viernes, 26 de enero de 2007

José Martí un crítico excepcional.

26.01.2007

Grisel Chirino

“Criticar, no es morder, ni tenacear, ni clavar en la áspera picota, no es consagrarse impíamente a escudriñar con miradas avaras en la obra bella los lunares y manchas que la afean; es señalar con noble intento el lunar negro, y desvanecer con mano piadosa la sombra que oscurece la obra bella. Criticar es amar”. José Martí.

En José Martí confluyeron las ideas del pensamiento humanista cubano del siglo XIX y fundió como nadie las corrientes revolucionarias de lo más progresista de la conciencia social y humana de su época. Pero el Héroe Nacional Cubano fue también un hombre de múltiples facetas entre las que se destacó su ejercicio como crítico de arte.

El acervo cultural de José Martí le permitió una pléyade de conocimientos en los más diversos temas de la vida cotidiana. Ello le facilitó un despertar en el quehacer crítico de las diferentes manifestaciones artísticas. Dígase en el teatro, en la música, en las artes plásticas y en la literatura.

Cada escrito de José Martí atesora un análisis detallado y preciso de los acontecimientos culturales, artísticos y literarios de su tiempo. El lector aprecia en ellos la agudeza, finura, firmeza y entrega humanista. Pero sobre todo una evolución hacia el total rechazo de la arbitrariedad crítica y del análisis estilístico superficial.

José Martí desde muy joven ejerció la crítica en la Revista Universal de México. Esas páginas mostraron la génesis y evolución de sus concepciones estéticas en el ejercicio del criterio. Sin embargo, la plasmación relativamente integral de ellas sólo se lograría en una etapa posterior de su vida, en plena concordancia con el desarrollo de su pensamiento político y filosófico.

"Criticar no es censurar, sino ejercitar el criterio"

Martí expandió sus dones de encumbrado crítico a partir de 1887 y hasta su muerte heroica. Crónicas, ensayos y reportajes sobre teatro, música, danza, pintura y poesía reflejaron por entonces un ejercicio crítico maduro sustentado en la aplicación de un método sólidamente probado.

El secreto de la obra crítica de José Martí hay que buscarlo en su capacidad y voluntad de participación. Héroe Nacional se situó magistralmente dentro de cada obra a analizar para exteriorizar las leyes fundamentales que la rigen y las asperezas, triunfos y añoranzas que sus autores deseaban manifestar. Así conoció y comprendió las necesidades intrínsecas del creador.

El Martí crítico de pintura se planteó como conocedor de sólidos conocimientos en este arte. Fue un catador intuitivo de la esencia de los cuadros y en cierta medida los describía. No era necesario verlos para comprender a través de su verbo el sentido de éstos, pues comunicaba la calidad del lienzo que entraba por sus ojos.

Resulta sorprendente el dominio que José Martí evidenciaba al escribir de las temáticas más disímiles. Así ocurría también cuando redactaba crónicas acerca de conciertos, pues en ellas mostró conocimientos que hacen admirar el genio de su inteligencia y el cúmulo de su erudición.

Martí no era un técnico de la música, escribía de una manera impresionista, pero con un lenguaje sensible y amable. El Maestro consideraba que la música era para ser disfrutada, sentida e intuida, porque de lo contrario podía malograrse. Quien bebió de todas las copas de la vida, se dio el gusto de escribir lo que sintió de la música. Nadie como él ha podido dejar palabras tan hermosas: “Post-vida: esto nos dice en sus palabras mágicas la música”.

La crítica literaria fue una de las más favorecidas por el Maestro. Desde los tiempos de la Revista Universal de México apreciamos su ejercicio de altos quilates al enjuiciar esta vertiente del arte. Por entonces José Martí ya utilizaba conceptos modernos que lo alejaban de criterios ortodoxos románticos y lo vinculaban con la literatura finisecular.

La crítica literaria martiana continuó su desarrollo hasta representar la máxima expresión de este hacer en el ámbito nacional de su tiempo. Pero también correspondió al Héroe Nacional la manifestación superior del juicio sobre literatura en el mundo hispanoamericano del siglo diecinueve.

Martí enfocó de manera sagaz una ética nueva de la crítica artística. Mostró el compromiso del arte con el interés público y la necesidad de llegar a éste de la manera más profunda, rápida y sencilla. El hombre como parte de la naturaleza necesita intercambiar con ella, pero también con la cultura, pues esta última constituye medio de expresión de sus necesidades espirituales.

El Maestro a través de su periodismo ejercitó la crítica de manera lúcida y desde un punto de vista ético auténtico. La crítica martiana, en notable diferencia con la de su época, descubrió la necesidad de transformar el estatus de la sociedad burguesa. Como resultado de ello se caracterizó por poseer firme basamento metodológico y fina precisión ideológica.

La crítica martiana proclamó entre sus constantes la prédica a favor de una literatura y un arte genuinamente americanos, propios de nuestro ámbito histórico. Y esto no fue casual porque José Martí no solo postuló, sino que también vivió la americanidad. Recuérdese que se sintió como en su hogar en cada uno de los países latinoamericanos donde se asentó durante su largo exilio.

La necesidad de crear un arte y literatura propiamente latinoamericanos se basa en manifestar los sentimientos, sueños y realidades desde lo culto y lo popular como formas de expresión de una identidad más justa y verdadera. Sin embargo, con ello no dio la espalda a lo universal, ni perdió de vista lo nacional.

Es necesario nutrirse y enriquecer el alma de todas las culturas, avivar el espíritu de la nuestra, enaltecer las tradiciones más autóctonas y fundirlas en una sola para poder edificar una cultura integradora y cubana. Esta es la ética que Martí nos lega en cada una de sus críticas artísticas y literarias sobre su patria.

La crítica de arte martiana también destacó la estrecha relación entre los elementos formales y lo que algunos denominan de fondo o de contenido. Nuestro Héroe Nacional los llamó “de esencia” y los consideró estrechamente fundidos con la forma.

El pensamiento cultural y social cubano tiene en José Martí su más alto exponente. En toda su obra crítica se siente la evolución de un periodismo educador comprometido con la justicia y la libertad. Crítica veraz y necesaria, esta parte del hacer martiano constituye un importante material para escudriñar sobre la época en que vivió el Maestro y también en las venideras.

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