miércoles, 31 de enero de 2007

Panamá será sede el encuentro José Martí y el pensamiento de unidad latinoamericana.

Fecha Publicación: 01/31/2007 12:00:00 a.m.

Resumen: Del 3 al 5 de Julio de 2007 en la Universidad de Panamá, se reunirán un selecto grupo de investigadores de América latina y Norte América.

El objetivo de este encuentro denominado Jóse Martí y el pensamiento d eUnidad Latinoamericana" es dicutir e intrecambiar opiniones sobre el futuro de la región y sus proyectos de unidad asi lo dió a conocer el Secretario General de la Universidad de Panamá Miguel¨Ángel Candanedo.

El programa de actividades se ha dividido en las siguientes mesas de trabajo y conferencias: Alternativas de desarrollo, neoliberalismo y el ALBA, Las luchas ideologicas y los medios d ecomunicación, las crisis de hegemonía, migraciones y los movimientos sociales de Estados Unidos, entre otros temas de interés.

La sede del encuentro será en la Universidad de Panamá, laparticipación está abierta a todo el público y las inscripciones se abrirán en el mes de junio.

martes, 30 de enero de 2007

Video: La Bailarina Española.

Este trabajo muestra bellas imágenes del baile flamenco con versos del luchador por la independencia Jose Marti para las que se le hizo un arreglo musical con aires andaluces. Los versos son recitados y cantados por la cubana Annia Linares, consagrada artista e intérprete con mas de tres décadas de vida artística. Ganadora por siete años consecutivos del premio Opina de popularidad de Cuba entre todas las cantantes, así como otros premios nacionales.

Es en uno de sus Versos Sencillos que José Martí recrea el espectáculo de la bailarina, La mítica Bella Otero, describiendo con elegante maestría los movimientos de la bailarina , y en una forma gráfica marca la secuencia de sus giros y vueltas.

El poema lo escribió tras haber visto, hacia 1890 a la talentosa bailarina, de extraordinaria belleza, en el Eden Musée de la calle 23, en New York.

Al inicio del video aparece la casa natal de José Martí.

Cintio Vitier y Fina García Marruz comparten el amor por Martí.

Por: Danay Galletti Hernández y Mario Cremata Ferrán, estudiantes de Periodismo
Correo: digital@jrebelde.cip.cu


30 de enero de 2007 00:00:00 GMT
Foto: Jannet Figueredo

Evocaciones de dos martianos de corazón que como el Apóstol, creen que el amor es un acto.

Cintio Vitier y Fina García MarruzEran poco más de las 11:00 de la mañana. El ajetreo, algo inusual para un fin de semana en el Centro de Estudios Martianos, revelaba que la cita con dos de los intelectuales más consagrados al estudio de la obra del Maestro se acercaba.

Cintio Vitier y Fina García Marruz desempolvarían los recuerdos para trasladarnos a ese mundo apasionante de historias y anécdotas martianas que pocos como ellos saben contar.

Resulta difícil imaginar que tras esas memorias de exquisita frescura se proyecte la imagen de dos octogenarios, incansables defensores del ideario de José Martí.

Él con su bastón siempre lustroso, mirada encendida y andar pausado. La dama que lo acompañaba con una fina sonrisa; tan frágil como las mariposas pero de temperamento sereno y espíritu dinámico.

—¿Cuál sería el primer paso para acercarse al estudio del Apóstol?

—Para entender a Martí lo primero es probarlo, sentir su sabor. El sabor del mejor y más completo literato y político que ha dado nuestra patria. Fina y yo nos adentramos profundamente en su obra en los años como investigadores de la Biblioteca Nacional. Es nuestro primer antiimperialista y sin embargo admiró a los grandes hombres de Norteamérica, nos dice Cintio.

Ambos coincidieron en que Martí fue el único hombre en la historia que organizó una guerra sin odios: «Amaba a España, sus padres eran canarios; estaba en contra del mal gobierno español. Solo lo sintió cuando fusilaron a los ocho estudiantes de Medicina, pero supo controlarlo. Fue más bien una indignación natural ante la injusticia. Él lo dijo una vez: “el odio es una reacción; el amor es un acto”.

«El organizador revolucionario nace en el Presidio Modelo. En ese lugar comprendió que era una utopía construir con odio una Revolución triunfante. Pensaba que nuestra batalla era por la justicia y no por la venganza. Con sus discursos convirtió en amigo al peor de los enemigos».

Las memorias atesoradas por más de medio siglo guiaron sus palabras de homenaje al Maestro, convertidas también en ejemplo para las nuevas generaciones que descubren en los textos martianos su más completa bibliografía.

«En los apuntes, impresiones, borradores de poemas y cartas, se esboza su vida íntima y curiosidad intelectual. Actualmente este rico legado está al alcance de todos en los volúmenes 21 y 22 de sus Obras Completas».

Fina recomendó la lectura de las cartas a María Mantilla, los diarios, los Versos Sencillos —que casi todos son autobiográficos—, y La Edad de Oro a los más jóvenes, «porque él quiso llegar de forma sincera y llana a los niños. Martí es un encuentro personal, un descubrimiento íntimo; deben descubrir a su propio Martí...».

Tampoco faltaron las anécdotas personales en aquella ancha y fresca galería de la casona del Vedado, que otrora ocuparan el hijo del Maestro y su esposa: «Martí creía en el mejoramiento humano: el hombre es esencialmente bueno y siempre es posible salvarlo. Por esa convicción los tabaqueros de Tampa lo llamaron Apóstol».

Cintio: «En cierta ocasión le comenté a Fidel que sin el tabaco la Revolución no podía continuar. Él, que por esos días intentaba dejarlo, me miró confundido y entre risas le dije: Martí era un hombre muy inteligente pero sin dinero, fueron los tabaqueros los que con sus modestos salarios ayudaron al héroe a reiniciar la lucha por la independencia».

—¿Quién consideran ustedes que haya logrado la más objetiva y abarcadora valoración de José Martí?

—Indudablemente se trata de Jorge Mañach. Martí el Apóstol es la más emocionante, emocionada y de mejor estilo. Ese libro tiene documentos inéditos que le entregó su amigo José Francisco, hijo de Martí. A mi juicio es imprescindible su reedición, explica Cintio.

Quizá sin proponérselo, les vino el recuerdo del viejo compañero de Orígenes José Lezama Lima y su primera revista, Verso. Después, el del entrañable Eliseo Diego, quien enamoró a Bella, la hermana de Fina recientemente fallecida.

Evocaron además al poeta peruano César Vallejo, al que no dudaron en calificar como el más grande de América, aunque «creo que compite con Neruda, pero si les interesa la poesía no dejen de leerlo», sentenció Cintio.

Ante la interrogante de cuándo despertó su interés por la poesía, confesó que fue después de leer la segunda Antología Poética de Juan Ramón Jiménez, allá por la década del 30. «La poesía busca la belleza y la belleza es la prefiguración de la justicia».

Entonces rememoró aquella otra frase del escritor español, que a pesar de los años transcurridos no olvida, y quizá ha sido ella misma su más poderosa arma como intelectual: «la poesía de José Martí es inmanentemente antiimperialista».

Cintio confesó sentirse un poco abrumado por tantos reconocimientos: «Pienso que me muestro a mí mismo como el ser virtuoso que no soy; mi final es poesía y es Revolución».

Fue en ese clima informal, como ellos lo prefieren, que el tiempo se escurrió sin apenas notarlo. Fina sonrió, dijo adiós, tomó a su esposo de la mano y ambos desaparecieron por el corredor.

lunes, 29 de enero de 2007

Rinden en Vigo, España, homenaje a José Martí.

Madrid, 29 ene (PL) Un emotivo homenaje rindieron hoy en Vigo al Héroe Nacional de Cuba José Martí por "el 154 aniversario del natalicio del hombre cuyas ideas inspiraron a Fidel Castro a terminar su obra libertadora".

La Asociación de Amistad Gallego-Cubana "Francisco Villamil" organizó la actividad que se desarrolló frente al busto de Martí que se encuentra en la ciudad de Vigo y donde fue depositada una ofrenda floral.

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Recuerdan natalicio del pensador José Martí.

29 de enero de 2007
El Siglo de Durango
Por: Por Lizzette Delhumeau G.

Homenaje a MartiEl poeta, pensador y libertador cubano José Martí, fue objeto ayer por la mañana de un homenaje en conmemoración del 154 aniversario de su natalicio, precisamente en donde hace poco más de un mes fue colocado su busto, sobre el bulevar de la Juventud frente a un conocido centro comercial, en donde se dieron cita varios personas vinculadas con la cultura.

Minutos después de las 11:00 horas dio inicio la ceremonia convocada por el Instituto Municipal del Arte y la Cultura (IMAC), en coordinación con el Círculo Cultural José Martí, integrado por estudiosos de la vida y obra del mencionado personaje.

Corín Martínez Herrera, titular del IMAC para dar inicio al evento ofreció un mensaje en el que destacó: “todos los presentes nos sumamos a este homenaje que es realizado con la intención de recordar a ese gran personaje de pensamiento y lucha que fue José Martí”.

Puntualizó además que espera poder seguir realizando este tipo de actividades a lo largo del último año que le resta a la presente administración, y comentó que es por eso que la semana pasada también se ofreció un sincero homenaje a la cantante local Fanny Anitua, en su monumento.

Posteriormente, se le cedió la palabra a Everardo Ramírez Puentes, presidente actual de la Sociedad de Escritores de Durango (SED) y miembro del Círculo Cultural José Martí, quien dio a conocer una breve pero sustanciosa semblanza de lo que significa la figura del homenajeado debido a su aportación a la humanidad, a quien calificó como el pensador de Latinoamérica.

HERENCIA

“Martí nos dejó una vasta herencia, donde la libertad se funda con el conocimiento y donde el idealismo puro puede definir la altitud moral de las generaciones”, afirmó.

Ramírez Puentes subrayó también que el cubano soportó la incomprensión e incluso el exilio y la muerte, para ofrecer libertad a su tierra, y añadió: “José Martí fue en vida político, escritor, pedagogo, diplomático, periodista y un gran orador”.

Acto seguido, Corín Martínez Herrera, Everardo Ramírez Puentes, José de la O Holguín, presidente de la Unión de Cronistas Municipales de Durango y el escultor local Guillermo Salazar González realizaron la guardia de honor después de colocar debajo del busto de Martí, un par de coronas de flores.

Cabe destacar que se encontraban entre el público asistente, el columnista Miguel Ángel Granados Chapa y su esposa, quienes fueron invitados a formar parte de la mencionada guardia de honor.

Para concluir con el acto, Ramírez Puentes intervino únicamente para destacar la presencia del periodista Granados Chapa en el lugar (quien hace algunos días ofreció una entrevista exclusiva para El Siglo de Durango), y enfatizó: “es un honor tener como invitado a este gran maestro en este evento, lo cual me parece que debe quedar plasmado en los medios de información”.

Ficha técnica

  • Evento: Homenaje al poeta y pensador cubano José Martí

  • Motivo: Celebración del 154 aniversario del natalicio del destacado cubano.

  • Lugar: monumento al célebre personaje ubicado en Bulevar de la Juventud, frente a un conocido centro comercial.

  • Fecha: ayer.

  • Cita: 11:00 horas.

  • Destacado: la presencia del periodista con reconocimiento a nivel nacional Miguel Ángel Granados Chapa.

  • Asistentes: personas interesados en la cultura y en la vida y obra del homenajeado.

  • Convocó: IMAC y Círculo Cultural José Martí.

Encabeza Julen ceremonia del natalicio de José Martí.

Lunes 29 de Enero de 2007

VERACRUZ/ EL DICTAMEN
El presidente municipal de Veracruz encabezó la ceremonia por el CLIV aniversario del nacimiento del poeta cubano José Martí. Los ediles y cuerpo diplomático de Cuba acreditado en México depositaron una ofrenda floral en la estatua del libertador.
A las 9 de la nueve de la mañana inició la ceremonia que se realizó en la calle que lleva su nombre. La regidora Primera, Martha Leyva Rojas fue la encargada de resumir la vida y obra del cubano.

