domingo, 27 de agosto de 2006

Efemérides Martiana

27 de agosto de 1866

El poeta Rafael María de Mendive, director de la Escuela de Instrucción Primaria Superior Municipal de Varones de La Habana, solicita del director del Instituto de Segunda Enseñanza sea admitido Martí a examen de ingreso por cuanto desea: "premiar de alguna manera su notable aplicación y buena conducta, ha creído conveniente, previo consentimiento del Sr. don Mariano Martí, padre del citado alumno, costearle sus estudios hasta el grado de Bachiller inclusive." (Martí había aprendido las primeras letras en una escuela de barrio y a los nueve años iba al colegio "San Anacleto" de Rafael Sixto Casado. Más tarde estudió en el colegio "San Pablo" de Mendive).

viernes, 25 de agosto de 2006

La Guerra Chiquita.

María Delys Cruz Palenzuela

Camagüey, 24 de agosto.

Luego de la trascendental Protesta de Baraguá, protagonizada por Antonio Maceo, un grupo de cubanos emigrados en Nueva York, también inconformes con la negociación hecha en el Zanjón entre algunos jefes militares cubanos y españoles, constituyeron el Comité o Grupo de los Cinco que inmediatamente acordó enviarle una felicitación al Titán de Bronce (como se le llamaba a Maceo), a la que adjuntaban la decisión de recolectar fondos y recursos para proseguir la lucha por él proclamada aquel 15 de marzo de 1878.

Maceo y otros jefes orientales habían reanudado los combates, para lo que contaban con escasos medios para enfrentar a las bien equipadas tropas del general español Martínez Campos, por lo que el Gobierno provisional constituido en Baraguá valoró la imposibilidad de continuar peleando en aquellas condiciones y decidió salvar la vida de Maceo enviándolo al extranjero en busca de ayuda para la contienda.

El 10 de mayo parte el patriota cubano hacia Jamaica, desde allí se traslada a Nueva York, donde convoca a una reunión para darle a conocer a la emigración sobre la difícil situación que atravesaban nuestros combatientes, lo que provocó una cálida reacción entre la concurrencia, con la mayor disposición general a colaborar en todo lo que fuera necesario.

De regreso en Jamaica, Maceo prosigue su labor propagandística, ignorando que el 21 de mayo el Gobierno provisional había decidido poner fin a la contienda.

El general Calixto García Íñiguez, preso en España durante tres años, una vez liberado viajó a Nueva York para contactar con el Comité de los Cinco, el que a partir de ese momento se denominó Comité Revolucionario Cubano, el que en sus bases constituyentes abogó por la constitución de clubes en aras de la independencia.

El Comité de Nueva York fue el coordinador de los clubes dentro y fuera de Cuba. La organización recibió apoyo de los grupos formados en los Estados Unidos y América Latina, mientras que en el territorio nacional se sumaron prestigiosos combatientes de la Guerra de los Diez Años, jóvenes profesionales de la pequeña burguesía, y representantes de las clases más explotadas de la población, quienes desde ese momento trabajaron activamente en la organización de la que se denominaría la Guerra Chiquita.

José Martí, quien residía en La Habana en septiembre de ese año, se incorpora a la conspiración junto a su amigo Juan Gualberto Gómez.

En tanto los clubes de Cuba consideraban necesario unificar su trabajo, los de Nueva York alegaban lo inoportuno de operar centralizadamente, por lo que en marzo de 1879 se reunieron los de aquí y constituyen el Comité Central Revolucionario Cubano, donde fueron seleccionados Ignacio Zaragoitía como presidente y Martí como vice.

A partir de entonces la conspiración se hizo más fuerte; Martí tuvo en sus manos toda la red, al punto que cuando lo detuvieron en septiembre de 1879 le pidió a su amigo Viondi que quemara todos los papeles que tenía en el bufete “si no quiere usted que media Isla vaya a la cárcel”.

Pedro Martínez Freire, uno de los líderes de la conspiración en La Habana, fue detenido el 3 de marzo de 1879, y a las pocas horas corrieron igual suerte en Santiago de Cuba Flor Crombet, Pablo Beola y Mayía Rodríguez, todos enviados posteriormente para España.

Desde ese momento la persecución se hizo implacable por parte de las autoridades españolas contra los cubanos de aquí, por lo que se determinó la anticipación del alzamiento.

El 5 de agosto Maceo y Calixto García reunidos en Kingston, Jamaica, analizaron el plan de operaciones.

En carta del Titán de Bronce a Leyte Vidal el 16 de agosto le expone: “... ha llegado el momento de volver al campo de la lucha para conquistar por medio de las armas lo que por justicia nos corresponde...”

Los prestigiosos jefes militares peregrinaron durante varios meses por distintos países del área con el propósito de organizar expediciones y enviar a la Patria hombres y pertrechos de guerra.

La madrugada del 24 al 25 de agosto Belisario Grave de Peralta se alza, en la zona comprendida entre Gibara y Holguín, días después se incorporaron en Santiago de Cuba José Maceo, Guillermón Moncada y Quintín Banderas; posteriormente en Remedios, Sancti Spíritus, Sagua y la Ciénaga de Zapata grupos de revolucionarios toman las armas. Comenzaba de nuevo la guerra.

La reacción de España no se hizo esperar; el Ministro de Ultramar autorizó al Gobernador General a gastar 50 mil pesos diarios “para conservar la tranquilidad de Cuba”, y declaró en estado de guerra a la provincia de Oriente. Desde la Península llegaron 10 mil hombres para reforzar el ejército colonialista.

Como la mayoría de los jefes insurrectos eran orientales negros y mestizos, el enemigo lanzó la calumnia de que aquella guerra era una especie de tentativa para constituir una república negra en Oriente, a lo que se sumó otra campaña del Partido Liberal, después Autonomista, integrado por burgueses criollos y representantes de los sectores más reaccionarios del pueblo, quienes la catalogaron de empresa liberticida y antipatriótica, de ahí que la situación de los alzados, poco más de seis mil, fuera cada vez más difícil, sobre todo por la falta de apoyo material desde el exterior.

Dada la falacia de que aquello era una “guerra de razas” Calixto García sustituyó a Maceo de la expedición que se preparaba y en su lugar envió al brigadier camagüeyano Goyo Benítez, lo que indiscutiblemente restó fuerza a la Revolución.

Aquella precipitada y pobre expedición tampoco fue acogida debidamente en Oriente ni en Camagüey. Goyo cayó prisionero y fusilado.

Calixto García logró arribar a Cuba el 7 de mayo de 1880 acompañado por sólo 40 hombres. En tanto esto ocurría José Maceo, Quintín Banderas y Guillermón Moncada eran detenidos y posteriormente enviados a cárceles africanas.

El general García viajó varios meses sin encontrar ningún núcleo armado, y ante la persecución de los españoles se vio forzado a entregarse el 4 de octubre de 1880.

En Las Villas Francisco Jiménez se mantuvo peleando hasta el 17 de septiembre, el general Carrillo hasta el 4 de octubre y Emilio Núñez hasta que Martí, en el mes de diciembre, le pidió que cesara.

