jueves, 4 de diciembre de 2008

El Padre De las Casas en la percepción de José Martí.

Revista Cañasanta.com
Por M.S.c. José Alberto Chang Ramírez
jueves, 04 de diciembre de 2008

Una de las personalidades españolas que más admiran y respetan los cubanos es el Fraile español Bartolomé de las Casas. La defensa realizada a los aborígenes americanos, en un escenario adverso de conquista y colonización avaladas por la necesidad de la ampliación de las fronteras nacionales de la llamada acumulación originaria del capital, es meritoria, principalmente para todos aquellos que sienten en sí toda ofensa y maltrato a la dignidad humana.

El texto "El Padre Las Casas" fue publicado por José Martí en el tercer número de La Edad de Oro (Nueva York, 1889). Esta revista fue para Martí de gran significación, en ella había cifrado sus anhelos como medio de formación del niño americano, una manera de preparar a la nueva generación de las tierras americanas para el futuro no lejano que avizoraba. Su desvelo por la primera etapa de la vida humana se convierte a través de la revista en la presentación de un universo considerable alejado de tradiciones, del que se consideraba adecuado a la imaginación infantil.

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martes, 25 de noviembre de 2008

Conferencia: José Martí en Isla Mujeres.

Martes, 25 de Noviembre de 2008 04:06

Por Esto.net

Hoy martes, a las 7 p.m., en el Salón de Consejo Universitario de la UADY, se realizará la sesión mensual de la Cátedra Extraordinaria Nuestra América de la Facultad de Ciencias Antropológicas, fundada en el año de 1992, y que en su presente ciclo 2008-2009 ha sesionado cada treinta días, con la participación de conferencistas procedentes de Colombia, Cuba, México, Costa Rica y los Estados Unidos.

En esta ocasión el Dr. Onésimo Julián Moreira Seijos, especialista en cuestiones del Caribe, quien es investigador de la Universidad de Quintana Roo, dictará la Conferencia Magistral: José Martí en Isla Mujeres.

Este tema, es sin duda, un aspecto fundamental del acercamiento del prócer cubano a la cultura maya, ya que su estancia en dicha isla ocurrió inmediatamente después de la visita que efectuó a Mérida, donde contempló la efigie de Chacmool que le fue expropiada a Agustus Le Plongeon y cuya exhibición en una calle de la capital yucateca inició el 10 de marzo de 1877, que fue el mismo día en que arribó a esta ciudad el Apóstol cubano. Meses después de su estadía en Isla Mujeres se asentará en la ciudad de Guatemala, donde José Martí completará su visión del mundo maya, plasmada en varios de sus textos e incluida en el ensayo cenital Nuestra América que publicara el 30 de enero de 1891 el periódico mexicano El Partido Liberal.

La entrada a esta actividad académica es libre, y se anticipa que en ella se darán a conocer algunas actividades del Proyecto Internacional José Martí de la UNESCO, al que pertenece esta Cátedra, y que tendrán verificativo durante el mes de enero 2009 y que presidirá el Dr. Pierre Sané, Subdirector General de la UNESCO para el Sector de Ciencias Sociales y Humanas.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Rafael María de Mendive: el maestro de Martí.

Radio Artemisa Digital
Por Rommell González Cabrera (24/11/08 10:00 a.m. hora local)
Email: rdigital@cmad.icrt.cu

El pedagogo Rafael María de Mendive nació el 24 de octubre de 1821 y murió el 24 de noviembre de 1886. Huérfano, su hermano mayor Pablo, se hizo cargo de su educación y le enseñó Literatura Española, Inglés y Francés.

En 1851 sus versos fueron incluidos en la antología “Poetas españoles y americanos del siglo diecinueve”. Después de visitar Italia regresó a Cuba en 1852. Cuatro años después ingresa en la Sociedad Económica de Amigos del País y colabora con diferentes publicaciones entre las que se encuentran Guirnalda Cubana, Revista Habanera, Álbum de lo Bueno y lo Bello, el Correo de la Tarde y el Diario de La Habana.

Rafael María de Mendive fue, durante sus años de profesor, protector y maestro de José Martí. Su casa era centro de reuniones literarias y fervor patriótico. En 1864 ocupa la dirección de la Escuela Superior Municipal de Varones, y más tarde funda el colegio San Pablo, instalado en su propia casa, en Prado 88, la cual constituyó, para todos sus discípulos, un seminario cívico donde encuentran calor de hogar.

Martí se forma en las manos de Mendive. Los conceptos fundamentales de la prédica martiana: amor a la libertad, decoro, dignidad, prestigio, justicia, preocupación por los humildes, pureza de pensamiento, eran virtudes atesoradas por Mendive, las cuales supo transmitir a su discípulo.

Sobre él escribe Martí en carta a Enrique Trujillo: "Y ¿cómo quiere que en algunas líneas diga todo lo bueno y nuevo que pudiera yo decir de aquel enamorado de la belleza, que la quería en las letras como en las cosas de la vida, y no escribió jamás sino sobre verdades de su corazón o sobre penas de la Patria?..."

El magisterio de Mendive va desde 1864 a 1869. En esta última fecha, como resultado de los tumultuosos sucesos del Teatro Villanueva, donde se escucharon vivas a Cuba y a Carlos Manuel de Céspedes, durante la representación de la obra "El perro huevero", Rafael María de Mendive fue detenido y remitido a prisión en el Castillo del Príncipe donde estuvo cinco meses hasta que embarcó para España, a cumplir la condena de destierro que le impuso un Consejo de Guerra.

Mendive es coautor de “Cuatro laúdes”, junto con Ramón Zambrana, José Gonzalo Roldán y Felipe López de Briñas. En colaboración con José de Jesús García publicó su antología “América poética”. Prologó, además, la segunda edición de las “Poesías de Fornaris”. Fue traductor, dejó dramas inéditos y utilizó los seudónimos Tristán del Páramo, La Caridad y Armand Flevié.

domingo, 23 de noviembre de 2008

El hijo de Martí.

En los escritos del Maestro pueden rastrearse las claves que hicieron entrañable su relación con José Francisco Martí Zayas-Bazán, de cuyo natalicio se cumplen hoy 130 años.

Por: Paula María Luzón Pi*
Correo: digital@jrebelde.cip.cu
22 de noviembre de 2008 00:58:23 GMT

Prólogo del Ismaelillo

«Hijo:

Espantado de todo me refugio en ti.

Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud y en ti.

Si alguien te dice que estas páginas se parecen a otras páginas, diles que te amo demasiado para profanarte así. Tal como aquí te pinto, tal te han visto mis ojos. Con esos arreos de gala te me has aparecido. Cuando he cesado de verte en una forma, he cesado de pintarte. Esos riachuelos han pasado por mi corazón.

¡Lleguen al tuyo!»...

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viernes, 21 de noviembre de 2008

Un nuevo número de la Edad de Oro será publicado en el 2009.

19 de Noviembre de 2008, 11:45 a.m.

Radio Rebelde.com
Dailyn Ruano Martínez
Periodista de Rebelde

LA HABANA, CUBA.- A 120 años de la primera publicación de La Edad de Oro escrita por José Martí para los niños y las niñas de América, el quinto número de esta revista saldrá a la luz con los mejores trabajos elaborados por la ingeniosidad e iniciativas propias de los escolares desde los siete hasta los dieciocho años.

Según expresa la convocatoria del concurso anunciada con anterioridad en los colectivos pioneriles cubanos, “los resultados permitirán darle continuidad al proyecto del más universal de los cubanos”.

El plazo de admisión vence en diciembre próximo según reitera la Jefa del equipo metodológico de la Organización de Pioneros José Martí (OPJM), Nora Fernández.

“Hemos convocado a los niños, niñas y adolescentes cubanos y latinoamericanos a que escriban, a que continúen la obra que comenzó Martí y que al concluir el último número de la revista él le anunciaba a los niños que cada 6 meses se iba a hacer una competencia y los mejores trabajos se iban a premiar.”

La funcionaria de la OPJM informó que se han recibido numerosos trabajos de las diferentes provincias y en las próximas semanas tendrá lugar el proceso de discriminación y selección de los mejores trabajos.

En la primera página del número inicial de la Edad de Oro, publicación mensual de recreo e instrucción dedicada a los niños de América, el Héroe Nacional de Cuba destacaba:

“La Edad de Oro va a tener cada seis meses una competencia y el niño que mande el trabajo mejor, que se conozca de veras que es suyo recibirá un buen premio de libros, y diez ejemplares del número de la edad de Oro en que se publique su composición, que será sobre cosas de su edad, para que puedan escribirla bien, porque para escribir bien de una cosa, hay que saber de ella mucho.”

El certamen lo coauspician la Cátedra Latinoamericana “José Martí y la educación” del Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño, la Asociación de Pedagogos, Capítulo Cuba de la Asociación de Educadores de Latinoamérica y el Caribe, el Centro de Estudios Martianos y la Organización de Pioneros José Martí.

El quinto número, la edición trunca de La Edad de Oro hará realidad el sueño de José Martí cuando en el 2009 salga a la palestra pública, con las más selectas creaciones de los niños y las niñas de América.

martes, 4 de noviembre de 2008

Amor martiano por la medicina.

3 de noviembre del 2008

Miralys Sánchez Pupo
Colaboradora de Rebelde
3 de Noviembre de 2008, 12:05 p.m.

LA HABANA, CUBA.- La naturaleza del Caribe acompañó a José Martí en su espacio como combatiente. Esas impresiones aparecieron con su sensibilidad en las páginas de su Diario de Campaña. Las observaciones sobre heridos y su curación, las plantas medicinales en el medio del exuberante espacio que protegió a los combatientes y la efectividad de ellas en el acto de la cura de una zona del cuerpo infectada son también páginas memorables de su humanismo.

La primera acotación sobre el tema la hizo Martí el 14 de abril de 1895 sobre los conocimientos de los campesinos como parte de una cultura popular. Podemos leer en ellas “de cada vuelta, trae alga, más que café, culantro de Castilla, para que cuando tengan dolor de estómago por esos caminos, masquen un grano y tomen agua encima”

Mientras el día 20 aseguró “En un grupo hablan de los remedios de la nube en los ojos: agua de sal-lecha del ítamo, que le volvió la vista a un gallo-la hoja de espinuda de la romerilla bien majada-una gota de sangre del primero que vio la nube”.

Y en una conversación interminable con las hojas de su diario continuó “Luego hablan de los remedios para las úlceras. Veinticuatro horas después dejó la constancia siguiente “Vi hoy la yaguama, la hoja fénica, que estanca la sangre, y con su mera sombra beneficia al herido: machuque bien las hojas, y métalas en la herida, que la sangre se seca.”

José Martí en sus días de campaña en la guerra de 1895 fue el médico más lleno de ternura ante los que tuvo cerca en las memorables jornadas. Su diario conoció de esas preocupaciones cuando aseguró “ahora hurgo el jolongo, y saco de él medicina para los heridos”.

