantalla una línea en que se lee: ''Carmencita, Spanish Dance 1894-Google Video''; se hace entonces clic en esa línea y, a poco de estar la computadora cargando las imágenes (buffering), empieza el baile. ¡Un minuto de Carmencita tal como la aplaudió Nueva York hace más de un siglo! ¡Tal como la vio Martí!

viernes, 19 de mayo de 2006

El busto de José Martí regresa a la plaza de Cuba

Diario de Sevilla
Tras ocho meses, la escultura luce de nuevo restaurada ante el Instituto Hispano Cubano con un cerramiento para evitar el vandalismo

N. MÁRQUEZ
La escultura de José Martí luce de nuevo en su ubicación original, en la Plaza de Cuba, después de ocho meses de ausencia debido a las tareas de restauración a la que ha tenido que ser sometida.

Los vándalos agredieron el busto con pintadas y destrozos de diversa consideración. Era tal el desgaste que sufrió esta imagen del revolucionario cubano que el área de Vía Pública del Ayuntamiento optó por su retirada para someterla a la restauración. Ante la previsión de que los vándalos regresaran a esta zona, donde las botellonas son habituales, y perpretaran nuevos daños a la figura, su recolocación se ha retrasado por las obras del cerramiento de su entorno, que la protegerá totalmente de nuevas agresiones.

Ocho meses después de su retirada, José Martí vuelve a mirar hacia el antiguo convento de los carmelitas descalzos y actual sede del Museo de Carruajes y del Instituto Hispano Cubano, fundado por el cubano Rafael González Abreu en los años 20 del pasado siglo. González Abreu adquirió el convento que se encontraba en una situación de abandono desde la Desamortización de Mendizábal, lo restauró y donó parte del edificio al Instituto Hispano Cubano.

El Ayuntamiento decidió el año pasado el vallado y el cierre perimetral del busto de José Martí y de otros monumentos en la vía pública de la ciudad, entre los que se encuentra también la escultura de Bartolomé de las Casas, para protegerlos de los efectos de la botellona. La partida municipal inicial para estas tareas se fijó el año pasado en 250.000 euros, destinados únicamente al cuidado y remozamiento de las obras escultóricas que lucen en las calles y en los jardines.

El recuerdo de José Martí

Publicado el 22.05.2006 09:27

Por Vicente R. Gutiérrez Santos

Ciento once años han pasado: cinco del siglo XIX, todo el siglo XX y otros seis del siglo XXI. José Martí, además de buen patriota, buen orador, buen escritor y poeta creativo (tenía muchos aspectos positivos) fue un hombre lleno de amor y sentido patrio. Ese sentimiento formaba parte de él. Tuvo varios amores en su vida, entre ellos uno muy triste "La niña de Guatemala".

María, hija de ex-presidente de Guatemala Miguel García Granados.(dicen que murió de frío, yo sé que murió de amor). Ella se suicidó, adentrándose en el mar. Las relaciones no eran posibles. El estaba casado con Carmen Zayas Bazán, con quien tuvo su único hijo José Ismael (Ismaelillo). Ahora bien, su gran y eterno amor fue Cuba, su Patria, que la enfocaba desde dos ángulos: la colonia de España y la Cuba libre, independiente y soberana.

Yo evaluaría como cubano martiano que cada año le valió por tres, desde el lanzamiento de su primer periódico a los 16 años. Lo detuvieron y lo expulsaron de Cuba. Su vida universitaria la disfrutó en Zaragoza, estudiando las carreras de Derecho y Filosofía. Sus Versos Sencillos retratan su personalidad y sus sentimientos. Si unimos sus discursos y artículos tenemos delante su personalidad y su conciencia.

En 1881 visitó Caracas, completando su sensibilidad americana. Era la Patria de Simón Bolívar. Al final, después de vida intensa en EEUU (se movió mucho en Tampa y Cayo Hueso) ya en plena Guerra de Independencia (1895) después de desembarcar procedente de Santo Domingo (ya con el Manifiesto de Montecristi), queriendo dar el ejemplo en el campo de batalla, montó a caballo y se lanzó a la batalla, cuando era en realidad un hombre de pensamiento, organización y no de acción militar. Para ello estaban Antonio Maceo y Máximo Gómez, Calixto García, etc. pero.... al igual que Bolívar también fue criticado por gente de su tropa. Lo llamaron el Capitán Araña porque no participaba en batallas con el ejército español y en la primera presencia en el campo de batalla fue balaceado. Así fue como perdimos al Primer Presidente de la República de Cuba (1902). Hubiera sido presidente a los 49 años.

Puedo afirmar que no era un hombre rencoroso. Escribió "Odio al odio". Fue la única vez que mencionó ese vocablo. Tenía una gran calidad humana. Era muy polifacético y polivalente por lo que te he contado y aún por contar.

Tuvo de los iluminados la decisión y la energía. Quiso vivir intensamente y morir cara al sol. Así fue, en pleno campo de batalla, un 19 de Mayo, en un lugar llamado Dos Ríos por su convergencia. Al final quedó con el sobrenombre de "Apóstol de la Patria".

Prestó mucha atención a los niños, la edad de oro. Proclamó que "los niños son la esperanza del mundo". Tener en cuenta que se movió a finales del siglo XIX, coincidiendo con una fuerte oleada al socialismo marxista y una respuesta de la Iglesia a través de la encíclica Rerum Novarum (1891)que promulgó León XIII (a mi juicio demoraron unas décadas en ripostar al Manifiesto Comunista de 1848). En paralelo, su famoso discurso en Tampa, en el propio año de 1891) "Para Cuba que sufre, la primera palabra".

Mi conclusión personal: Martí fue Martí. Fue único. Rubén Darío le llamó El Maestro por sus versos. El hombre del verso sencillo. Fue también La Voz.

Fue el pensador moderno, siguiendo a Félix Varela, el que nos enseñó a pensar. Nos enseñó a ser cultos para ser libres. Fue también un gran organizador. Recordando a Espartaco, José Martí fue el "gladiador de la independencia cubana". Lo hemos extrañado desde su muerte. Pudo haber sido nuestro primer presidente, de haber seguido con vida hasta 1902.

En nuestro proceso actual nos ha faltado su pluma y su voz. Una vida breve, pero intensa. Legó una obra extraordinaria. Versos, discursos, artículos. La Edad de Oro para los niños fue una promesa de futuro. La patria es ara y no pedestal. José Martí, todo un cubano!

Horticultor japonés creo lírio en honor a José Martí

Pinar del Río, Cuba, 19 may (PL)
Cada mes de mayo florece en este extremo del país el lirio "José Martí", nombrado así como una singular ofrenda al prócer independentista cubano.

La variedad, que luce ahora todo su esplendor, es fruto de la imaginación del famoso horticultor japonés Kenji Takeuchi, ya fallecido.

Identificada por lo abultado de sus pétalos blancos, la flor es un híbrido obtenido a partir de dos especies endémicas de la isla mediante técnica botánica convencional.

El Orquideario de Soroa, a unos 76 kilómetros al oeste de La Habana, alberga la planta, cuyas flores despuntan el mismo mes en que los cubanos recuerdan la caída en combate del patriota.

Antes de la llegada de Takeuchi -a mediados del siglo pasado-, un virtuoso de las técnicas de cultivo, murieron allí numerosas especies.

A sus manos de artífice debemos el diseño y creación de los peculiares jardines, monumento natural a la llamada aristócrata de las flores.

Sin duda, una de sus más originales obras fue el lirio "José Martí", que se integró a la abundante vegetación en 1953, cuando se cumplieron 100 años del natalicio del Maestro.

Desde entonces, el lirio martiano sobresale por su inconfundible apariencia en las cimas de Soroa, donde crece de forma silvestre.

mgt/adp/ag

En torno a la muerte de José Martí

Viernes 19 de mayo del 2006

María Delys Cruz Palenzuela

Existen innumerables versiones de los sucesos relacionados con la caída en combate del ilustre patriota cubano José Martí el 19 de mayo de 1895. Una recopilación realizada por el investigador Rolando Rodríguez, en su libro "Dos Ríos, a caballo y con el sol en la frente" nos aproxima en gran media a la posible realidad, aun cuando no se tiene ninguna por conclusiva.
Se dice que a Ángel de la Guardia, en el avance junto a Martí, le habían herido su cabalgadura. Prácticamente salió de debajo de ella, tomó posición detrás del fustete y se batió con los enemigos españoles. A su vista estaba el cuerpo del "Presidente". Logró acercarse, trató de rescatarlo y no pudo. Dominador de la Guardia recordaría después que, de pronto, distinguió en la distancia a su hermano que le hacía señas para que fuera a donde estaba. Solo atinó a preguntarse qué hacía Ángel en una línea tan adelantada, y comenzó a llamarlo para que retornara junto a las fuerzas cubanas.Con el alma en vilo, en medio de espesas nubes de pólvora, que según los testigos poco permitían divisar del escenario de lucha.
De la Guardia retornó por fin a los suyos y comunicó la noticia. Demoró algo en llegar por las condiciones en que traía su caballo. Al escuchar aquella infausta nueva que traía el joven teniente, Máximo Gómez, en gesto impulsivo, ansioso, al que no le faltaría su propio convencimiento de que la historia podía pedirle responsabilidades por no haber impedido la muerte de Martí, prácticamente solo, se encaminó al lugar del suceso y trató de ubicar el cuerpo con la idea de recobrarlo, pero no le resultó posible porque, tan pronto De la Guardia había dado la espalda, los adversarios avanzaron hacia el lugar de la caída del prócer y una barrera de fuego vedaba llegar. Tanto se acercó a las filas españolas, que los enemigos presumieron que lo había herido (...) El Generalísimo (así se le llama a Máximo Gómez), al no poder distinguir el cuerpo, quizás llevado más que todo por la ilusión y la esperanza, llegó a pensar que Martí "sano o herido" podía estar extraviado.
Pero, las tropas españolas habían hallado el cuerpo.
Gómez continuó la búsqueda.El día 20, a las tres de la tarde, el cadáver del Maestro, que había sido guardado por centinelas de vista, fue conducido al cementerio del poblado conocido por Remanganaguas. Lo cargaban cuatro soldados.
Fue enterrado en tierra viva y solo con el pantalón que había vestido. Se le dio sepultura en una fosa, debajo del cadáver de un soldado español.Después de varios encuentros con el enemigo, ese mismo día, Gómez, desesperado por saber de Martí, se fue hasta el lugar donde la tarde anterior el coronel español Ximénes de Sandoval había hecho un alto llevando consigo el cadáver del Apóstol. Doña Modesta le comentó que Martí estaba muerto: le señaló que tenía un balazo en la cara y otro en el pecho. Gómez evaluó que en efecto, con esas heridas era imposible que estuviera vivo.