Pese a todos sus inconvenientes, esta guerra fue una fuente de experiencia para los revolucionarios, un paso de avance dentro del movimiento nacional liberador; su denominación de Guerra Chiquita, como apuntó Juan Gualberto Gómez, se debió al tiempo de su duración, y no por carencia de importancia. Si algo se derivó de ella fue el futuro liderazgo de José Martí para llevar adelante la Guerra Necesaria.

martes, 22 de agosto de 2006

Curiosos hallazgos sobre la sortija de Martí.

Esa célebre prenda fue hecha al Héroe Nacional Cubano con hierro de los grilletes que llevó en el presidio político cuando era un adolescente.

Por: Luis Hernández Serrano
Correo: digital@jrebelde.cip.cu

22 de agosto de 2006 00:36:57 GMT

Interesantes hallazgos y detalles sobre la célebre sortija hecha a José Martí con hierro de los grilletes que llevó en el presidio político cuando era un adolescente han sido revelados por el joven profesor Regino Sánchez Landrián, museólogo especialista de la Fragua Martiana en Ciudad de La Habana.

Se ha dicho que la única imagen donde se ve a Martí con esa sortija en el dedo anular de su mano izquierda, es la del óleo que le hizo el pintor sueco Herrman Norman, en 1891. Sin embargo, también aparece en la foto donde el Apóstol está acompañado de sus amigos Fermín Valdés Domínguez y Panchito Gómez Toro, tomada en Cayo Hueso, en 1894.

«Lo ocurrido durante tantos años es que mientras en el dibujo de Norman esa alianza o anillo se aprecia perfectamente, en la foto aludida, divulgada siempre de tamaño más pequeño en libros e iconografías, no se distingue y hasta parece no tenerla en ese momento», argumenta Regino.

Aclara que en una ampliación de 24 por 34 centímetros que les llegó de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, sí se puede ver nítidamente.

«Esta fotografía se divulgó por vez primera en la iconografía de Arturo R. de Carricarte, editada cuando se inauguró el museo Casa Natal de José Martí, el 28 de enero de 1925.

La sortija fue construida por su amigo Agustín de Zéndegui. El Apóstol le entregó para ello en La Habana, en 1878, el eslabón de la cadena que conservaba del presidio.

Por eso la primera vez que hace mención a ella en carta a Gabriel de Zéndegui, le dice: «Recuérdale al olvidadizo de tu hermano que termine la sortija, que es la única que ajusta a mi dedo». Por supuesto que habla de ajustar en el sentido moral. De ahí que cuando le fue llevada al Maestro por su mamá, Leonor Pérez Cabrera, a Nueva York, en 1887, comentara: «Ahora que tengo mi sortija de hierro, obras férreas he de hacer».

Hay otro elemento de interés: donde la sortija llevaba la palabra "Cuba" no era una parte redondeada, como por error se ha hecho en su réplica actual para niños de cuarto grado que concluyen un curso martiano, sino cuadrangular.

Esta pifia obedece a que Gonzalo de Quesada y Aróstegui, Gonzalo de Quesada y Miranda y Blanche Zacharie de Baralt, en sus obras La Guerra en Cuba, Martí hombre y El Martí que yo conocí, respectivamente en 1886, 1940 y 1945, describen esa sortija con forma de vitola de tabaco, que hoy es ovalada, pero en época de Martí era rectangular.

Entre 'Montecristi' y 'La historia me absolverá'

El problema racial cubano bajo el prisma de la historia, la política y la academia.

Miguel Cabrera Peña, Santiago de Chile
viernes 3 de marzo de 2006 17:42:00

Desde hace poco más de dos lustros, un grupo de profesores universitarios que trabaja fundamentalmente en Estados Unidos (entre ellos Aline Helg, Alejandro de la Fuente y Ada Ferrer), vienen levantando una imagen —están convencidos que destruyen otra falsa— con respecto a José Martí y sus posturas en torno al problema racial cubano. Junto con ciertos círculos académicos, estos autores, que llamaremos cubanistas, han recibido la complacencia de más de un auditorio, de más de una publicación.

Martianos reconocidos en Cuba y otros países no han iniciado, que sepamos, una polémica en la que tienen todas las de ganar. La excepción, Jorge Ibarra, se centra en comentar el denominado "mito de la democracia racial", aunque exige se fundamente el acatamiento a tal ideología.

El mito, en esencia, negó la discriminación y obstaculizó la formación de una conciencia colectiva de la explotación a que eran sometidos los negros, a quienes busca mantener en subordinación. Un maestro del tema como Carlos Ripoll, jubilado pero en efervescencia creadora, enfrenta quizá asuntos más estimulantes que polemizar con estos cubanistas. Pero Eduardo Lolo, cuyo ensayo sobre La Edad de Oro es lo más sagaz que se haya escrito al respecto, señala que la igualdad y el antirracismo vertebran los cuatro números de la revista celebrada.

Con opiniones similares a franceses como Paul Estrade, Juliette Oullion o Jean Lamore, imagino que expertos como Juan E. Mestas, Fornet-Betancourt, Miguel A. de la Torre y otros, lean a los cubanistas y hasta sonrían, pues no falta la que aseguró que el antiesclavismo de Martí fue desestimable.

De acuerdo con Mestas, "en muchísimas ocasiones condenó Martí las desigualdades sociales basadas en las diferencias de raza o de color". Fornet-Betancourt agrega: la defensa del negro se convirtió en una de las preocupaciones centrales de su vida y su obra. Y Cintio Vitier da cuenta de su antirracismo radical, a poco de que el puertorriqueño Maldonado Denis se atreviera a titular "Martí y Fanon" uno de sus ensayos.

De la Torre coloca aquí y allá aclaraciones que por su carácter puntual no alcanzan a abrir una discusión. Para este autor, experto en análisis de raza, género y teoría postcolonial, Martí fue contra su propia blanquedad —acentuó que los españoles venían de sangre mora y cutis blanco (VIII:336)— para crear una Cuba libre de estructuras socioraciales, y añade que se opuso al blanqueamiento de la sociedad cubana, estrategia que venía incubándose desde Arango y Parreño y su discípulo José Antonio Saco, y no dejó de aplicarse en la República.

Aplaudido en Estados Unidos y otras latitudes por los mismos textos que critican nuestros cubanistas, a Martí se le ha ido transformando en un personaje informe, inexplicable, un ente que, si pensamos en los cerca de 35 tomos que tendrá la edición crítica de sus obras completas, lo mejor parecería olvidarlo y que se diga de él lo que a cada cual convenga.

Leer a Martí

Esto de la extensión de la obra de Martí es muy importante, ya que para enterarnos de sus ideas sobre la dinámica racial en Cuba hay que leerlo todo, resultado de sus cavilaciones incesantes. Los cubanistas, sin embargo, encontraron una solución vía rápida, expedita, que en menos de media hora lleva a destino. Alguno decidió, leyendo una compilación que data de 1946 (La cuestión racial), que allí estaba el resumen salvador y disfrutó en llamarlo "good compilation" y, en su tesis de doctorado, "compilación útil". La realidad, empero, es otra. El prontuario es pésimo y faltan galerías completas de la obra del político antillano.