Recordó que José Martí nació en la Habana, Cuba el 28 de enero de 1853. A los 16 años por sus ideas revolucionarias fue condenado a seis años de prisión. Con la salud quebrantada, fue indultado y confinado en la isla de Pinos para luego ser deportado a España.

En la Universidad de Zaragoza terminó sus estudios en Derecho y Filosofía y Letras. Años más tarde. Después de vivir en Francia, se trasladó a México donde se casó con Carmen Zayas Bazán, y en 1877 fue a Guatemala, donde enseñó por un tiempo en la Universidad Nacional.

Volvió a Cuba en 1878 pero fue desterrado nuevamente en 1879 por sus continuas actividades revolucionarias. Se trasladó a Estados Unidos de Norteamérica, donde vivió entre 1881 y 1895. En Nueva York, ejerció el periodismo y fundó en 1892 el Partido Revolucionario Cubano, del que fue elegido delegado para la organización de la lucha independentista. Fue ese año cuando fundó su diario "Patria".

En 1895 en la isla de Santo Domingo redactó el Manifiesto de Montecristi, en el que predicó la guerra sin odio, y que firmó con Máximo General Gómez y Báez, el héroe de la independencia cubana. Desembarcó con éste en Playitas, en el este de Cuba, donde murió un mes más tarde, el 19 de mayo de 1895, durante una escaramuza con tropas españoles en Dos Ríos.

Juan Jesús Socorro Macedo, cónsul de Cuba en Veracruz, expresó que la obra de José Martí es vigente en toda América.

Posterior al acto, los ediles se trasladaron a la escuela Secundaria "José Martí", donde también depositaron una ofrenda floral.

Asistieron los regidores Martha Leyva, Marco Antonio Núñez López, Noé López Meza, Ismael Farias Landa y Víctor Mendoza.

El crecimiento espiritual de José Martí.

Por Lydia Esther Ochoa Peña

Holguín. Cuba.-El hombre que creyó en el mejoramiento humano, en la vida futura y en la utilidad de la virtud, José Martí, nació el 28 de Enero de 1853. Cuando niño se estremeció al ver a un esclavo muerto en el monte por la crueldad del amo, y juró lavar con su sangre el crimen, al tiempo que crecía espiritualmente.

También creció al sentir en sus tobillos el grillete de presidiario siendo apenas un adolescente, el mismo adolescente que había escrito antes el poema dramático Abdala cuando tenía 15 años de edad. El héroe de la obra exclama en los últimos instante de su vida como una premonición ¡Oh, qué dulce es morir cuando se muere/ Luchando audaz por defender la patria!

José Martí describió los horrores de la cárcel en El Presidio Político en Cuba, que fue publicado en España, donde se encontraba desterrado después de su confinamiento... "Era el 5 de abril de 1870.

Meses hacía que había yo cumplido diez y siete años". El inicio del relato es impactante: "el dolor del presidio es el más rudo, el más devastador de los dolores, el que mata la inteligencia, y seca el alma, y deja en ella huellas que no se borrarán jamás".

Ciertamente le dejó hondas huellas pero lejos de matar la inteligencia de Martí determinó el rumbo de su vida, su consagración a la Patria, el crecimiento espiritual del hombre. Aunque en las canteras de San Lázaro junto a los demás presidiarios realizó trabajos forzados, tuvo la entereza de dedicarle a su progenitora Doña Leonor Pérez la hermosa poesía "Mi madre".

"Mírame, madre, y por tu amor/ no llores: Si esclavo de mi edad y mis/doctrinas./ Tu mártir corazón llené de espinas,/ Piensa que nacen entre/espinas flores". Fue escrita el 28 de agosto de 1870, cuando Martí tenía 17 años de edad.

Con la madre también dialoga en Yugo y Estrella, poesía perteneciente a Versos Libres, obra escrita en 1882. El camino que seguirá José Martí se vislumbra en los versos finales: "Dame el yugo, oh mi madre, de manera/Que puesto en él de pie, luzca en mi frente/ Mejor la estrella que ilumina y mata". Para entonces el crecimiento espiritual del cubano llega a dimensiones enaltecedoras.

Aunque consagra toda su energía y talento a la libertad de la Patria, Doña Leonor no se aparta de su existencia y días antes de su desembarco en Cuba, junto a Máximo Gómez, para convertirse en un soldado más de la Guerra Necesaria, organizada y preparada por el propio Martí, el 25 de marzo de 1895, escribió una carta a la madre, fechada en Montecristi, Santo Domingo.

En la carta le confiesa que siempre está pensando en ella y aunque: "usted se duele, en la cólera de su amor, del sacrificio de mi vida", éste es expresión de sus enseñanzas. "El deber de un hombre está allí donde es más útil. Pero conmigo va siempre, en mi creciente y necesaria agonía, el recuerdo de mi madre".

Es que Martí no puede separar ambos amores, el que siente por la Patria y el que siente por la Madre y siempre trató de hacerle comprender a Doña Leonor la necesidad de su lucha. La carta finaliza con unas frases que definen la grandeza espiritual del hombre que al morir no tuvo miedo y se hizo maestro para hacerse creador: "jamás saldrá de mí corazón obra sin piedad y sin limpieza. La bendición".

Radio Angulo Digital/Domingo 28/01/07

La amante de José Martí.

Posted on Sun, Jan. 28, 2007
CARLOS RIPOLL

Martí no era ''un bailarín de virtud'', como le confesó a un amigo, sino un hombre que conocía ''todos los dolores, todos los engaños, todas las razones de dudas, todas las inquietudes y los tormentos todos de los hombres''. Lo ejemplar en Martí es donde fue eminente: el patriota, el Apóstol, el escritor. Martí es uno de esos personajes cuya altura da relieve a su vida amorosa: lo único extraordinario en ella fue su amistad con la García Granados, la invención de un poeta: la ''Niña de Guatemala'' no murió de amor.

El trajín amoroso de Martí fue común: un rosario de mujeres breves en la juventud, alguna llamarada, la boda, el fracaso, la amante. Ni Carmen Zayas Bazán era mujer para Martí, ni Martí para ella. Carmen se enamoró del genio, pero el genio de Martí no estaba hecho para lo que ella quería. Martí, por su parte, se enamoró de la gracia de la camagüeyana, y hasta quizás de su alcurnia, pero al patriota no le interesaron esos valores. Durante un tiempo el hijo mantuvo el matrimonio unido. Lo que rompió la tregua fue el cansancio de Carmen de vivir en el extranjero, y la resistencia de Martí a volver a Cuba mientras no fuera libre. ``Allí toda bofetada me sonaría en la cara''.

Los que no gustan de Carmen, dicen que lo abandonó en 1885, pero no es cierto, la mujer y el hijo habían ido a Cuba en ''temporada de patria''. Martí andaba sin empleo desde el año anterior. Al quedarse solo se mudó a la casa de huéspedes de Carmita Miyares Mantilla, viuda desde hacía poco. Cinco años mayor que él, así encontró un padre para sus hijos huérfanos, el mayor aprendiz de bribón; y Martí el hogar que nunca había tenido, aunque con más de chimenea y jardín que de lecho y dormitorio.

Pasó el tiempo. Martí se quejaba: ''Carmen se detiene por ver si con su alejamiento me fuerza a ir a Cuba, y donde detiene a mi hijo''. En Nueva York empezaron las murmuraciones: dijo un testigo de la época: ''Era a la sazón comidilla y tema obligado en la intimidad de las familias cubanas los amores de Martí''. Le encubrían la relación los amigos; los enemigos se la censuraban. Era entonces el adulterio una mancha en el amante, un pecado mayor en la mujer y un bochorno para la familia, y un delito.

Martí vivió en la casa de Carmita hasta que en 1895 se fue a la guerra de Cuba. En 1891 tuvo la visita de la mujer y el hijo, pero a los dos meses, escondidos de Martí, regresaron a La Habana: debió llegarle a Carmen el rumor de aquella relación y descubrir sus huellas en los Versos sencillos, que se iban a publicar: ``Yo visitaré anhelante / Los rincones donde a solas / Estuvimos yo y mi amante / Retozando con las olas''.

El testimonio más vivo de los amores de Martí y Carmita lo dejó Fermín Valdés Domínguez, desde la infancia amigo de Martí, aunque no siempre digno de crédito; escribió en su Diario de soldado: ``No permito que nadie quiera manchar la vida pura y casta y limpia de Martí diciendo que por una querida abandonó a su esposa. La esposa egoísta y vil fue la que llevó al hogar el veneno la que le arrebató a su hijo, y cuando él se quedó solo y enfermo y pobre no tuvo más consuelo que aquella santa que tuvo para él todos los cariños, que fue su madre y su hermana. No fue pues Carmita, una querida, fue un ángel que Dios puso en su camino para sostener y dar vida a aquel genio que sin ella no hubiera podido vivir''.

Muerto el héroe creció la conspiración del silencio, más por la calumnia de que Martí era el padre de la hija menor de Carmita. Cuanto podía revelar el secreto fue destruido. Por disposición de Martí habían ido a manos de ella sus papeles. Sólo se salvó una frase amorosa: en carta recién descubierta en los Archivos Militares de España, le decía al despedirse: ''Para usted toda la vida de quien no lo olvida un momento''. Camino a Cuba le había escrito Martí a una de las hijas de Carmita, que lo adoraban: ``Quiere mucho a tu madre, que no he conocido en este mundo mujer mejor. No puedo, ni podré nunca, pensar en ella sin conmoverme, y ver más clara y hermosa la vida''.

Más que como un simple trato sexual, la amistad amorosa puede entenderse como hija de la gratitud y del infortunio, si se tiene en cuenta un verso de Martí como pensando en ella: ``No sepas, ay no sepas / Que no aplacas mi sed, pero tu seno / Es sólo de ampararme digno''.

Argentinos y cubanos rinden tributo a José Martí.

Buenos Aires, 27 ene (PL) Argentinos y cubanos rindieron hoy en esta capital un emotivo tributo al Héroe Nacional de Cuba, José Martí, en ocasión del 154 aniversario de su natalicio.


Miembros del Movimiento de Solidaridad con la isla, cubanos residentes aquí y de la embajada de La Habana en Buenos Aires depositaron una ofrenda floral ante el monumento erigido en honor al prócer independentista en el llamado Paseo de los Poetas.

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Uruguayos y ecuatorianos evocan a José Martí.

La Habana, 27 ene (AIN) José Martí continúa siendo una figura universal y su pensamiento está más vigente que nunca, lo cual demuestran los actos en su homenaje que tienen lugar en varios países, entre estos, en Uruguay y Ecuador.

Reunidos en la capital uruguaya, dirigentes e integrantes de organizaciones políticas, sociales, culturales y de solidaridad con Cuba en la nación sudamericana destacaron la vida y obra del Maestro, y luego depositaron ofrendas florales en un busto del patriota.

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José Martí, el revolucionario.

Por Pedro Pablo Rodríguez

Cuando le sorprendió la muerte en combate, el 19 de mayo de 1895, José Martí andaba por uno de los momentos más decisivos de su vida, quizás el más decisivo.

Llevaba cinco semanas y media en su país natal, donde había comenzado la lucha armada contra el colonialismo español, y desplegaba por entonces una intensa actividad para reunir una convención de representantes de las fuerzas patrióticas que diera forma a la conducción del proceso bélico.

Como expresa en la carta que nunca llegó a manos de su amigo mexicano Manuel Mercado, porque su caída le impidió terminarla, el político cubano estaba en la plena madurez de su liderazgo y tenía muy bien diseñados los grandes propósitos de su obra política: impedir a tiempo, con la independencia de Cuba, que los Estados Unidos se extendieran por las Antillas y cayeran con esa fuerza más sobre nuestras tierras de América.