Martí, el camino a Dos Ríos

Autor: LUIS PAVÓN

José Martí se sentía feliz al arribar a una "playa de piedras y espinas," el 11 de abril de 1895, a eso de las 11 de la noche, mojado por la lluvia, bajo una luna roja; no estaba aparentemente fatigado, aunque el intenso remar había ampollado sus manos. Luego sabrá que desembarcaron en Playitas de Cajobabo, en Guantánamo. Había sido el último en bajar del bote en el que vino, junto al General Máximo Gómez, y un pequeño grupo expedicionario, a participar, como quería, en la Guerra libertadora de cuya organización había sido la figura decisiva.

Quedaban sin abolir, no lo había olvidado, insatisfacciones y problemas. Entre los personales, el mayor se refiere a su hijo, ya quinceañero, con quien quisiera haber partido, y cuya ausencia reprocha; le apena, igualmente, la aflicción que puede causar a la madre, a quien escribió desde Montecristi la inolvidable despedida que comienza "en vísperas de un largo viaje", líneas que darían pie a posteriores reflexiones, pues se encontraba en lugar vecino y bien cercano.

De índole política, el reciente fracaso de la expedición llamada de Fernandina, le obligó a tomar decisiones que podían dejar resquemores: entre éstas, la más grave, en cuanto hería a uno de los pilares de la gesta –aunque tal vez Martí no lo esperara—, la designación de Flor Crombet como Jefe de la expedición en lugar de Antonio Maceo, al no poder éste ajustarse al presupuesto de que se disponía. El Titán vendría en ella y asumiría, a la llegada a Cuba, el mando de la tropa. No obstante, le disgustó la medida, sobre todo si se tiene en cuenta que entre él y Crombet existían fuertes desavenencias.

Además, podría pensarse que el Apóstol extrañara cálidas amistades abandonadas, y no decimos hábitos de vida, porque en sus 42 años de edad, no pocos de ellos de patriótico peregrinar, estaba acostumbrado a ir de uno a otro lugar, según fuese necesario, siempre con mínimo equipaje o sin equipaje alguno.

Pero estaba feliz y cada una de las páginas escritas, aún en circunstancias complicadas, lo refleja. Sus biógrafos, de Mañach hasta el reciente y bello título de Toledo Sande, así lo hacen constar. Lo escribió señeramente en su diario al marcar la llegada a tierra cubana con la elocuencia de solo dos palabras: "Dicha grande".

Los días siguientes serán de intenso trabajo para el Apóstol. Estará al tanto de los problemas de la Guerra y escribirá a la emigración pidiendo armas; se dará a la tarea —que 60 años después, en la Guerra Revolucionaria sería de las primeras que llevara a cabo el Comandante Ernesto Che Guevara— de cuidar heridos, para lo cual se valdrá del estudio minucioso de las posibilidades de lo que hoy llamaríamos "medicina verde", además del yodo que trajo consigo. Aprende el nombre de los árboles. Marca con entusiasmo fechas de su diario como "día mambí".

Ni un instante deja de ser el Delegado del Partido Revolucionario Cubano fundado por él y como tal actúa desde los campos de Cuba. Contribuye eficazmente a la organización de la guerra: prepara, redacta y firma junto a Gómez, órdenes y circulares para ser cumplidas por el Ejército Libertador, algunas tan impostergables y terminantes como la del 26 de abril de 1895, que condena como un crimen todo intento de apaciguamiento: "la contienda iniciada solo terminará con la independencia y a quien con otras proposiciones pretenda engañar o perturbar a la Revolución se le aplicará la pena mayor". Otras, como las que prohíben el paso de reses y provisiones de boca a los poblados o a los campamentos enemigos, marcan igualmente la dureza de la contienda.

Trabaja infatigablemente. Escribe en la hamaca, "a la luz de una vela de cera, sujeta junto a mis rodillas por una púa clavada en tierra".

En aquellos parajes le ha recibido con entrañable cariño la tropa que comanda el veterano coronel Félix Ruenes, toda formada de baracoenses: el lugar y la gente son propicios para la evocación, de la que Gómez participa entusiasta, de episodios de la Guerra Grande. Se habla con gusto un lenguaje que Martí asumirá vivamente en su diario: Jolongo (bulto), frangollo (dulce de plátano), chopo (parte de las viandas), catauro, bayás (especie de almejas)...y otras, nos ponen en presencia del escritor sensible a la gracia de un decir seguramente nuevo para él en su mayor parte, del que se va apropiando al paso. Va, incansable.

El propio Gómez describirá el asombro de los viejos guerreros acostumbrados a estas marchas, ante el comportamiento de Martí, que las realiza sin ningún tipo de flojera.

Los recuerdos de la Guerra Grande exaltan generalmente a protagonistas hasta entonces anónimos, cuando no se refieren a Céspedes o Agramonte: se anota el alzamiento del hijo de éste.

A lo largo de aquel camino, los campesinos le llaman "Presidente". Él declina el nombre, que no solo le otorgan los soldados, sino jefes conocidos como Miró Argenter. Martí sencillamente acepta el de Delegado. Por otra parte, oír le atribuyan tal cargo, disgusta a Gómez. Sobre éste, como sobre Maceo, se cierne el fantasma de las divergencias entre el mando civil y los militares, frecuentes en la Guerra Grande. Martí lo sabe y él mismo rechaza los estorbos creados por lo que llama "la república leguleya".

Tiene una idea clara, sin embargo, que espera sirva de límite a excesos y desacuerdos. La defiende ante Maceo, en la entrevista histórica: "mantengo rudo: Ejército, libre, y el país, como país con toda su dignidad representado".

Tal vez no se le entiende: son conversaciones apresuradas y en las que está omnipresente el pasado. Él piensa que cuando se lleve a cabo la Asamblea en cuya realización trabaja, de ella saldrá la forma mejor. De cualquier manera estudia la conveniencia de renunciar a toda aspiración cuando llegue ese momento, "para tener libertad para aconsejar y poder moral para resistir el peligro que de años atrás preveo".

Por lo pronto, sigue intensamente en la Guerra. Ninguna diferencia entibiará su ánimo. Escribe cartas a Maceo, a Masó, a Gonzalo de Quesada, a Miró, a la familia Mantilla, que ocupa lugar preferente en su corazón. A ésta manifiesta más de una vez su ánimo sin desmayo. Cuenta la entusiasta revista "de los 3 000 hombres de a pie y a caballo, a las puertas de Santiago. ¡Qué lleno de triunfos y de esperanzas Antonio Maceo!".

Interviene activamente en la vida del campamento. Pronto le otorga una junta de jefes, a iniciativa de Gómez, el grado de Mayor General. Encontrará algunos viejos conocidos, como Rafael Portuondo, representante del Partido en Santiago. Va por tierras llanas o abruptas. Alguna vez intervendrá en decisiones incluso judiciales. De tres sentenciados a muerte por cuestiones de armas, quita a dos la sanción.

Avanza. El paisaje llena sus ojos y su espíritu. Ante la presencia poderosa del Cauto, oye a Gómez: "!Ah, Cauto, cuánto tiempo hacía que no te veía". Y, él, que solo lo conoce de cuanto lo ha soñado, siente hincharse el pecho de "cariño poderoso, ante el vasto paisaje del Río amado". Está, sin saberlo, en su escenario final.

Ha atravesado tierras, montañas, bosques y llanuras que hoy forman parte de las provincias de Guantánamo, Holguín, Santiago de Cuba y Granma. El l8 escribirá su última carta a Manuel Mercado, donde ratifica su previsión antimperialista. La tragedia ocurrirá donde se junta el Contramaestre con el Cauto, los Dos Ríos que ya la historia guardará entre sus altares. Aquel día 19 de Mayo, Martí arengó a la tropa "con verdadero ardor y espíritu guerrero". Dos horas después, cuenta Gómez, nos batíamos a la desesperada con una columna de más de 800 hombres, a una legua del campamento. Separado de Gómez, Martí se lanza al combate. Solo lo acompaña "un niño que jamás se había batido": Ángel de la Guardia, quien traerá la dolorosa noticia.

No fue posible recuperar el cadáver de manos enemigas. Posteriormente lo enterrarán para luego desenterrarlo, mal embalsamarlo y llevarlo, el 27, al Cementerio de Santiago, donde se le expone y luego sepulta. Aunque el Jefe de la columna española, Jiménez de Sandoval, como masón promete un tratamiento sereno, no se entrega el cadáver a la viuda, Cármen Zayas Bazán, a pesar de haberlo reclamado.

"¡Qué guerra ésta! Ya nos falta el mejor de nuestros compañeros y el alma misma del levantamiento", escribe Gómez en su diario. Sin duda, fue el golpe más duro que recibió la Revolución. Había sido la personalidad de mayor alcance de la lucha, su guía natural, el arquitecto de su estrategia y veedor de su futuro. Morirá sin saber que el hijo, tras escapar del colegio norteamericano donde la madre lo había matriculado, vendrá a luchar en los campos de Cuba.

Su caída fue un golpe irreparable. Sin embargo, dejó señalado el camino hacia nuestra verdadera independencia.
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Fuente: EXCLUSIVO, 19/05/06

Homenaje a José Martí en el aniversario de su muerte

De tu ardoroso pecho, en pleno fuego,
De improviso emergió la roja rosa,
Y en tu frente resaltó la refulgente estrella.
Llenóse la campiña de sollozos y las palmas de luto se vistieron.

¿De dónde ese rumor de golondrinas?
¿De dónde aquellas rosas blancas sin espinas?
¿A dónde van y de dónde salieron?
¿Tal vez se van reunir contigo allá en el cielo?

