domingo, 11 de febrero de 2007

José Martí en Santo Domingo.

Publicado el 02-10-2007

Diario Las Americas
Por Guillermo Cabrera Leiva

Hoy hojeo el libro que escribió Emilio Rodríguez Demorizi en 1953, para conmemorar el centenario de José Martí. Es un grueso volumen de 621 páginas, impreso en La Habana, en que el autor dominicano vuelca su amplísima información sobre el Apóstol, y detalla con primoroso cuidado los viajes de Martí a la República Dominicana, sus contactos, sus recorridos, sus trabajos con Máximo Gómez, sus cartas desde Santo Domingo a los cubanos del destierro y a sus numerosas amistades en los Estados Unidos y en México.

Leer este libro es meterse en lo más nutrido del quehacer revolucionario de Martí, porque fue en Santo Domingo donde el Apóstol desplegó la extraordinaria e intensa tarea preparatoria de su marcha a Cuba, donde recibió acogida de hermanos, donde buscó recursos y junto con Máximo Gómez preparó y firmó importantes documentos para la nueva república en ciernes, y de donde partió hacia su destino final.

Rodríguez Demorizi es un historiador de muchos méritos. Se le considera el más prolífico de los escritores dominicanos, con más de cien libros publicados e incontables artículos y ensayos en diarios y revistas dominicanos y de otros países del continente.

Este libro comienza describiendo los tres viajes de Martí a Santo Domingo, comenzando por el primero en 1891, para hablar con Máximo Gómez, a quien no veía desde la malograda entrevista de 1884 en Nueva York, en la que Martí no aceptó el papel de ciego subordinado al jefe mambí por considerar que había que fundar la república sobre bases democráticas y no sobre órdenes de caudillos militares, por muy patriotas que estos fuesen.

Esos tres viajes quedan registrados en este libro con amplios detalles del quehacer de Martí en tierras dominicanas. Constituyen por sí solos una historia detallada del ambiente que prevalecía en aquella nación antillana, presidida entonces por Ulises Heureaux, más conocido por Lilís, quien facilitó ayuda indispensable a Martí y a Gómez en sus planes revolucionarios. Y son al mismo tiempo el más rendido homenaje a la patria de Duarte y Luperón, por la hospitalidad y el estímulo recibido por el insigne viajero.

El libro ofrece, seguidamente, un capítulo dedicado a las páginas dominicanas de Martí. En él se reproducen artículos, cartas y mensajes escritos en Sano Domingo, así como páginas de un diario, pleno de color, de la vida campesina dominicana, escritas en febrero y marzo de 1895, durante una de las estadías de Martí en tierras dominicanas. Rodríguez Demorizi considera estos apuntes “lo más bello que se ha escrito en el género en las Antillas”

Luego siguen muchas páginas dedicadas a dominicanos que conoció Martí y a dominicanos que conocieron a Martí, porque tan interesantes son las muestras de admiración y cariño de los dominicanos hacia el Maestro, que las pruebas de simpatía y honda estimación de éste hacia sus hermanos de Quisqueya.

Martí en Santo Domingo es una obra extraordinaria de minuciosa exposición del paso de Martí por aquellas tierras.

Rodríguez Demorizi, al escribir este libro, lo hizo con la devoción de un discípulo hacia su mentor. En una de las páginas iniciales expresa lo siguiente:

“Grande es nuestra deuda a Martí: grande por la vigencia de su doctrina, válida para todo hispanoamericano, y grande por haber contribuido decisivamente a darnos la gloria de que un dominicano fuese el Libertador de su isla hermana. Si por la obra de Máximo Gómez y por la sangre dominicana derramada en la manigua cubana es grande nuestro fraternal orgullo, más lo es y deberá serlo siempre por la unánime y fervorosa adhesión de todo el pueblo dominicano a la causa de la libertad de Cuba”.

El libro lo encabeza un pensamiento de Martí, escrito en Montecristi en marzo de 1895: “Yo obedezco, y aún diré que acepto como superior dispensación, y como ley americana, la necesidad feliz de partir, al amparo de Santo Domingo, para la guerra de libertad de Cuba”.

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