En la misiva es categórico: "Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso." Y en ella aclara también por qué en los documentos del Partido Revolucionario Cubano fundado y dirigido por él desde 1892, y hasta en sus abundantes textos públicos acerca del problema cubano, no había sido explícito en señalar esos objetivos, aunque el conocedor de sus escritos sabe que en más de uno habló del papel relevante de las Antillas libres frente al hegemonismo de la naciente potencia del Norte.

Así, dice a Mercado: "En silencio ha tenido que ser y como indirectamente, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas. Y de proclamarse en lo que son, levantarían dificultades demasiado recias para alcanzar sobre ellas el fin."

El proyecto

A lo largo de su vida, perseverantemente, Martí había insistido en la necesidad de asumir con originalidad, con espíritu propio y creador, la comprensión de los problemas de la que llamó nuestra América desde su juventud.

Con un profundo sentido de la autoctonía, que nunca tradujo en rechazo absoluto a lo ajeno sino en adecuación de aquel a lo propio, el cubano comprendió que las repúblicas criollas habían fracasado por aplicar modelos políticos, sociales y económicos surgidos de otras realidades y por echar a un lado a las clases populares. Las viejas oligarquías coloniales se reacomodaron tras las independencias, y hasta en la época contemporánea a Martí ya se observaba en los grupos liberales que encabezaban gobiernos esa tendencia a comulgar con los antiguos intereses terratenientes.

Se crearon sociedades espurias que, bajo nuevas envolturas republicanas, guardaban y aumentaban las divisiones polarizadas de antaño. Había que cambiar el espíritu, no meramente la forma, diría Martí, y hacer causa común con los oprimidos. Repúblicas verdaderamente populares con los indios, los negros y los campesinos, era su planteo. Y Cuba, junto a Puerto Rico, resultaba el primer peldaño de esa amplia revolución social.

Urgidas de salir de España y requeridas de evitar su dominio por Estados Unidos, las Antillas españolas eran para Martí el terreno propicio para fundar la república nueva, con todos y para el bien de todos; de paz, trabajo y dignidad.

Sería la cubana, en su opinión, una república de unidad para evitar el nuevo dominio que avizoraba; pero sin que bajo tal criterio se ocultase el mantenimiento de una soberbia casta dominadora, siempre dispuesta a defender sus privilegios, bien bajo la sombrilla del dominio español, bien bajo la protección de la dependencia del yanqui.

Tal república de justicia social elemental contribuiría entonces decisivamente a reforzar el camino de la colaboración inteligente entre los pueblos antillanos y aportaría su caudal a la acción acertada de las naciones latinoamericanas en su conjunto.

Esa América nueva que se iría construyendo paso a paso, con pasión y cuidado de artista, podría equilibrar el poderío estadounidense en el continente y ayudaría así también a sopesar a las diversas potencias.

Era un proyecto revolucionario de hondos vuelos. Era una descomunal pelea contra las líneas que iban diseñando su tiempo histórico: se trataba de subvertir el rumbo que estaban imponiendo ya los poderes imperialistas nacientes.

Tal proyecto declaradamente antimperialista, que evitaría a los mismos Estados Unidos convertirse en la Roma americana y que salvaría sus tradiciones democráticas, requería de cuidado sumo y de discreción grande en su implementación. Por eso la estrategia martiana, la del soñador visionario, era de un practicismo y tacto propios de quien afincaba muy bien los pies sobre la tierra.

Era la estrategia de los pasos escalonados, ceñidos a sus propósitos inmediatos, para ir creando sólidas bases a los avances siguientes. Para expulsar a España de Cuba había que acudir a las armas, pues la metrópoli no ofrecía salida negociada alguna. Para la guerra necesaria había que actuar con unidad, y por eso se creó el Partido Revolucionario Cubano allí donde le era posible su actuación visible: en la emigración. Desatada la contienda, había que organizar su conducción aprovechando las enseñanzas y los errores de la primera guerra.

Ahí, en ese paso, se interrumpió a causa de su muerte la dirección martiana del proceso histórico liberador para Cuba y el continente.

Por el bien mayor del hombre

Revolucionario total y pleno fue Martí, cuyas aspiraciones liberadoras sintetizó una vez en la siguiente frase: "Desatar a América y desuncir al hombre." Su verdadero y raigal humanismo le hizo escribir en el Manifiesto de Montecristi -el documento en que el Partido explica por su voz y la firma conjunta con el general en jefe, Máximo Gómez, para qué era la guerra de Cuba- que los cubanos volvían a las armas, en primer lugar, por el bien mayor del hombre.

Sabio hermanamiento de la ética y la política, cuando esta cada vez más se apartaba de aquella y era controlada por intereses mercantiles y el afán de ganancia. Dignificación de la política, como el arte de unir a los hombres por el bien común, como él mismo dijo alguna vez.

Lo local se insertaba así en el movimiento universal, no para impulsarlo más aún por el camino de injusticias y dominaciones por el que andaba, sino para inclinarlo en otro sentido de decoro y armonías.

Revolucionario pleno con la pluma, con el pensamiento y con sus actos fue José Martí, quien insistió en que los tiempos nuevos requerían también de una nueva escritura, apropiada a ellos. Por eso empujó a la lengua española hacia nuevos caminos y su original estilo -compendio y elaboración al mismo tiempo- fue reconocido como absolutamente novedoso por sus mismos contemporáneos.
Un radical, porque fue a la raíz; eso fue José Martí.

Destacan en París personalidad de José Martí.

París, 26 ene.- Catedráticos franceses destacaron este viernes la personalidad multifacética del Héroe Nacional de Cuba, José Martí, durante un coloquio realizado en la capital francesa.

Informó Radio Habana Cuba que en ocasión del aniversario 154 del natalicio del Apóstol de la independencia cubana, intelectuales de Francia, Venezuela, Guadalupe y España intercambiaron criterios sobre la obra de Martí.

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El imprescindible José Martí (I parte)

26 de Enero, 2007
Por: Rolando López del Amo

Cubarte.- Decía el dramaturgo alemán Bertolt Brecht que había quienes luchaban un año o varios años, y eran buenos; pero había los que luchaban toda la vida y esos eran los imprescindibles. A esta categoría última pertenece José Martí.

Nacido en La Habana el 28 de Enero de 1853, de padre valenciano y madre canaria, tuvo en el poeta y pedagogo Rafael María de Mendive, su ejemplo y guía de patriotismo y amor a la cultura que nos hace libres.

Cuando el Presidente Abraham Lincoln fue asesinado, Martí fue uno de los adolescentes habaneros que portó señal de luto en honor del leñador que se atrevió a talar el estigma de la esclavitud en los Estados Unidos de América. Ya antes, al ver a un esclavo colgando de una horca improvisada, el niño Martí se había jurado lavar con su sangre ese crimen.

Cuando el 10 de Octubre de 1868 Carlos Manuel de Céspedes, Padre de la Patria, proclamó la independencia de Cuba y dio libertad a sus esclavos, el joven Martí saludó el inicio de la epopeya con un soneto que concluía diciendo: “¡Rompe Cuba el dogal que la oprimía / y altiva y libre yergue su cabeza¡” Poco después sería condenado a presidio y trabajos forzados en una cantera.

A los 17 años de su vida se convertía en el prisionero 113 de la primera brigada. Angustiosas gestiones de sus padres lograron trocar esta condena por una deportación que lo llevó a España. De un eslabón de hierro de su cadena de presidiario la madre mandó hacer un anillo en el que se grabó la palabra Cuba. Esta singular prenda la portaría Martí hasta el fin de su vida.

En España publicó “El presidio político en Cuba”, patética denuncia de los horrores vividos en las prisiones coloniales. En esas páginas recuerda a sus compañeros de infortunio: el anciano Nicolás del Castillo, de 76 años; el niño negro Lino Figueredo, de 12 años, muerto allí de maltratos y viruela; Juan de Dios, el pobre anciano negro, idiota, de un centenar de años, muerto a golpes de palo. Ramón Rodríguez Álvarez, de 14 años, y su compañero Tomás, de once, prestándose socorro hasta caer en tierra, para siempre, aniquilados por la fatiga y los castigos. Dante no estuvo en presidio –escribe Martí, “si hubiera sentido desplomarse sobre su cerebro las bóvedas oscuras de aquel tormento...hubiera desistido de pintar el infierno. Las hubiera copiado y lo hubiera pintado mejor”.

También en España publicaría su artículo “La República española ante la revolución cubana”, en el que demandaba a los republicanos triunfantes que reconocieran el derecho de Cuba a ser libre. “Cuba quiere ser libre – escribe Martí- Y como los pueblos de la América del Sur la lograron de los gobiernos reaccionarios, y España la logró de los franceses, e Italia de Austria, y México de la ambición napoleónica, y los Estados Unidos de Inglaterra, y todos los pueblos la han logrado de sus opresores, Cuba, por ley de su voluntad irrevocable, por ley de necesidad histórica, ha de lograr su independencia”.

En Madrid escribiría también Martí un sentido poema en honor de ocho estudiantes de medicina habaneros fusilados el 27 de Noviembre de 1871, tras una falsa acusación cuya mendacidad sería reconocida públicamente años después. Concluidos sus estudios de Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad de Zaragoza, Martí viaja a México, vía Francia, a reunirse con su familia que se había instalado en ese país. Es un joven de 22 años. La estancia en México le abrirá la puerta al conocimiento directo de la América continental donde indios y mestizos son la mayoría de la población. Arrastrando males corporales que no le abandonarían jamás, encontró en el periodismo cauce apropiado para sus energías de desterrado.

En México comenzó a perfilar su visión americana mayor

A la estancia en México le siguió otra en Guatemala, donde a su condición de escritor añadió la de maestro, desempeñándose como profesor en la escuela Normal y en la Universidad.

Terminada en 1878 la primera guerra de independencia cubana sin lograr la victoria, Martí, ya casado y padre, vuelve a Cuba, pero vinculado siempre al movimiento independentista, Pronto es detenido y deportado a España, condenado a la prisión africana de Ceuta. Ya en España, la pena es conmutada y logra escapar a Francia para trasladarse esta vez a Nueva York, donde forma parte, y hasta llega a presidirlo, del comité revolucionario cubano que apoya un nuevo intento de lucha armada por la independencia encabezado por el general Calixto García, héroe de la guerra anterior. Fracasado el intento en apenas un año, Martí decide trasladarse a Venezuela y permanece varios meses en Caracas, donde trabaja como periodista y funda “La Revista Venezolana”.

De Venezuela Martí decide regresar a Nueva York. Allí residirá durante catorce años, completará su visión del mundo y continuará su obra patriótica que culminará con la fundación del periódico “Patria” y del Partido Revolucionario Cubano, el partido único de los independentistas cubanos, forjador de la unidad y organizador de la última guerra de independencia contra la dominación colonial La nueva guerra, continuadora de aquella del 68, y tan necesaria como inevitable, pues las autoridades coloniales preferían que Cuba, de no ser española fuera norteamericana, pero nunca independiente, se reanudaría el 24 de Febrero de 1895.

Como General en Jefe del Ejército Libertador, previa consulta con los viejos combatientes del 68, se había seleccionado al dominicano Máximo Gómez, héroe de múltiples hazañas militares y jefe probado. En la carta en la que Martí le propone a Gómez que acepte esta tarea de organizar el ejército que conquiste la independencia le ofrece, como única recompensa, el placer del sacrificio y la ingratitud probable de los hombres. De Cabo Haitiano saldrían hacia los campos de batalla en Cuba, Martí y Gómez, alcanzando las costas de Playitas en un pequeño bote de remos y con unos escasos acompañantes.

La guerra que se iniciaba, según circular firmada por Martí y Gómez, debía ser sinceramente generosa, libre de todo acto de violencia innecesaria contra personas y propiedades, y de toda demostración de odio al español. Todos los actos y palabras de esta –decía la circular- deben ir inspirados en el pensamiento de dar al español la confianza de que podrá vivir tranquilo en Cuba, después de la paz.