En carta a Carmen Mantilla y sus hijos aseguró “Y han de saber que me han salido habilidades nuevas, y que a cada momento alzo la pluma, o dejo el taburete. Y corte de palma en que escribo, para adivinarle a un doliente la maluquera.” Y agregó: “Se me han juntado en el bagaje más remedios que ropa, y no para mí, que no estuve más sano que nunca… Y ello es que tengo acierto, y ya me he ganado mi poca reputación, sin más que saber cómo está hecho el cuerpo humano, y haber traído conmigo el milagro del yodo, y el cariño, que es otro milagro.”

El mensaje de amor se sintetizó en la certeza “Tenemos nobles médicos. El médico sale andando con majestad, como un rey primitivo que se entra en la selva. No hay mayor majestad que un rey de oficio”.

José Martí en nuevos libros.

Mañana se presentan los libros “La huella imborrable. Las dos visitas de José Martí a Costa Rica” y “Martí a flor de labios”

La Republica.net
Carolina Barrantes
cbarrantes@larepublica.net

La vida del poeta, político y filósofo José Martí da origen a dos nuevas publicaciones de la Editorial de la Universidad Estatal a Distancia (EUNED).

Se trata de “La huella imborrable. Las dos visitas de José Martí a Costa Rica” y “Martí a flor de labios”, de los escritores Armando Vargas y Froilán Escobar, respectivamente.

La Universidad presentará las dos publicaciones mañana en la sede en San Pedro a las 7 p.m.

El primer texto describe las dos visitas que realizó el líder del Partido Revolucionario Cubano a suelo nacional entre 1893 y 1894.

El segundo recopila trabajos periodísticos como entrevistas y conversaciones con el político.

Martí también fue conocido por su faceta como escritor, ya que impulsó el modernismo iberoamericano.

Confirme su asistencia a los teléfonos 2527-2440, 2527-2638, o al correo ppereira@uned.ac.cr.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Libro recoge testimonios de quienes acompañaron a Martí.

1 de noviembre del 2008

Nacion.com
Camila Schumacher. | cschumacher@nacion.com

Salustiano LeyvaEl 11 de abril de 1895, José Martí desembarcó en las Playitas de Cajobabo, al oriente de Cuba, país que soñaba liberar. Treinta y ocho días después lo encontró la muerte. En el camino, no faltó quien estuviera dispuesto a tenderle una mano franca al líder cubano.

Algunos de los “amigos” que Martí supo hacer durante el viaje tenían menos de diez años. Y es que según cuentan, Martí solía hablar con los niños como lo hacen los grandes: aprendiendo de ellos.

Por eso, los pequeños quedaron embelesados con las palabras del independentista. Tanto que, 78 años después, eran capaces de repetirlas ante quien quisiera oírlas.

Fue entonces cuando el periodista Froilán Escobar tocó sus puertas. Hacía un reportaje sobre la última ruta martiana para una revista y, guiándose con el Diario de campaña, de Martí buscaba, sin muchas esperanzas, alguna persona que lo hubiera conocido.

Encontró siete ancianos, testigos de la historia; conversó con ellos tanto como pudo y con sus testimonios hiló el libro Martí a flor de labios que el próximo miércoles se presentará en la Universidad Estatal a Distancia (UNED).

“Era increíble: todavía aquellos hombres y mujeres que podían dar testimonio vivo de Martí seguían en el mismo lugar donde lo conocieron, donde de niños les enseñó a mirar con orgullo todo lo que hasta entonces habían mirado sin verlo”, comentó Escobar, maravillado, 30 años después de haber hecho las entrevistas.

Memoria intacta. Salustiano Leyva, vivió en Cajobabo toda la vida. La madrugada en que Martí y sus cinco expedicionarios tocaron la puerta de su casa tenía apenas 11 años, pero el asombro de ver a su madre recibirlos (eufórica al saber que venían a luchar por Cuba) y encaminarlos por el reseco cauce del río Tacre para que escaparan de la vigilancia española, lo acompañó hasta la vejez.

El mismo recuerdo indeleble dejó el héroe en cada uno de los viejitos de pobreza irradiante que protagonizan el libro: Paulina Rodríguez, que le sirvió café a los 11 años; Francisco Pineda, quien a los ocho lo llevó a ver los pájaros y lo espió mientras escribía su Diario de campaña ; Alfredo Thaureaux, adolescente, cafetalero en ciernes, cuyos padres habían conocido a Antonio Maceo en Costa Rica y conversaron con Martí en francés.

Igual de tiernos, pero menos inocentes, son los relatos de Mariana Pérez Moreira y Carlos Martínez. Ella, a los ocho años, fue testigo del último y fugaz enamoramiento de Martí mientras que él, a los 16, fue parte de la tropa en el combate de Arroyo Hondo.

El final del libro, como el de la vida de Martí, resulta desgarrador. Las palabras con que a los 86 años Antonio Pacheco contó sus vivencias del 19 de mayo de 1895 enternecen y estremecen a la vez: “Si yo llego a tener 15 años ese día, no lo matan porque yo cojo y lo meto en el monte, y pasa el fuego y se van los españoles y él se queda vivo”, cuenta, inconsolable el que a los ocho años y escondido entre la maleza presenció el asesinato del héroe de la lucha de emancipación de Cuba.

“En el momento de la entrevista, ya a muchos de estos viejitos les faltaban los dientes y casi todos estaban en el crepúsculo de sus ojos, pero a pesar de esa neblina de los años seguían viendo a Martí claramente y conservaban intacto el orgullo de haberlo conocido”, comentó el periodista Escobar, quien con esta crónica periodística ganó el Premio Nacional de la Crítica en Cuba.


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miércoles, 22 de octubre de 2008

Martí y sus referencias a la palma real.

10 de Agosto, 2008

Cubarte
Por: Rolando Álvarez Estévez

Sin lugar a dudas, la diversidad, riqueza y vigencia del ideario de nuestro José Martí resulta inconmensurable. Fue él quien supo alertarnos, tempranamente, de las acechanzas y peligros expansionistas del gigante de las Siete Leguas, del imperialismo norteamericano.


Su inteligencia y temas abordados por él fueron infinitos. Pensamos que nada escapó la concepción y visión universal que del mundo tenía Martí, en el tiempo que le correspondió vivir. Habría que preguntarse entonces de qué no escribió, o dejó de escribir.

Por ejemplo, sus menciones a algunos aspectos de la naturaleza y la relación de ésta con la formación patriótica de quienes debían integrarse a la guerra independentista contra el colonialismo español, no fueron muchas pero algunas de ellas tan profundas como aleccionadoras. Para Martí, la palma real siempre fue sinónimo de virilidad, de presencia necesaria no tan solo en el paisaje cubano sino en el contexto de la guerra que él se dedicó a preparar, con constancia y total sacrificio, o simplemente, para identificar a la tierra que lo había visto nacer.

Cuando en la emigración Martí perseguía alcanzar su objetivo estratégico, o sea, la unión de todos los revolucionarios, tuvo presente en su verbo o en sus escritos, a la palma real, como un símbolo vibrante, capaz de simbolizar la fuerza que debía alcanzar la revolución. En los momentos de mayor incertidumbre y cuando de agilizar el estallido revolucionario en Cuba, Martí expresó en su discurso en el Hardman Hall, Nueva York, el 30 de noviembre de 1889: " Si entre los cubanos vivos no hay tropa bastante para el honor, ¿qué hacen en la playa los caracoles, que no llaman a la guerra a los indios muertos. ¿qué hacen las palmas, que gimen estériles, en vez de mandar? ... "

En situaciones coyunturales tampoco perdió tiempo en comparar la grandeza de las palmas con hombres comprobados en la lucha, con suficientes méritos y prestigio obtenidos en los campos de la guerra. Así, al referirse a Carlos Roloff, polaco de nacimiento, veterano de la Guerra Grande y con las estrellas de Mayor General del Ejército Libertador, Martí lo definió como "persona que tiene ganada la palma alta sobre su sepultura".

En su viaje hacia los campos de la guerra liberadora de Cuba, Martí anota en su diario cuanto de intensidad y admiración vivió en el territorio de República Dominicana. Así, en su paso desde Santiago de los Caballeros a la Vega, y con verbo poético, nos dice: "Y admiré, en el batey, con amor de hijo, la calma elocuente de la noche encendida, y un grupo de palmeras como acostada un en la otra, y las estrellas, que brillaban sobre sus penachos".

Y es que la palma real, tan majestuosa como impresionante por su belleza y vitalidad, que llega a retar, de manera victoriosa a los más violentos huracanes, es el más bello símbolo de nuestra naturaleza tropical.

Al igual que Martí las generaciones posteriores siempre han llegado a identificar la palma real con nuestra identidad nacional. Entre montañas y como símbolo de patriotismo, las palmas aparecen en el escudo nacional de nuestra república.

Fidel, el continuador ejemplar de nuestro Martí, jefe de la generación de su centenario, quien lo declaró autor intelectual de los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, respectivamente, definiría a la Revolución que triunfó el lro. de Enero de 1959, de "tan cubana como sus palmas".

En los conceptos de identidad y cubanía, presente en las raíces de nuestra nacionalidad, también está presente la palma real, como reina del paisaje de la campiña cubana.

Fuente: CUBARTE

lunes, 20 de octubre de 2008

ASIA pide que se acondicione la plaza José Martí, junto a la Oficina de Turismo.

Domingo 19 de octubre de 2008

Lne.es » Avilés
M. M.

El secretario de juventud y medio ambiente de la Agrupación Social Independiente de Avilés (ASIA), Carlos Sol, presentó un escrito en el Registro Municipal solicitando el acondicionamiento de la plaza dedicada al prócer José Martí, ubicada en la calle Jovellanos, en las inmediaciones de la sede de la Oficina de Información y Turismo de la Mancomunidad «Comarca Avilés». «Con motivo de las obras de acondicionamiento del edificio turístico se quitaron cinco árboles de dicha plaza y una fuente. Ha pasado más que tiempo suficiente para que esta plaza volviera a recuperar su estado inicial, pero a día de hoy no existe ni un solo indicio que nos haga pensar que va a recuperar su viejo aspecto», afirmó Sol.

Criticó a su vez que el único árbol centenario que quedaba con vida en la plaza José Martí ha sido talado. «Este ejemplar arbóreo era una paulownia, árbol de origen chino que también se da en parte del sureste asiático y Japón. En época de floración daba a la plaza un magnífico aspecto», afirmó, al tiempo que recordó que en su día ya se taló una higuera en la plaza de la calle Jovellanos.

martes, 14 de octubre de 2008

La historia, los hombres y la naturaleza: José Martí.

Cubarte
Por: Juan Páez Costa

(Cubarte).- En la serie de artículos sobre La historia, los hombres y la naturaleza se expuso el primero, de los muchos trabajos que merecen ser dedicado a José Martí y la naturaleza. Existe una necesidad de divulgar su obra, sus ideas, su visión, su vida, en justo homenaje a sus méritos excepcionales y para aprender de ella.

Es que cuando se lee y se conoce de su obrar y de su pensamiento, y se vuelve a leer lo que como patrimonio para los cubanos y para la humanidad nos dejó el Apóstol, siempre se encuentra algo nuevo, algo que en la lectura anterior no se captó en toda la trascendencia de expresado.