Al pronunciar tu nombre allá en la muerte,
Se estremecen de llanto los luceros,
Los campos de la patria que tu amabas,
Hoy teñidos de sangre, gritan su desconsuelo.

Para tí amadísimo Maestro se encienden los colores de la tarde,
Las notas de las liras te cantan sus poemas,
Y un rayo de luz atraviesa los campos de Dos Ríos,
Esplendoroso y blanco, y como el mármol, duro y frio.
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Martha PardiñoMayo 19, 2006

PORTAL JOSÉ MARTÍ, NUEVA PUBLICACIÓN CUBANA EN INTERNET

13:20

19/ 05/ 2006

A la vida y obra de José Martí, el más universal de los cubanos, podrá accederse desde hoy consultando la dirección digital www.josemarti.cu

El doctor Mario Valdés presentó la nueva publicación en el contexto del Coloquio Internacional "El antiimperialismo de José Martí", que durante tres días reunió a investigadores y estudiosos de Costa Rica, México, Venezuela, Estados Unidos, Francia, Italia y Cuba.

La columna del director, firmada por el Doctor Armando Hart Dávalos titulada Nuevo Mundo será uno de los rasgos distintivos del portal, concebido gracias al esfuerzo conjunto de la Oficina del Programa Martiano, el Centro de Estudios y la Sociedad Cultural José Martí.

Un directorio de personalidades e instituciones y secciones de noticias y obras, cronología y convocatorias son algunas de las opciones de la página digital, así como también la oferta de productos informáticos, la visita virtual a sitios vinculados al Apóstol y las efemérides diarias.

Valdés destacó que el sitio recogerá la opinión de especialistas y estudiosos cubanos con el objetivo de contrarrestar algunos otros que aparecen en el ciberespacio bajo el prisma de quienes no poseen un conocimiento exacto acerca del autor de La Edad de Oro.

Informó que como parte del proyecto se trabaja en una versión en software libre, en tanto el portal será enriquecido hasta su total culminación el próximo 19 de julio, aniversario de la fundación del Centro de Estudios Martianos.

La ceremonia fue propicia para dar a conocer las convocatorias a los Concursos Infantil "Mi pequeñuelo" y el de Investigación José Martí, los cuales tienen el objetivo de estimular la creación artística con temáticas martianas y la indagación sobre la vida y obra del extraordinario luchador antiimperialista, respectivamente.

El Coloquio Internacional, clausurado con la conferencia "El misterio de Cuba", a cargo de Hart, director de la Oficina del Programa Martiano, fue recordatorio del Aniversario 111 de la caída en combate de José Martí, ocurrida el 19 de mayo de 1895.

TOMADO DE LA "AIN"

JOSÉ MARTÍ Y LA LECTURA

Por Waldo González López

Oportuno recordar la significación que, para nuestro cubanísimo y universal José Martí, tuvo la lectura, como acto íntimo y personal, pero decisivo en la vida espiritual y cognoscitiva de los humanos.

Fue él justamente quien realizó, para tal fin, la operación divulgativa y valorativa de libros y artes plásticas, entre otras manifestaciones de la creación. De tal suerte, sentenció el Maestro en 1882 que la crítica es «el mero ejercicio del criterio».

Poeta, ensayista, novelista, dramaturgo y periodista, este hombre inmarcesible reúne en una sola persona todos estos oficios y aún más. Quien lo haya leído a fondo, sabe que esta afirmación es tan cierta como su breve pero fecunda existencia.

Nutrido de una vasta cultura, siempre sugirió a sus contemporáneos de diversos países —a los que se dirigía, a través de importantes diarios latinoamericanos, de los que era cónsul y corresponsal desde New York— el placer de la lectura. De ahí sus estupendos proverbios que, diluidos en su poético y contundente lenguaje, han quedado, tal acontece con mucho de lo escrito por él, como axiomas antológicos, utilizados en pleno siglo XXI, en nuestras impresionantes Ferias del Libro y demás eventos culturales del mayor nivel.

El Ciudadano del mundo —tal lo definió uno de sus más prolijos estudiosos, Roberto Fernández Retamar, quien dirigiera el Centro de Estudios Martianos—, dejó sentada entre tales sentencias para siempre esta ya clásica de 1882:

La lectura estimula, enciende, aviva, y es como soplo de aire fresco sobre la hoguera resguardada, que se lleva las cenizas y deja al aire el fuego.

Mas, ese mismo año diría también, en otro momento, este sabio pensamiento: «Se lee lo grande, y si se es capaz de lo grandioso, se queda en mayor capacidad de ser grande.»

Poeta que anunció el Modernismo por un lado y, por otro, dejó los más rotundos Versos Sencillos, tan cargados de conceptos (cercanos, sin duda, a los que publicara años después de su muerte el entonces joven poeta Antonio Machado en España bajo el título de Proverbios y cantares), supo llegar a todos por su lenguaje que me atrevo a definir de perfecto, gracias a su talento excepcional y su cultura ciclópea que le permitía leer en varios idiomas y escribir y traducir en francés e inglés. En tal sentido, escribiría que «la perfección de la forma se consigue casi siempre a costa de la perfección de la idea».

Amante del lenguaje, escribió en 1881 que «la grandiosidad del lenguaje invita a la grandiosidad del pensamiento».

Justamente, sería Fernández Retamar quien reuniera, en 1972 algunos de sus mejores Ensayos sobre arte y literatura en un volumen excepcional, del que nos valimos sus alumnos, entonces estudiantes de la Escuela de Letras, como referencia constante, al punto de que en algunos (al menos en mi caso) nos sirvió para quedar prendados del verbo magistral del genial autor, cuya obra y memoria consagraría 1995 la UNESCO como año martiano.

La lectura, pues, constituye vía esencial e idónea para adquirir más y mejores conocimientos, ser más grandes humanamente y llegar a las estrellas, como también escribiría Martí en lírico tono metafórico.

MARTÍ, A GALOPE DE LA TERNURA

Por Marilys Suárez Moreno

Toda la existencia de José Martí, el Héroe Nacional de Cuba, fue un ir y venir sin reposo, como a saltos. Una vida que le enturbiaba el ánimo a veces, pero nunca las ansias de amor. En él ese sentimiento estaba a flor de piel. Amó mucho Martí, lo percibimos en sus textos nunca impersonales ni fríos, en su constante batallar por la patria oprimida, en el goce que le proporcionaban unos hermosos ojos de mujer.

Mas la libertad de Cuba le llenó de desvelos el corazón. En el destierro, lejos de los suyos, pasó días muy tristes o muy felices, en los que escribía, estudiaba, hacia nuevas amistades y encontraba momentos de sublime inspiración para el amor.

Pero, además de su inmenso quehacer, de sus escritos sobre política, de sus discursos y poesías, aun tenia tiempo para desgajarse en sueños. Era un perenne enamorado este Martí nuestro y universal, de frente ancha y mirada soñadoras.

En su fecunda obra volcó todo el respeto y la admiración que le inspiraban las mujeres.

En la introducción del primer número de La Edad de Oro, revista escrita por Martí para los niños del continente, aclaraba con intención sutil: Para los niños es este periódico, y para las niñas, por supuesto.

En su breve, pero rotunda existencia hay múltiples ejemplos en los que resalta el respeto, la ternura y el amor que Martí sentía por la mujer, a la que consideraba como ”La hermosura mayor que se conoce”.

En su primer destierro a España, un Martí de 18 años encandiló su adolescente corazón con el amor de Blanca Montalvo, la joven aragonesa que le inspiró los primeros ardores. Otros nombres, luego, hicieron latir con igual fuerza su siempre receptivo órgano vital.

Entre las relaciones de Martí en México, una habría de traer a su vida consecuencias que lo marcarían con honda huella. Allí conoció a la camagüeyana Carmen Zayas Bazán. No tardó la joven en enamorarse del periodista y poeta de palabra dulce y conmovedora. Pronto vendría el matrimonio y el nacimiento de su hijo Pepe, a quien dedicó su hermoso libro Ismaelillo.

Por esos años, el joven Martí viajó a Guatemala, donde conoció a María Granados, la bella y delicada muchacha que se prendó del patriota de palabras y versos gentiles. En el corazón del joven cubano luchaban la promesa del amor a Carmen y la pena de María, la dulce Niña de Guatemala, cuyo recuerdo triste cantó Martí años después, con dolor sin consuelo.

La madre, sus hermanas, las esposas de sus compañeros, las amigas, fueron también objeto de devoción y delicadeza del más universal de los cubanos.

Así, como al galope del tiempo, vivió y amó aquel hombre predestinado por la historia a desposarse con la patria, su más fiel amada.

jueves, 18 de mayo de 2006

Recrean en las artes plásticas facetas de José Martí

Variadas facetas de la vida de José Martí se recrean en casi tres decenas de pinturas expuestas en la galería de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) de esta ciudad, 910 kilómetros al sureste de La Habana.

"Arte soy entre las artes" se titula el proyecto cultural organizado por la Oficina del Conservador de la Ciudad de Santiago de Cuba, el taller Aguilera, de esa urbe oriental, el Consejo Nacional de las Artes Plásticas y la Biblioteca Nacional José Martí.

El grabado y la litografía son las técnicas más utilizadas en las 78 piezas del proyecto original, de las cuales 28 se exhiben en la exposición. Las obras resumen la visión personal de un grupo de artistas de esa manifestación cultural, quienes se inspiraron en el legado del Héroe Nacional de Cuba en ocasión del aniversario 150 de su natalicio, celebrado en el 2003.

Inspirado en el rostro del Apóstol, los creadores abordan la apreciación intima que les inspiran el pensamiento y la huella del también fundador del Partido Revolucionario Cubano durante la lucha por la independencia del yugo colonial español en el siglo XIX.

Muchas de las obras de la muestra deben su título a fragmentos de versos o frases del también destacado escritor, poeta, orador y periodista, de cuya caída en combate se conmemoran 111 años el próximo viernes 19 de mayo.

En la colección expuesta en Guantánamo figuran trabajos de destacados virtuosos de las artes plásticas, entre ellos Roberto Fabelo, premio nacional de esa manifestación en 2004, y Adigio Benítez y José Julián Aguilera, entre otros.