Así se preparaba el camino para una República sin despotismo y sin castas mediante un esfuerzo desinteresado y heroico dirigido por un partido que sabía que lo que un grupo ambiciona, cae; pero lo que un pueblo quiere, perdura.
Apenas un mes más tarde de su llegada a Cuba, el 19 de Mayo, el Delegado del Partido Revolucionario Cubano, que así denominó Martí el más alto cargo de dirección de la organización política que creara, moría en combate en los campos de batalla. Tenía entonces 42 años.

¿Qué hace que la figura de Martí haya influido tan decisivamente en la vida cubana durante un siglo y sea para su pueblo el apóstol, el maestro, el héroe nacional? ¿Qué lo convierte hoy, no sólo en figura histórica, sino en un contemporáneo para América y el mundo?

Para los cubanos, Martí es el gran forjador de la unidad nacional, expresión misma de la nacionalidad cubana, símbolo de la identidad; ejemplo de patriota y hombre público, de revolucionario cabal; es el escritor admirado; es el visionario que previó el porvenir y dejó consejos, advertencias y enseñanzas que alzan al ser humano hasta su mayor altura. Es símbolo de lucha y sacrificio para que lo mejor del hombre venza a la fiera que también habita en él, y pueda el espíritu amanecer, radiante, en medio de los mundos. Es el hombre nuevo capaz de morir en la cruz todos los días por el bien del prójimo.

En tremenda batalla de ideas tuvo que derrotar al integrismo colonialista, al neocolonialismo autonomista y al anexionismo que anhelaba un nuevo integrismo con otra metrópolis, trocar amos. El defendió que Cuba debía ser libre de España y de los Estados Unidos. El confirmó el rumbo hacia la independencia plena que habían preconizado en el primer cuarto de siglo los grandes precursores: el presbítero Félix Varela, renovador del pensamiento y la enseñanza, y el poeta José María Heredia, iniciador del romanticismo en lengua española, impresionante cantor del Niágara y del Teocali de Cholula. El resumió las luchas de casi un siglo de sus compatriotas y les dio la continuidad necesaria. El unió al exilio con el país, a la generación nueva con la de los fundadores, a los hombres de empresa y los de oficio, al campo y la ciudad, a los trabajadores todos, al hombre y la mujer, al negro y al blanco, a todos los que eran capaces de amar y fundar.

El afirmó que cubano era más que blanco, que mulato, que negro, porque hombre era más que negro, mulato o blanco. El dijo que combatiendo por la libertad habían caído juntos los blancos y los negros y sus almas, abrazadas como hermanos, habían subido juntas a los cielos.

El exaltó a los trabajadores, rurales y urbanos, como los tabaqueros de Tampa y Cayo Hueso que constituían las células más abnegadas y enérgicas del Partido revolucionario Cubano. “Como trabajo. Amo a los que trabajan”, decía.

El expresó siempre su amor por los pobres de la tierra, con quienes decidió echar su suerte. El recordó que “las campañas de los pueblos son débiles cuando en ellas no se alista el corazón de la mujer, pero cuando la mujer se estremece y ayuda...la obra es invencible”. El dijo que su oficio era hermanar y que la República futura debía ser justa y abierta, una en el territorio, en el derecho, en el trabajo y en la cordialidad, levantada con todos y para el bien de todos y su ley primera el respeto a la dignidad plena del hombre.

Para Martí la política es el arte de ir levantando hasta la justicia la humanidad injusta. “¿No es lícito – se preguntaba- procurar, conservando en su plenitud los estímulos y el arbitrio propio del hombre, un estado donde distribuyendo equitativamente los productos naturales de la asociación, puedan los hombres que trabajan vivir con descanso y decoro de su labor?” “Nada es tan justo como la democracia puesta en acción.”

“Cada cual –consideraba Martí- se ha de poner en la obra del mundo a lo que tiene más cerca, no porque lo suyo sea, por ser suyo, superior a lo ajeno, y más fino o virtuoso, sino porque el influjo del hombre se ejerce mejor, y más naturalmente, en aquello que conoce, y de donde le viene inmediata pena o gusto: y ese repartimiento de la labor humana, y no más, es el verdadero e inexpugnable concepto de la patria. Levantando a la vez las partes todas, mejor, y al fin quedará en alto todo: y no es manera de alzar el conjunto el negarse a ir alzando una de las partes. Patria es humanidad, es aquella porción de la humanidad que vemos más de cerca, y en que nos tocó nacer”.

Fuente: CUBARTE

El imprescindible José Martí (II parte)

27 de Enero, 2007
Por: Rolando López del Amo

Cubarte.- Para Martí, pues, el cumplimiento de su deber de hombre, de su deber para con la humanidad, comienza por la tierra natal, por la patria.”La patria se levanta sobre los hombros unidos de todos sus hijos. No se tiene derecho al aislamiento: se tiene el deber de ser útil”.

Pero Martí tenía su patria grande a la que llamó Nuestra América, y que era una sola, desde el Río Bravo, en el norte, hasta la Patagonia, en el sur. Confesaba que su anhelo era poner alma a alma y mano a mano, a los pueblos de esa América. Cuba era parte de ella, de la América que con el padre Hidalgo, con San Martín y con Bolívar, por sólo recordar a estos tres grandes fundadores, tuvo certificado de nacimiento en una epopeya que sigue conmoviéndonos.

México, Guatemala, Venezuela, Belice, Honduras, Costa Rica, Panamá, Jamaica, Haití, Santo Domingo, conocieron de la presencia física de Martí. Uruguay, Argentina y Paraguay le confiaron su representación consular en Nueva York y Uruguay, además, la de su representante en la primera conferencia monetaria internacional americana celebrada en Washington, de la que fue redactor de la declaración final. Sus crónicas y artículos se publicaban en los principales diarios y revistas del continente.

“De América soy hijo y a ella me debo”, afirmó. Y para los niños de Nuestra América escribió y publicó en Nueva York, la revista “La Edad de Oro”, en cuyos sólo cuatro números trató de mostrar a sus lectores cómo se vivía en América, y en las demás tierras, antes y entonces, y ponía al alcance de los niños, que “son la esperanza del mundo”, lo mejor de la literatura y la información actualizada del saber científico y técnico y la palabra necesaria para ser mejores seres humanos y les pedía que se reunieran una vez por semana para ver a quien podían hacerle una obra de bien todos juntos. Para enseñar deleitando, como pedían los sabios del Renacimiento, se hacía la revista, para sembrar, con cada artículo una flor de amor.

La vocación latinoamericana de Martí se expresa también en el Partido Revolucionario Cubano que funda no sólo para luchar por la independencia de Cuba, sino por la de Puerto Rico, para que las Antillas libres fueran salvaguarda de la independencia latinoamericana y contribuyeran así al equilibrio del mundo. Pues “las Antillas, que dan hijos brillantes, serán tierras gloriosas. Ya las veremos resplandecer como las griegas”, pronosticaba.

“Es cubano todo americano de Nuestra América”, escribía. Y creía, como Bolívar, en la posibilidad de un destino común para nuestras tierras.” Surgirá en el porvenir de la América, aunque no lo divisen todavía los ojos débiles, la nación latina, ya no conquistadora como Roma, sino hospitalaria”.

Nuestra América debía unirse tan fuertemente como la plata en las raíces de los Andes para enfrentar el desafío inevitable de la otra América. Para que la América latina echara a andar bien, decía, era imprescindible que echara a andar el indio.”¿No se ve cómo del mismo golpe que paralizó al indio, se paralizó a América?” Y las soluciones a sus problemas debía buscarlas, no en la copia del extranjero, no con recetas foráneas, sino en el conocimiento profundo de la historia y la realidad propias, No es que se cierren los ojos al mundo y se viva tonto y arrogante como aldeano vanidoso, pero tampoco del calco de lo que no corresponde a lo necesario. La solución que ofrece es esta:”

Injértese en nuestras repúblicas el mundo, pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas”. El gobernante en nuestras tierras debe ser un creador. Cuanto hombre u obra de mérito aparecía en nuestras repúblicas, contaba con la exaltación fervorosa y fraternal de Martí. Sirvió a nuestros pueblos con fidelidad y pasión.Hombre que no conoció el reposo, creía que ser culto era el único modo de ser libre. Su amor por el saber y su concepción de la vida como obra de bien, iluminaron su paso por el mundo.

Conocedor de los fundamentos del latín y el griego clásicos, diestro en lenguas europeas modernas, traductor del inglés y del francés, idiomas en los que escribía sus artículos, además del castellano, se interesó por los hombres de todas las latitudes para hallar la esencia de la especie dentro de la diversidad geográfica, lingüística, religiosa, cultural.

Estudió el pensamiento filosófico universal, fuera europeo, americano, asiático. Incursionó en la filosofía védica, en las enseñanzas budistas, en el pensamiento de Emerson. Estaba al tanto de lo que se publicaba en América y Europa, de lo que podía llegar a un hombre del occidente del planeta. Su sed de conocimientos era insaciable. “Sobre la tierra no hay más que un poder definitivo: la inteligencia humana”, pensaba.

Sintió afecto especial por Francia, desde el Víctor Hugo que marcó su adolescencia, hasta los poetas que le fueron contemporáneos y que influyeron formalmente en su estilo con el que inició en lengua española, según el crítico literario dominicano Henríquez Ureña, la corriente modernista, con su libro de versos “Ismaelillo”, dedicado a su pequeño hijo y escrito en Venezuela en 1881.Sin embargo, es en la prosa donde más está la expresión nueva que tanto admiró, y de la que se sintió deudor, el joven poeta nicaragüense Rubén Darío.

Martí nos dejó una novela, algunas obras menores de teatro, traducciones; pero su obra grande está en la poesía, en el ensayo, en el periodismo, en la oratoria, en su epistolario y en sus diarios, coleccionados en más de una veintena de volúmenes.

La educación era para él un derecho y un deber humanos.” Al venir a la tierra todo hombre tiene derecho a que se le eduque y después, en pago, contribuir a la educación de los demás”. La educación es también un permanente accionar. “La educación empieza con la vida y no acaba sino con la muerte”.” Una ciudad es culpable mientras toda ella no sea una escuela”, sentenciaba.

La educación debía convertir al hombre en resumen viviente de todo lo que lo ha antecedido para que pueda ser un hombre de su tiempo y de su pueblo. “La educación -decía- ha de dar los medios de resolver los problemas que la vida ha de presentar. Los grandes problemas humanos son: la conservación de la existencia.- y el logro de los medios de hacerla grata y pacífica”.Preconizaba que “estudiar las fuerzas de la naturaleza, y aprender a manejarlas, es la manera más derecha de resolver los problemas sociales”. “El hombre ignorante –añadía- no ha empezado a ser hombre”.

La poesía era para él un don muy especial, que sana y levanta.”Las manos de los poetas cierran las heridas que abre la ira de los hombres”.”De que los poetas sean oídos, y se acerquen y trabajen a la par, vendrá la paz humana”.Creía que la poesía era indispensable a los pueblos y que no era durable hasta que no fuera obra de todos, porque tan autores son de ella los que la hacen como los que la comprenden. Donde encontraba poesía mayor era “en los libros de ciencia, en la obra del mundo, en el orden del mundo, en el fondo del mar, en la verdad y música del árbol, y su fuerza y amores; en lo alto del cielo, con sus familias de estrellas.- y en la unidad del universo, que encierra tantas cosas diferentes, y es todo uno, y reposa en la luz de la noche del trabajo productivo de cada día.”

Su amor por la creación artística lo confiesa así: “Yo amo tenazmente el arte. Hoy tenía un peso y lo he gastado en tazas del Japón...He penetrado los misterios del color, he sorprendido en la obra de mármol los secretos del cincel; una obra bella es para mí una hermana; un golpe de color, para mí una revelación clarísima de los pensamientos e ideas que agitaban el alma del pintor. He sentido dentro de mi alma frotarse algo, en el Louvre, ante los medios tintes de Murillo...He hundido tímidamente el dedo en un lienzo del mexicano Rebull para convencerme de si aquel acerado azul era lienzo o nube”.