Entonces, en el empeño de continuar comunicando alguno de sus diversos y abarcadores escritos relacionado con la naturaleza y el arte se presenta un segundo artículo dedicado a Martí, el mar y el medio acuático en general...

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lunes, 13 de octubre de 2008

Mi relación con José Martí.

10 de octubre del 2008

Al Momento.net
POR GRAZIELLA POGOLOTTI

La Habana (PL).- Por vías misteriosas, José Martí ha alimentado el alma de los cubanos. Después de su caída, cuando su obra andaba todavía dispersa en páginas de periódicos, en algunos manojos de versos o en el recuerdo de sus espléndidos discursos, todos reconocieron en él al fundador y maestro. Su profunda disección del presente abrió su percepción hacia el territorio desconocido del porvenir con una clarividencia que aún hoy asombra y produce vértigo.

Tanto fue su influjo que los políticos de la república neocolonial no lograron malbaratar su legado, aunque reiteraran a troche y moche las mismas citas. Valerse de las brillantes síntesis axiomáticas frecuentes en la prosa de Martí resulta tentador. Pero castra la sustancia viva latente en el modo de discurrir del cronista y del orador donde se vertebra un aleccionador ejercicio del pensar indispensable en los tiempos que corren. Bien informado acerca de los grandes temas de su contemporaneidad, separa lúcidamente la paja del grano para impregnarse del presente y trascenderlo al entrelazar la persona humana –siempre protagónica-con el devenir del mundo en el contexto preciso de su estar en la tierra en una isla que es, también Continente.

Poco entendía yo cuando Manuel Isidro Méndez, ese español cubanizado a través de su devoción martiana, disertaba en interminables conversaciones con mi padre acerca de las influencias filosóficas latentes en el pensar del Maestro. Mientras eso sucedía, mi aproximación a la obra de Martí se iba haciendo de otro modo.

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sábado, 11 de octubre de 2008

El Céspedes que llevó dentro José Martí.

10 de octubre del 2008

Periódico Granma
NYDIA SARABIA

No existen en discurso o escritura textos más singulares y perdurables en el tiempo que los que escribió José Martí. Es difícil parangonarlo con otros escritores, poetas, historiadores, analistas, sociólogos, politólogos, científicos sociales, sin tener en cuenta que Martí no solo fue un precursor del modernismo, sino su iniciador y esto lo sabía bien su discípulo Rubén Darío.

La dicotomía entre dos de los más importantes géneros en que descolló: la poesía y la oratoria, se deslinda en su noble y profundo pensamiento político, filosófico, cultural. Sin embargo, esa dicotomía se perfila cuando leemos y analizamos párrafos del paralelismo tan preciso y justo que escribió como el titulado: Céspedes y Agramonte, publicado como artículo literario o ensayo en El Avisador Cubano, de Nueva York, el 10 de octubre de 1888, en el aniversario 20 del grito de La Demajagua.

Lo comenzó diciendo:

"El extraño puede escribir estos nombres sin temblar, o el pedante, o el ambicioso: el buen cubano, no. De Céspedes el ímpetu, y de Agramonte la virtud. El uno es como el volcán, que viene, tremendo e imperfecto, de las entrañas de la tierra; y el otro es como el espacio azul que lo corona. De Céspedes el arrebato, y de Agramonte la purificación. El uno desafía con autoridad como de rey; y con fuerza como de la luz, el otro vence. Vendrá la historia, con sus pasiones y justicia; y cuando los haya mordido y recortado a su sabor, aun quedara en el arranque del uno y en la dignidad del otro, asunto para la epopeya. Las palabras pomposas son innecesarias para hablar de los hombres sublimes. Otros hagan, y en otra ocasión, la cuenta de los yerros, que nunca será tanta como la de las grandezas. Hoy es fiesta, y lo que queremos es volverlos a ver al uno en pie, audaz y magnífico, dictando de un ademán, al disiparse la noche, la creación de un pueblo libre, y al otro tendido en sus últimas ropas, cruzado del látigo el rostro angélico, vencedor aún en la muerte. ¡Aún se puede vivir, puesto que vivieron a nuestros ojos hombres tales!" (1)

Se puede decir que desde su adolescencia Martí fue un cespedista consuetudinario. Lo siguió durante su atormentada prisión en las canteras de San Lázaro, lo continuó en su destierro político en España y luego en Estados Unidos. Continuó el paradigmático destino de aquellos hombres sublimes que dieron sus vidas por la libertad y soberanía de su Isla tal como la soñó y murió el Padre de la Patria, al caer en combates desiguales y trágicos: uno en San Lorenzo, el otro en Dos Ríos.

En ese mismo ensayo sobre Céspedes y Agramonte acotará:

"Es preciso haberse echado alguna vez un pueblo a los hombros, para saber cuál fue la fortaleza del que, sin más armas que un bastón de carey con puño de oro, decidió, cara a cara de una nación implacable, quitarle para la libertad su posesión más infeliz, como quien quita a una tigre su último cachorro". (2)

Desde que Martí arribó a Nueva York en 1880 pensó en poner su elocuente oratoria a exaltar la fecha del 10 de octubre, para un llamado a la unidad inquebrantable de los cubanos, tanto los de la emigración como los de la Isla. El 24 de enero de 1880 en su discurso conocido como Lectura Patriótica, en Steck Hall, utilizó frases que hoy se hacen actuales y célebres, tales como: "Esta no es sólo la revolución de la cólera. Es la revolución de la reflexión".

En esa histórica lectura en el Steck Hall añadió otros conceptos y entre estos subrayó: "No hablo yo de aquellos mártires escasos que por cumplir melancólicos deberes, sacrificaron vehementes aficiones; mas sí de los que vivieron de brazo con los electos españoles, y les sirvieron en sus oficinas, y escribieron en sus periódicos, y se alistaron en sus filas, y engastaron en la luctuosa cinta de hule los colores a cuya sombra se disparaban en aquel instante las balas que echaban por tierra a Ignacio Agramonte y a Carlos Manuel de Céspedes... ". (3)

En Céspedes también aleteó y creció la integración y emancipación hispanoamericana de El libertador Simón Bolívar. Martí conocía bien este pensamiento bolivariano cuando indagaba aquella ayuda solidaria que Venezuela enviaba a los patriotas cubanos como las expediciones que salían, burlando las cañoneras españolas, de Puerto Cabello y Maracaibo en el glorioso Virginius, entre ellas la conocida como la expedición bolivariana que organizaron y trajeron a la Isla los generales Manuel y Rafael de Quesada y Loynaz, cuñados de Céspedes. Esas expediciones mantuvieron viva la guerra que duró diez años heroicos, cuyo análisis historiográfico y epistemológico todavía merece profundizarse con nuevos y fidedignos documentos. En esas expediciones se transportaron pertrechos de guerra, acémilas, alimentos, ropa, medicinas y también hermanos venezolanos, algunos de ellos dieron sus vidas por la causa revolucionaria de Cuba. La guerra de los diez años (1868-1878) dio al Ejército Libertador Cubano, siete generales, el mayor número de combatientes de todo el Caribe y el continente. (4)

Cada 10 de octubre era una fiesta, como bien señaló Martí y a esa memorable efeméride le dedicó sus encendidos discursos, así como a los heroicos bayameses y camagüeyanos que se levantaron en armas. La oratoria martiana de esa fecha es una dialéctica para todos los tiempos. Los dictó en el Masonic Temple, en el corazón de Nueva York , el 10 de octubre de 1887, en 1888 y 1889, en el Hardman Hall, así como el de 1890 organizado por el club Los Independientes. Luego vendría la renuncia de su trabajo como cónsul de Argentina y Uruguay, y en la prensa para dedicarse a recorrer países del Caribe y América en la propaganda del Partido Revolucionario Cubano y organizar la "útil y necesaria guerra".

Ahora que en algunas partes fuera de Cuba se insulta, se reniega y se calumnia a esa pasión martiana por la libertad, la justicia social, donde existen sietemesinos, neoanexionistas y seudomartianos, tenemos la oportunidad de apuntar algo para acentuar el sentimiento patriótico y revolucionario, la sensibilidad por ese Céspedes que llevó dentro José Martí, y no dejar de pensar en su famoso Céspedes y Agramonte como para releerlo todos los días.

Notas:

(1) José Martí. Obras Completas. Editorial Nacional de Cuba. La Habana, 1963. t. 4 , p. 358 a 362.

(2) Ibídem, ob. Cit., t. 4, p. 358.

(3) Ibídem, ob. Cit., t. 4, p. 183

(4) Nydia Sarabia. Entre la memoria y el tiempo. Ediciones Verde Olivo. La Habana, 1996.

viernes, 10 de octubre de 2008

'El sueño de Martí': patriotismo y distinción.

9 de Octubre del 2008

DANIEL FERNANDEZ
El Nuevo Herald

No es nada fácil el tomar la figura de un prócer de la estatura de José Martí y llevarla a escena en una obra musical. Sin embargo, el elenco que estrenó en la noche del sábado en el Miami Dade County Auditorium El sueño de Martí con libreto, canciones y música de Pedro Román pasó muy honrosamente esta prueba de fuego.

Aunque esta producción de la Academia de las Luminarias de las Bellas Artes (A.L.B.A.) --organización no lucrativa que fundara el propio Román en 1989-- es de proporciones modestas, se logra el objetivo de honrar al Apóstol de la independencia de Cuba y destacar la vigencia de su mensaje en el momento actual a lo largo de dos horas y media de bella música y sano entretenimiento. Y es que todos los participantes, desde el coro hasta el extraordinario Jorge Hernández que encarna sobrecogedoramente a Martí, pasando por los técnicos, diseñadores y operadores, todos han dado lo mejor de sí para honrar a una figura que trasciende los límites de su isla natal para proyectarse como una brecha de luz en un momento en que Nuestra América se sume en las tinieblas.

Sin duda el trabajo de Hernández va a dar de qué hablar por mucho tiempo. Tanto al actuar como al cantar mantuvo un aura de dignidad sin resultar envarado. Creíble en todo momento, y a veces, sencillamente increíble. Su asimilación del multifacético y enorme personaje fue la columna vertebral de esta obra que no se hubiera sostenido si el actor no hubiera logrado reproducir en escena a este poeta que es también hombre enamoradizo; rebelde pero humanista; filósofo pero violento, guerrero y a la vez de corazón sensible. En fin, un ser grande; pero muy humano. Su entrega de Yugo y estrella fue uno de los momentos más emotivos y hermosos de la noche.

Nattacha Amador (Doña Leonor), actriz cantante de larga trayectoria en esta ciudad y a quien hemos aplaudido con gusto muchas veces no estaba muy bien de voz esa noche --llovía a cántaros, sonaba algo resfriada--; pero aun así no tuvo contratiempos y su actuación se mantuvo en su acostumbrado nivel de profesionalismo. El popular Chamaco García, se desdobló convincentemente como el padre, Don Mariano. Rigo Palma y Ramón González Cuevas cumplieron cabalmente en su enlazador papel del nieto y el abuelo que repasan la historia del Apóstol. Mención especial para el joven Anthony Costas que hace del Martí adolescente y tiene a su cargo la romanza Madre del alma que entregó con sensibilidad y acople, y que también fue emotivamente acogida por el público.