Fuente: Agencia de Información Nacional

miércoles, 17 de mayo de 2006

José Martí. El gran desconocido.(*)

© Ángel Luis Martínez Acosta

José Martí es un gran misterio: todo en él lo es. Dice mucho cuando habla; quizá dice más cuando a veces calla: "¡Qué ventura, que no me entiendan! Y ¡qué dolor, si me entendiesen!" [1]

Pienso que el mayor encanto que ejerce Martí sobre todos los que nos acercamos al estudio de sus ideas es precisamente el misterio que le rodea, la sensación de que sus palabras, por insignificantes que parezcan, encierran un mensaje, oculto para quienes su obra es sólo objeto de curiosidad pasajera o simple modo de coleccionar frases que sustituyan al estudio metódico y ordenado. Y por eso mismo creo que fue precisamente él quien puso el mayor empeño en velar una parte importante de sus más profundas ideas.

Para quienes se acercan por primera vez a su obra a través de sus discursos o artículos lo primero que salta a la vista es el lenguaje tan cargado de símbolos y de metáforas que muchas veces deviene en obtuso creándose la impresión de que no habló para las mayorías. Queda la duda permanente de no haber entendido sus palabras aún en aquellos pasajes que aparentemente son fácilmente comprensibles. Encontraremos múltiples citas y frases que podrán ser empleadas en su sentido literal en las más disímiles situaciones, pero en la medida en que avanzamos en el conocimiento de su obra escrita, nos queda siempre la impresión de no haber llegado a conocer el espíritu que anida en su interior y que es la fuente de donde emana toda su fuerza.

En Martí se da la circunstancia de haber sido un hombre de su época y al mismo tiempo con capacidad de proyectar su mente al futuro y de expresar ideas que impresionan por la actualidad de sus conclusiones, como si hubiesen sido expuestas en el tiempo presente de cualquier generación posterior a él. Y no dudamos en calificarlo de contemporáneo.

Profundizó como pocos en el alma humana. Supo de sus alegrías y de sus penas, de sus bajezas y bondades. Conoció el amor y el odio, el bien y el mal. Sufrió los rigores de la cárcel, del destierro, de la muerte de amigos y de familiares, del desprecio y de la incomprensión de amigos y de enemigos. Tuvo el amor de los buenos, de los niños, de los hombres, de las mujeres, de los ancianos. Contó con muy buenos amigos y fieles colaboradores. Fue vitoreado y aplaudido a su paso por el mundo. Conoció de las bajezas humanas y de la traición. Fue criticado y cuestionado por algunos cubanos precisamente por ser fiel a sus convicciones. Pasó hambre y necesidades paradójicamente en la época en que fue depositario y guardián de importantes sumas de dinero que el exilio le entregó para financiar la guerra de independencia. Conoció la felicidad de la paternidad y el dolor de ver cómo su esposa le alejaba a su hijo querido, de su reyezuelo, de su Ismaelillo. Hay en Martí un profundo sentido de misión en su vida, vinculada fundamentalmente con la independencia de Cuba. Su pensamiento y acción estuvieron dirigidos hacia este fin y no se desvió de este camino a pesar de los múltiples campos del saber que abarcó. Y creo que fue precisamente este sentimiento de misión el que le abrió los corazones y la confianza de los cubanos.

Una de las tareas más arduas que tuvo que acometer fue la de lograr la unidad entre los cubanos que militaban en el campo de la independencia. Tuvo que enfrentarse a celos, desconfianzas, rencillas, odios, sentimientos de venganza, complejos de culpa, aspiraciones de mando, caudillismo, racismo, odio al español y a otros tantos sentimientos acumulados durante años de continuos fracasos en aras de la independencia de Cuba.

Martí fue en ese momento, si cabe el término, el sanador del maltrecho espíritu independentista. A todo prestó atención; a todos atendió y calmó: al sediento de justicia y al hambriento de patria. Se enfrentó al odio y logró vencerlo. ¿Sus medicinas? Amor, tolerancia, conciliación, perdón. Consoló a las viudas y a los huérfanos. Lloró él mismo a los muertos. Ayudó a los enfermos. Enseñó a leer y a escribir. Mostró mundos, abrió caminos, marcó sendas.

Él mismo fue objeto de la envidia, de los celos, de las conspiraciones, de las incomprensiones. Pero supo estar por encima de las miserias humanas y de las limitaciones de muchos que junto a él organizaban la nueva guerra y que quizás se hubiesen quizá asustado de la enormidad de la tarea que tenían por delante y que en ese momento sólo estaban dando los primeros pasos. ¡Qué ventura, que no me entiendan!

Contó sobre todo con el apoyo y el cariño de los humildes, de los trabajadores a quienes consideraba como sus hermanos, sin rechazar la ayuda generosa de los cubanos ricos que le apoyaron en su cruzada. En su labor patriótica contó con ricos y pobres, con cubanos y españoles, con americanos, europeos y representantes de otros continentes, con hombres y mujeres, con blancos y negros, con militares y civiles, con jefes y soldados, con gobernantes y ciudadanos en un avance de lo que sería su sueño de lograr una república con todos y para el bien de todos.

Se aprecia en Martí una constante búsqueda de significado que va más allá de la existencia física de la vida humana. Critica a quienes ven al hombre sólo como resultado de un proceso evolutivo fisiológico olvidando esa otra parte no tangible que a modo de alma le anima y le rodea. En su filosofía el espíritu es la fuerza que todo lo anima, tal y como queda expresado en su concepto muy peculiar del "ser compuesto", aunque destacando el papel activo de lo ideal. Por eso afirmaba que él estaba situado entre el espiritualismo, que es la exageración del espíritu, y del materialismo, que es la exageración de la materia.

¿Fue Martí un místico? ¿Fue un nuevo profeta? ¿Fue el apóstol que tantos han querido ver en él? O, ¿fue simplemente un hombre genial que se propuso como misión en la vida el deseo de ver independiente a su patria? No lo sé. Ha pasado más de un siglo desde su muerte y estas son preguntas que aún permanecen sin respuesta y dudo que exista una respuesta única.

Martí escapa a cualquier encasillamiento o clasificación a una escuela, movimiento o doctrina. Sobresalió en múltiples esferas del conocimiento y asombra la profundidad de sus juicios. A diferencia de otras muchas personalidades que destacan en la historia por su inteligencia y por los aportes que hicieron a un campo dado del saber, en Martí llama la atención la amplitud y universalidad de su pensamiento.

¿Fue sólo maestro, político, periodista, dramaturgo, traductor, biógrafo, crítico de arte, poeta, filósofo, diplomático, revolucionario, conspirador, editor, publicista, ensayista, estadista? ¿O fue todo a la vez y más? En todo caso habría que buscar alguna referencia en los sabios griegos de la antigüedad que en sí mismos resumían todo el conocimiento de la época y eran los principales promotores del desarrollo científico, con la diferencia de vivir dos mil años después y en unas condiciones de desarrollo social totalmente diferentes.

¿Cómo Martí se veía a sí mismo? De entre sus múltiples referencias siempre me han llamado la atención las siguientes palabras:

"Yo nací de mí mismo, y de mí mismo brotó a mis ojos, que lo calentaban como soles, el árbol del mundo.- Ahora, cuando los hombres nacen, están en pie junto a su cama, con grandes y fuertes vendas preparadas en las manos, todas las Filosofías, las religiones, los sistemas políticos. Y lo atan, y lo enfajan -y el hombre es ya, por toda su vida en la tierra, un caballo embridado. Yo soy caballo sin silla. De nadie recibo ley, ni a nadie intento imponerla. Me salvo de los hombres, y los salvo a ellos de mí. -Venzo a la preocupación, que viene de afuera, y a la ambición, que viene de adentro. Yo soy, pues, un hombre valeroso.

Pero sufro. No se vive más que en la comunidad.-&" [2]

¿Cómo definiríamos a Martí? O quizá sea mejor no intentar definirlo porque lo más importante no es tratar de ubicarlo en un sector dado de la actividad humana, contentamiento fácil de la mente que tiende siempre a organizar y clasificar hechos, personas y acontecimientos para su mejor dominio. Hace muchos años que se le acepta como el más universal de los cubanos y creo que la propia imprecisión del término se ajusta más a su verdadera personalidad.

Para tratar de entender a Martí en toda su complejidad se necesita estar en disposición de despojarse a la entrada de su obra de toda idea preconcebida y de abrir el corazón y la mente a las enseñanzas que indudablemente encierran sus palabras. Y de vibrar con la energía que emana de ellas. Y sólo después, mucho después, seremos capaces de analizar, comparar, definir y llegar a conclusiones propias aún cuando nos quede la duda, la eterna duda del misterio.

La tarea de siquiera asomarse al ideario martiano sobre el contenido, esencia y proyección de su ideal republicano en particular es sumamente difícil en parte por lo apuntado anteriormente y a lo que se une la dificultad de conocer en profundidad las ideas esenciales, rectoras que, a modo de columna vertebral de su ideario, estructuran todo el cuerpo teórico. Y este desconocimiento ha llegado hasta el punto de negarle un ideario republicano. No son pocos los investigadores martianos que afirman que Martí no dejó suficientemente argumentadas sus ideas sobre la república que soñara y de la que tantas veces habló.

Creo que este desconocimiento tiene su punto de partida en las propias condiciones en que Martí vivió y trabajó. Destaca la no-existencia de trabajos monográficos en los que dejase expresada todas sus opiniones. Sus ideas las iba reflejando de acuerdo a la necesidad del momento y a través de los medios de que pudiese disponer. Así, una fuente importantísima para conocer de cerca muchas de sus ideas se encuentra dispersa en las decenas de artículos que escribió para distintos periódicos y revistas de varios países; y hay fuertes indicios para suponer que en el futuro irán apareciendo nuevos materiales. Y habría que agregar otra circunstancia ya apuntada: lo complejo que se hace muchas veces tanto la lectura como la propia comprensión de sus escritos debido en parte al uso reiterado de un lenguaje metafórico y a veces enigmático.