Pero la expresión más alta la encontraba en la música, “la más bella forma de lo bello”, porque “la música es el hombre escapado de sí mismo...es la armonía necesaria, anuncio de la armonía constante y venidera”. Aunque concluía que “poetas, músicos y pintores, son esencia igual en formas distintas” En definitiva “ arte es huir de lo mezquino y afirmarse en lo grande”. Estaba convencido que la cultura alcanzada por cualquiera era gracias a la patria que se la había dado y a la humanidad a quien heredamos.

Divulgador ferviente del conocimiento científico y técnico de su época, nos explicará, paso a paso, como se construyó el puente colgante de Brooklyn, y como se ensambló la estatua de la libertad que Francia, en el centenario de su revolución, le regaló a los Estados Unidos, o como se levantó, en ese mismo año del centenario, la torre Eiffel, para la exposición universal de París. A los niños les explicará el proceso industrial para hacer cubiertos de mesa y hablará de las razas de ganado y de los cultivos de cereales, de las locomotoras y máquinas de vapor, y de la electricidad y de todo lo que la capacidad creadora del hombre es capaz de hacer. Lo que no olvidará nunca son los principios éticos que deben regir todo el saber humano. Así, se pregunta, ¿Para qué, sino para poner paz entre los hombres, han de ser los adelantos de la ciencia?” Y dice que los libros han de servir para cerrar las heridas que las armas abren.

“Es hora ya –escribe- de que las fuerzas de construcción venzan en la colosal batalla humana a las fuerzas de destrucción. La guerra, que era antes el primero de los recursos, es ya hoy el último de ellos: mañana será un crimen”.
Su concepción sobre la identidad superior del ser humano podría resumirse en estas palabras suyas:” Razas, lenguas, historia, religiones, todo eso son vestiduras de quitaipón, debajo de las cuales surge, envolviéndolas y dominándolas, la esencial e invariable naturaleza humana”.

Su misión en el mundo la definió así: “A servir modestamente a los hombres me preparo; a andar con el libro al hombro, por los caminos de la vida nueva; a auxiliar, como soldado humilde, todo brioso y honrado propósito: y a morir de la mano de la libertad, pobre y fieramente”. He procurado, en insuficiente síntesis, intentar una mirada a la vida y pensamiento de José Martí a sabiendas de lo imposible del propósito, con la esperanza de que sirva como invitación a volver los ojos a obra que hoy resulta antecedente indispensable y visión de innegable valor contemporáneo en nuestro continente y el mundo.

De la intertextualidad me he valido como método expositivo, procurando que sus palabras pudieran llegar al lector sin cambios ni interpretaciones.
La profunda religiosidad ecuménicamente abarcadora y a la vez sintética de José Martí, que nos dice que el hombre es el universo unificado, se conjuga sin dificultad con su condición de patriota y revolucionario antiimperialista, de luchador por los derechos del hombre y la justicia social, por un mundo de prosperidad y fraternidad en el que terminadas las labores del día, los hombres no se distingan entre sí más que por el fuego en el corazón y el número de estrellas que lleven en la frente.

Su sentido de la vida rebasa al individuo aislado, porque el hombre es obra y parte de sus semejantes como ya lo había visto el griego Aristóteles.”La sociabilidad es una ley, y de ella nace esta otra hermosa de la concordia”.
La clave está en darse a los demás para multiplicarse en ellos, y trabajar juntos para ascender, al menos, un peldaño más en la luz de los tiempos, recordando que “sobre las manos enlazadas de los hombres se levanta el mundo.”
Fuente: CUBARTE

El imprescindible José Martí (II parte)

27 de Enero, 2007
Por: Rolando López del Amo

Cubarte.- Para Martí, pues, el cumplimiento de su deber de hombre, de su deber para con la humanidad, comienza por la tierra natal, por la patria.”La patria se levanta sobre los hombros unidos de todos sus hijos. No se tiene derecho al aislamiento: se tiene el deber de ser útil”.

Pero Martí tenía su patria grande a la que llamó Nuestra América, y que era una sola, desde el Río Bravo, en el norte, hasta la Patagonia, en el sur. Confesaba que su anhelo era poner alma a alma y mano a mano, a los pueblos de esa América. Cuba era parte de ella, de la América que con el padre Hidalgo, con San Martín y con Bolívar, por sólo recordar a estos tres grandes fundadores, tuvo certificado de nacimiento en una epopeya que sigue conmoviéndonos.

México, Guatemala, Venezuela, Belice, Honduras, Costa Rica, Panamá, Jamaica, Haití, Santo Domingo, conocieron de la presencia física de Martí. Uruguay, Argentina y Paraguay le confiaron su representación consular en Nueva York y Uruguay, además, la de su representante en la primera conferencia monetaria internacional americana celebrada en Washington, de la que fue redactor de la declaración final. Sus crónicas y artículos se publicaban en los principales diarios y revistas del continente.

“De América soy hijo y a ella me debo”, afirmó. Y para los niños de Nuestra América escribió y publicó en Nueva York, la revista “La Edad de Oro”, en cuyos sólo cuatro números trató de mostrar a sus lectores cómo se vivía en América, y en las demás tierras, antes y entonces, y ponía al alcance de los niños, que “son la esperanza del mundo”, lo mejor de la literatura y la información actualizada del saber científico y técnico y la palabra necesaria para ser mejores seres humanos y les pedía que se reunieran una vez por semana para ver a quien podían hacerle una obra de bien todos juntos. Para enseñar deleitando, como pedían los sabios del Renacimiento, se hacía la revista, para sembrar, con cada artículo una flor de amor.

La vocación latinoamericana de Martí se expresa también en el Partido Revolucionario Cubano que funda no sólo para luchar por la independencia de Cuba, sino por la de Puerto Rico, para que las Antillas libres fueran salvaguarda de la independencia latinoamericana y contribuyeran así al equilibrio del mundo. Pues “las Antillas, que dan hijos brillantes, serán tierras gloriosas. Ya las veremos resplandecer como las griegas”, pronosticaba.

“Es cubano todo americano de Nuestra América”, escribía. Y creía, como Bolívar, en la posibilidad de un destino común para nuestras tierras.” Surgirá en el porvenir de la América, aunque no lo divisen todavía los ojos débiles, la nación latina, ya no conquistadora como Roma, sino hospitalaria”.

Nuestra América debía unirse tan fuertemente como la plata en las raíces de los Andes para enfrentar el desafío inevitable de la otra América. Para que la América latina echara a andar bien, decía, era imprescindible que echara a andar el indio.”¿No se ve cómo del mismo golpe que paralizó al indio, se paralizó a América?” Y las soluciones a sus problemas debía buscarlas, no en la copia del extranjero, no con recetas foráneas, sino en el conocimiento profundo de la historia y la realidad propias, No es que se cierren los ojos al mundo y se viva tonto y arrogante como aldeano vanidoso, pero tampoco del calco de lo que no corresponde a lo necesario. La solución que ofrece es esta:”

Injértese en nuestras repúblicas el mundo, pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas”. El gobernante en nuestras tierras debe ser un creador. Cuanto hombre u obra de mérito aparecía en nuestras repúblicas, contaba con la exaltación fervorosa y fraternal de Martí. Sirvió a nuestros pueblos con fidelidad y pasión.Hombre que no conoció el reposo, creía que ser culto era el único modo de ser libre. Su amor por el saber y su concepción de la vida como obra de bien, iluminaron su paso por el mundo.

Conocedor de los fundamentos del latín y el griego clásicos, diestro en lenguas europeas modernas, traductor del inglés y del francés, idiomas en los que escribía sus artículos, además del castellano, se interesó por los hombres de todas las latitudes para hallar la esencia de la especie dentro de la diversidad geográfica, lingüística, religiosa, cultural.

Estudió el pensamiento filosófico universal, fuera europeo, americano, asiático. Incursionó en la filosofía védica, en las enseñanzas budistas, en el pensamiento de Emerson. Estaba al tanto de lo que se publicaba en América y Europa, de lo que podía llegar a un hombre del occidente del planeta. Su sed de conocimientos era insaciable. “Sobre la tierra no hay más que un poder definitivo: la inteligencia humana”, pensaba.

Sintió afecto especial por Francia, desde el Víctor Hugo que marcó su adolescencia, hasta los poetas que le fueron contemporáneos y que influyeron formalmente en su estilo con el que inició en lengua española, según el crítico literario dominicano Henríquez Ureña, la corriente modernista, con su libro de versos “Ismaelillo”, dedicado a su pequeño hijo y escrito en Venezuela en 1881.Sin embargo, es en la prosa donde más está la expresión nueva que tanto admiró, y de la que se sintió deudor, el joven poeta nicaragüense Rubén Darío.

Martí nos dejó una novela, algunas obras menores de teatro, traducciones; pero su obra grande está en la poesía, en el ensayo, en el periodismo, en la oratoria, en su epistolario y en sus diarios, coleccionados en más de una veintena de volúmenes.

La educación era para él un derecho y un deber humanos.” Al venir a la tierra todo hombre tiene derecho a que se le eduque y después, en pago, contribuir a la educación de los demás”. La educación es también un permanente accionar. “La educación empieza con la vida y no acaba sino con la muerte”.” Una ciudad es culpable mientras toda ella no sea una escuela”, sentenciaba.

La educación debía convertir al hombre en resumen viviente de todo lo que lo ha antecedido para que pueda ser un hombre de su tiempo y de su pueblo. “La educación -decía- ha de dar los medios de resolver los problemas que la vida ha de presentar. Los grandes problemas humanos son: la conservación de la existencia.- y el logro de los medios de hacerla grata y pacífica”.Preconizaba que “estudiar las fuerzas de la naturaleza, y aprender a manejarlas, es la manera más derecha de resolver los problemas sociales”. “El hombre ignorante –añadía- no ha empezado a ser hombre”.

La poesía era para él un don muy especial, que sana y levanta.”Las manos de los poetas cierran las heridas que abre la ira de los hombres”.”De que los poetas sean oídos, y se acerquen y trabajen a la par, vendrá la paz humana”.Creía que la poesía era indispensable a los pueblos y que no era durable hasta que no fuera obra de todos, porque tan autores son de ella los que la hacen como los que la comprenden. Donde encontraba poesía mayor era “en los libros de ciencia, en la obra del mundo, en el orden del mundo, en el fondo del mar, en la verdad y música del árbol, y su fuerza y amores; en lo alto del cielo, con sus familias de estrellas.- y en la unidad del universo, que encierra tantas cosas diferentes, y es todo uno, y reposa en la luz de la noche del trabajo productivo de cada día.”

Su amor por la creación artística lo confiesa así: “Yo amo tenazmente el arte. Hoy tenía un peso y lo he gastado en tazas del Japón...He penetrado los misterios del color, he sorprendido en la obra de mármol los secretos del cincel; una obra bella es para mí una hermana; un golpe de color, para mí una revelación clarísima de los pensamientos e ideas que agitaban el alma del pintor. He sentido dentro de mi alma frotarse algo, en el Louvre, ante los medios tintes de Murillo...He hundido tímidamente el dedo en un lienzo del mexicano Rebull para convencerme de si aquel acerado azul era lienzo o nube”.

Pero la expresión más alta la encontraba en la música, “la más bella forma de lo bello”, porque “la música es el hombre escapado de sí mismo...es la armonía necesaria, anuncio de la armonía constante y venidera”. Aunque concluía que “poetas, músicos y pintores, son esencia igual en formas distintas” En definitiva “ arte es huir de lo mezquino y afirmarse en lo grande”. Estaba convencido que la cultura alcanzada por cualquiera era gracias a la patria que se la había dado y a la humanidad a quien heredamos.