Rossana Parodi con su bella voz y presencia resultó una grata sorpresa como Carmen Zayas Bazán. Su Te digo adiós fue muy aplaudido. Muy dignos y bien caracterizados Germán Barrios como Máximo Gómez y Patricio Collado como Antonio Maceo; aunque no tan satisfactorios en lo musical. El multifacético Román cumplió también efectivamente con los recitativos en off.

El resto del reparto, los coros y supernumerarios estuvieron a la altura de un espectáculo de gran profesionalismo. Especial mención para la pareja de baile de José Alberto y Maritza Nodar que desarrollaron los distintos números de baile folclórico (México, Guatemala, España, etc.).

La orquestación y la dirección musical corrió a cargo de Danny González, mientras que Manny Albelo fue el mago de las luces y el director de escena. No se puede olvidar la efectiva labor de Dimitri Ramírez en el sonido, ya que salvo algunos instantes turbios al principio, los micrófonos inalámbricos funcionaron a la perfección y no hubo nunca desacople de pistas y cantantes. En realidad todo el espectáculo fluyó sin baches, y a pesar de que no habían tenido la oportunidad de ensayar cabalmente en el teatro antes de la puesta, todo salió muy bien y hasta hubo sus momentos de brillantez. ¿Cuánto más se hubiera logrado con un mayor presupuesto? Sin duda que si hubiera habido en escena todo un cuerpo de baile, si las proyecciones de fondo hubieran sido más variadas y coloridas, el espectáculo hubiera ganado mucho; pero aun así El sueño de Martí cumplió con creces con lo que se propusiera su creador, el talentoso Román, y por eso fue larga y emocionadamente ovacionado de pie. Actores y público habían desafiado la fuerte lluvia para honrar al Apóstol y no quedaron defraudados, fue una noche de patriotismo y de arte de altura. Esperemos que la experiencia vuelva a repetirse.•

dfernandez@herald.com

martes, 7 de octubre de 2008

Primera página web sobre Martí en Cienfuegos.

Granma
ONELIA CHAVECO

La primera página web sobre los testimonios patrimoniales de José Martí en la provincia cubana de Cienfuegos, quedará inaugurada el próximo día 18 de octubre en saludo al aniversario 155 del natalicio del Apóstol.

El sitio constituirá una evidencia de las relaciones del héroe nacional y el Partido Revolucionario Cubano con la ciudad y su movimiento patriótico durante la década del 80 del siglo XIX.

Esta web se hospedará en el portal de Patrimonio que forma parte de la red cienfueguera Azurina, y comenzará a funcionar a partir del próximo 20 de octubre, día de la cultura cubana.

Informáticos del Centro provincial de Patrimonio actualizarán periódicamente la página, donde reflejarán el quehacer de instituciones que atesoran información sobre José Martí y construcciones conmemorativas en su honor.

Los usuarios también podrán encontrar un directorio cienfueguero con locaciones y calles que llevan su nombre, obras de arte con su figura, así como datos históricos importantes.

En la Web Martí se publicarán obras de importantes investigadores cienfuegueros como Samuel Sánchez Gálvez quien demostró la presencia del Apóstol en la logia Masónica con el hallazgo de dos documentos con su firma y nombre simbólico.

También se llevarán a la red investigaciones de Mirtha Luisa Acevedo, especializada en estudios martianos y de los vínculos de su familia con territorio cienfueguero.

(AIN)

lunes, 6 de octubre de 2008

Una crónica viva, las huellas del Apóstol.

Cubarte
Por: Mercedes Santos Moray
06 de Octubre, 2008

(Cubarte).- A una escritora camagüeyana que, en este año, acaba de cumplir 85 de vida, aunque la enfermedad ha silenciado su presencia en nuestro horizonte cultural, a ella, a Mary Cruz debemos la autoría de un breve volumen: El hombre Martí, publicado por el Centro de Estudios Martianos, y prologado por quien ha sido su compañero, el poeta y ensayista Ángel Augier.

Desde el preámbulo, el propio Augier define este cuaderno, acercamiento a una subjetividad, la de Martí, en el decursar de su existencia, libro escrito con amor, y resultado de muchos años de lecturas y de búsquedas, de voluntad divulgativa, en lo esencial, y no de afanes exegéticos, texto que tiene una virtud, la de seguir las huellas del Apóstol, desde el costado más personal y humano, es decir, desde las raíces mismas de su encarnadura, descubriendo ante los lectores aquellos rasgos físicos y también morales de un ser humano excepcional.

Verdadera crónica viva este libro estructurado con un sentido didáctico, que invita a otras lecturas, y también a investigar esos costados en los que no se suele abundar, cuando se trata de la abundante papelería dedicada a Martí, porque la escritora que aquí usa de sus técnicas ensayísticas, pedagógicas y también narrativas, quiere adentrarnos en la espesura de un hombre, desde la niñez a la muerte, para no sólo conocerle mejor, sino y sobre todo, para que se nos agrande, desde la individualidad, ese cubano que devino símbolo y que muchas veces se nos diluye entre ideas, como si nunca hubiera sido un sencillo habitante de este mundo.

De interés, incluso metodológicamente, resulta el apunte de Mary Cruz cuando nos presenta el desarrollo de aquel cuerpo que sólo llegó a los 42 años, y cómo nos describe su cabellera, abundosa en la niñez, ensortijada en la juventud, hasta ver cómo clarea, mientras se agotan las energías físicas y se aproxima en la madurez al final de la vida, con la calvicie que describe el médico forense, al examinar al caído en Dos Ríos.

También los ojos, que la autora concluye, gracias a numerosos testimonios de los coetáneos de José Marti, como el centro de su expresión facial, y como el reflejo de su propio carácter, estos sus ojos pasan de ser castaños a claros, o se definen por la escritora como “glaucos”, con esa capacidad que tantas personas tienen de varias con el tiempo y las propias motivaciones afectivas.

Otro elemento lo será la sonrisa, siempre breve, y sólo muy ocasionalmente atrapada por el lente y la pintura, de mayor espontaneidad cuando sostiene al pequeño José Francisco, a la altura martiana de sus 28 años, y luego, desvanecida, aunque no ausente su sentido del humor, tras laceraciones y vivencias en una vida que, como la suya, fue tan intensa.

A estos temas suma Mary Cruz su exploración de la personalidad, la construcción del ser humano en un despiece narrativo que sigue, también, el sendero de ver las variaciones de la existencia, los cambios ocurridos en distintas facetas de aquella naturaleza, en las que tuvo tanta importancia el amor, desde los padres y las hermanas, hasta las mujeres que fueron alimento de su espiritualidad y, en especial, su relación con quien fue su esposa, Carmen Zayas Bazán.

Lectura esta que se disfruta, y que como he apuntado, no aspira a ser conclusiva en sus datos, sino una apertura hacia investigaciones necesarias, al tiempo que nos entrega una mirada otra, no desde el mármol de la estatua, ni tampoco desde la dimensión heroica, sino que se aproxima, siempre, a un hombre de mediana estatura, cuerpo delgado y gran voluntad, dinámico e inquieto, que se ha situado en el centro de nuestra historia, y que nos reclama igualmente, gratitud y amor, un conocimiento de su persona, desde muchos aspectos, para entenderle mejor también, y ver cuánto nos dio, aquel criollo de tez trigueña y ojos oblicuos, de voz de barítono, como señalan sus amigos y oyentes, el mismo de la calle de Paula y del cruce del Cauto con el Contramaestre.

jueves, 2 de octubre de 2008

La ética y la acción de José Martí.

Fernando Dávalos
Colaborador de Rebelde
2 de Octubre de 2008, 9:50 a.m.

LA HABANA, CUBA.- El pensamiento ético y la acción de José Martí, en la segunda mitad del siglo XIX, tenía una matriz latinoamericanista y de apego a las clases populares, y hacen saber que la grandeza no puede hacer olvidar las obligaciones familiares y cotidianas. Por eso se entiende que fue un hombre sometido a múltiples tensiones, contradicciones y hasta reveses. Supo construir su imagen pública patriótica, en estrecho y singular contrapunto con su vida íntima, y sufrió la incomprensión de su madre, de la esposa y de numerosos amigos, que deseaban que su brillante talento se aplicase al ejercicio de la abogacía y al disfrute de una holgada vida familiar.

Martí padeció, pero no cejó por entregarse a Cuba.

Pasó tiempo separado de su hijo, lo que expresó más de una vez en sus textos, y eso le dolía. Tanto fue que le hizo considerarse un muerto en vida. Adoptó el sencillo traje de color negro porque afirmaba que guardaba luto por la esclavitud de Cuba. Se sintió desposado con la patria. Pero no cesó en sus delicadezas de caballero y fue buen conocedor de telas y modas, y aconsejó con buen gusto a sus amistades, al comprar ropas para su hijo y al presentar a los personajes femeninos de Lucía Jerez, su única novela. Mantenía sus finezas, pero se entregaba de cuerpo y alma a la conspiración.

Su sentido estético le haría rechazar el oropel y el artificio, y por ello, quizás, trabajaba sus textos sin cesar y nunca encontró sus Versos Libres a punto para publicar. Defendía lo pictórico, y un día en Nueva York gastó el único dólar de sus escuálidos bolsillos en comprar una taza de porcelana china para disfrutar de su belleza. La amistad y el agradecimiento formaban parte de sus deberes y de sus gozos. En sus cartas al mexicano Manuel Mercado demuestra que siempre reconocía en aquél la ayuda a sus padres y hermanas, y cómo le abrió él mismo las vías para incorporarse a la vida intelectual del México de entonces, y a su sustento diario. Martí fue así de honrado, que no olvidaba.

Su maestro Rafael María de Mendive, en los años juveniles, y mentor de su amor a Cuba, resultó siempre sagrado en su memoria. Quienes le tendieron la mano a Martí, fueron aceptados y queridos, aunque no coincidieran en sus posiciones políticas. Mediante la franqueza y la lealtad logró servicios para Cuba de un natural de Galicia que estaba integrado al recalcitrante Cuerpo de Voluntarios, afín al gobierno colonial, y de un joven español que servía en el barco que le condujo, en 1879, a la segunda deportación de su amada Cuba. Ese fue el joven Pepe Martí, comprometido en la lucha y en todo momento delicado, esclavo de sus letras, y humilde soldado de Cuba.

miércoles, 1 de octubre de 2008

¿Cómo era José Martí?

Fernando Dávalos
Colaborador de Rebelde
1ro. de Octubre de 2008, 10:10 a.m.

La Habana, Cuba.- Se ha escrito que José Martí poseía el arte de escuchar, pero era un hombre que hechizaba a quienes estaban atentos, en un aula con los cubanos negros de Brooklyn, en salones de la Quinta Avenida neoyorquina, o ante la tropa mambisa alzada en los campos orientales de Cuba. Podía transformar su cálida voz, de rápida y pegajosa palabra en la intimidad, en un fogoso y convincente discurso, cuando así era necesario.

