jueves, 14 de diciembre de 2006

José Martí y el Socialismo (*)

© Ángel Luis Martínez Acosta

Han sido innumerables los intentos velados o manifiestos de algunos intelectuales cubanos y extranjeros de presentar el pensamiento martiano como cercano a la ideología marxista. Este enfoque ha seguido varias tendencias y argumentaciones.

El punto de partida de esta práctica es la aceptación del planteamiento leninista de que: “La doctrina de Marx es omnipotente porque es verdadera. Es completa y armónica, y brinda a los hombres una concepción integral del mundo...(1) Esta afirmación es uno de los axiomas más importantes del marxismo-leninismo y es el principal fundamento teórico de la denominada objetividad y cientificidad de esta ideología. A partir de este presupuesto cualquier otra teoría que intente ofrecer respuestas a los innumerables campos de investigación es calificada de no científica.

Aceptado este axioma los comunistas cubanos se encontraron con un gran problema que pudiera ser expresado de la siguiente manera. Si Martí es el más genial y universal de los cubanos; si, además, vivió precisamente en la época de gestación del marxismo; y si su pensamiento puede considerarse como actual por la fuerza de sus conclusiones al punto de haber servido como inspiración de la revolución del 59 tal y como afirmara Fidel. Entonces, ¿cómo es posible que no evolucionara hacia la doctrina de Marx?

No es mi intención analizar aquí todas y cada una de las respuestas, ante todo, porque considero que el problema principal no está precisamente en las respuestas. En mi criterio la cuestión esencial radica en la propia formulación de la pregunta.

El “argumento” de mayor fuerza a favor de esta hipótesis es el que hace hincapié en las constantes afirmaciones de Martí de simpatía hacia la clase obrera, en las denuncias de sus condiciones de vida y de trabajo así como la crítica constante que hizo a la explotación a la que era sometida por los dueños del capital. Frases tales como que “un mundo amasado por los trabajadores se nos echa encima”, y otras de similar naturaleza, han sido utilizadas como “prueba” de la evolución del pensamiento martiano hacia el marxismo.

Esta tendencia a “apuntar” un pretendido acercamiento de Martí a las posiciones del marxismo está bastante extendida dentro de Cuba. La reiterada afirmación de Fidel de que la revolución cubana es el resultado de la fusión del pensamiento martiano y del pensamiento marxista es la que fijó el rumbo de las investigaciones hacia la demostración de esta afirmación.

Es bastante frecuente que en artículos, ponencias de eventos teóricos, trabajos de investigación, tesis de grado, etc., se encuentren afirmaciones como la siguiente: “Entre el socialismo y Martí había una distancia histórica: la de la Cuba colonial. Como conductor de una guerra que necesitaba el aporte de todos los factores sociales, Martí asumió, como tarea inmediata de su tiempo, la de unir a los sectores posibles de la sociedad cubana en la lucha independentista frente a España. Martí no fue un socialista por filiación, pero se hace necesario recalcar que Martí comprendió las razones vitales del socialismo." (2)

Este intento de presentar a un Martí -obligado por las circunstancias de la necesidad de unir a todos los cubanos para llevar a cabo la guerra de independencia- como conciliador de todos los intereses y corrientes opuestas, encuentra su expresión en el concepto de táctica revolucionaria. (3) De acuerdo con las interpretaciones de algunos autores marxistas la concepción estratégica martiana estaría orientada hacia posiciones cercanas al socialismo, pero estas mismas posiciones, en cuanto significaban el enfrentamiento entre obreros y capitalistas, tuvo que ser aplazada por la necesidad de unir a todos los cubanos en virtud de la guerra. Dicho de otro modo. Supuestamente en su concepción más general Martí simpatizaba con el socialismo pero las circunstancias de la lucha lo obligaron a no llevar a la prácticas estas ideas porque dividiría aún más a los cubanos. Y lo más triste de todo es que este falso argumento tiene desde hace mucho tiempo carta de ciudadanía entre intelectuales cubanos marxistas.