Este conjunto de circunstancias condicionó el hecho de que aunque Martí, el hombre, era bastante conocido ya hacia 1890 por los cubanos radicados en los Estados Unidos, así como por otras muchas personas en el resto de América y en Europa, sin embargo, tal y como en su momento señalara el profesor Infiesto:

"Para muchos de sus contemporáneos, de aquellos que vivían junto con él la gestión afiebrada de la libertad cubana, José Martí era un orador. Su profusa y variada producción literaria les era, en general, ignorada." [3]

No puede pasarse por alto que algunos de los juicios más significativos sobre temas sumamente delicados de la política cubana fueron expuestos en cartas privadas desconocidas para el gran público. Y existe otra circunstancia. Martí comprendió que el triunfo de la independencia estaba condicionado por el modo en que se solucionasen a la vez varios problemas de primer orden y entre los que destaca hallar una solución eficaz al peligro real que representaban los Estados Unidos tanto para Cuba como para el resto de América.

Los primeros juicios de Martí sobre los Estados Unidos fueron de elogio por el aporte hecho por este país a la causa de la libertad y de la democracia en el mundo, pero poco a poco van dando paso a juicios más críticos en la medida en que es capaz de penetrar en la esencia de la sociedad y descubrir las profundas contradicciones que provocan, en lo inmediato, serias injusticias sociales capaces de hacer necesaria "una revolución formidable de la clase trabajadora".

Las críticas que realizó sobre este país llegaron a granjearle animadversiones fuera incluso del movimiento revolucionario cubano. Es interesante cómo ya en 1887, en carta a su amigo Fermín Valdés Domínguez, se lamenta de algunos criterios vertidos por el ilustre argentino Domingo Faustino Sarmiento:

"... No me conoce, y aun sospechaba, por mis opiniones sobre los Estados Unidos, no tan favorables como las suyas, que no era muy mi amigo." [4]

Esta incomprensión la hallará Martí en otros países y también entre los propios cubanos. Téngase en cuenta, sólo a modo de ejemplo, que Tomás Estrada Palma, el hombre que asumiría la máxima responsabilidad en la dirección del Partido Revolucionario Cubano a la muerte de Martí y que en 1902 fue electo como primer presidente de la República, fue uno de los muchos cubanos que apoyaron la intervención de los Estados Unidos en la guerra contra España.

Martí ya había alertado sobre este peligro, pero las circunstancias en que desarrollaba su labor le impedían un enfrentamiento innecesario con el poderoso vecino. Una de las tareas más delicadas a las que tuvo que enfrentarse fue la de lograr la unidad entre los propios cubanos, así como organizar a la emigración cubana que residía precisamente en los Estados Unidos y que por esta misma circunstancia les hubiese sido difícil entender la previsión martiana. Tampoco convenía enemistarse con el gobierno norteamericano ya que era en su territorio donde se desarrolló la mayor parte de su actividad conspiradora.

La política de los Estados Unidos hacia Cuba había sido expuesta en la Doctrina Monroe del 2 de diciembre de 1823 frente a las pretensiones europeas de intervenir en América. En su contexto se aplicó la estrategia de "la fruta madura", es decir, esperar a que madurasen suficientemente las condiciones en Cuba para que por su propio peso cayese bajo la influencia norteamericana. Y a ello se unen varios intentos fallidos de compra a España. Este es el motivo de la política asumida hacia Cuba durante las guerras de independencia: no apoyar a los insurrectos cubanos por cuanto la liberación de Cuba dificultaría la posibilidad de su dominio futuro y sí apoyar a España hasta que el desgaste de fuerzas ambos contendientes hiciese posible su entrada en el conflicto, que fue lo que hicieron en definitiva.

Ya Martí había alertado de este peligro en 1886:

"...tal vez sea nuestra suerte que un vecino hábil nos deje desangrar a sus umbrales, para poner al cabo, sobre lo que quede de abono para la tierra, sus manos hostiles, sus manos egoístas e irrespetuosas..." [5]

Martí enfatiza en la necesidad de dedicar el mayor esfuerzo a la preparación de una guerra que debería ser rápida y que llevase a la república dentro de manera que no diera tiempo ni justificación para una intervención. Paralelamente llevó a cabo una campaña de información entre el público norteamericano promoviendo el reconocimiento y apoyo a la beligerancia cubana en la misma medida en que rechazaba con argumentos sólidos algunas tesis expuestas por políticos y periodistas norteamericanos que cuestionaban la capacidad de los cubanos para auto gobernarse. [6]También llevó a cabo contactos con amigos y gobiernos latinoamericanos buscando su apoyo a la causa cubana alertando que si Cuba caía en manos de los Estados Unidos estos la utilizarían como trampolín para lanzarse sobre el resto de América. [7] Y fue más lejos aún. Conocedor de la contradicción entre los Estados Unidos y Europa por el dominio de América, llegó a afirmar que Cuba estaba en el fiel del mundo: la independencia de Cuba garantizaba el justo equilibrio internacional.

Hubo, además, otro tema polémico que tiene que ver con la esencia misma de su concepción revolucionaria, y que motivó serios desacuerdos tanto con los principales jefes militares de la guerra como con otros oficiales y conspiradores revolucionarios: me refiero a la dirección de la guerra.

Que esta polémica no quedó del todo resuelta lo podemos apreciar en las siguientes palabras del Mayor General Máximo, Gómez Jefe del Ejército Libertador, y superviviente de la epopeya bélica:

"Yo salí de Monte Cristy con el plan general de la campaña en la mente y en el bolsillo. A Maceo no se le ocurrió, ni pensaba en eso, hacerla del modo en que se hizo, y mucho menos pudo ocurrírsele a Martí que maldito si entendía mas que el mismo Collazo de cosas de la guerra." [8]

Similar juicio fue relatado por el martiano Miguel A. Carbonell, quien en un discurso pronunciado en 1958, señalaba:

"... El contemporáneo no le distingue a Martí la estatura, ni siquiera en el sacrificio de Dos Ríos. No se la distingue Máximo Gómez, quien, a los pocos días de su muerte, culminando con actos su apostolado, afirma, en carta a Tomás Estrada Palma, que Martí es un fracasado desde Fernandina hasta Dos Ríos." [9]

La afirmación de Gómez es válida, hasta cierto punto, en lo que a la conducción táctica de la guerra se refiere tomando en cuenta la inexperiencia de Martí en el combate. Las circunstancias de su propia muerte parecen demostrar que poseía más valor y espíritu de lucha que conocimientos prácticos en el arte de pelear.

Pero Gómez se equivoca al negarle a Martí conocimientos de la guerra en un plano estratégico. Ya Martí había demostrado en varios artículos el profundo conocimiento que tenía de la guerra no sólo desde el punto de vista sociopolítico sino estrictamente militar, emitiendo juicios acertados sobre diferentes conflictos bélicos de Europa y América. Y lo volvió a demostrar durante la guerra en Cuba ya que fue él quien redactó algunas de las circulares más importantes sobre cómo organizar y dirigir la guerra. Gómez no tuvo en cuenta que estrategia es política y que la guerra que se llevó a cabo fue sólo el acto final de toda una preparación que se correspondía a una concepción estrictamente martiana. Tanto es así que muerto Martí la guerra perdió su dirección política inicial cayendo a la postre bajo la influencia de los Estados Unidos y de los sectores más acaudalados de la burguesía cubana más vinculados al poder colonial español y que en muchos casos habían apoyado las tesis del partido autonomista contrario a la independencia. [10]

Escapa al objetivo de este trabajo intentar un análisis del pensamiento político militar de los principales jefes de la revolución cubana por lo que me limitaré a mencionar sólo las diferencias esenciales entre los máximos dirigentes, diferencias que pudieron ser superadas a la postre precisamente por la coincidencia en el objetivo supremo de lograr la independencia.

La contradicción principal radicaba en la dirección de la guerra. Era de sobra conocida la amarga experiencia de la guerra del 68 cuando la subordinación de la dirección de la guerra quedó en manos de un gobierno civil integrado por buenos patriotas que no tenían experiencia de cómo llevarla a cabo unido a que las principales decisiones tácticas quedaban subordinadas a largos proceso burocráticos que hacían inviable la realización de acciones militares de envergadura y que entre otras causas condujeron al Pacto del Zanjón. [11]

Cuando Martí prepara la revolución el "fantasma de Guáimaro" reaparece en la escena política. Se enfrenta decididamente a la posición de Gómez, Maceo y otros jefes militares quienes se oponen rotundamente a que la dirección militar de la guerra esté subordinada al mando civil. La posición que ellos sostenían era que la guerra debía ser dirigida exclusivamente por el mando militar posición no compartida por Martí ya que en su criterio ello podría conducir a una nueva forma de caudillismo que, a la postre, abriría las puertas al establecimiento de una dictadura militar. [12]

¿Entendieron los principales jefes militares el sentido profundamente democrático de las ideas de José Martí acerca de la necesidad de evitar que la revolución pudiese de alguna forma dar paso al establecimiento de una dictadura? En lo que respecta a Máximo Gómez habría que destacar su peculiar modo de entender la dirección de una revolución.

"Porqué al lado de tanta miseria de recursos materiales, hay, i es lo peor, escasez de varonil resolución - pues hasta se le teme a la Dictadura revolucionaria; se podrá dar mayor candidez o más afeminado modo de pensar?

¿Acaso se puede citar una revolución en el mundo que no tenga su Dictadura? Muy débil y sin brios debe ser la que no revista este sello- de seguro que no habrá más que divertir y hacer reir al Gobierno que élla ataque por débil que este sea. Los hombres que tal piensan, no han nacido para ayudar a libertar hombres -porque no saben y no quieren aprender a armar el brazo del guerrero- porque tienen miedo. O es eso -o son resabios del Autonomismo- es que la sangre no está bastante depurada." [13]

En Martí hay otro temor: que de alguna manera pueda reeditarse el "terrible 89" en alusión directa a los sangrientos sucesos que transcurrieron durante la época de terror en la Revolución Francesa. En varios de sus escritos insistió en calificativos similares para referirse a este extraordinario acontecimiento. [14]

En una época en que predominaban el caudillismo y el regionalismo y en la que los hombres seguían a un jefe por su valor o debido a su influencia política o económica en una zona geográfica dada, Martí no tenía ninguna posibilidad de hacer la guerra. Los necesitaba y ellos lo sabían. Esta contradicción ha sido apuntada ya por Márquez Sterling: "... Sin Martí no había revolución, pero sin Máximo Gómez era imposible la guerra."