Divulgador ferviente del conocimiento científico y técnico de su época, nos explicará, paso a paso, como se construyó el puente colgante de Brooklyn, y como se ensambló la estatua de la libertad que Francia, en el centenario de su revolución, le regaló a los Estados Unidos, o como se levantó, en ese mismo año del centenario, la torre Eiffel, para la exposición universal de París. A los niños les explicará el proceso industrial para hacer cubiertos de mesa y hablará de las razas de ganado y de los cultivos de cereales, de las locomotoras y máquinas de vapor, y de la electricidad y de todo lo que la capacidad creadora del hombre es capaz de hacer. Lo que no olvidará nunca son los principios éticos que deben regir todo el saber humano. Así, se pregunta, ¿Para qué, sino para poner paz entre los hombres, han de ser los adelantos de la ciencia?” Y dice que los libros han de servir para cerrar las heridas que las armas abren.

“Es hora ya –escribe- de que las fuerzas de construcción venzan en la colosal batalla humana a las fuerzas de destrucción. La guerra, que era antes el primero de los recursos, es ya hoy el último de ellos: mañana será un crimen”.
Su concepción sobre la identidad superior del ser humano podría resumirse en estas palabras suyas:” Razas, lenguas, historia, religiones, todo eso son vestiduras de quitaipón, debajo de las cuales surge, envolviéndolas y dominándolas, la esencial e invariable naturaleza humana”.

Su misión en el mundo la definió así: “A servir modestamente a los hombres me preparo; a andar con el libro al hombro, por los caminos de la vida nueva; a auxiliar, como soldado humilde, todo brioso y honrado propósito: y a morir de la mano de la libertad, pobre y fieramente”. He procurado, en insuficiente síntesis, intentar una mirada a la vida y pensamiento de José Martí a sabiendas de lo imposible del propósito, con la esperanza de que sirva como invitación a volver los ojos a obra que hoy resulta antecedente indispensable y visión de innegable valor contemporáneo en nuestro continente y el mundo.

De la intertextualidad me he valido como método expositivo, procurando que sus palabras pudieran llegar al lector sin cambios ni interpretaciones.
La profunda religiosidad ecuménicamente abarcadora y a la vez sintética de José Martí, que nos dice que el hombre es el universo unificado, se conjuga sin dificultad con su condición de patriota y revolucionario antiimperialista, de luchador por los derechos del hombre y la justicia social, por un mundo de prosperidad y fraternidad en el que terminadas las labores del día, los hombres no se distingan entre sí más que por el fuego en el corazón y el número de estrellas que lleven en la frente.

Su sentido de la vida rebasa al individuo aislado, porque el hombre es obra y parte de sus semejantes como ya lo había visto el griego Aristóteles.”La sociabilidad es una ley, y de ella nace esta otra hermosa de la concordia”.
La clave está en darse a los demás para multiplicarse en ellos, y trabajar juntos para ascender, al menos, un peldaño más en la luz de los tiempos, recordando que “sobre las manos enlazadas de los hombres se levanta el mundo.”
Fuente: CUBARTE

domingo, 28 de enero de 2007

Desfile Escolar Martiano en Miami.

Diario Las Americas
Publicado el 01-27-2007

Desfile Escolar Martiano
Desfile Escolar Martiano - Foto Tony Joaquín

Como es costumbre, este viernes, se llevó a cabo la Parada Escolar Martiana de la Ciudad de Miami, por la Calle 8 y la Avenida 13, Miami, en dirección al Parque José Martí, en la Calle 4 y la avenida cuarta del propio suroeste de Miami.

Para continuar una tradición establecida en Cuba Republicana, el desfile rinde tributo al 154 aniversario del natalicio del Apóstol cubano (28 de enero de 1853) y presentar a las nuevas generaciones la trascendencia del legado Martiano.

Escolares públicos y privados desfilaron en este acto, así como bandas y grupos representativos, unidos a funcionarios públicos y representantes de diferentes instituciones cívicas, culturales y patrióticas.

En las fotos, arriba: Cuba y Martí, personalizados por Hazlin Torres y Emilio Vázquez, de las Escuelas Lincoln Martí. Debajo, la banda de la escuela Félix Varela.

Desfile Martiano
Banda de la escuela Félix Varela. - Foto Tony Joaquín

"Nace una Rosa Blanca"

"Nace una Rosa Blanca"

Autor: Cástulo Gregorisch


Nos nace una rosa blanca

un 28 de Enero,

es una flor de esperanza,

de sueños de libertad,

flor que no trae venganza,

flor de amor y de humildad,

de comprensión y bondad,

flor de justicia, flor de paz,

para con malos y buenos.



Trae con ella suave aroma

que a nuestra patria perfuma,

consigo nos trae la gloria,

trae espinas que no hincan,

trae pétalos que acarician,

trae un mensaje en su brisa

que limpia un viciado ambiente,

trae un nuevo renacer

de Pinar del Río a Oriente.



Rosa blanca, blanca rosa

que a Martí nos representa,

maestro en poema y prosa,

el de las grandes ideas,

soñador y gran patriota,

quien surge de un azul cielo

que en parir maravilloso,

como por obra de dioses,

nos pare este hombre bueno.



José Julián Martí Pérez,

maestro de los maestros,

constructor de bella gesta,

pensador y jardinero,

quien con amor y sin miedo

ofrendándose a la patria,

expuso a las balas pecho,

y en junio como en enero

cultivó una rosa blanca.

Cástulo Gregorisch
1/8/07

José Martí y el ideal republicano.

"... El respeto a la libertad y al pensamiento ajenos, aun del ente más infeliz, es en mí fanatismo: si muero, o me matan, será por eso." José Martí. (1)

En el 154 aniversario de su natalicio.

Ángel Luis Martínez Acosta (*)

Este 28 de enero recordamos el 154 aniversario del natalicio de José Martí, Héroe Nacional de la República de Cuba, en el contexto de un proceso de traspaso de poder de Fidel Castro hacia su hermano Raúl. Alrededor de este hecho se han generado muchas expectativas dentro y fuera de la isla. Tal parece que la pregunta que muchos analistas se han hecho durante años en el sentido de "¿qué pasará cuando Fidel desaparezca?", tendrá una respuesta en un breve plazo de tiempo.

Independientemente de los resultados de este cambio de manos de poder y del futuro rumbo político de Cuba, es bastante razonable pensar en la necesidad de cambios en el modo de gobernar así como en el contenido mismo de la política aplicada hasta el momento.

Si finalmente Raúl Castro logra mantenerse en el poder hay que tomar en consideración algunas realidades. Primero, no podrá gobernar del modo autocrático en que lo hizo su hermano porque no tiene su carisma en la relación con el pueblo, ni la "aureola" de líder del movimiento revolucionario inicial, ni el apoyo incondicional de un grupo de los llamados "dirigentes históricos". Segundo, porque una vez muerto Fidel el pueblo estará en libertad de romper esa especie de "pacto secreto" mediante el cual el gobernante cubano se mantuvo por más de 45 años en el poder más absoluto. A partir de ese momento el descontento acumulado, las frustraciones, desengaños y sobre todo la pésima situación socio-económica en que se encuentra el país, condicionarán el surgimiento de protestas sociales hasta ahora impensables. Tercero, por la presión que tanto la oposición interna como el exilio político ejercerán en favor de cambios en el país a lo que se unirán organismos internacionales, organizaciones no gubernamentales y una parte significativa de la opinión pública mundial. Cuarto, porque dejará de recibir poco a poco la ayuda económica que recibe en estos momentos de algunos países, dirigentes u organizaciones y fundamentalmente de Venezuela donde su presidente, el Sr. Chávez, actúa como el "heredero por excelencia" del ideario de Fidel y en estas condiciones no va a permitir rivalidad de ningún tipo en su delirio de una Venezuela líder del mundo subdesarrollado y de él como su máximo dirigente.

Este es, a mi juicio, un momento propicio para iniciar el rescate -si cabe el término- del ideario martiano de manos de quienes durante todos estos años lo han tergiversado y malinterpretado con el objetivo de justificar su permanencia en el poder y la aplicación de métodos de gobierno de corte totalitario.

En este sentido hay que destacar que existe un definido ideario republicano martiano, es decir, un sistema de ideas coherentes y sostenidas a lo largo de toda su vida en favor de un tipo de gobierno, de un tipo de gobernante, y de unos mecanismos y métodos de gestión estatal, que fuesen garantes de la más amplia democracia en favor de la mayoría del pueblo.

La guerra de independencia de 1895, concebida y preparada por él durante muchos años, sólo puede entenderse como "guerra republicana" -y no sólo "necesaria"-, es decir, de una guerra concebida con un profundo sentido republicano, como el medio a través del cual se obtendría la independencia política de España con el fin de instaurar una república democrática bajo el principio fundador de "con todos y para el bien de todos"; república que sería a su vez el medio por el cual se transformaría toda la estructura social así como la conciencia de los propios cubanos hasta lograr que Cuba pudiese erigirse como nación libre y soberana por propia voluntad y capacidad y ocupar el lugar que por derecho le correspondía en el contexto de los demás países.

Este principio fundador de su ideario ha sido groseramente tergiversado durante los últimos 45 años al menos en tres momentos. Primero, cuando se afirma que Martí fue el autor intelectual del asalto al cuartel Moncada. Un análisis detenido del pensamiento martiano nos demuestra que Fidel no sólo hizo todo lo contrario a lo que Martí señalaba, sino que en ese momento fueron Marx, Engels y Lenin -sobre todo la obra de este último "El Estado y La Revolución"- los verdaderos autores intelectuales de dicha acción. Segundo, cuando se afirma que el ideario martiano se funde con el ideario marxista-leninista. Esto, además de ser un contrasentido, es una manifestación de una supina ignorancia -cuando no traición- de la esencia del pensamiento político martiano. Tercero, al afirmarse que dicho principio se identifica con el concepto de dictadura del proletariado ya que no sólo son incompatibles sino que se manifiestan como antagónicos. Cuarto, al alentarse desde el gobierno de modo velado o directo a realizar investigaciones que de alguna manera "mostrasen" la filiación o simpatía de Martí por el socialismo.

No pueden pasarse por alto que los tres primeros aspectos antes señalados aparecen en el cuerpo de la Constitución de la República de 1976. Ya no se trata sólo de simples tergiversaciones o juego de palabras: a partir de ese momento son tergiversaciones "institucionalizadas" y quien se oponga o adopte una actitud crítica podrá ser perseguido y juzgado.

Martí no sólo fundamentó su ideal republicano en el concepto de una patria con todos y para todos, sin exclusiones de ningún tipo, sino que, consecuentemente, se opuso a toda forma de dictadura, tanto de "derecha" como de "izquierda". En este sentido señalaba: "... ¡Líbrenos el que libra, de los pueblos hemipléjicos, que sólo de un lado se desarrollan, y del otro quedan atáxicos! No hay pueblo en la tierra que tenga el monopolio de una virtud humana:- pero hay un estado político que tiene el monopolio de todas las virtudes:- la libertad ilustrada: no aquella libertad que es entendida por el predominio violento de la clase pobre vencida sobre la clase rica un tiempo vencedora -que ya se sabe esa es nueva y temible tiranía;-..." (2)

No puede olvidarse que la causa del enfrentamiento, en 1884, entre los máximos dirigentes de la revolución del 95 fue precisamente la oposición de Martí a los planes de Gómez y de Maceo de preparar la guerra de modo que el mando militar pudiese actuar de manera autónoma, sin el control del futuro gobierno, de modo que no se repitiesen los errores de la guerra del 68. En su conocida carta al General Máximo Gómez de 1884, a raíz de este enfrentamiento, afirma:

"... Pero hay algo que está por encima de toda la simpatía personal que Vd. pueda inspirarme, y hasta de toda razón de oportunidad aparente; y es mi determinación de no contribuir en un ápice, por amor ciego a una idea en que me está yendo la vida, a traer a mi tierra a un régimen de despotismo personal, que sería más vergonzoso y funesto que el despotismo político que ahora soporta, y más grave y difícil de desarraigar, porque vendría excusado por algunas virtudes, establecido por la idea encarnada en él, y legitimado por el triunfo". (3)

El análisis detallado de lo ocurrido en Cuba desde antes de 1959 demuestra, a mi juicio, que Fidel Castro sustituyó con su despotismo personal el despotismo político que imperaba en Cuba bajo el gobierno de Batista. Y como advirtiera Martí ese despotismo ha sido más grave y difícil de desarraigar. Cuba se convirtió poco a poco en un gran campamento militar con un comandante en jefe al frente y donde al pueblo se le otorgó como único gran derecho acatar y solicitar más órdenes. Premonitoriamente ya Martí, en la carta antes citada a Máximo Gómez, había destacado: "¡Un pueblo no se funda, General, como se manda un campamento;..."