Si la porción cubana de su quehacer aparece fragmentada, están ausentes las cartas (cinco gruesos tomos, ya compilados aparte), sus apuntes (por cerca de dos tomos), y faltan, muy enfáticamente, las Escenas Norteamericanas (cuatro tomos). Habría también que enlistar sus diarios, un grito desde el arte, desde la pintura en palabras, contra la colonización del cuerpo del negro y ámbito donde palpita la más cumplida resistencia de toda nuestra literatura contra el predominio del canon de belleza occidental.

Y no hablamos de La Edad de Oro, donde hasta un negro desnudo es bonito, y nada casualmente observado, en la ilustración de un libro quizá de antropología, por una niña blanca, la "Nené Traviesa". "La Muñeca Negra" es oriunda —y la atmósfera recreada merodea por todo el cuento— de la esclavitud estadounidense, de "La cabaña del Tío Tom", del cual Martí captó, a propósito, sus "flaquezas". Tampoco nos referiremos a numerosos textos encontrados después de 1946.

Continúa ...

El poeta brillante y seductor que llegó a Guatemala (I)


Portada del Libro

Francisco Goldman recrea en 'The Divine Husband' el episodio de la vida de José Martí que éste poetizó en 'La niña de Guatemala'.

Carlos Espinosa Domínguez, Nueva Jersey
lunes 31 de julio de 2006 6:00:00

Un par de novelas, The Long Night of White Chickens (1992) y The Ordinary Seaman (1997), situaron a Francisco Goldman (Estados Unidos, 1954) como uno de los escritores más talentosos y reconocidos de su generación. La primera de esas obras fue galardonada con el Sue Kaufman Prize de la Academia Norteamericana de Artes y Letras. La segunda fue finalista en el International IMPAC-Dublin Literary Award y el Los Angeles Times Books Prize, en la categoría de ficción. Asimismo ambas fueron finalistas en el prestigioso PEN/ Faulkner Award y han sido traducidas a nueve idiomas, incluido el castellano (las dos las publicó la editorial española Anagrama).

Hijo de padre norteamericano y madre guatemalteca, Goldman nació en Boston y ahora vive a caballo entre Nueva York y la capital mexicana. Además de su actividad como novelista, se dedica al periodismo. Revistas como The New Yorker, Harper's, The New York Times Sunday Magazine, Esquire, The New York Review of Books y Outside, entre otras, han acogido sus trabajos.

En el año 2004 apareció la edición de tapa dura de su tercera novela, The Divine Husband. En ella, Goldman desarrolla una trama argumental que comienza en Centroamérica en 1870 y finaliza dos décadas después en Nueva York. Al inicio de la misma la protagonista, María de las Nieves, es una joven soñadora y amante de los libros, que ha decidido hacerse monja. Ese objetivo se ve truncado cuando en Guatemala son cerrados todos los conventos. Su vida experimentará entonces una transformación cuando se matricula en un curso de escritura que va a ofrecer un brillante y seductor poeta cubano llamado José Martí.

Desde que el pasado otoño conocí a Francisco Goldman y supe de la existencia de The Divine Husband, se me ocurrió la idea de entrevistarlo. Son contadas las obras de ficción en las que nuestro Martí aparece como personaje (me vienen a la memoria la novela Silent Wing, de José Raúl Bernardo, y la pieza teatral de Matías Montes Huidobro Un objeto de deseo), así que me pareció importante divulgar entre los cubanos su novela. Finalmente pudimos lograr que nuestros calendarios y agendas de trabajo coincidieran, y en un caluroso mediodía de julio nos encontramos en su apartamento de Brooklyn. Acababa de llegar de México y en pocos días se iba a dictar un taller en España. Lo que sigue es el resultado de nuestra conversación.

Después de dos novelas sobre la realidad contemporánea de Centroamérica, ¿qué te llevó a incursionar en una figura histórica del siglo XIX?

Pienso que se debe a la coincidencia de dos hechos ocurridos en la década de los ochenta. En una ocasión estaba yo sentado en un bar de Guatemala y empecé a hablar con un señor que se hallaba al lado mío, quien me dijo que era de la misma ciudad de Massachussets donde yo nací. Me comentó que sus padres siempre trabajaron en la fábrica de gomas Tillotson, y le dijeron que si alguna vez necesitaban ayuda, fuera a Guatemala y preguntaran por el señor Tillotson. Yo no me lo podía creer: había crecido a unos doscientos metros de esa enorme fábrica, y en el invierno iba con mis amigos a patinar en un pantano que queda detrás. Ahora venía a descubrir que su dueño vivía en Guatemala y yo nunca lo supe. Ya entonces me rondaba la idea de empezar un nuevo libro, y me prometí: algún día voy a inventar la historia de una familia con raíces en el siglo XIX, que uniera, como los Tillotson, a Guatemala con Nueva Inglaterra.

Por otro lado y más importante quizás, es que en esos años —te hablo de 1988, 1989— llegué a un punto en que había dado mucho de mí a esta carrera de combinar mis intentos de escribir novelas (entonces sólo había terminado The Long Night…) con el trabajo de periodista. Tras una década de haberme graduado en la universidad, estaba muy agotado como periodista, como escritor, como ser humano. Estaba harto de la realidad contemporánea, harto de las guerras de Centroamérica, harto de la violencia.

¿Desde cuándo conocías el poema de Martí 'La niña de Guatemala'?

Desde niño. En Guatemala todo el mundo lo conoce.

El hombre tras la cortina de leyendas y mitos

¿Y fue ese poema el que te dio uno de los impulsos para escribir la novela?

Sí. Quise buscar entonces cuál era la verdad de este poema sobre esa niña que, según se dice allí, murió de amor. Yo sabía en ese momento muy poco sobre Martí, así que empecé a investigar. Me pasé un mes completo yendo diariamente a la biblioteca de Guatemala, sólo para revisar periódicos de la época cuando Martí estuvo allí. Esa biblioteca era un lugar increíble, que no tenía ni luz eléctrica. Si tú querías leer, te tenías que sentar al lado de una ventana. Quién sabe cómo archivaban las cosas. Había un viejito que venía y te ayudaba. Durante todas esas semanas llovió sin parar por veintiocho días y yo estuve allí estuve el polvo de aquellos periódicos tan antiguos. Debido a esa combinación de humedad y polvo, por primera vez en mi vida tuve asma, que por suerte desapareció cuando me mudé para México.

Para mí aquellas semanas fueron como perderme en el pasado. Lo que más estupendo me pareció, lo que más me impactó, fue que aquel pasado era muy extraño. Me pareció un mundo de fantasía que no tenía nada que ver con la realidad contemporánea. Qué raros eran entonces, qué rara era Guatemala en 1877, qué cosas tan extrañas publicaban los periódicos. Yo llené cuadernos y cuadernos con anotaciones. Recuerdo un día en que descubrí una noticia maravillosa: "El joven maestro cubano José Martí, recién llegado a nuestro país, anuncia que va a ofrecer en la Academia de Niñas de Centroamérica un curso de composición literaria, arte que tanto eleva el valor de la mujer". ¡Wow!, me dije. Obviamente éste es el mismo curso que tomó la famosa niña de Guatemala, así que si algún día escribo una novela ambientada en esos años alguno de los personajes va a tomar ese curso.