Otro de los grandes escollos que tuvo que salvar Martí en su labor preparatoria era la desconfianza de los hombres que habían peleado en la guerra del 68 hacia todos aquellos cubanos que no habían participado en la contienda o que se habían mantenido al margen por diversos motivos, desconfianza que se extendía, como ya hemos señalado, hacia los que defendían fórmulas democráticas en la dirección militar.

Martí no había participado directamente en la guerra pero desde los 16 años había sufrido prisión y destierro por su posición independentista. Y era él quien estaba, años después, organizando la nueva guerra. Márquez Sterling define el discurso pronunciado por Martí el 10 de octubre de 1891 con las siguientes palabras:

"... este discurso puede calificarse como su propia proclamación a la jefatura del movimiento revolucionario. Audazmente, sin la falsa modestia de otras veces, declaraba haber desentrañado los elementos necesarios de la guerra, juntando los factores que había dejado en franca hostilidad la dirección tibia y dispersa de la campaña anterior." [15]

El principal sostén de la causa revolucionaria lo encontró fundamentalmente entre los cubanos residentes en los Estados Unidos y, más específicamente, entre los tabaqueros emigrados a Tampa y Cayo Hueso. Y fueron los trabajadores del Cayo quienes se pusieron públicamente de su parte y le apoyaron durante el conocido incidente con el patriota cubano Enrique Collazo. Fue Martí quien a su vez se puso decididamente al lado de los obreros durante la huelga en La Rosa Española, en Cayo Hueso. Porque, como había repetido a lo largo de su vida, "El corazón se me va a un trabajador como a un hermano" [16]

El misterio de su vida le acompañó hasta sus últimos momentos. Las circunstancias de su muerte en combate han provocado las más disímiles hipótesis que van desde el suicidio hasta el sacrificio voluntario como expresión de una profunda convicción patriótica a pesar de que era consciente de sus limitaciones debido a la inexperiencia en el arte de pelear.

Tengo la esperanza de que algún día seamos capaces de penetrar en lo más profundo del pensamiento martiano y de sacar a la luz el inmenso tesoro que guarda. Ese momento no ha llegado aún y creo que la generación actual no será testigo de ese acontecimiento. Lo descubierto hasta ahora de su pensamiento nos da la fuerza necesaria para confiar en la inteligencia y en el amor, únicos instrumentos para acometer la tarea.

(*) Fragmento del libro "José Martí y la República. Selección de Textos.



Relación de Notas:

[1] Cuadernos de Apuntes No. 9 (1882) Tomo 21. Página 256.
[2] Cuaderno de Apuntes No. 5 (1881) Tomo 21. Página 167 a 168. (En el prólogo que escribió al "Poema del Niágara" de Juan Antonio Pérez Bonalde aparece de nuevo esta idea.
[3] Ramón Infiesto. "El pensamiento político de Martí." Universidad de La habana. Cátedra Martiana (III Curso). Imprenta de La Universidad de La Habana, 1953. Página 53.
[4] José Martí. Carta a Fermín Valdés Domínguez del 7 de abril de 1887. Tomo 28. Página 382.
[5] Carta a Ricardo Rodríguez Otero. Nueva York, 16 de mayo de 1886. Tomo 1. Páginas 195 a 196.
[6] Sobre este tema puede consultarse el artículo (carta) de Martí "Vindicación de Cuba" que aparece reproducido íntegramente en la cita 3 del capítulo 5 de este libro.
[7] Es muy elocuente la carta inconclusa que escribiera a su amigo Manuel Mercado el 18 de mayo de 1895 donde explica con detalle estos propósitos y donde enfatiza que "en silencio ha tenido que ser".
[8] Esta cita fue dada a conocer por Cosme de la Torriente y Pedraza en "Martí y su guerra. 24 de febrero de 1895". Discurso leído el 24 de febrero de 1953. Academia de la Historia de Cuba. Imprenta El Siglo XX. La Habana, 1953. Página 30. Afirma Cosme de la Torriente que el General Gómez "... preparó de su puño y letra, una nota, que figura entre papeles donados al Archivo Nacional últimamente por el Dr. Vidal Morales y Calvió (...) refiriéndose al capítulo VI del libro del General Enrique Collazo titulado "Cuba Independiente." (La Habana, 1900, página 213).
[9] Miguel A. Carbonell y Rivero. "Presencia de Martí en la guerra. Discurso leído el 27 de enero de 1958." Academia de Historia de Cuba. Imprenta el Siglo XX. La Habana, 1958.
[10] El historiador cubano Sergio Aguirre describe cómo el Presidente Cleveland en 1896 "... comprendió que podía contar en la Isla, como base social para los planes del Norte, con los elementos acaudalados." Señala seguidamente que en junio de 1896: "Recibió un largo escrito remitido por el cónsul norteamericano en La Habana, General Lee, y firmado por casi un centenar de cubanos prominentes, hacendados en su mayor parte." (Sergio Aguirre. "Frustración y reconquista del 24 de febrero." Revista Cuba Socialista. Año II. Febrero de 1962. No. 6. Páginas 10 y 11).
[11] En abril de 1869, seis meses después del inicio de la primera guerra de independencia contra España, los principales jefes y representantes de los revolucionarios cubanos se reúnen en el poblado de Guáimaro con el propósito de organizar y legitimar jurídicamente el levantamiento armado. En dicha reunión se proclamó la República en Armas así como la Constitución que la regiría. Fueron aprobados asimismo los principales símbolos patrios (la bandera, escudo y el himno) y fue electo el primer gobierno, siendo electo como Presidente de la República en Armas, el insigne Carlos Manuel de Céspedes quien había dirigido el levantamiento militar el 10 de octubre de 1868. En dicha Asamblea se produjo un profundo debate en relación con el tema de la dirección de la guerra ya que mientras Céspedes era partidario de la necesidad del mando único, Ignacio Agramonte, representante de los revolucionarios camagüeyanos, defendía la tesis de un mando militar subordinado a la aprobación de sus acciones por el Gobierno, tesis esta última que finalmente fue aprobada.
[12] Consultar la carta de José Martí al General Máximo Gómez del 20 de octubre de 1884 que aparece en las Obras Completas, en el tomo 1, páginas 177 a 180. También la pueden encontrar en el Capítulo 4.3 de este libro donde se ha reproducido íntegramente.
[13] Máximo Gómez. "Diario de Campaña." Instituto del Libro. La Habana, 1968. Páginas 192 a 193. (Se ha respetado la ortografía del original)
[14] Recomiendo al lector que preste atención a las citas expuestas en el Capítulo 1 de este libro.
[15] Carlos Márquez Sterling. "Nueva y humana visión de Martí." Editorial Lex. La Habana, 1953. Página 535. (El discurso al que se hace referencia fue pronunciado por Martí en Hardman Hall, Nueva York. Se encuentra en las Obras Completas. Tomo 4. Páginas 259 a 266)
[16] José Martí. "Carta a Serafín Bello." 16 de noviembre de 1889. Tomo 1. Páginas 253 a 254.
[17] Sergio Aguirre. "Frustración y reconquista del 24 de febrero." Cuba Socialista. Año II. Febrero de 1962. No. 6. Página 6.
[18] En este sentido sería bueno apuntar, sólo a modo de ejemplo, cómo se ha manifestado esta incomprensión en el calificativo de "guerra necesaria" para identificar a la guerra del 95 preparada por Martí. Afirmar que esta guerra era necesaria es cierto pero insuficiente como elemento distintivo ya que necesaria fue también la del 68. En todo caso es sólo un rasgo que define como no casual a un acontecimiento y sería, por tanto, una definición más filosófica que política. Porque si de calificativos se trata se ajustaría más a la realidad el de guerra republicana o el de guerra de independencia de contenido republicano, conceptos que se ajustan más al ideario martiano, ideas que aparecen ya de manera explícita en varios de los documentos que redactara como apoyo al desembarco en Cuba del General Calixto García Íñiguez durante la malograda Guerra Chiquita.
[19] Julio Le Riverend. "Martí: ética y acción revolucionaria." En "José Martí: pensamiento y acción." Colección de Estudios Martianos. Editora Política. La Habana, 1982. Página 73.

Sesiona coloquio internacional "El antiimperialismo de José Martí"

Por Ileana Medina Amaro

La Habana, 16 (AIN) Los ideales que defiende la Revolución Cubana son la expresión poética de la resurrección histórica de José Martí, Héroe Nacional de la Isla, afirmó hoy el poeta Cintio Vitier, al intervenir hoy en el coloquio "El antiimperialismo de José Martí", que se inició hoy en esta capital.

Conjugar acción y pensamiento para lograr una sociedad justa con un alto nivel educacional sin abandonar la solidaridad hacia los hermanos de Latinoamérica y del mundo, convierte en realidades múltiples versos del Apóstol, precisó el también investigador de la obra del patriota cubano.

Durante el Coloquio Internacional que se desarrolla en el Centro de Estudios Martianos, de esta ciudad, Vitier expresó además que la Patria y poesía eran en el Héroe una unidad.

La vigencia de la ideología de enfrentamiento al dominio unipolar del gobierno de Washington expuesta en el siglo XIX se manifestará en este encuentro, en el cual se debatirán temas tales como fuentes y raíces del antiimperialismo martiano, análisis de los elementos históricos y sociológicos formadores de Estados Unidos, entre otros.

Mario Nájera, coordinador de la Cátedra José Martí de Guadalajara, México, dijo a la AIN que para entender mejor la presencia del pensamiento del más universal de los cubanos es necesario conocer su poesía, expresión excelsa y armónica de su inteligencia y patriotismo.

El próximo 18 de mayo, día de la clausura del coloquio, tendrá lugar la presentación del Portal "José Martí", sitio digital, cuya aparición ha sido demandada por los estudiosos e investigadores.

Niños de Cuba pintan inspirados en Martí

Osviel Castro Medel

JIGUANÍ, Granma.— Unos 200 000 niños de toda Cuba participaron este año en un concurso de artes plásticas que en homenaje a José Martí se premia cada mes de mayo en esta localidad, muy cercana a Dos Ríos.

Pioneros de todas las provincias, desde preescolar hasta noveno grado, enviaron sus trabajos al evento, en el cual fueron escogidas 834 obras finalistas.