De entonces algunos detallan sus ademanes, el gesto y la mirada penetrante y enérgica, y dulce, como lo señaló la chilena Gabriela Mistral, que hallaba vida en sus ojos aún después de muerto Martí, en cualquier retrato antiguo. Su palabra y sus ojos eran su elocuencia.

Era hombre de detalles. Cuando visitó a Manuel Mercado en 1894, ya próximo a su caída en combate, Martí no olvidó una flor o un pequeño recuerdo. En víspera de un viaje a Tampa, suprimió su comida para comprarle un recuerdo a la hija de cinco años de un tabaquero. Al hacer una visita, dirigía una palabra amable a cada persona, cual repetía en las despedidas de sus cartas, en sus dedicatorias y en sus poemas. Recordaba casi siempre a quien vio antes, lo recuerda el historiador Pedro Pablo Rodríguez.

Martí no era tan serio como aparece en las fotos de entonces, como era una costumbre. Intercalaba la risa en sus conversaciones, y gustaba de bailar. Se le recuerda en México cómo animaba las redacciones y las tertulias de intelectuales.

En Nueva York, maduro ya, sus amigos le buscaban para ir al bar de moda, en el hotel de Hoffman. Sabía de vinos y comidas, y dice Enrique Collazo, quien lo trató en momentos en que apenas dormía, porque preparaba expediciones subrepticias para Cuba, ordenaba una comida como nadie, pero comía poco o nada. ¡Cómo serían las preocupaciones de Martí!

Fue Pepe frugal de hábitos y por necesidad, y quizás también para predicar sin palabras ante cualquier cubano habitualmente dispendioso. Martí era hiperquinético, como ahora se dice, nervioso y no podía estar tranquilo, pero pasaba horas escribiendo. Subía los escalones de dos en dos, pero le leía pacientemente a su hijo y pasaba largos ratos cerca de María Mantilla, mientras ella estudiaba piano. Martí supo combinar las decisiones de la guerra que preparaba (1895), con los detalles amorosos de su hogar, a pesar de tan graves tensiones en cada momento. Pudo controlar y encauzar su orgullo, su rebeldía y cualquier arranque de soberbia. Fue una voluntad al servicio de la causa y de los demás.

“Era un hombre de gran corazón que necesitaba un rincón donde querer y donde ser querido. Tratándole se le cobraba cariño, a pesar de ser extremadamente absorbente”, relata uno de sus colaboradores en las lides patrióticas, cuya relación con José Martí comenzó con un sonado choque epistolar. La naturaleza viril del soldado Martí se mantuvo en todo momento, y con sus convicciones, le llevaron al primer combate en la localidad de Dos Ríos, en la zona oriental de su amada Cuba, el 19 de mayo del año de la guerra que previó, donde cayó de su cabalgadura muerto a balazos, en la que no era habilidoso jinete. En esos momentos marchaba a organizar el gobierno de los patriotas en armas, otra inmediata encomienda y preocupación de la histórica causa.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Diarios de campaña, de Martí: Vivo reflejo de una vida.

5Septiembre.cu
Mirtha Luisa ACEVEDO FONSECA
(24/09/2008) 3:45 p.m.

Texto que debe ocupar espacio privilegiado en la biblioteca de cualquier lector, se encuentra a la venta en nuestras librerías.

Es frecuente encontrar en páginas escogidas de la obra martiana algunos fragmentos de sus diarios de campaña, o en ocasiones, se han publicado indistintamente con títulos como De Montecristi a Cabo Haitiano, o De Cabo Haitiano a Dos Ríos. Es menos usual para el lector descubrir la obra completa registrada en sus dos partes, como sucede en esta publicación del Centro de Estudios Martianos: José Martí, Diarios de Campaña, a la venta en nuestras librerías.

Se trata de la edición crítica realizada por la investigadora y ensayista Mayra Beatriz Martínez en un libro que bien puede estar destinado a un lugar privilegiado en el interés de cualquier lector, por la minuciosidad del relato de estos viajes y la poética de sus textos.

Las páginas de Diarios de Campaña son reflejo de lo acaecido en la vida de su autor; allí transitan junto a los sucesos, las anécdotas, los estremecimientos más sublimes, las vivencias del Maestro desde el 14 de febrero de 1895 hasta las últimas letras escritas horas antes de morir. Están recogidos los hechos transcurridos en apenas 3 meses y 5 días, de una existencia antes cargada de acontecimientos disímiles: prisión, destierro, incomprensiones, traición; y ahora estos últimos pasajes son un verdadero soliloquio donde emergen la certeza del camino soñado, la solidaridad humana; allí se suceden los amigos, las muestras de respeto y cariño en letras donde subyace un sentimiento de plenitud espiritual.

Como todo diario, la intimidad denuncia las inquietudes de la pluma, y la lectura insaciable lo acompaña en estos momentos cruciales, cuando aun en circunstancias aciagas no renuncia a los libros.

Transmiten cuanto pudiera rastrearse de la cultura caribeña y cubana, aparecen las costumbres culinarias, la música, los hombres y mujeres que en diversas circunstancias asisten a los finales del siglo XIX en Santo Domingo y Haití, y quienes en Cuba asumen la irrenunciable circunstancia de la guerra contra el colonialismo español.

Tanto en el tránsito por República Dominicana y Haití como en lo referido desde tierra cubana, se aprecian los recursos del poeta inconmensurable que fue su autor. Sale a la luz la originalidad en la adjetivación martiana cuando al referirse a un lugar de República Dominicana, Santiago de los Caballeros, la califica de "trabajadora y épica", dos consideraciones aparentemente poco comunes unidas en una valoración intrínseca. En otros párrafos, cuando ya ha conocido del alzamiento en Cuba del 24 de febrero, el diario y la poesía delatan su impaciencia: "El sueño es culpa mientras falta algo por hacer".

Y como para no renunciar al acercamiento a este libro debe ponderarse la minuciosa edición explícita en estas páginas con 548 notas al pie de acotaciones históricas, precisión de lugares y personas relacionadas con la ruta martiana.

Sin dejar cabos sueltos, la investigadora completa el volumen en los anexos con los datos de 69 figuras vinculadas con el Apóstol. Y un glosario de términos significativos referentes a la flora, la fauna y las costumbres.

Para hacer justicia de la existencia de tan preciado volumen, habría que agradecer al cuidado de Manuel Sanguily y Garrite, que recibiera el primer diario en 1910 de manos de Carmen Miyares, en cuyas manos quedó guardado por haber sido dedicado a sus hijas.

El segundo diario apareció en 1940 en los archivos de Máximo Gómez, a quien fuera entregado, por Ramón Garriga, el joven ayudante de José Martí, que custodiaba el manuscrito en sus alforjas, cuando la muerte atrapa a su autor en Dos Ríos.

Asumir esta lectura será una recreación llena de poesía y vida; no son relatos de guerra, son cantos de amor a la naturaleza y a los hombres y mujeres que habitan en ella; escritos por quien tanto amó la existencia humana.

martes, 23 de septiembre de 2008

Erigirán complejo monumental a José Martí en capital guatemalteca.

Prensa Latina

Guatemala, 23 sep (PL) Una plaza presidida por la estatua de José Martí será erigida en la capital guatemalteca en homenaje al Héroe Nacional de Cuba, informó hoy aquí Erasmo Lazcano, subdirector de la Oficina del Programa Martiano.

El conjunto arquitectónico, donde también estará la Niña de Guatemala, se corresponderá con otro en La Habana con efigies del prócer cubano José Joaquín Palma y el guatemalteco Rafael Álvarez Ovalle, autores de la letra y música del himno de este país.

La idea surgió durante una reciente visita del alcalde Álvaro Arzú a la nación caribeña y tiene como objetivo profundizar las relaciones de amistad entre los dos pueblos, dijo el funcionario a Prensa Latina.

Lazcano está en la capital guatemalteca junto al arquitecto José Villa, designado para la construcción de la obra, que será colocada en la emblemática Avenida de las Américas del sur de la urbe.

Villa es vicepresidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y el creador del monumento a John Lennon en un parque del barrio de El Vedado, así como el del Caballero de París que adorna las calles del Casco Histórico de La Habana Vieja.

La delegación cultural cubana está integrada también por Jorge Lozano Ross, asesor del director de la Oficina del Programa Martiano, Armando Hart.

Este lunes fueron recibidos por el alcalde Arzú para afinar pormenores del proyecto, que será dedicado al amor en toda su dimensión: a la patria, la sabiduría y también a la pareja.

“Durante su estancia en Guatemala Martí tuvo patria, se hizo maestro -que como él dijo fue hacerse creador- y amó”, aseguró Lazcano.

Aunque no existe aún una fecha prevista para su inauguración, se está buscando una que sea significativa para ambos países.

La apertura estará precedida por una jornada cultural dedicada al Apóstol cubano, donde se donarán ocho bibliotecas martianas y se presentarán libros sobre su obra, una muestra de cine, música y poesía, precisó Lazcano.

acl/car/mga

PL-16

viernes, 19 de septiembre de 2008

Martí y Juan Gualberto.

Miralys Sánchez Pupo
Colaboradora Rebelde
17 de septiembre de 2008, 10:05 a.m.

La Habana, Cuba.- Juan Gualberto Gómez conoció a José Martí cuando trabajaba en el bufete de su amigo Nicolás de Azcárate a quien le unían lazos de amistad desde su encuentro en México. Los reunía a todos en La Habana la firma del Pacto del Zanjón como punto final de la Guerra de los Diez Años, que ambos jóvenes consideraron un paréntesis al no haberse conquistado la independencia. Y aquellos vínculos los unió a los tres en los futuros caminos de la patria.

Martí y Gómez se integraron a los grupos que conspiraban en Regla a favor de dar apoyo a lo que se conocerá como Guerra Chiquita por su corta duración. Los clubes habaneros consideraron importante alcanzar la unidad de los patriotas que hasta esos momentos se encontraban segregados por el color de la piel. Ellos ayudaron desde el surgimiento de un Comité Central presidido por Martí que ayudó con el armamento necesario para los alzados en el Oriente y Las Villas.

El espionaje hizo llegar a la casa de Martí a un civil que lo llevó preso. Pero no sabía que detrás de la mampara de la casa estaba Juan Gualberto que esperaba almorzar con él. Llamó a su mujer y recogió unas monedas en su cuarto y pidió un café. Luego de su salida Juan Gualberto conoció que era necesario le siguiera y conocido el lugar donde se lo llevaba buscar el apoyo de Azcárate, quien con su influencia en el gobierno logró se levantara su incomunicación y su salida de Cuba.

Los hermanos en la lucha habían quedado aislados. Martí fue enviado a España más tarde Juan Gualberto estuvo preso y volvió a Cuba en 1890 para reanudar la lucha por la independencia del país. Al escribir el artículo ¿Por qué somos separatistas? Martí le escribió al conocer su campaña en la Isla y se reanudaron sus vínculos conspirativos ahora al calor del Partido Revolucionario Cubano y la guerra que se organizaba.