Era un tema fascinante para escribir una novela, pero luego pensé: Martí, con los veintitantos tomos de sus obras completas, un hombre que es todo un mito, oculto tras una cortina de secretos y leyendas. Era demasiado lo que tenía que aprender e investigar, de modo que eché el proyecto a un lado y me puse a escribir mi segunda novela. Sin embargo, nunca dejé de interesarme por la figura de Martí, y la tarea de tratar de entender quién fue se convirtió para mí en un hobby extraño y obsesivo.

¿Cómo diste con la clave para poder empezar a escribir la novela?

En 1997 terminé The Ordinary Seaman y entonces decidí por fin que quería retomar aquel proyecto. Quizás lo que hizo posible que pudiera empezar a escribir The Divine Husband fue que todos aquellos cuadernos que había ido llenando con detalles, sólo con detalles, como ya habían pasado casi cinco años se habían sedimentado, como sucede con la arena en una vasija con agua. Eran como una memoria con vida propia. Al releerlos, yo tuve la sensación de que había estado en Guatemala en esa época y recordaba ese lugar que, por supuesto, era completamente inventado, era una fantasía. Al tener ya ese sentido del lugar, mi imaginación, si tú quieres llamarlo así, pudo pisar tierra firme y avanzar. Pude pues comenzar a partir de algo, que fue esta idea de cómo era entonces la ciudad de Guatemala.

Sé que además de la biblioteca de Guatemala, investigaste en otros sitios.

Sí. Estuve becado en la Biblioteca Pública de Nueva York. Fui también al Centro de Estudios Martianos, en La Habana. En esos años yo tenía una compañera que es mitad inglesa y mitad cubana. Como cada navidad íbamos a Londres, aproveché para trabajar en el archivo donde guardan la correspondencia de los diplomáticos ingleses que estuvieron asignados en Sudamérica. También investigué en bibliotecas de México. La verdad es que cuando ahora pienso en todos los años —siete en total— que me llevó esta novela, no consigo explicarme qué me agarró. Qué me pasaba. Cómo lo hice. Cómo es que me pasé dos años leyendo sólo sobre monjas y conventos. Qué enfermedad mental contraje. (Se ríe) En cierto sentido, era mi manera de prepararme para escribir The Divine Husband. Pero no sé cómo me di el lujo de tomarme tanto tiempo. Espero no tener que volver a escribir un libro sobre una figura como la de Martí.

¿No sentiste un poco de temor al llevar a una obra de ficción a un personaje histórico de la relevancia de Martí?

Si yo fuera cubano, no creo que me hubiera atrevido a escribir esta novela. Me hubiera sentido muy intimidado. ¿Qué me llevó a meterme en este proyecto? Pues más que todo el hecho de que yo compartí ciudades con Martí. ¿Cuáles son las dos ciudades más importantes en mi vida: Nueva York y Guatemala. Por pura coincidencia, él vivió y trabajó en Nueva York por varios años. Pasó además dieciséis meses que para él fueron clave en Guatemala, dieciséis meses que lo impactaron y lo influyeron para siempre.

sábado, 19 de agosto de 2006

Martí y las bailarinas de España.


Publicado el 08-19-2006

Por Guillermo Cabrera Leiva

En un interesante estudio bajo este título, publicado por la Editorial Dos Ríos, expone Carlos Ripoll la visión que tuvo Martí sobre el baile y sobre algunas bailarinas españolas que contempló en varias actuaciones en la ciudad de Nueva York.

Ripoll analiza en este trabajo una faceta poco estudiada del Apóstol, y agrega con ello un capítulo sumamemte interesante a la variada gama de temas tratados por este investigador sobre la vida y la obra de Martí durante su etapa de escritor en la gran urbe neoyorquina.

Hay dos cuestiones fundamentales en este libro. La primera de ella es el criterio que tenía Martí del baile y la distinción que establece entre el baile como sano regocijo hogareño y el baile en los clubs o centros de diversión.

Ripoll reproduce algunos escritos de Martí en que éste califica de espectáculo deshonesto y reprobable el baile en los salones, y escribe versos en que señala que el baile es un incendio del alma.

Por otra parte, apunta Ripoll, Martí conoció de cerca el flamenco y contempló durante su estancia en España a las bailarinas de ese género en el teatro.

Uno de sus Versos Sencillos recoge el espectáculo de la bailarina española, donde describe con elegante maestría los movimientos de Agustina Otero, y en una forma gráfica marca la secuencia de sus giros y vueltas.

El poema lo escribió tras haber visto en 1890 a “la bella Otero” en el Eden Musée de la calle 23, en compañía de los esposos Baralt, sus íntimos amigos.

Esta bailarina, cuyo retrato impresiona por su belleza, era gallega. La otra bailarina que mucho impresionó a Martí, era la andaluza Carmencita Dauset, considerada por algunos superior a la Otero. De ambas hace un interesante recuento Ripoll en este libro, y cita un artículo de Martí, publicado en La Nación de Buenos Aires, en que comenta la presencia de la Otero en Nueva York.

Hay un aspecto adicional en esta obra, que es una curiosidad histórica. Se trata del cine, entonces en sus primeros pasos.

Al final del libro dice Ripoll:

“¡Ah, si pudiésemos ver el baile de la sevillana Carmencita, verla en el Nueva York de aquellos años de Martí! ¡Sólo un milagro nos permitiría esa experiencia! ¡Sólo un milagro! Pero ese milagro existe. Se conserva un trozo de película, de 1894, de Carmencita bailando. Es que ella también pertenece a la historia del cine: fue la primera mujer que filmó el cinetoscopio de Thomas Edison en su estudio “Black Maria”, de New Jersey; la primera que apareció en pantallas de los Estados Unidos, y su baile, considerado inmoral en sus días porque en alguno de sus movimientos se le veían los calzones, el pantalón, hizo que su película diera inicio a la censura en el cine”.

Y sigue diciendo Ripoll:

“¡La bailarina de José Martí! Es lo único que podemos ver tal como él lo vió. Los National Archives, de Washington, en sociedad con Google, el 24 de febrero de este año pusieron en la Internet varios fragmentos de películas. Entre ellas hay uno en que baila Carmencita”.

“¡Un minuto de Carmencita tal como la aplaudió Nueva York hace más de un siglo. ¡Tal como la vio Martí!”.

miércoles, 16 de agosto de 2006

Publican libro "Martí y el arte de la conspiración"

16 de Agosto, 2006

La Habana (AIN).- "Martí y el arte de la conspiración" es el más reciente libro publicado sobre el Héroe Nacional cubano (1853-1895), y aborda aspectos pocos conocidos del insigne patriota.

Presentado en la Fragua Martiana, en la capital de la Isla, el texto fue escrito por el teniente coronel de las Fuerzas Armadas Revolucionarias Israel Valdés Rodríguez, licenciado en Ciencias Jurídicas, e impreso por la editorial Unicornio, refiere el periódico "Tribuna de La Habana".