De ese número, 373 resultaron seleccionadas para ser expuestas en el XI Salón nacional infantil de plástica De donde crece la palma, cuya sede es la galería jiguanicera Benito Granda.

Mariela Sánchez González, vicepresidenta del comité organizador del certamen, explicó a JR que aunque la temática de las obras es libre, decenas de niños se inspiran en la figura del Héroe Nacional, y esa recurrencia siempre obliga a exponer una muestra diferenciada sobre el Apóstol dentro del Salón.

De donde crece la palma, confiere tres premios y cinco menciones en cada uno de los niveles establecidos: de preescolar a tercer grado, de cuarto a sexto y de séptimo a noveno.

El concurso es auspiciado por el Consejo Nacional de Casas de Cultura, el Ministerio de Educación, la Organización de Pioneros José Martí, el Consejo Nacional de Artes Plásticas y la galería de arte jiguanicera Benito Granda.

El jurado está integrado por prestigiosos especialistas de las artes plásticas como Jesús Santana, Raciel Feria y María del Carmen Rumbaut, entre otros.

Decenas de personalidades han visitado en diferentes años la galería Benito Granda, entre ellas los miembros del Buró Político Esteban Lazo y Abel Prieto, quienes en el 2005 elogiaron la calidad de los dibujos de los niños y se interesaron por la posibilidad de una mayor difusión del concurso.

miércoles, 10 de mayo de 2006

El busto de José Martí, de Alberto Lesca, presidirá la plaza del poeta cubano

EDITORIAL PRENSA ASTURIANA
Director: Isidoro Nicieza
AVILÉS

Álvarez-Buylla

El espacio, en un lateral de la calle Jovellanos, será objeto de reforma. Pronto la pequeña pero recoleta plaza que Avilés ha dedicado en un lateral de la céntrica calle de Jovellanos al poeta, pensador, político y libertador José Martí va a ser objeto de una adecuada restauración.

El busto de este político americano ocupará el centro, con jardincillos a su alrededor y todo ello a espaldas de la nueva sede de la Mancomunidad de Turismo de la comarca de Avilés.

El autor del busto es el artista cubano Alberto Lesca Merencio, que, entre el sinfín de premios y galardones que ha obtenido a lo largo de su vida, destacamos los logrados en 1970, en la Escuela Nacional de Arte de Cuba, en el concurso de cartel sobre Camilo y Che Guevara; el logrado en 1985 en el Certamen internacional para el mural pictórico sobre la paz, en el XII Festival Mundial de la Juventud los Estudiantes, en Moscú, y el premio «Abril», conseguido por la escultura de Julia A. Mella, otorgada por la UJC.

El señor Lesca y Merencio tiene obras emplazadas dentro y fuera de su Cuba natal; entre otras, la escultura de Julio Antonio Mella, en México Distrito Federal; la «Cabeza de Rey», en el Museo de Bellas Artes de Ucarina; el gran mural sobre la paz, en la Casa de la Unión de Pintores de Moscú; el monumento al Espíritu Guerrero, símbolo de la ciudad de Puerto Cabello, en Venezuela. o el busto de Lu Xun, en el parque Lenin, de La Habana.

Sus obras se exponen en importantes ciudades del mundo, entre ellas en Canadá, Venezuela, República Dominicana, Alemania, Estados Unidos, Jamaica, Brasil, México, Francia y España.

lunes, 8 de mayo de 2006

José Martí: Referencias a la etnología y el folklore en su obra (Parte III - Final)

Por: María Teresa Linares Savio (*)

(Fecha publicación:06/05/2006)

Los Cuadernos de trabajo de José Martí tienen datos interesantes.

Es otro libro de la vida con fichas de estudio 'con voces nacidas en América para denotar cosas propias de sus tierras', de las cuales seleccionamos algunas que cobran vigencia ahora que se atan nuevamente con América Latina los lazos políticos y culturales que harán un solo pueblo de los pueblos de Nuestra América y para lo que trabajó él incesantemente.

En estos cuadernos anota términos de música, bailes, alimentos, locuciones, de los que transcribimos algunos: Bandola: 'Tiple pequeño en Colombia'. Es el instrumento nacional por excelencia. Este instrumento se conoce también en Puerto Rico, Venezuela y Panamá. Nos ayuda a situar la localización y antigüedad del término.

Bambuco: 'Zamacueca, cueca, zapateado, jarabe'. Son bailes campesinos muy similares entre sí, de origen español.

Martí menciona las variantes colombiana, argentina, chilena, cubana y mexicana. Es término usado también como canción en Colombia y llegó a Cuba posiblemente al regreso de emigrados cubanos o en migraciones al principio del siglo XX. Gustó tanto a los trovadores cubanos que compusieron muchos bambucos Manuel Corona, Sindo Garay, Rosendo Ruiz y María Teresa Vera.

Canta: En Venezuela, 'es tonada. Canta llanera: la guacharaca'. También en los llanos colombianos utilizan el nombre guacharaca para el instrumento rallador, que se hace de un canuto de bambú con estrías, y dan el mismo nombre al canto que acompaña.

Cielito: 'La copla uruguaya, y el baile popular de que es parte principal el canto de ella'. Martí menciona cielitos también entre los gauchos. Hoy se considera un género campesino argentino que se canta con décimas, en proceso de extinción.

Furruco: En Venezuela, 'barril pequeño, con una cubierta de madera, y otra de cuero, atravesado por un palo delgado, que al subir y al bajar produce un ruido brusco, sordo, monótono y desagradable. Parece un agrandamiento de la zampoña'. La zampoña es un instrumento aragonés. En Brasil le llaman cuica. El principio fricativo con una varilla aparece también en el ecué abakuá y el kinfuiti bantú, instrumentos afrocubanos que se emplean aún en Cuba.

Nos inclinamos a pensar que, aunque con nombre evidentemente español, el instrumento venezolano mencionado se acerca más por su figura al kinfuiti, ya que en Venezuela hay mucha influencia africana. Fioli: En Venezuela, 'sarao de gente pobre. Ahí hay un fioli'. Se puede considerar como un guateque cubano.

Guacharaca: En Venezuela, 'canto mezclado de baile usado por los llaneros. Tóqueme una guacharaca. De guacharaca, esta ave tan sabrosa en comida y tan bullanguera'.

Galerón: En Colombia y Venezuela, 'cantar musicado de los llaneros, como las Rosas de Timoneda'. El galerón reúne varios pasos de baile, intercalando coplas y décimas. Es canto y baile de campesinos, de posible origen cubano, muy semejante a las tonadas de punto fijo de las zonas centrales de nuestra Isla.

Joropo: En Venezuela, 'zapateado variadísimo'. También el joropo tiene distintos pasos de baile y aún se usa en zonas suburbanas de Venezuela.

Pasillo: 'Baile popular en Colombia'. Similar al joropo.

Quena: 'La flauta del indio peruano'.

Resbalosa: 'El zapateado en Chile'. En la Argentina, 'tocar la resbalosa, era degollar, porque lo hacían al son de ella, y también porque resbalaba el cuchillo. Tocarle la resbalosa, mandarle a degollar. Hubo violín y violón (aludiendo al conjunto instrumental con que se ejecuta): degollar: frase de D. Mariano Meza'. ¿Serán éstas ceremonias de sacrificios de animales, que se hacían acompañadas de música?

Tiple: 'Guitarra corta de ocho cuerdas' (Colombia). Hoy se le llama cuatro, por tener cuatro cuerdas dobles, y se le conoce en Venezuela, México, Panamá y Puerto Rico. En Cuba se conservó el nombre hasta su extinción, sustituido por la bandurria o el laúd cubano.

Zambe: En Venezuela, 'especie de zapateo: zapateo y escobilla. Animadísimo y dificilísimo. El payaso Jn. González lo bailaba maravillosamente, con dos maracas pequeñas en la parte superior de los tarsos, sobre un tablado'. Este es un dato importante. Aunque es un zapateado, que casi todos son de origen español, el nombre es evidentemente bantú, y el atarse maraquitas en las muñecas es costumbre bantú en Cuba, entre los tocadores de tambor yuka y los tocadores de rumba columbia. Entre los paleros cubanos, es ritual comenzar un baile y canto diciendo: ¡Jura' dio sambé! Este baile pudiera estar relacionado con los bailes de paleros y de makuta.

También hubo campesinos que bailaban el zapateo como solistas virtuosos sobre un tablado en las bodegas de campo, en el poblado de Artemisa (localidad habanera).

Ziripá: En Santiago de Cuba, 'el zapateo'. Alejo Carpentier menciona este nombre como baile antiguo de negros.

El Diario de campaña es uno de los más fascinantes relatos entre los que José Martí muestra su asombro ante la naturaleza y la cultura del hombre.

Las principales dificultades que enfrentan en la guerra, son las enfermedades y el hambre. Veamos algunas fórmulas dietéticas remediales a la escasez que señala, en las que aparece el uso de las larvas de abeja como alimento fundamental: '[...] nos detenemos a ver derribar una palma a machetazos al pie para coger una colmena, que traen seca, y las celdas llenas de hijos blancos. Gómez hace traer miel, exprime en ellos los pichones y es leche muy rica [...]'. ¿Será que ya se conocía el valor del propóleo y de otros derivados de la miel?

Pan-patato: Rallaban el boniato crudo, lo mezclaban con calabaza, yuca u otra vianda, o coco rallado, y luego le echaban miel de abejas o azúcar y manteca, lo cocinaban en cacerolas de manteca rodeadas de calor. Servía para cuatro o seis días. Así aprovechaban el boniato malo. Costumbres familiares: 'El rancho es nuevo, y de adentro se oye la voz de la mambisa: 'Pasen sin pena. El café enseguida, con miel por dulce [...]. Va y viene ligera; le chispea la cara, de cada vuelta trae algo, más café, culantro de Castilla para que cuando tengan dolor al estómago por esos caminos, masquen un grano y tomen agua encima'.

Remedios caseros: 'En un grupo hablan de los remedios de la nube en los ojos: agua de sal, leche de ítamo, 'que le volvió la vista a un gallo''.

En dos ocasiones habla Martí del valor alimenticio de la miel, y del jugo de las larvas mezclado con ella. Nutre por todo un día y da fuerzas.