La correspondencia entre Martí y Gómez acompañada de los cuidados del clandestinaje fue amplia, diaria, precisa. Juan Gualberto recordó la última de sus cartas con sumo cariño que tuvo por fecha los inicios del mes de febrero donde su delegado en la Isla daba los toques finales al reinicio de la guerra. En ella le dijo entre sus frases nerviosas:

“¿Lo veré…? ¿Volveré a escribirle…? Me siento tan ligado a usted, que callo… Conquistaremos toda la justicia”

En una Revista Bimestre Cubana de 1933, se pudo leer las palabras de Juan Gualberto siguientes: “Tal es el recuerdo de la última vez que vi a Martí en 1880, y tal el párrafo para mi inolvidable, de la última carta que me escribió en 1895.”

domingo, 14 de septiembre de 2008

José Martí y Francia.

El Sol de Mexico
Pluma en Ristre
Nora Araujo
Organización Editorial Mexicana
14 de septiembre de 2008

Tradicionalmente los cubanos simpatizaron con el país galo por su historia y su cultura. En el siglo XIX la intelectualidad criolla y progresista se acercó a la cultura francesa como un rechazo a los modelos españoles dominantes. José Martí apreció el ejemplo francés. Pudo conocerlo de cerca en dos ocasiones, siempre al regreso a Hispanoamérica, concluidos sus dos destierros en España. En 1874 y 1879 pasó por París. Permaneció allí días invernales, recorrió museos, tomó apuntes y se entusiasmó con Sarah Bernhardt.

Martí dominaba el francés. Su primera traducción a esa lengua fue "Mis hijos" de Víctor Hugo, publicada en forma de folletín en la Revista Universal de México. En su nota introductoria al primer fragmento (17 de marzo, 1875) Martí expresa su alegría y a la vez su preocupación por traducir a Hugo. Teme traicionar su estilo. Aspira a escribir en buen español, pero siente que es capaz de "afrancesarse" con tal de seguir a "esa inteligencia que va más allá de los idiomas".

Como es sabido, el poeta cubano se ganaba la vida como periodista, pero también la traducción fue un medio de vida. El dominio del francés se extendía a Francia, su geografía e historia, su literatura, su teatro y su pintura. Este arsenal ocupó un lugar destacado en su formación como escritor. Por su pasado revolucionario, por su presente democrático y por su cultura, Francia aparecía en aquel entonces como un país admirable.

Durante varios años se dedicó a seguir de cerca los acontecimientos franceses (y de otros países europeos y americanos). Lo obligaba su labor como "corresponsal extranjero" para la revista caraqueña La Opinión Nacional y su colaboración en Nueva York, con The Hour y The Sun. En sus crónicas explicaba el funcionamiento del sistema francés, de la prensa, pero también comentaba matrimonios y defunciones, se ocupaba de las reseñas de libros, de los estrenos teatrales. Lo acontecido podía suscitarle una sentencia moral, una reflexión filosófica, una valoración histórica, un juicio estético.

De los narradores prefirió a Flaubert, celebrando su maestría perfeccionista, su laboriosidad. La relación con Zola era ambivalente: reconocía la importancia educadora de mostrar la desnudez de los abismos y el vicio, pero rechazaba su sistematización. De los poetas veneraba a Víctor Hugo, su resplandeciente ancianidad, su obra literaria. De la buena poesía, creía que no debía la rima obedecer de mal grado al pensamiento, ni tampoco era labor de los poetas crear frases melodiosas pero vacías de sentido.

Martí fue un eficaz comentarista de la vida teatral parisina. Admiraba fervientemente a la Bernhardt, manejaba los grandes nombres de la escena, atendía la composición social del público como indicador del clima político. Su oficio se asentaba en el conocimiento de los clásicos. Presintió la transitoriedad del tipo de teatro que se representaba en aquella época: "No harán clima en Francia ni fuera de ella, los cantares de Hugo, ni los fenómenos morales del hijo de Dumas".

En sus textos siempre aparecía el París vivo: sus bulevares, sus teatros, sus bibliotecas, sus salones literarios, sus cafés; la Sorbona, la Comedia Francesa, la Opera. Después de la sentencia sabia o del dato erudito añadía el detalle humano, ambiental: la calle, el ruido, el movimiento; la imagen que ayudaba su lector a imaginar, a paladear. Pudo expresar lo esencial de la revolución impresionista, de "esos lienzos locos de estos pintores nuevos".

El carácter periodístico de las crónicas martianas exigió la concreción al hecho de actualidad, pero Martí no descuidó los contextos. Difusor en América del acontecimiento francés (amén de otros), el poeta escribió sobre Francia para ganar el pan, pero siempre con oficio y profesionalismo, sabiduría y deleite. Todo un ejemplo.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Pedro Román estrena “El Sueño de Martí”

Publicado el 09-10-2008

Por Emily Cáceres
Especial para DIARIO LAS AMERICAS

La Organización Cultural No lucrativa ALBA, fundada en 1989, se enorgullece en informarles del estreno mundial de un nuevo musical “estilo Broadway”, del laureado autor, compositor y cantante Pedro Román, dedicado a la vida y al legado que nos dejara nuestro Apóstol José Martí, titulado “El Sueño de Martí”. Es la primera vez que un empeño de esta naturaleza se lleva a la escena en un lenguaje moderno y teatral de sano entretenimiento, en el que los ritmos y canciones cubanas originales, juegan un importante papel en el desarrollo de la trama.

La dedicación, el conocimiento y el talento de Pedro Román alcanzan en este proyecto dimensiones de originalidad, verdaderamente extraordinarias.

Crear un musical histórico de una figura tan venerada y respetada como José Martí y convertirlo a la vez de didáctico e informativo, en sumamente entretenido, es un logro nunca antes alcanzado.

El motivo central que inspiró a Pedro a involucrarse en este proyecto, es la necesidad actual de que las nuevas generaciones conozcan al verdadero Martí, no a la figura que es maliciosamente distorsionada en Cuba, sino al hombre de grandeza espiritual y patriótica, paladín de la democracia y de la libertad.

Este musical cuenta con un elenco insuperable de grandes figuras, encabezado por el actor y cantante Jorge Hernández (en el papel de Martí), Nattacha Amador (Leonor Pérez), Rossana Parodi (Carmen Zayas-Bazán), Ramón González-Cuevas (el abuelo), Rigo Palma (el nieto) y las actuaciones especiales de Chamaco García (Mariano Martí) y Germán Barrios (Máximo Gómez). Participan además Patricio Collado (Maceo), Ismael Requejo (Juan Gualberto Gómez), Miguel Cervantes (un insurrecto), Anthony Costas (en el papel de Martí, joven), Coro y Ballet ALBA y José Alberto y Maritza Nodar. Dirección Musical de Danny González con la producción general de Ernesto de Otero. “El Sueño de Martí” sube a la escena del Miami-Dade County Auditoriun el sábado 4 (8:00 p.m.) y el domingo 5 (3:00 p.m.) de Octubre de 2008.

Información y reservaciones: Oficinas de ALBA (de 12 p.m. a 7 p.m.) todos los días (305) 827-6311. Taquilla de teatro (305) 547-5414 (de lunes a viernes, de 9 a 4) Ticketmaster: (305) 358-5885.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Influencias martianas a mediados del siglo XX.

Miralys Sánchez Pupo
Colaboradora de Rebelde
4 de Septiembre de 2008, 2:15 p.m.

La Habana, Cuba.- La influencia de José Martí descrita desde sus contemporáneos es un caudal de importantes testimonios. Ellos nos acercan a la visión que su tiempo tuvo de aquel gigante. Pero como las montañas, la altura de las genialidades se advierte con mayor claridad a lo largo del tiempo, cuando se les puede apreciar a través de la distancia cronológica. Por eso llama la atención que a pesar de haberse levantado una república que no fue la propuesta por el Maestro, también estuvo a mediados del siglo XX presente en la vida nacional.

Las escuelas públicas que lograron alguna ayuda de las Asociaciones de Padres y Maestros lograron colocar al menos un cuadro de José Martí y en las instituciones de otro nivel se pudieron apreciar algunos bustos o relieves de diferentes formatos y elementos constructivos para la obra. Él no estuvo nunca fuera de aquellas instituciones docentes donde vibró por siempre su razonable idea que ellas eran una fragua de espíritus.

El pensamiento martiano dentro del país contó con tres líneas fundamentales para valorar su obra por figuras del campo de las letras. Según Cintio Vitier ellas se movieron en torno a su sentido humanístico, más que presente a lo largo de su obra. También los aspectos referidos a la ética tan olvidada en la pseudo república y sus más osadas ideas en torno al liberalismo.

Un conjunto de asociaciones entregaron sus esfuerzos por difundir su obra alrededor de Isidro Méndez. Medardo Vitier dio a la luz su título Martí, estudio integral que vio la luz en 1954, presentado de cuerpo completo como paradigma para Cuba y el mundo desde diversidad de enfoques que dieron un toque de frescura a su actualización en momentos de especial interés para no apartar a los cubanos de su ejemplo.

Emilio Roig de Leushenrig enfatizó su acercamiento al Maestro para subrayar los valores y el contenido de su ideología, además de la práctica social martiana a partir del amplio espectro de su palabra y ejemplo personal en la entrega a la gran empresa a la cual dedicó su vida por la independencia de la patria.

Los enfoques marxistas tampoco estuvieron ajenos a fuente tan trascendental a la luz de la teoría de avanzada de aquellos momentos. Además de los numerosos trabajos del intelectual Juan Marinello que lo colocó en el centro de su fuerza cultural para el futuro, también se pudo leer el texto José Martí, revolucionario radical de su tiempo, que nació de la pluma de Blas Roca Calderío, quien estaba al frente de los columnistas cubanos de aquella época.

Las versiones de perfil conservadoras también afloraron. Uno de sus ejemplos fue la obra de Jorge Mañach conocido bajo el título El pensamiento político y social de José Martí, del que no puede desconocerse a pesar de sus limitaciones que corrió de la mano de un prosista de altura. Tales ejemplos nos demuestran que a pesar del olvido que muchos trataron de condenar el pensamiento del Maestro, muchos le siguieron sus huellas en bien del futuro.

El mejor de los verbos.

Diario de Madryn

“…Yo he visto al águila herida
volar al azul sereno
y morir en su guarida
la víbora del veneno…” (J.Martí)

De los grandes hombres posiblemente son las cosas pequeñas las que permiten percibir su magnitud de espíritu. Dice José Prieto por ejemplo que José Martí, el genial patriota cubano, tenía los ojos zarcos (azul, claro y puro) pero que no se percibe en las pocas fotos que existen de él.