El Doctor en Ciencias Históricas Roberto Rivero dijo que el título constituye un importante aporte a la historiografía cubana, y subrayó que el autor realizó una profunda investigación sobre el tema y consultó más de cien fuentes bibliográficas.

Agregó que es una obra que impresiona por la gran cantidad de información y la manera sencilla, clara y amena con que esta redactada.
Fuente: AIN

martes, 15 de agosto de 2006

Cartas quijotescas de la epopeya del deber.

14 de Agosto, 2006

Por: Miralys Sánchez Pupo

(Cubarte).- José Martí, el hombre que unió a los cubanos para poner en marcha la guerra necesaria con la aspiración de alcanzar el equilibrio del mundo a las puertas del siglo XX, cayó ante el azul de su cielo para entrar en la trascendencia de nuestra contemporaneidad como un heredero de Don Quijote de la Mancha. A lo largo de su obra periodística sobresale la pluma ágil y la visión profunda de quien conoce su oficio pero mucho más las circunstancias que se mueven en los vaivenes de la historia por la óptica suprema del político más alto de la centuria en América Latina.

El palpitar de este hombre siguió el sendero de “Cervantes… aquel temprano amigo del hombre- cuando afirmó- que vivió días aciagos para la libertad y el decoro, y con la dulce tristeza del genio prefirió la vida entre los humildes al adelanto cortesano, y es a la vez deleite de las letras y uno de los caracteres más bellos de la historia.”(1) Pero lo hizo desde la altura de sus cuadernos de apuntes, fragmentos y misivas, donde la información profusa viajó a manos amigas como un estímulo para la reflexión sin perder un ápice de sus cualidades de orfebre de la palabra y de los sentimientos humanos.

A las muchas menciones de su admiración por El Manco de Lepanto ante disímiles situaciones de su vida en la epopeya del deber, subyace la primicia de la evolución de su pensamiento político apresada por una expresión caudalosa como parte del canal para trasladar sobre el papel de sus cartas una conversación a distancia que pretende ser completada por el dialogar de regreso a sus manos de las opiniones de sus destinatarios.

El traspaso de la frontera íntima para dar a conocer a otros semejantes de su amistad a través de misivas no se ha definido de forma general como una presencia literaria, pero permite hilvanar junto a su diario de campaña, aspectos reveladores de una vida cuya intensidad puede ser conocida a través de ellas en todo su esplendor.

Los textos epistolares del Héroe Nacional de Cuba, constituyen una mezcla de armonía intrínseca por el fondo y la forma de un contenido capaz de leer en la distancia del tiempo como para alentar en nuevos contextos el análisis de sus advertencias. Colectivos nuevos los leerán como parte de sus obras completas y encontrarán una vigencia tal que se consideran al mismo tiempo literarias y políticas en su avance conceptual hacia diferentes afluentes de la vida contemporánea.

Las cartas Martianas presentan la belleza interior y la ternura, que comparte nuestro Homagno desde el punto de vista ético, sin desplazar las ideas de sus aspiraciones en el campo político. La expresión de sus mensajes a personas diferentes a las que entregó su amistad fueron selladas con las peculiaridades de ellas mismas con el estilo apropiado para su acercamiento a esos seres humanos, pero el más alto de estos intercambios lo sostuvo con Manuel Mercado, su amantísimo hermano.

Ante las aspas de los molinos

Como Cervantes estuvo con el pie en el estribo, pero de la vida, como escribió a Mercado en 1887. Aunque con alternancia cronológica, ellas presentan un acercamiento desde los dos extremos de su aliento vital. Desde uno de los lados de este puente está la argumentación ética entre el Bien y el Mal, ante el deber del hombre que dejó como constancia en “Yugo y estrella” y en el otro, la despedida hacía una trascendencia que adelantó desde el campamento mambí, al exhalar el último hálito de la vida, luego de conmover en la tribuna la tenacidad de su propósito de unidad de los cubanos par alcanzar la república con todos y por el bien de todos.

Desde Guatemala escribió a su amigo el 6 de julio de 1878 al comentarle que tal parecía que el mal había apostado contra él, para ganarle la partida al bien, pero se conforma con afirmar: “Afortunadamente, por su desoyese a mi voz que habla alto, tengo en México un vivo ejemplo de honradez acrisolada y modelo de vida” Con la fortuna de tal confianza le entregó sus inquietudes sobre el fracaso de la guerra de 1868, sus conflictos amorosos, las perspectivas del futuro con este abrazo de palabras, para adelantarle sus inquietudes envueltas en la ternura de sus líneas.

Cervantes colocó por primera vez en la narrativa la escritura en primera persona que le permitió a los autores la distancia para el movimiento dramatúrgico sobre el diálogo hasta entonces desconocido, pero en el prólogo de la obra el gran escritor español se autodefinió como “casto de pensamientos, honesto de palabras, liberal en las obras, valiente en los hechos, sufrido en los trabajos, caritativo con los menesterosos y finalmente, mantenedor de la verdad, aunque le cueste defenderla”

Si seguimos con el dedo por la vida martiana encontraremos en el Maestro, la constancia de su adarga como númen cervantina, al encuentro como el reflejo de la lucha de los desposeídos con sumo genio artístico. Esa originalidad la presenta ante su amigo, sin reducirse a sus observaciones como cronista en Estados Unidos. La intimidad de aquella hojas viajeras llevaban en su vientre, parte del tesoro que el maestro aportó a la humanidad cuando aseguró “De estas tierras no espero nada, ni para Uds. Ni para nosotros”. Le bastaba saberse descendiente de Bolívar ante aquel choque incesante con las gentes y afirmarle a Mercado: “en esta tierra se endurecen y corrompen, de modo que todo pudor y entereza, como que ya no lo tienen, les parece un crimen… a Ud puedo decírselo… yo me veo por dentro y sé que muero…”

La confesión continúa en misivas para conocer la salud de Luisa, una de las hijas de Mercado. Refiere los planes altaneros de Estados Unidos para ocupar el poder de los pueblos americanos y con su declaración casi oficial proponer a España la compra de Cuba, para dejar sobre su expresión las apetencias políticas de Norteamérica en un verdadero lujo del articulista del diario La Nación de Argentina.

La encrucijada de un destino

Al ser nuevamente expulsado de su país, aseguró no tener patria y afirmó su deber conquistarla. Lejos de Cuba a donde regresó brevemente aseguró al amigo ¿He de decir a V. cuánto propósito soberbio, cuánto potente arranque hierve en mi alma? ¿qué llevo mi infeliz pueblo en mi cabeza, y que me parece que de un soplo mío dependerá en un día su libertad?

La letra chica de sus cartas a Mercado la califica como la pequeñez del espíritu, pero le asegura que no le acobardan ni el frío ni las penas, pues él es la oportunidad del desahogo sincero ante su amantísimo hermano.

En The Sun de Nueva York, de 8 de julio de 1880, Martí describió al Quijote en busca de injusticias para remediarlas, de vidas para defenderlas y de desventurados para ayudarlos. ¿Pero no es acaso él, el heredero de ese propósito quijotesco? Y esos sentimientos son los que expone en su soledad con Mercado y la búsqueda de apoyo y comprensión ante los afanes de los propósitos de su vida.