Otra línea de pensamiento, desarrollada fundamentalmente por marxistas soviéticos, es la de calificar a Martí como demócrata revolucionario. Hay que recordar que se definió así a los revolucionarios -fundamentalmente europeos del siglo XIX, y más específicamente a revolucionarios rusos- cuyo pensamiento seguía una lógica de evolución que encontraba su expresión de madurez en las posiciones del marxismo. De acuerdo con este razonamiento el pensamiento martiano, en el momento de su muerte, se hallaba en pleno proceso de madurez que tendía al marxismo.

Entre los “argumentos” que se utilizan para justificar esta conclusión se encuentran los contactos de Martí con socialistas españoles en la época de su primera deportación; en el hecho de haber sido electo como delegado a los congresos obreros durante su primera estancia en México; las declaradas posiciones a favor de los obreros ya mencionadas, así como la amistad que le unió a Carlos Baliño durante los años de la preparación de la guerra del 95 precisamente por la circunstancia de que Baliño fundara años después, junto a Julio Antonio Mella, el primer partido comunista de Cuba.

Hay otra consideración a tener en cuenta y es la pretendida “temprana muerte” de Martí a una edad (42 años) en que algunos autores dan por cierto que es cuando el hombre alcanza su plena madurez. De acuerdo con esta línea de pensamiento se argumenta que Martí no abrazó abiertamente, o no pudo llegar, a las posiciones del marxismo debido a que la muerte interrumpió un proceso de evolución que se manifestaba como lógico y natural hacia el socialismo.

Quienes hablan de esta supuesta evolución del pensamiento martiano hacia posiciones cercanas al marxismo pasan por alto varias cuestiones en mi criterio esenciales. En primer lugar, que el marxismo es sólo una de las respuestas del pensamiento socialista pero que en ningún caso ostenta la representación única. En segundo lugar, que la denominada cientificidad del marxismo es algo admitido sólo por los creadores y seguidores de esta doctrina. En tercer lugar, que la lucha en favor del progreso social y por el mejoramiento de las condiciones de vida de la humanidad no es algo privativo de los comunistas.

Si de calificativos se trata pienso que Martí era un librepensador que estaba mucho más cerca del liberalismo de mediados del siglo XIX, precisamente de aquel liberalismo en el que encontramos el elemento ético, de amor, de responsabilidad, de la posibilidad de cada individuo de desarrollar sus capacidades, que de las ideas del socialismo.

La relación entre obreros y capitalistas la enmarcó dentro de su doctrina de la conciliación tal y como afirmó en 1875 en la conferencia de filosofía en el Liceo Hidalgo, México, doctrina que se fundamenta en el amor y su papel en el desarrollo de los acontecimientos sociales. Pero va más allá.

En su razonamiento destaca la comprensión de que tanto el capitalista como el obrero son dos partes esenciales para la propia existencia del capitalismo y por esta razón señalaba la necesidad de aplicar fórmulas a través de las cuales tanto unos como otros se relacionaran en un marco de respeto y de consideración mutua. Se opone a las teorías socialistas de la época por su reclamo a favor del enfrentamiento social y por su aspiración a establecer un gobierno que se propugnaba como dictatorial.

Esta idea se inscribe también en su concepción de la política como capaz de cohesionar y poner de acuerdo a los varios factores de un pueblo heterogéneo por naturaleza. Martí se opuso a cualquier fórmula política que no reconociera el derecho de todos los ciudadanos a ejercer libremente sus derechos políticos tanto de asociación como de expresión pública de sus ideas. El ciudadano de un país libre -razonaba- debe participar activamente en la vida política utilizando, como única arma, el voto en las elecciones. La reflexión, el análisis, la búsqueda entre todos de soluciones que beneficien a la gran mayoría sin excluir a la minoría, son otros tantos métodos de quehacer democrático.