Menos aún puede pretenderse la existencia de un acercamiento del pensamiento martiano a la ideología socialista en general y, muchísimo menos, al marxismo-leninismo en particular. En sus escritos se puede constatar que estudió con determinada profundidad el pensamiento socialista de su época hasta al punto de saber distinguir sus diferentes variantes. "Socialismo.- Lo primero que hay que saber es de qué clase de socialismo se trata, si de la Icaria cristiana de Cabet, o las visiones socráticas de Alcott, o el mutualismo de Prudhomme, el familisterio de Guisa, o el Colins-ismo de Bélgica, o el de los jóvenes hegelianos de Alemania:...” (4) Pero aún fue más allá en el estudio de las teorías sociales de su época según se desprende de las siguientes palabras: "... Nuestros jóvenes estudiantes deberían reunirse, y estudiar asiduamente en privado a más del francés, el inglés y el alemán. Vive hoy fuera de su tiempo el que no puede leer estas lenguas. Las malas traducciones barcelonesas de unas cuantas obras literarias e históricas, y uno que otro ensayo filosófico de autor madrileño, calcado generalmente sobre la traducción francesa de algún libro alemán, no bastan a darnos idea del cambio radical e imponente que en las postrimerías de este siglo está sufriendo en todos sus aspectos la vida universal. Sólo la entrada del mundo viejo en el cristianismo es comparable a esta entrada a que asistimos del mundo actual en el porvenir." (5)

Son innumerables las palabras y hechos de identificación de Martí con los trabajadores, con los humildes, con los pobres de la tierra, o el reconocimiento de que un mundo nuevo que se nos echa encima amasado por los trabajadores. Son conocidos sus contactos con dirigentes socialistas en España y México. Pero se olvida con demasiada frecuencia que reconocer la existencia de las injusticias sociales y luchar por el mejoramiento de las condiciones de vida de millones de personas no significa comulgar con las ideas socialistas y mucho menos con las ideas comunistas.

En el artículo que publicó en 1883 con motivo de la muerte de Carlos Marx deja esclarecida su posición: "Karl Marx ha muerto. Como se puso del lado de los débiles, merece honor. Pero no hace bien el que señala el daño, y arde en ansias generosas de ponerle remedio, sino el que enseña remedio blando al daño. Espanta la tarea de echar a los hombres sobre los hombres. Indigna el forzoso abestiamiento de unos hombres en provecho de otros. Mas se ha de hallar salida a la indignación, de modo que la bestia cese, sin que se desborde, y espante." (6)

Honra a Marx porque se puso al lado de los débiles y trató de mejorarlos, pero se distancia de él en cuanto a los métodos: "espanta", "indigna". En otro momento del mismo artículo señala: "... Karl Marx estudió los modos de asentar al mundo sobre nuevas bases, y despertó a los dormidos, y les enseñó el modo de echar a tierra los puntales rotos. Pero anduvo de prisa, y un tanto en la sombra, sin ver que no nacen viables, ni de seno de pueblo en la historia, ni de seno de mujer en el hogar, los hijos que no han tenido gestación natural y laboriosa."

La teoría comunista tiene como principio político el establecimiento de una "dictadura del proletariado", es decir, el predominio de una clase social o de un grupo. En este sentido destaca: "... nadie más que los siervos sienten la necesidad de ser señores; y como la gente trabajadora ha tenido tanto que sufrir del señorío de los que la emplean, le han entrado veleidades de déspota, y no se contenta con hermanarse con los que la han hecho penar, sino que, yendo más allá de toda razón, quiere ponerse encima de ellos, quiere sujetarlos a los términos que impedirían a los empleadores la misma dignidad y libertad humana que los empleados para sí reclaman.

Ahí está su debilidad, en su injusticia: y por esta vez al menos, ahí está su derrota.
" (7)

En mi criterio Martí define aquí el fracaso de la ejecutoria política del comunismo en el poder: la propia injusticia que representa el establecimiento de una dictadura conlleva lógicamente a su derrota. Es una criatura marcada para morir desde su propio nacimiento tal y como la historia se ha encargado de demostrar.

Martí también arremete contra el principio económico del comunismo: el dominio sobre los principales medios de producción del país. Una vez que el Estado tenga este control en detrimento de la gestión individual, señala Martí: "El hombre que quiere ahora que el Estado cuide de él para no tener que cuidar él de sí, tendría que trabajar entonces en la medida, por el tiempo y en la labor que plugiese al Estado asignarle, puesto que a éste, sobre quien caerían todos los deberes, se darían naturalmente todas las facultades necesarias para recabar los medios de cumplir aquéllos. De ser siervo de sí mismo, pasaría el hombre a ser siervo del Estado. De ser esclavo de los capitalistas, como se llama ahora, iría a ser esclavo de los funcionarios. Esclavo es todo aquel que trabaja para otro que tiene dominio sobre él; y en ese sistema socialista dominaría la comunidad al hombre, que a la comunidad entregaría todo su trabajo." (8)

Este control del Estado conlleva el surgimiento literal de un ejército de funcionarios (burócratas) que son los encargados de organizar, dirigir y controlar toda la actividad económica del país. Esta posibilidad no fue ajena a Martí: "Y como los funcionarios son seres humanos, y por tanto abusadores, soberbios y ambiciosos, y en esa organización tendrían gran poder, apoyados por todos los que aprovechasen o esperasen aprovechar de los abusos y por aquellas fuerzas viles que siempre compra entre los oprimidos el terror, prestigio o habilidad de los que mandan, este sistema de distribución oficial del trabajo común llegaría a sufrir en poco tiempo de los quebrantos, violencias, hurtos y tergiversaciones que el espíritu de individualidad, la autoridad y osadía del genio, y las astucias del vicio originan pronta y fatalmente en toda organización humana." (9)

El comunismo en el poder sólo puede sostenerse a condición de imponerse como sistema totalitario, es decir: control absoluto del Estado en todos los órdenes; censura masiva de todas las formas de expresión subordinándolas a un pensamiento oficial único; eliminación de la independencia y autonomía de los poderes ejecutivo, legislativo y jurídico y subordinación a un órgano de control (partido) superior; imposición permanente en el poder de un dirigente que gobierna de manera autocrática; represión de toda actividad económica independiente; creación y mantenimiento de un permanente estado de confrontación contra un enemigo interior o exterior real o ficticio; exaltación del nacionalismo, del triunfalismo y del unanimismo; propaganda continuada de contenido populista y demagógico apelando constantemente al patriotismo y al sentimiento revolucionario; la represión, marginación y discriminación contra todo el que se oponga o no siga el dictado de la "nomenklatura" en el poder; constante adoctrinamiento en favor de la superioridad del sistema socio-político imperante y en detrimento de otras formas de gobierno; monopolio de la "verdad" ideológica suprema en manos de unos cuantos "elegidos" en el poder; etc.

Es imposible tratar en este breve espacio todo el contenido del pensamiento republicano martiano aunque todo lo expuesto creo que ofrece una idea bastante general de las líneas principales de su ideario. He dejado para último este fragmento como muestra de su objetivo supremo en la lucha por la independencia de Cuba y base de la república:

"La república, en Puerto Rico como en Cuba, -afirmaba Martí- no será el predominio injusto de una clase de cubanos sobre las demás, sino el equilibrio abierto y sincero de todas las fuerzas reales del país, y del pensamiento y deseo libres de los cubanos todos. No queremos redimirnos de una tiranía para entrar en otra. No queremos salir de una hipocresía para caer en otra. Amamos a la libertad, porque en ella vemos la verdad. Moriremos por la libertad verdadera; no por la libertad que sirve de pretexto para mantener a unos hombres en el goce excesivo, y a otros en el dolor innecesario. Se morirá por la república después, si es preciso, como se morirá por la independencia primero." (10)



Relación de Notas:

(1) "Carta al General Máximo Gómez." New York, mayo 12, 1894. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1975. Tomo 3. Página 166.
(2) Artículo "Trabajadores franceses." En "La América." Nueva York, noviembre de 1883. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1975. Tomo 8. Página 381.
(3) "Carta al General Máximo Gómez". Nueva York, 20 de octubre de 1884. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1975. Tomo 1. Página 177.
(4) Nota en "Cuaderno de apuntes. No. 18." (1894). Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1975. Tomo 21. Página 386.
(5) Artículo en " La Opinión Nacional". 14 de febrero de 1882. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1975. Tomo 23. Página 200.
(6) Carta al Director de "La Nación"." Nueva York, 29 de marzo de 1883. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1975. Tomo 9. Página 388.
(7) Carta al Director de "La Nación"." Nueva York, Abril 27 de 1886. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1975. Tomo 10. Páginas 413 a 414.
(8) Artículo sobre "La futura esclavitud", de Herbert Spencer. En "La América."Nueva York, abril de 1884. Tomo 15. Página 391.
(9) Íbídem.
(10) José Martí. Artículo "¡Vengo a darte Patria!". De Patria, Nueva York, 14 de marzo de 1893. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1975. Tomo 2. Página 255.

(*) [Ángel Luis Martínez Acosta. Es autor del libro "Las ideas republicanas de José Martí. Selección de Textos". Todos estos temas son tratados en detalle en su página web: Las ideas republicanas de José Martí.]

viernes, 26 de enero de 2007

José Martí y la música.

26.01.2007

Grisel Chirino

La vinculación a la música constituye tal vez una de las facetas menos conocidas dentro de la vida y obra del más universal de los cubanos. Martí no se dedicó a la creación musical, pero estudió brevemente la teoría y ejerció la crítica musical en muchos artículos periodísticos que escribió a lo largo de su intensa existencia.

Durante su adolescencia en La Habana, José Martí formó parte del público que colmó los teatros habaneros para disfrutar y mantenerse al tanto de las corrientes musicales y teatrales de la época.

Su interés por la música y el arte en general, lo acompañó también durante su extenso exilio por Madrid, París, México y los Estados Unidos. En todos estos países y ciudades tuvo la oportunidad de escuchar a extraordinarios solistas y comentarlos en ricas crónicas.

La crítica musical martiana, como toda su obra literaria, también estuvo permeada por su amor a la lucha en favor de la independencia de nuestra América.

Martí, como todo artista y creador, en su etapa de juventud experimentó en varias disciplinas del arte: la pintura, la literatura y también la música. Tenía solo quince años de edad cuando se consagró durante un tiempo al estudio de la teoría musical. El autor de este notable descubrimiento fue el gran escritor y musicólogo cubano Alejo Carpentier.

Carpentier realizó el importante hallazgo en la Biblioteca Nacional, mientras revisaba textos didácticos de autores del siglo diecinueve. El "Tratado teórico de música", de Narciso Téllez y Arcos , fechado en mil 868, llevaba en una de sus páginas la firma de José Martí.

El libro ostentaba las nobles huellas del estudio. Trazos y frases a lápiz, correcciones manuscritas de erratas de imprenta, revelaban una lectura muy atenta por Martí.