El genio martiano en política está en prever. Insiste en sus deas también en sus discursos y las circulares. Ellas se cruzan por su mente cuando escribe el 2 de mayo de 1895 “De los dirigentes cubanos al Herald”, desde la manigua cuando faltaban 17 días para su muerte. En ese trabajo se dirigió al pueblo norteamericano para explicar con claridad las verdaderas aspiraciones de la revolución cubana desde la voz que bien conoce “El norte revuelto y brutal que nos desprecia”y argumentó la justicia de la lucha del machete mambí.

Después reanudó su habitual conversación con Mercado, que fechó el 18 del mismo mes y donde le comentó todo lo sucedido con el reportero Eugenio Bryson en una misiva que mostró la continuación de las anteriores en los que presentó sus puntos de vista políticos. En ella le aseguró “Ya puedo escribir y decirle con que ternura y agradecimiento y respeto lo quiero y esa casa que es mía y mi orgullo y obligación; ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y mi deber” La conversación escrita como la de tantos otros momentos asegura “En mí solo defenderé lo que tengo por garantía o servicio de la revolución. Se desaparecer. Pero no desaparecía mi pensamiento”.

Las cartas martianas a Manuel Mercado en su quijotesco camino hacia el deber de su vida es un acontecimiento revelador de una profundidad política desde la proximidad donde lo ético corona con el esplendor de cada palabra sobre el prodigio de la amistad. La información traspasa las fronteras de la cercanía íntima para convertirse en relectura luego de la desaparición física de su autor. Ellas están engarzadas conceptualmente con el manifiesto enviado a The New York Herald y “El tercer año del Partido Revolucionario Cubano y el deber de Cuba en América”

Le aseguró a su amantísimo hermano mexicano “Yo no me voy nunca”. Y en breves líneas a uno de los hijos de Mercado, dejó para la historia la síntesis ética de su vida: “Alfonso leal: tú quieres a toda costa, un autógrafo mío. El único autógrafo, hijo digno de un hombre, es el que deja escrito con sus obras Tu José Martí” Y con esta lección rebasó las circunstancias de su tiempo porque destruyó los linderos artificiales para asirse por siempre a los brazos de la trascendencia.

(1)”Seis conferencias” por Enrique José Varona en El Economista Americano, Nueva York. En José Martí, Obras Completas, Editora Nacional de Cuba, La Habana , 1963, T 5, p. 120

lunes, 14 de agosto de 2006

Recordando a José Martí

Extracto de textos martianos.

"... Es además un arte de la política tener a los pueblos como distraídos y aturdidos; y obligar sus ojos a espectáculos variados y nuevos, para que teniendo siempre qué mirar, no les quede espacio de mirar en sí, y se vean míseros y bravos y no se rebelen." [José Martí. Carta al Director de "La Opinión Nacional". Nueva York, 21 de enero de 1882. En Obras Completas. Editorial de Ciancias Sociales. La Habana, 1975. Tomo 14. Página 341.]

jueves, 10 de agosto de 2006

Martí y sus sepultureros.

Posted on Thu, Aug. 10, 2006

CARLOS RIPOLL

Hace poco, desde este mismo periódico, un improvisado médico forense determinó que Martí había muerto dos veces: por los tropiezos de la República y la falsificación de su doctrina en el castrismo, y en Dos Ríos. Hoy, 24 de julio, es un sepulturero el que recomienda ''Enterrar a Martí''. El autor de ese trabajo, Alejandro Armengol, concluye que a los cubanos ''nos ha llegado la hora de enterrar a Martí''. La Academia de la Lengua dice que ''enterrar'' es ''poner debajo de tierra; dar sepultura a un cadáver'', y en lenguaje figurado, ``arrinconar, relegar al olvido algún negocio, designio, etc., como si desapareciera de entre lo existente''.

Aun antes de su muerte los enemigos de Martí lo habían ''enterrado''. Al llegar los diputados autonomistas a Madrid (Montoro, Fernández de Castro, Miguel Figueroa y Eduardo Dolz), les preguntó por Martí un antiguo compañero suyo del Ateneo, y le respondían: ``¡Bah! Marchó de Cuba... Allá en Nueva York publica una inofensiva hoja separatista. Martí es un hombre muerto''.

En defensa del enterramiento de Martí dice Armengol: ''Es lamentable'' que en la formación de la nacionalidad se sobrevalore un cuerpo rector formado por frases brillantes que forman un catecismo de fácil manipulación propicio a todos los usos. Pensamientos en los que lo luminoso de la palabra dificulta encontrar lo efímero de su contenido''. El aplauso de la doctrina de Martí, por su permanencia, no es un pecado propio de nuestra ''nacionalidad'', lo compartieron, entre otras figuras ilustres, cinco Premios Nobel (Albert Schweitzer, Bertrand Russell, Juan Ramón Jiménez, Gabriela Mistral y Ralph Bunche); seis presidentes (Gamal Abdel Nasser, de Egipto; Isaac Ben Zvi, de Israel; Pierre Mendes-France, de Francia; Harry Truman, John F. Kennedy y Ronald Reagan, de Estados Unidos); e intelectuales de mayor prestigio, de todos los credos (Stefan Zweig, Miguel de Unamuno, Emil Ludwig, María Zambrano, Thurgood Marshall, Juan Pablo II). Por citar sólo el más próximo, sobre la universalidad de su pensamiento, véase este juicio del presidente Reagan: ``José Martí será recordado por los amantes de la libertad como un precursor y líder de todo esfuerzo para lograr la auténtica redención del hombre''.

Cuanto de Martí dice Armengol, de su doctrina, se puede aplicar al cristianismo. En nada se reduce el mérito de Jesús, o el valor de su mensaje porque las religiones a su amparo hayan trastornado sus ideas, y lo hayan invocado, y lo invoquen, para justificar lo injustificable. ¿Vamos por eso a bajar los crucifijos de los altares, a echarlos en la hoguera, o de nuevo a crucificar al hombre, y a enterrarlo?

Desde que Cuba es República, ningún extranjero se ha dado con tanto afán como algunos cubanos a desacreditar a Martí, o a reducirle méritos. Como el majá y cierto tipo de jutías, negar a Martí es algo propio de Cuba: por ello se ha podido hacer un inventario de ''los detractores de José Martí''. Es que creen, ignorantes, ingenuos o envidiosos que la intemperancia de la República, sus pecados y excesos, se le deben a Martí. No. La desgracia de la nación cubana no se debe a su presencia, sino a su ausencia. Desde el principio fue la República la negación de Martí; desde la Enmienda Platt que juraron los constitucionales en 1902. El día antes de su muerte le escribió a su amigo mexicano: ''Yo estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber... de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, será por eso''. Y fue ''eso'', precisamente, lo que no se supo impedir: los Estados Unidos cayeron sobre las Antillas, y ''con esa fuerza más'' sobre el resto de Latinoamérica. Washington impuso en Cuba sus inte-

reses, lo que permitió que los enemigos de Martí se repartieran el país: los integristas, los autonomistas y los anexionistas. No es fácil imaginar qué hubiera pasado ''si Martí no hubiera muerto en Dos Ríos'', pero con seguridad se hubiera opuesto a la ocupación de Cuba por las tropas americanas, y a que el procónsul que gobernaba el país vetara la candidatura presidencial del general Masó por el puñado de negros heroicos que formaban su Estado Mayor; ni hubiera permitido que la economía cubana cayera en las manos impías de Wall Street. Hubiera Martí condenado también, e impedido, todo lo que le preparó el banquete al oportunismo y a la ambición criminal de Fidel Castro, y buena parte de lo que hoy maneja miope y a destiempo la demagogia populista de Latinoamérica.