Esta libertad ciudadana no queda circunscrita sólo a la política sino que abarca todas las demás esferas de la vida social incluyendo a la económica. (4) Conocedor profundo de la esencia humana sabía perfectamente que existen diferencias en cuanto a la capacidad o habilidad para desarrollar un trabajo. De aquí que lejos de aceptar un igualitarismo abstracto y absurdo, propugnara la necesidad de crear condiciones suficientes para que cada persona pudiese desarrollar al máximo estas potencialidades. Critica a los pueblos que se conforman con un puesto remunerado o con un cargo de funcionario por cuanto limita la posibilidad de inventiva y de creación que son factores condicionantes para el progreso social.

Los problemas más importantes de carácter económico que existen hoy en Cuba son consecuencia, precisamente, de ese enfoque marxista de colocar todos los medios fundamentales de producción en manos del Estado y, como resultado, la aparición de un gran ejército de trabajadores sometidos a la voluntad y capricho de una nueva clase social, la de los funcionarios-dirigentes o también calificada como la “nomenklatura”. En estas condiciones los obreros pierden la posibilidad de desarrollar su iniciativa y de trabajar de manera independiente. Es el Estado quien rige cuánto tiempo y cómo se debe trabajar y es también quien reparte entre los más “dóciles” los bienes de consumo que no pueden ser adquiridos por otra vía.

Todo queda en manos de estos funcionarios del Estado quienes tienen control absoluto sobre la vida y la poca hacienda de los ciudadanos. “De ser siervo de sí mismo, pasaría el hombre a ser siervo del Estado. De ser esclavo de los capitalistas, como se llama ahora, iría a ser esclavo de los funcionarios. Esclavo es todo aquel que trabaja para otro que tiene dominio sobre él; y en ese sistema socialista dominaría la comunidad al hombre, que a la comunidad entregaría todo su trabajo.!" (5)

Creo que el análisis de Martí resulta concluyente y definitorio para determinar las verdaderas causas del estado de desastre que hoy Cuba es como nación en todos los sectores de la sociedad. A la luz de estas palabras problemas tales como el bloqueo (embargo) económico, escasez de materias primas, bajadas de los precios internacionales del azúcar, y otros de corte similar pasan a segundo plano en la búsqueda de lo esencial y definitorio. Porque la causa de todos los males se encuentran en la naturaleza misma del sistema político implantado en Cuba.

Relación de Notas:

  • (*) Fragmento (modificado) del Capítulo 3 del libro “José Martí y la República. Selección de Textos”, del mismo autor.
  • (1) V.I. Lenin. “Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo”.
  • (2) Even Fontaine Ortiz, Matías Chapeaux, Pedro Suárez. “Martí: breve ensayo político.” Anuario del Centro de Estudios Martianos. No. 5. La Habana, 1982. Página 293. Ya en Julio Antonio Mella, fundador del primer partido comunista de Cuba en 1925, hay un llamado a analizar la obra martiana desde la perspectiva antiimperialista y a favor de la clase obrera en su trabajo “Glosando a José Martí.” En los años 40 el economista cubano Antonio Martínez Bello llegó a calificarlo abiertamente de socialista. Y esta línea fue seguida por Enrique Roig de Leuchering quien en su obra “José Martí y la República”, al citar el artículo que escribiese Martí sobre la muerte de Carlos Marx, sólo reprodujo los párrafos donde Martí elogia a Marx obviando las críticas.
  • (3) Similar recurso ha sido utilizado para explicar el concepto martiano de “con todos y para el bien de todos.”
  • (4) En este sentido son bastantes elocuentes las críticas que realizó al proyecto de estado socialista en los dos trabajos en que analiza la obra de Herbert Spencer “La Futura Esclavitud” y que se reproducen íntegramente en este mismo capítulo a partir de la página 109.
  • (5) Artículo sobre “La futura esclavitud”, de Herbert Spencer. En “La América.”Nueva York, abril de 1884. Tomo 15. Páginas 388 a 392

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