Alejo Carpentier divulgó el importante hallazgo en la sección "Letra y Solfa" de El Nacional de Caracas, el cuatro de marzo de1953. Había transcurrido poco más de un mes de la celebración en Cuba del Centenario del natalicio de nuestro Apóstol.

José Martí asistió a lo largo de su vida a múltiples conciertos musicales, pero fueron los cubanos José Domingo Brusquet, Manuel Saumell, Pablo Davernine y Nicolás Espadero los que propiciaron su formación musical.

El joven Martí realizó su primera crítica de música a los veintidós años de edad. Fue en una serie de artículos sobre el violinista cubano José White, publicados en la Revista Universal de México en 1875. En su intento por definir la música, sus palabras se convirtieron en poesía: “Hay una lengua espléndida, que vibra en las cuerdas de la melodía y se habla con los movimientos del corazón: es como una promesa de ventura, como un vislumbre de certeza, como prenda de claridad y plenitud. El color tiene límites: la palabra labios: la música, cielo”.

José Martí con el seudónimo de “Orestes” publicó tres artículos dedicados al violinista cubano José White en la Revista Universal de México entre mayo y junio de 1875. Él no era un especialista en el arte de enjuiciar la música, pero en esta tríada de publicaciones demostró sus conocimientos y habilidades para valorarla. En sus criterios sobresalió el matiz impresionista junto al lenguaje sensible y amable.

José Martí consideraba que la música era para ser disfrutada, sentida e intuida, pues de lo contrario podía malograrse. Por eso expresó: “La música es la más bella forma de lo bello: arrullar, adormecer, exaltar, gemir, llorar: el alma que se pliega a un arco: el oído que se subyuga, se extasía, se encadena”.

También en las cuerdas del violín de José White, encontró el modo de acercarse a la realidad y a la lucha de su pueblo. Así lo expresó en aquella primera crítica musical dedicada a su compatriota: “...!Oh, patria de mi amor!, ¡tú eres bendita a través del alejamiento y la amargura, tú me mandas amores y promesas en el alma de uno de tus hijos, tú me mandas un canto de esperanza en una inspirada criatura, engendrada entre tus suspiros y tus lágrimas, calentada al fuego de mi sol!”.

Martí vivió una parte importante de su exilio en los Estados Unidos. Durante su vida en New York tuvo la oportunidad de asistir y reseñar para el periodismo varios conciertos musicales efectuados en la capital norteña.

Cautivado por la actuación del gran director Von Bulow, escribió en una crítica musical newyorkina publicada en abril de 1889: “La primavera entra detrás de la batuta del (...) famoso Von Bulow, que no lleva la música por notas, como un maestro de baile, sino por ondas y volúmenes. La adelgaza como una franja de luz al amanecer, la levanta de un ímpetu, y la deshace en polvo al caer, como el agua de una fuente...”

Martí también disfrutó en esa misma época de un festival donde se ejecutaron
obras de Haendel, Berlioz y Wagner. Su valoración sobre la música de este último creador, no puede ser más expresiva: “Y cuando la orquesta majestuosa rompió a tocar, con devoción filial, la música épica de Wagner, parecía que de cestos de fuego surgían aves blancas y que ninfas ardientes, de caballera suelta y brazos torneados, envueltos en jirones de nubes, cruzaban el aire oscuro y húmedo, montadas en el dorso de caballos de oro”.

El tres de marzo de 1891 en la plenitud de su intelecto y de su estilo, Martí retomó el tema de la patria a través de uno de sus grandes músicos. Pronunció en esa fecha un discurso sobre el pianista cubano Emilio Agramonte en la Sociedad Hispanoamericana de New York. Excelente pretexto para destacar desde la valoración musical, los valores patrios. Dijo entonces el Maestro: “...para Emilio Agramonte, el artista consumado que, sin floreos ni comedias, ha logrado en el Norte la autoridad de quien ve, y hace ver, en las artes un culto. Se goza al ver alto en tierra extranjera el nombre de nuestro país. (...) A Emilio Agramonte tiene que venir a ver todo el caído que crea que nuestras tierras valen poco. (...) Él conoce al dedillo la música toda, y tiene el don oculto de hallarle a cada nota la pasión...”

Patria fue el periódico de la revolución cubana fundado por nuestro Héroe Nacional el catorce de marzo de 1892. Desde sus páginas, Martí llamó a la libertad y a la unidad entre los revolucionarios, pero también dedicó espacios a la crítica musical.

En ese año, José Martí dedica un artículo de Patria a la pianista puertorriqueña Ana Otero. En él, reafirma la claridad revolucionaria de sus conceptos estéticos y la profundidad de sus conocimientos musicales.
A la boricua Ana Otero –expresaba Martí- “... nunca le obedece tan tiernamente el piano como cuando, sin la pompa del salón ni el incentivo del provecho, pone en el piano rodeada de amigos de su pueblo, las puestas de sol, y las noches serenas, y las amorosas colinas, y los primeros sueños de Humacao. Su mano vaga a veces, como si se posase sobre una flor de azahar, y a veces como si recordara lo que no puede olvidarse, castiga el piano indignada”.

El lenguaje y el espíritu de la música sensibilizaron a José Martí durante toda su vida. Fue un indagador de la teoría musical en plena adolescencia y a los veintidós años deleitó al lector continental con su primera crítica musical.

Desde el violín de José White que marcó su debut en estos menesteres, hasta el piano de Emilio Agramonte en las postrimerías de su vida, la crítica musical martiana mostró un cuerpo de conceptos propios de un musicólogo. La crítica musical fue también en José Martí espacio propicio para evocar a la patria en sus dolores y en sus grandezas. Y supo el Héroe disfrutar la música íntegra por todo lo que ella representa para el ser humano. Nadie como él, la definió en palabras tan hermosas: “La música es el hombre escapado de sí mismo, es el ansia de lo ilímite surgido de lo limitado y de lo estrecho, es la armonía necesaria, anuncio de la armonía constante y venidera”.

José Martí un crítico excepcional.

26.01.2007

Grisel Chirino

“Criticar, no es morder, ni tenacear, ni clavar en la áspera picota, no es consagrarse impíamente a escudriñar con miradas avaras en la obra bella los lunares y manchas que la afean; es señalar con noble intento el lunar negro, y desvanecer con mano piadosa la sombra que oscurece la obra bella. Criticar es amar”. José Martí.

En José Martí confluyeron las ideas del pensamiento humanista cubano del siglo XIX y fundió como nadie las corrientes revolucionarias de lo más progresista de la conciencia social y humana de su época. Pero el Héroe Nacional Cubano fue también un hombre de múltiples facetas entre las que se destacó su ejercicio como crítico de arte.

El acervo cultural de José Martí le permitió una pléyade de conocimientos en los más diversos temas de la vida cotidiana. Ello le facilitó un despertar en el quehacer crítico de las diferentes manifestaciones artísticas. Dígase en el teatro, en la música, en las artes plásticas y en la literatura.

Cada escrito de José Martí atesora un análisis detallado y preciso de los acontecimientos culturales, artísticos y literarios de su tiempo. El lector aprecia en ellos la agudeza, finura, firmeza y entrega humanista. Pero sobre todo una evolución hacia el total rechazo de la arbitrariedad crítica y del análisis estilístico superficial.

José Martí desde muy joven ejerció la crítica en la Revista Universal de México. Esas páginas mostraron la génesis y evolución de sus concepciones estéticas en el ejercicio del criterio. Sin embargo, la plasmación relativamente integral de ellas sólo se lograría en una etapa posterior de su vida, en plena concordancia con el desarrollo de su pensamiento político y filosófico.

"Criticar no es censurar, sino ejercitar el criterio"

Martí expandió sus dones de encumbrado crítico a partir de 1887 y hasta su muerte heroica. Crónicas, ensayos y reportajes sobre teatro, música, danza, pintura y poesía reflejaron por entonces un ejercicio crítico maduro sustentado en la aplicación de un método sólidamente probado.

El secreto de la obra crítica de José Martí hay que buscarlo en su capacidad y voluntad de participación. Héroe Nacional se situó magistralmente dentro de cada obra a analizar para exteriorizar las leyes fundamentales que la rigen y las asperezas, triunfos y añoranzas que sus autores deseaban manifestar. Así conoció y comprendió las necesidades intrínsecas del creador.

El Martí crítico de pintura se planteó como conocedor de sólidos conocimientos en este arte. Fue un catador intuitivo de la esencia de los cuadros y en cierta medida los describía. No era necesario verlos para comprender a través de su verbo el sentido de éstos, pues comunicaba la calidad del lienzo que entraba por sus ojos.

Resulta sorprendente el dominio que José Martí evidenciaba al escribir de las temáticas más disímiles. Así ocurría también cuando redactaba crónicas acerca de conciertos, pues en ellas mostró conocimientos que hacen admirar el genio de su inteligencia y el cúmulo de su erudición.

Martí no era un técnico de la música, escribía de una manera impresionista, pero con un lenguaje sensible y amable. El Maestro consideraba que la música era para ser disfrutada, sentida e intuida, porque de lo contrario podía malograrse. Quien bebió de todas las copas de la vida, se dio el gusto de escribir lo que sintió de la música. Nadie como él ha podido dejar palabras tan hermosas: “Post-vida: esto nos dice en sus palabras mágicas la música”.

La crítica literaria fue una de las más favorecidas por el Maestro. Desde los tiempos de la Revista Universal de México apreciamos su ejercicio de altos quilates al enjuiciar esta vertiente del arte. Por entonces José Martí ya utilizaba conceptos modernos que lo alejaban de criterios ortodoxos románticos y lo vinculaban con la literatura finisecular.

La crítica literaria martiana continuó su desarrollo hasta representar la máxima expresión de este hacer en el ámbito nacional de su tiempo. Pero también correspondió al Héroe Nacional la manifestación superior del juicio sobre literatura en el mundo hispanoamericano del siglo diecinueve.

Martí enfocó de manera sagaz una ética nueva de la crítica artística. Mostró el compromiso del arte con el interés público y la necesidad de llegar a éste de la manera más profunda, rápida y sencilla. El hombre como parte de la naturaleza necesita intercambiar con ella, pero también con la cultura, pues esta última constituye medio de expresión de sus necesidades espirituales.

El Maestro a través de su periodismo ejercitó la crítica de manera lúcida y desde un punto de vista ético auténtico. La crítica martiana, en notable diferencia con la de su época, descubrió la necesidad de transformar el estatus de la sociedad burguesa. Como resultado de ello se caracterizó por poseer firme basamento metodológico y fina precisión ideológica.

La crítica martiana proclamó entre sus constantes la prédica a favor de una literatura y un arte genuinamente americanos, propios de nuestro ámbito histórico. Y esto no fue casual porque José Martí no solo postuló, sino que también vivió la americanidad. Recuérdese que se sintió como en su hogar en cada uno de los países latinoamericanos donde se asentó durante su largo exilio.

La necesidad de crear un arte y literatura propiamente latinoamericanos se basa en manifestar los sentimientos, sueños y realidades desde lo culto y lo popular como formas de expresión de una identidad más justa y verdadera. Sin embargo, con ello no dio la espalda a lo universal, ni perdió de vista lo nacional.

Es necesario nutrirse y enriquecer el alma de todas las culturas, avivar el espíritu de la nuestra, enaltecer las tradiciones más autóctonas y fundirlas en una sola para poder edificar una cultura integradora y cubana. Esta es la ética que Martí nos lega en cada una de sus críticas artísticas y literarias sobre su patria.

La crítica de arte martiana también destacó la estrecha relación entre los elementos formales y lo que algunos denominan de fondo o de contenido. Nuestro Héroe Nacional los llamó “de esencia” y los consideró estrechamente fundidos con la forma.

El pensamiento cultural y social cubano tiene en José Martí su más alto exponente. En toda su obra crítica se siente la evolución de un periodismo educador comprometido con la justicia y la libertad. Crítica veraz y necesaria, esta parte del hacer martiano constituye un importante material para escudriñar sobre la época en que vivió el Maestro y también en las venideras.