Termina el artículo que aquí se comenta con estas palabras: ''Librarse del apostolado martiano es un gesto de independencia necesaria. Un país no se fundamenta sobre el ideal exaltado de un poeta''. Parece calcada esta recomendación de la que le hacía a sus compañeros comunistas Juan Marinello, antes de que en complicidad con Castro falsificaran a Martí; dijo: ''Martí es un gran fracasado porque, en efecto, su sermón idealista y democrático no ha podido tener vigencia... Lo recto y limpio es entender a Martí... en su rol de gran fracasado... dar la espalda de una vez a sus doctrinas... Las ideas de Martí, bien lo saben los líderes, son ideas vencidas... nada tienen que realizar ni pueden servir más que como trampolín del oportunista''. Y años más tarde, en otra publicación sobre Martí, concluyó Marinello: ``Estamos frente a un poeta que da rienda a su élan por el camino político, no frente a un investigador exigente de los que hacen diario ejercicio de la razón. En verdad que sólo en nuestro tiempo, con Lenin, nace el guiador político injertado en el hombre científico''.

¿''Enterrar a Martí''? No. Todo lo contrario. Inundar con su espíritu las casas en que habitan los cubanos de allá y de aquí, y urgir la práctica de la virtud ciudadana que predicó, para ver si así, por fin, se le salva la patria que quiso ``con todos y para el bien de todos''.

miércoles, 9 de agosto de 2006

Recordando a José Martí

Extracto de textos martianos.


"... ¡Líbrenos el que libra, de los pueblos hemipléjicos, que sólo de un lado se desarrollan, y del otro quedan atáxicos! No hay pueblo en la tierra que tenga el monopolio de una virtud humana:- pero hay un estado político que tiene el monopolio de todas las virtudes:- la libertad ilustrada: no aquella libertad que es entendida por el predominio violento de la clase pobre vencida sobre la clase rica un tiempo vencedora -que ya se sabe esa es nueva y temible tiranía;- no la libertad nominal, y proclamaria, que en ciertos labios parece -y son por desdicha los que más la vociferan- lo que la cruz de Jesús bueno en los estandartes inquisitoriales;- sino aquella libertad en las costumbres y las leyes, que de la competencia y equilibrio de derechos vive, que trae de suyo el respeto general como garantía mutua, que libra su mantenimiento a ese supremo e infalible director de la naturaleza humana: el instinto de conservación."

[José Martí. Artículo "Trabajadores franceses." En "La América." Nueva York, noviembre de 1883. Obras Completas. Ecitorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1975. Tomo 8. Página 381.]

jueves, 3 de agosto de 2006

"Yo no trabajo por mi fama, puesto que toda la del mundo cabe en una grano de maíz"

RAÚL RODRÍGUEZ LA O

José Martí fue un hombre sencillo, modesto y todo lo que siempre hizo fue pensando en el bienestar y la felicidad de los demás seres humanos. Por eso desde su más temprana juventud, en todos sus escritos y prédicas a favor de la independencia cubana trató de estimular y resaltar las cualidades y sentimientos más nobles y puros de las personas al igual que criticaba los rasgos egoístas e individualistas que pudieran afectar los objetivos colectivos y los asuntos de interés común para la Patria. Sacrificó toda su vida y fue siempre ejemplo de su pueblo con su conducta y humildad insuperables. Pero ¿cuándo y en qué circunstancias nuestro Apóstol dijo esa frase que tanto nos gusta a los cubanos y que ahora hemos utilizado como título de nuestro artículo?

Luego de su estancia en Cuba desde enero hasta agosto de 1890 cuando fue expulsado de la Isla por sus actividades revolucionarias contra España, el General Antonio Maceo decidió aprovechar una convocatoria sobre arrendamiento de tierras por parte del Gobierno de Costa Rica para viajar a dicho país en 1891 donde tras firmar un contrato con dicho Gobierno en el Palacio Nacional de San José, en mayo de ese mismo año, se estableció allí con un grupo de cubanos entre los que se encontraban José Maceo, Flor Crombet, Agustín Cebreco y otros patriotas en la zona de Nicoya, en la costa del Pacífico, ya que según documentos confidenciales localizados en el Fondo de Ultramar del Archivo Histórico Nacional de Madrid, el Gobierno español presionó y evitó que se pudiera establecer en la parte atlántica, como era su deseo de acuerdo a sus planes independentistas por estar más cerca de las costas cubanas.

En el mencionado país no hizo más que conspirar a favor de la causa cubana aunque es justo señalar que debido a su trabajo y dedicación junto al resto de los demás cubanos convirtió aquel territorio casi desértico en una próspera colonia agrícola. Allí residió desde 1891 hasta el año 1895 cuando por orientaciones de José Martí salió rumbo a Cuba en una expedición bajo el mando de Flor Crombet en compañía de su hermano José y veinte patriotas más.

Luego de la fundación del Partido Revolucionario Cubano, el 10 de abril de 1892, Martí en su condición de Delegado comenzó a coordinar con los generales Máximo Gómez y Antonio Maceo los nuevos planes conspirativos para organizar e iniciar en nombre del Partido la tercera y última guerra por la independencia, ya que sabía perfectamente que sin ellos dos como líderes o jefes militares sería imposible la Revolución.

En cumplimiento de sus objetivos viajó a República Dominicana en 1892, donde se reunió con Máximo Gómez y le ofreció en nombre del PRC el cargo de Jefe del Ejército Libertador. Luego de coordinar detalladamente sus planes y puesto de acuerdo con el Generalísimo viajó en 1893 a Costa Rica donde se reunió varias veces a finales de junio y principios de julio con Antonio Maceo y otros patriotas cubanos que residían en ese país. Fue en esa ocasión cuando le ofreció a Antonio Maceo, en su nombre y el de Máximo Gómez, la organización de una gran expedición que bajo su mando debía salir de ese país rumbo a Cuba.

Luego de ese primer encuentro de Martí con Maceo en Costa Rica se intensificaron los contactos y comunicaciones entre ambos con el objetivo de preparar los planes revolucionarios para independizar a Cuba de España. Por esas razones, en 1894 volverían a encontrarse en el hermano país centroamericano para seguir organizando los planes patrióticos y dar los toques finales de la expedición que debía salir de ese territorio conducida por el Titán de Bronce, aunque posteriormente partió bajo el mando de Flor Crombet como ya indicamos anteriormente.

Los encuentros entre Maceo y Martí, sostenidos en Costa Rica en junio y julio de 1893, contribuyeron a un mayor estrechamiento y comprensión entre ambos dirigentes sobre los planes revolucionarios e independentistas que juntos preparaban en coordinación con Máximo Gómez. Prueba de la intimidad de esos vínculos, son dos cartas del Apóstol dirigidas desde el territorio norteamericano al protagonista principal de la Protesta de Baraguá, fechadas ambas el 15 de diciembre de 1893.