Y agrega más remedios: 'Vi hoy la yaguama, la hoja fénica que estanca la sangre, y con su mera sombra beneficia al herido'. Y necesitaban bosques de esta planta. 'Machuque bien las hojas y métalas en la herida; que la sangre se seca [...]. Las aves buscan su sombra'.

'Que la sabina, olorosa como el cedro, da sabor y eficacia medicinal al aguardiente'. 'Que el té de yagruma, de las hojas grandes de la yagruma, es bueno para el asma'. 'A César le dan agua de hojas de guanábana, que es pectoral bueno, y cocimiento grato'. 'Artigas, al acostarnos pone grasa de puerco sin sal sobre una hoja de tomate y me cubre la boca del nacido'. Y finaliza su diario: 'Está muy turbia el agua crecida del Contramaestre, y me trae alentín un jarro hervido en dulce, con hojas de higo'.

Sería mucho más amplio este artículo si ordenáramos todos los valiosos aportes que ofrecen las obras completas de José Martí, que enriquecen el conocimiento de la cultura popular y los aspectos de la antropología de los pueblos de América.

En su obra Martí no descuida los detalles que evidencien el estudio de la base económica, las artes, las costumbres, el ciclo de vida, lo que pudiera dar pie al estudio de las teorías etnológicas de la época, con la seguridad de que, además de político, poeta, crítico, literato, lingüista, tendríamos que considerarlo un pionero de la etnología.


(*) María Teresa Linares Savio es cubana, musicóloga, una de las más importantes estudiosas de la raíz africana en la cultura de Cuba.

José Martí: Referencias a la etnología y el folklore en su obra (Parte II)

Por: María Teresa Linares Savio (*)

(Fecha publicación:05/05/2006)

El juicio crítico a libros lleva a José Martí al estudio de la vida nómada de los habitantes de la pampa argentina, y establece criterios contradictorios sobre los juicios de 'barbarie' que se manejaron en aquel momento. Hemos conocido al gaucho y la pampa por la versión versallesca de Sarmiento.

El ojo de la civilización mira la barbarie y expresa su punto de vista despectivo sobre ella. La visión americana de José Martí lee y realiza un juicio sobre 'La pampa' de Alfredo Abelot, y compara la escala de valores de aquel conglomerado social con sus formas de vida fundamentales.

De sus descripciones emana respeto y admiración por el hombre gaucho y sus instituciones. En ellas dibuja nuevamente el paisaje físico y social esbozado y señala su fin próximo: '[...] expirando ya a los pies de la locomotora, la vida primitiva y la época'.

Al describir la ilustración de la portada del libro, dice: 'El gaucho viene a caballo tendido, por la llanura, mirando atrás de sí, como quien desconfía [...] el gaucho es de los que nacen a horcajadas; con la rodilla guía a su compañero, más que con la rienda [...] trae calzones azules y camisa blanca; al cuello lleva un pañuelo rojo; el sombrerete de ala floja va bien sujeto por el barbiquejo, a la cara lampiña [...] va con la guitarra al hombro por el desierto americano [...]'.

El progreso, la civilización es ya inevitable, y los restos de hombres nómadas, mezcla de aborigen y español que son los gauchos, aparecen en la descripción del libro como la pampa que se va. Es otro tipo humano, de un conglomerado distinto el que nos describe ahora el autor de 'La pampa'.

Es el de un proscrito de la sociedad que tiene que vivir y luchar él solo por la vida. Un hombre que se ha creado sus leyes propias de subsistencia, que mata para vivir. Describe primero lo externo del hombre; luego, el paisaje humano: 'Allí la vida intensa bajo el techo del cielo [...]. Allí la pulpería con sus velorios y sus rimas, sus carreras y sus cantos [...]. Allí la 'boleada', la caza a caballo con el arma de las bolas; el 'baqueo' ?'rastreador?' siguiendo la pista del indio [...] la 'partida' de soldados y el gaucho malo, el gaucho alzado contra la justicia [...] el que canta de noche el triste y el cielito [...] que bebe a campo abierto en 'la boquilla el mate cimarrón, el matecito sin azúcar'.

Y aquí la crítica de José Martí al viajero-escritor que lleva '... teoría, que es como llevar venda' y 'donde pudo y debió ver los lances heroicos de la sociedad inicial [...] no ve más que barbarie primitiva y necesidad feroz de sangre en el indio descendiente de generaciones oteadas y acuchilladas por el blanco'.

Señala también Martí que el autor cae en el error de atribuir vicios de la urbe ?'como el juego y la embriaguez?' a estas gentes primitivas, como '... un salto atrás según la teoría naturalista'.

Luego compara fiestas comunes en la Argentina y Colombia, como el macabro velorio del angelito ?'que también se celebra en Chile, Venezuela, Perú y otros países de nuestra América. Y sigue comparando otros aspectos de la vida primitiva de los pueblos: 'Batea su carne el cazador pampero, lo mismo que el indio del Norte. Sin ley vive el gaucho de Choele-Choel, y el vaquero yanqui vive sin ley. En cuanto se 'carga' de ginebra en la pulpería, sale el gaucho a flor de aire, a llamar a pistoletazos a quien le saque el pie en valor, y el minero de Colorado hace bailar a balazos en los pies, al petimetre de la ciudad [...] el que sabe de árabes errantes e indóciles, sabe de gauchos'.

Porque son razones similares las que hacen reaccionar a los hombres ante los mismos estímulos. Y agrega Martí: 'El hombre es uno, y el orden y la entidad son las leyes sanas e irrefutables de la naturaleza'.

Otras tres actividades principales en la vida y el orden moral del gaucho describe el juicio crítico de José Martí: '[...] a rastrear va la 'partida'; a buscar al asesino que mató en su rancho al 'baqueano viejo' que era la gloria y el honor del lugar [...].

Por más huellas que vio a la puerta del rancho busca el rastreador al asesino, que huyó hace como ocho días por el yerbal, por el río hasta donde halló piedra, para no dejar rastro a la salida. Llegan a un pueblo [...]. 'Este es el caballo', dice el rastreador. Y era. [...] toma el caballo, a trote de vuelta, el camino de su señor, y el rastreador victorioso le pone la mano en el hombro al asesino, que confiesa [...]. En las calles de piedra conocen los hijos de los gauchos la mula en que pasó el cura, o el caballo en que anda el alcabalero [...]'.

El gaucho argentino vive sobre su caballo, y en todas sus actividades pueden seguirse mejor las huellas de su caballo que las de sus pies. En el caballo realiza las 'boleadas', la cacería del guanaco y el ñandú, o el caballo o el novillo que codicia. Aquí la base económica es otra. La describe también Martí en el trabajo como la cacería colectiva, de provecho individual, por el rescate de plumas de avestruz o pieles de novillos que vende luego al dueño de la pulpería.

No le falta al gaucho su caballo, ni el cuchillo, ni las bolas, ni el recado, tan lujosamente hecho para lucimiento de su brioso corcel: 'El recado con sus jergas dobladas en cuatro [...] su caroña de cuero fino para la humedad, su basto de madera fileteado con estribos de plata, su pellón y su sobrepellón [...] la cinta de cuero [...] el freno es como el de los moros, de cuero trabajado y de plata [...]'.

Considera el autor francés como retorno a etapas primitivas el goce del hombre en circunstancias distintas a su mentalidad europea. Se conduele de que desaparezcan tipicismos que le atraen, que desaparezcan como un paso normal del desarrollo, del avance de su civilización sobre aquella barbarie.

¿Podrá desaparecer la barbarie permaneciendo estampas pintorescas como los carnavales aldeanos de Buenos Aires? Estas particularidades, dice Martí, son comunes a todos los pueblos en la misma etapa de desarrollo. Y he aquí el planteamiento de un concepto teórico etnológico interesante, contrapuesto a aquellas reglas escolásticas del señor Abelot.

'Peca este libro sincero de La Pampa [dice Martí], en que el autor mezcla sus opiniones, aprendidas y prehechas, con las que dan las cosas de suyo, que es lo que el lector busca en los libros [...]. Lo que se quiere es saber lo que enseña la vida, y enoja que no nos dejen ver la vida como es, sino con estos o aquellos espejuelos. Con tanto como se escribe, está aún en sus primeros pañales la literatura servicial y fuerte [...]. Es cierto que en La Pampa el autor cuenta a modo de testigo lo que vió y lo cuenta con soltura y hombría', con descripciones pintorescas e interesantes.

Donde el autor pudo y debió ver los lances heroicos de la sociedad inicial, vio persistencias y desviaciones, y selecciones y atavismos.

Martí abre de nuevo el libro de la vida en otro capítulo. Se enfrenta a la naturaleza del hombre y del paisaje cubanos, en la última etapa de su vida. Escribe en el Diario de Montecristi a Dos Ríos una interminable relación de experiencias, para él antes desconocidas, de su suelo cubano. Anota sus observaciones y las recomienda para que las ordenen por las fechas y las conserven.

Ya había recogido en toda la América nuestra un léxico de música, instrumentos, danzas y comidas. Recomendaba el desarrollo de productos como el maguey y el hule mexicanos y otras fuentes propias de economía. Ya en aquella época se estaba atado a la importación de productos elaborados norte-americanos: '[...] fuerza es que la producción del tabaco [en México] [...] se vea pronto en estado de dar abasto a la creciente petición, sin acudir para ello a muy raros tabacos extranjeros [...]'.

Y agrega que para el ensayo del cultivo que se intenta '... mis laboriosos hermanos de familia [los tabaqueros cubanos] [...] vendrían alegres a hallar ellos pan de destierro, ganado en honra de la industria y bien del país'.

Y de hecho se establecieron fábricas de tabacos con obreros cubanos que emigraron con sus familias, y en esas fábricas ofrecieron recitales de música para los trabajadores los cubanos Ignacio Cervantes, compositor y pianista, y el violinista Rafael Díaz Albertini.

'Y del hule, sí [...] podría sacarse gran partido. ¡Con qué placer leí yo [...] hace unos días ¡Hule mexicano! [...] muy preso yo, me hicieron poner ropa de corteza de árbol, hecha en los Estados Unidos. Raspaba y hería [...]. La del maguey sería mucho mejor'.



(*) María Teresa Linares Savio es cubana, musicóloga, una de las más importantes estudiosas de la raíz africana en la cultura de Cuba.