“En mi juventud –cuenta Prieto- siendo estudiante del Instituto de Segunda Enseñanza del Vedado, yo residía con mi familia en un apartamento de la calle H-160 y también en el mismo edificio el “coronel Cantillo” veterano del glorioso ejército Mambí, muy respetado por los vecinos y venerado por la muchachada del barrio. En su modesto apartamento, mientras esperaba que corrigiera un escrito mío, noté tres cuadros pequeños –como de una cuarta. Uno de ellos era el rostro de Martí con una bandera cubana de fondo. Impresionaba, era la primera y única vez que veía a Martí con ojos azules; Las bandas azul celeste de nuestra bandera armonizaban con esos ojos; por lo que al notar su firma: Cantillo, lo felicité por el acierto de armonizar los ojos con la bandera.

No era una licencia suya... Repuso que así eran los ojos de Martí, lo que sabía por haber sido secretario de Gonzalo de Quesada, quién a su vez había sido el secretario de Martí. Después me señaló los otros dos cuadritos: el recodo de un río tranquilo entre verdes intensos y otro: solo un boceto a plumilla con firmes y diestros trazos. Y me hizo notar que ambos estaban firmados por aquél genio singular... José Marti.

Muchos años después, en el club San Carlos, de Cayo Hueso, en una conferencia a la cual tuve la suerte de asistir, una investigadora norteamericana (miembro del staff del club), mencionó durante la lectura de un detallado retrato literario, los ojos zarcos de José Martí; publicado allí por su primera visita (Enero 3, 1892) para recaudar fondos en la ciudad-islote; ya pujante emporio de fábricas de tabaco y familias enteras de cubanos expertos en las muchas y delicadas fases de la confección de “habanos”.

En conversación personal con el Dr. Santiago Rey Pernas (eminente orador, Senador de la República y Gobernador de la Provincia de Las Villas) en un pequeño restaurante de la calle 8, en Miami..., le pregunté por los ojos azules de Martí. El ya anciano rostro se iluminó al recordar con deleite: “... Yo no conocí a Martí, pero sí..., “Azulitos”, me decía el general Loynaz del Castillo, quién sí lo conoció.”

A pesar de su estilo preciso, Jorge Mañach en: “Martí el apóstol”, al paso, (página 174) menciona sus -ojos almendrados- (¿por decir: claros?). Pero (página 247), entre las últimas páginas del mismo libro –las más terribles- escribe: “Ximénez de Sandoval, incrédulo, examina el cadáver; el práctico Oliva... un capitán... Chacón el mensajero, (asienten que es Martí). Bajo la azul chamarreta ensangrentada, los papeles no dejan ya lugar a duda. Tenía –escribe Ximénez de Sandoval- las pupilas azules...

Martí merece que el mundo vea, la majestad de su mirada tranquila, y como en el dibujo de Cantillo, los ojos zarcos tal como el color de las bandas de la bandera por la que ha de morir”.

Verbos de recuerdos y luchas, verbos sobre lo importante, porque como decía Angel Ganivet, “El horizonte está en los ojos y no en la realidad”.

viernes, 29 de agosto de 2008

Publican en México libro sobre José Martí.

Radio Habana Cuba

La Habana, 28 ago (RHC-AIN) El libro Martí en México: Recuerdos de una Época, del investigador mexicano Alfonso Herrera, fue presentado en la sede del Senado de ese país latinoamericano.

Afirmó Herrera que Martí es un referente obligado para quienes amamos la libertad y creemos que un mundo mejor es posible, y comentó que el contenido de su libro trata la vida y obra del Héroe Nacional de Cuba durante su permanencia en tierra mexicana.

El autor resaltó la vigencia del ideario martiano en una coyuntura hemisférica orientada a la unidad entre los pueblos latinoamericanos.

A su vez Santiago Creel, presidente del Senado mexicano, catalogó la obra como un hecho cultural importante en el contexto del fortalecimiento de las relaciones con Cuba.

Fuentes: RHC, AIN, GRANMA, TRABAJADORES, JUVENTUD REBELDE, PL, REUTER, EFE, IPS, ANSA, AFP, XINHUA, TASS, DPA, AP.

miércoles, 27 de agosto de 2008

Comenzó rodaje del filme José Martí, el ojo del canario.

Radio Habana Cuba

La Habana, 26 ago (AIN) Fernando Pérez, uno de los más importantes cineastas cubanos de los últimos años, y su equipo de filmación, comenzaron en esta capital el rodaje de la película José Martí, el ojo del canario.

Sobre la infancia y adolescencia del Apóstol de la Independencia de Cuba, versará esta historia de ficción en que intervienen los primeros actores Rolando Brito y Broselianda Hernández, en los papeles de Don Mariano Martí y Doña Leonor Pérez, respectivamente.

Además integra el elenco Julio César Ramírez para dar vida al maestro Manuel María de Mendive, otro personaje de trascendental importancia en la trama.

Tras un exhaustivo trabajo de selección y pruebas de cámara, el niño Damián Antonio Rodríguez resultó escogido para recrear la infancia de Martí; mientras que el joven Martí será Daniel Romero, estudiante de segundo año de actuación de la Escuela Nacional de Arte.

Aproximadamente dos años de investigación y búsquedas empleó el Premio Nacional de Cine 2007 y director de Suite Habana, Clandestinos y La vida es silbar, para el argumento y guión de este proyecto, enmarcado en los primeros años de la segunda mitad del siglo XIX.

Las principales locaciones de la película, cuyo estimado de rodaje es de 11 semanas, se ubican fundamentalmente en La Habana Vieja (Palacio de Aldama), Guanabacoa, Regla y el Cerro.

También están comprendidas otras barriadas en el municipio habanero de San Antonio de los Baños y en la provincia de Matanzas.

Erick Grass asumirá la dirección artística, Raúl Pérez Ureta, la fotografía, y el compositor Edesio Alejandro la música original de esta cinta, del Instituto Cubano del Arte e Industrias Cinematográficos, Wanda Producciones y TV Española.

Fuentes: RHC, AIN, GRANMA, TRABAJADORES, JUVENTUD REBELDE, PL, REUTER, EFE, IPS, ANSA, AFP, XINHUA, TASS, DPA, AP.

martes, 20 de mayo de 2008

MARTI Y EL MONSTRUO.

Por Julio M. Shiling

Tan antiguo como la historia es el concepto de “monstruo”. Esta palabra derivado del latín (monstrum) ha operado como compendio dentro de la mitología, leyendas, ciencia ficción y más comúnmente, como expresión figurativa literaria y oral. Artífices, adeptos, amigos y apologistas del comunismo cubano han expendido un monumental esfuerzo, con el mencionado concepto. Construyendo su mitología revolucionaria, la dictadura cubana no perdió tiempo en enlistar una sumisa intelectualidad para ayudar, a no sólo construir el “hombre nuevo”, sino también de-construir la verdad. La metodología, esta vez, sería la descontextualización.

El haber residido en la casa al lado de la que habitaba Mariano Martí en México, sirvió para que Manuel Antonio Mercado y de la Paz conociera al Apóstol de Cuba. El eximio mexicano llegó a ser Oficial Mayor de la Secretaria de Gobierno del Estado (Michoacán), Diputado al Congreso, Subsecretario de Gobernación, Vicepresidente de la Academia Mexicana de Jurisprudencia, Secretario del Colegio Nacional de Abogados y Secretario del Gobierno del Distrito Federal. Para José Martí fue un entrañable amigo. Duda no me cabe, que por el recíproco efecto que Mercado le tenía al Maestro, y en honor a la verdad, con su propia licencia para ejercer la ley, demandaría al régimen castrocomunista (si en Cuba hubiera un Estado de Derecho), en nombre de Martí, por difamación y desvirtuación de carácter.

Presentaría como evidencia una exposición muy allegado a él: una carta que el insigne cubano le escribió, un día antes de su traslado a la Vida Eterna y consagrar en Dos Ríos, ese espacio de tierra para siempre (Carta a Manuel A. Mercado, Campamento de Dos Ríos, Mayo 18, 1895). Con la oración, “Viví en el monstruo y le conozco las entrañas…”, han intentados los castristas y sus simpatizantes, de elevarla a connotación internacional, ofreciéndole amplias riendas para que circule el mundo, desacompañada de un serio análisis y por supuesto, con una coreografiada interpretación. Mucho hubieran dado por poder anexarle un acompañamiento musical, como gozan ciertas estrofas de los Versos Sencillos, insertada a la canción la “Guantanamera”. Sin embargo, como todo lo que sostiene, moral e intelectualmente al régimen sanguinario en Cuba, carece de sustancia, y no resistiría el escrutinio objetivo.

Los papagayos y propagandistas del castrocomunismo han pretendido reducir el testamento político de Martí a esa oración específica y la citada carta a Mercado, en general. En el intento de alistar al Maestro en las filas del fundamentalismo antinorteamericano, genérico factor inherente en todo movimiento totalitario (comunista, fascista, nazista o islamista radical), acto de sublime imbecilidad han cometido. Usando el hacha más que el pincel, extirparon unas palabras selectas y la descontextualizaron del pensamiento e ideario martiano íntegro. Cabalmente, lo han contradicho y tergiversado.

Martí le cuenta (en la carta) a su amigo mexicano de su entrevista en la manigua con Eugenio Bryson, corresponsal de un diario norteamericano. Este (Bryson) le relata al Apóstol lo conocido por muchos. La metrópoli española, frustrada y amargada por su incapacidad de dominar el movimiento independista cubano, prefería lidiar en la derrota con una potencia extranjera, que un victorioso ejército mambí. La crónica verbal de Bryson exponía su conversación con Arsenio Martínez Campos, arquitecto del Pacto de Zanjón y gobernador español en Cuba, y la articulación del mismo sobre la preferencia española de “entenderse con los Estados Unidos a rendir la Isla a los cubanos”. Nuevamente, eso era conclusión sospechada y nada nuevo. La reseña adicional del corresponsal norteamericano, sobre la corriente anexionista y el pulso antiindependentista del momento, no aportó tampoco ninguna revelación novedosa. Sin embargo, esta carta inconclusa ha sido el banderín predilecto y angular del despotismo cubano, para timarnos de que el autor intelectual de la independencia de Cuba, podría también ser el progenitor transcendental de la barbarie revolucionaria, en marcha desde 1959, y su odioso fastidio con el vecino al norte.

La coincidencia de la fecha de la carta (el día antes de fallecer en combate Martí), indudablemente, le ha prestado un servicio a las pretensiones del régimen. Pero sólo la desfachatez o la ignorancia pueden servir de excusa, para el que engulle la postulación castrista. El sacar esencialmente de su completitud contextual, posturas tan claras como abisal, solamente se atreve un sistema que cuenta con el absoluto control del poder y una intelectualidad borrega y cómplice. La objeción de los cubanos (y algunos españoles también) de permanecer una colonia de la corona española, se personificada en tres corrientes: el autonomismo, anexionismo (a EE. UU.), e independentismo. Para el Maestro, independentista par excellance, ningún camino que no fuera el de la absoluta emancipación de la tierra de sus padres, era factible. Cuba para los cubanos (y todo el que la amara), no aislada ni exportadora de ideologías “extranjerizas”, sino partícipe de una comunidad de naciones libres, era la colocación de, no sólo Martí, sino de la gama de próceres, antes y después, que anhelaron la independencia de Cuba. Rechazo a inclinaciones anexionistas, constituía una base firme, en el planteamiento independentista. Fuera quien fuera la nación deseosa de apoderarse de Cuba. Pero eso sí, sin rencor o cólera hacia nadie. Si no hubo malquerencia o bilis, hacia los españoles, en el corazón del Apóstol, sería incompatible que del pecho de Martí brotara, hacia la democracia practicante más antigua del mundo (y no es Grecia), sentimientos paralelos a los que los propiciadores de luchas de clases han divulgado.