En las dos misivas se pueden apreciar el amor, la confianza, simpatía y fe del Héroe de Dos Ríos en Antonio Maceo. Pero en una de ellas, la más extensa, se puede corroborar en sumo grado esa afinidad y también su admiración y tristeza por la muerte de la madre de los Maceo, la heroína Mariana Grajales. Es precisamente en dicha carta donde Martí menciona la frase que encabeza nuestro trabajo.

"Key West, 15 de diciembre, 1893

Sr. General Antonio Maceo

General y amigo:

Mi silencio no le habrá extrañado. He vivido, desde que nos vimos, en una entrevista continua con Vd. De la visita que le hice me traje una de las más puras emociones de mi vida. "¡Por supuesto, me dije después de verlo, que Cuba puede ser libre,— y ser feliz después de ser libre!" Las manos las he tenido ocupadas desde entonces en una labor bestial y sin descanso,—en atender, de una tierra en otra, a lo grande y a lo pequeño,—en ir levantando, hombre por hombre, todo este edificio. A Vd., acá en mi corazón, escribirle era ofenderle. Vd. debe ver de allá mi agonía, mi responsabilidad, la imposibilidad absoluta de valerse de medianeros, la cura de almas incesante que permitió la acumulación de estas fuerzas.

Esto es lo que estoy escribiendo entre un mitin y otro. Vengo de tres días de esfuerzo angustioso en Tampa, para ponerle un poco más de harina al pan; y aquí estoy, como a la callada, haciendo lo mismo y confirmando detalles con Roloff y Serafín, pero de modo que nada de cuanto haga dé idea de la proximidad en que están nuestras cosas, si todos queremos que estén próximas. Cuba las espera, con el gobierno encima, y una agitación sorda y ya extrema. Yo de aquí puedo hacer lo que dijimos y lo tuve listo y anunciado para el caso de que, contra lo avisado a la Isla para evitar engaños y contra la orden local mía expresa, hubiese cundido—aunque nuestra tierra está ya muy astuta para eso—el alzamiento mandado hacer con una orden falsa mía, y la cual sólo supo engañar a Esquerra que anda por el campo, resuelto a no entregarse, con unos pocos hombres.

Pero esta trama, cuyo objeto era justificar en Cuba las persecuciones, provocar alzamiento incompleto y debilitar las emigraciones con un segundo aparente fracaso,—si bien no pudo tener ese éxito afuera ni adentro,—ha producido, por la sangre que ya corrió, las prisiones de primera hora, y la de Moncada y la disimulada de Carrillo, aún libres, un malestar que sería imperdonable mantener cuando tenemos allegados los medios, modestos y bastantes, de ponerle fin. El gobierno cree que vamos, y sólo aguarda a la evidencia más cercana para segarnos allá el país: y nosotros, con la rapidez que no se espera de nosotros, sin aparato de invasión, deslizándonos sencillamente de donde mismo estábamos, podemos ir antes de que el enemigo nos espere, y caiga sobre la buena gente revolucionaria. No tenemos más que ajustar los detalles, de modo de ahorrar tiempo. Ahora sólo estas líneas le puedo poner, y la seguridad de que, lo que yo haya de hacer, ni con ligereza ni con demora será hecho. Yo no trabajo por mi fama, puesto que toda la del mundo cabe en un grano de maíz, ni por bien alguno de esta vida triste, que no tiene ya para mí satisfacción mayor que el salir de ella: trabajo para poner en vías de felicidad a los hombres que hoy viven sin ella. No espere, pues, de mí,—harto lo sabe Vd.,—precipitación alguna, ni el crimen de azuzar y comprometer, por salvar la honrilla de la tentativa,—sobre que, con hombre del juicio de Vd., eso sería pueril e inútil. Este hombre, lo ama y lo conoce, y no faltaría así al respeto que merece su vida. Su María no se ha equivocado.

Y de su gran pena de ahora ¿no ve que no le he querido hablar? Su madre ha muerto. En Patria digo lo que me sacó del corazón la noticia de su muerte: lo escribí en el ferrocarril, viniendo de agenciar el modo de que le demos algún día libre sepultura, ya que no pudo morir en su tierra libre: ése, ese oficio continuo por la idea que ella amó, es el mejor homenaje a su memoria. Vi a la anciana dos veces, y me acarició y miró como a hijo, y la recordaré con amor toda mi vida.

Aquí tiene que cesar su,

José Martí"

miércoles, 2 de agosto de 2006

Novedosa Página Web Sobre José Martí.

Recientemente se ha creado una nueva página sobre el Héroe Nacional de Cuba, José Martí, que analiza un tema novedoso en su ideario: las ideas sobre la República.

Miami, Florida. (AmbosMedios) Agosto 2, 2006. -- "Las ideas republicanas de José Martí" es el título de la nueva página sobre el Héroe Nacional de Cuba que puede ser localizada en la siguiente dirección: http://www.josemarti.info/

Tal y como indica su autor en la presentación, esta página se estructura en torno a la primera edición digital del libro (Antología) "José Martí y la República. Selección de Textos", donde se exponen las principales ideas de este cubano ilustre acerca de cómo quería que se estructurase la República que se instauraría en Cuba una vez lograda la independencia política de España a fines del siglo XIX.

El tema que se aborda es novedoso dentro de la bibliografía martiana, así como la forma en que se ha organizado el contenido del pensamiento martiano. Todo ello se puede comprobar en la sección "Contenido del Libro" donde se reproduce todo el libro, capítulo por capítulo, además de la introducción, una breve reseña biográfica y un anexo con varias obras del político cubano.

La página tiene otros contenidos que aportan un valor añadido al tema central, y entre los que cabe destacar los siguientes:

• Foros. Existen dos foros de discusión a elección de los participantes.
• Se ha creado, bajo el título de Iconografía Martiana, un álbum fotográfico bastante representativo.
• En la sección de Descargas se pueden obtener diversos textos martianos en formato PDF.
• En Escritos Martianos se pueden leer varios textos martianos.
• En Glosario se agrupa diverso contenido acerca de personas relacionadas con Martí, lugares geográficos, aforismos, términos usados por él, etc.
• Bajo el título de Otras Secciones se pueden encontrar otros recursos como Buscadores, enlaces a otras páginas web, un Calendario Martiano con las fechas más significativas relacionadas con Martí, trabajos de otros autores sobre Martí, Noticias Internacionales actualizadas al minuto, una sala de Chat, Otros Trabajos relacionados de alguna manera con el Héroe Nacional Cubano, etc.

Hay enlaces a otros recursos interesantes tanto internos como externos, posibilidad de enviar mensajes al administrador, además de otros recursos. La página se actualiza casi diariamente y los visitantes tienen la opción de recibir por correo electrónico las últimas novedades de la página.

En general se trata de una buena página que analiza un tema de gran importancia del pensamiento martiano y que ofrece otros contenidos relacionados con el Héroe Nacional Cubano.