Cuba, desde su descubrimiento por una potencia europea, ha sido codiciada por diferentes poderes. Los EE. UU. no han sido la excepción. Tampoco ha sido una postura, dentro del entorno político norteamericano, monolítica. Si bien presidentes como Jefferson y Polk, expresaron interés en adquirir la isla caribeña, hubo otros, Lincoln y Teodoro Roosevelt (para citar dos), que no compartían esa inclinación. Adicionalmente, existe en los EE. UU., una activa práctica del concepto de “separación de poderes”. De manera que un mecanismo, centralizado, arbitrario y absoluta, para llevar acabo dicha transacción no existía. Parte del problema con la premisa castrocomunista es la óptica que el prisma totalitario ofrece. La facilidad de ejecutar decisiones unilaterales, sin lícito procedimiento ni prejuicios democráticos, es ejercicio cotidiano en dictaduras totalitarias. El mundo libre nunca ha operado así.

La historia está colmada de ejemplos de regímenes, buenos y malos, que explican su expansión territorial a través del tiempo, tanto con legítimo, como con absurdo, razonamiento. Sin relativizar el asunto, el hecho es que cada caso obliga un considerable y balanceado análisis, previo a la emisión de juicio. Con respecto a los EE. UU., los enemigos modernos de la democracia, que ven en la libertad un impedimento, han concretado todo lo alcanzable por, demagógicamente, falsear la historia ocurrida, y presentar otra distorsionada.

La Doctrina del Destino Manifiesto, la argumentación teórica de extender la nación norteamericana del Atlántico al Pacífico, no fue un planteamiento ideológico doctrinal y menos con pretensiones “científica”. Era un precepto. Se considera que el concepto surgió de un sermón verbal de John Cotton, un ministro puritano, en 1630. No fue hasta 1845 que un columnista llamado John O’Sullivan retomó el tema. Cierto es que en los 1890’s, entre sectores de políticos y la intelectualidad estadounidense, cobró nueva vida. Pero una distinción urge que se haga diferenciando dicha postura no-escrita de expansión y el “norteamericanismo” como fenómeno socio-político excepcional.

El hecho de que los EE. UU. la fundaron individuos que vinieron buscando la libertad religiosa y fomentaron los documentos políticos más audaces, con respecto a la protección de libertades civiles y limitaciones al poderío estatal (First Virginia Charter de 1606, Fundamental Orders of Connecticut de 1639, First Continental Congress: Declaration of Colonial Rights de 1774, Virginia Declaration of Rights de 1776), sin duda contribuyó a la percepción de muchos de sus ciudadanos (y otros no-ciudadanos), que la mencionada nación, ex colonia inglesa, tenía un importante sitio dentro de una esquema Providencial. Al menos nunca antes había existido un experimento político, donde tanto se enfatizó la libertad como derecho natural y la búsqueda convencional para su preservación. Las complejidades de una sociedad plural como la norteamericana, forjada de amalgamas de culturas, idiosincrasias, pero suficientemente fuerte para no sólo no perder su identidad, sino extender la civilidad de su cultura socio-política a todos sus residentes (naturales o recién llegados) y a la vez establecer la potencia económica más rica del planeta, no escapó la admiración de Martí. Este fenómeno era relevante aún en la época del Maestro.

Para Martí, la libertad era una consagración. Sería inconsecuente que el insigne cubano desplegara animosidad hacia la esquema política cuya primacía era la libertad de cada individuo. Gran contraste a la bárbara experimentación que se cometía al otro lado del Atlántico, donde la guillotina resultó ser el bisturí de los ingenieros sociales franceses. Martí gozaba del mágico don del poderío de palabras. Pero su poética alma, exponiendo siempre con galán y exquisito vocablo, jamás se desprendió de la consistencia. Por eso muy temprano en su vida expresó su admiración por el excepcionalismo norteamericano. De particular elogio fueron su dinamismo, pluralismo y, valga la redundancia, el cultivo a la libertad que encontró en el país donde más tiempo, terrenalmente, habitó. La estimación del Apóstol por la tierra de Washington, y su amor por Abraham Lincoln, Ralph Waldo Emerson y Wendell Phillips (cuya fotografía colgaba en la oficina de Martí: ver Carta a Gonzalo de Quesada, Abril 1, 1895. Nota: no había retrato de Marx), no le impedía, simultáneamente, criticar y objetar ciertos procedimientos, corrientes políticas y costumbres culturales de la misma.

El absolutismo socialista en Cuba ofende la inteligencia humana, al pretender encasquillar al Maestro en un simplismo inaplicable. Martí era lo suficientemente sofisticado para segregar lo deseado de lo indeseado, sin destruir el panorama generalizado. El exilio extendido del Apóstol en los EE. UU. y partes de América, le ofreció una apreciación sociológica, donde veía ciertas aventajas en la aplicación de modelos culturales que tomaran más en cuenta factores idiosincrásicos. El paradigma anglo sajón protestante (EE. UU.) o el europeo, estrictamente aplicado en América Latina, Martí consideraba que se encontraría con problemas de inadaptabilidad, sin añadiduras autóctonas. Su análisis partía de consideraciones sociológicas y antropológicas, no ideológicas. El palpar inclinaciones eurocéntricas en los EE. UU., fue otra observación del Apóstol, no distante de la realidad. Dicha inclinación, reflejaba una muestra de la bajeza humana, relevante a toda la humanidad y anotada por Martí, ciertamente, de lo que consideró latente en los EE. UU. Pero no es menos cierto, que plasmó en sus escritos también la movilidad con que la sociedad norteamericana navegaba. Fenómeno hecho posible sólo en un lugar de oportunidades. Esa otra parte contenía los elementos admirables hacia el país norteño. La búsqueda en exceso de riqueza material fue otra detracción.

La crítica del Maestro hacia el consumismo y el ritmo de vida en los EE. UU. reflejaba una legítima inquietud compartida, incluso, por numerosos norteamericanos también. Sin duda, la época que le tocó Martí vivir fue una de gran expansión económica, invenciones, innovaciones y el uso de la tecnología como nunca antes (para esa época). El desplazo poblacional hacia la urbanización, el influjo de masas de nuevos residentes provenientes de países diferentes, vislumbraba la llegada de la modernidad y todos sus costos de adaptabilidad. El planteamiento del Maestro preserva su relevancia aún hoy y es una cuestión que toda sociedad que descubre el progreso económico y tecnológico, tiene que enfrentar: mantener un equilibrio entre lo material y espiritual. Pero en ningún momento, abogó Martí por una intervención convencional coercitiva. Mucho menos prescribió un plan de “acción revolucionaria” para implantar la utopía. La reverencia martiana por la libertad se lo impedía. Su crítica era una apelación a un más enaltecido modo de vivir, pero uno sin sacrificar el libre espacio de los ciudadanos.

Nociones como la desigualdad, fueron atendidas por el Apóstol desde el prisma del liberalismo. Nunca comulgó con las recetas radicales del socialismo para lidiar con ese problema. De manera que sus anotaciones de como se desenvolvía el nuevo orden económico en su día y los ajustes al capitalismo, la tecnología que trajo y el peaje del reajuste social, fueron siempre uno de trabajar para su mejoría, dentro del sistema social existente. Nunca reemplazándole. Menos violentamente y sostenido por coerción.

Los EE. UU., ya para la época del Maestro, encabezaba el mundo en capacidad productiva. Había, incluso, sobrepasado los países europeos. Su deseo de extender su influencia en el continente donde es encuentra, era de esperar. Eso ha sido el caso, con toda potencia, a través del tiempo. En eso, tampoco, los norteamericanos han sido exclusivos. Aquí no se está emitiendo un juicio de si es una conducta benigna, o no, la temática de hegemonías. Pero si se fuera intentar, abría una largísimo lista de naciones e imperios sobre el cual habría que emitir un veredicto. Se puede comprender, también, que en un mundo globalizado, hoy, la mayoría lo ve con menos sospecha. Martí, político capacitado, actuó correctamente alertando, desde la óptica de su tiempo y lugar, sobre la potencialidad del vecino norteño. Como patriota y toda una vida ungida por la independencia de su patria, era natural que combatiera cualquier pisco anexionista. Su cautela, en nada lo convierte en un antinorteamericano. La inquietud del Maestro con los EE. UU., legitima en ese momento, jamás en la práctica alcanzó la proporción de injerencia que los comunistas cubanos, nos han querido convencer.

Para el analista objetivo, en el precastrocomunismo las relaciones entre Cuba y EE. UU., nunca alcanzaron dimensiones categóricas, de un imperio y su súbdito. Pese a situaciones específicas e inoportunas y “enmiendas” que todos lamentamos (y luego fue derogada), el entrometimiento de los EE. UU., en los asuntos de la República de Cuba, conocía límites que quedaba demostrado, cada vez que el estado republicano cubano así lo decidía (presidencia de Alfredo Zayas, para nombrar sólo un instante). Un análisis de las relaciones cubanas-norteamericanas, previas a la dictadura castrista, compelería una ardua visitación histórica, donde protagonistas criollos tendrían que asumir su responsabilidad por las intromisiones, concretadas o tentativas, ya que muchas veces obedecían mezquino intereses partidistas o sectarios domésticos. Si se fuera a categorizar, el vínculo cubano-norteamericano como uno de imperialista-súbdito, habría que redefinir la terminología de palabras y conceptos. Nuevamente, la patraña castrocomunista, no resistiría un mínimo escrutinio, superada ya de su fatigada descarga, emocional pero vacía.

Curiosamente, Cuba sí llegó alcanzar niveles descriptivamente paralelos o en aproximación, a lo que preocupaba a Martí. Pero no fue la nación de Lincoln la que propició el alcance imperial. Sino sucedió con el régimen que instauró Lenin, el mismo “revolucionario” que enmendó el marxismo, con nada menos, que su tesis sobre el imperialismo (un experto en la materia de violar la soberanía de otros). Pronto y fácil, el que se documenta descubre, que la palabra “imperialismo” ha sido una más en el grande vagón de términos y expresiones, mancillados y deformados. Martí equiparaba el imperialismo con el ejercicio autocrático del poder político por una fuerza foránea. Punto. La misma carta a Mercado demuestra al Maestro usando la palabra, en su referencia a los EE. UU., estrictamente bajo condiciones de una acción anexionista. La otra referencia es con la metrópoli española, y la obvia monarquía absolutista. La tediosa extensión que Lenin (particularmente), Rosa Luxumberg y otros marxistas le dieron al concepto original de “imperialismo”, desembocó en su desnaturalización total. Hoy pudiera querer decir todo lo que un comunista quiere que sea. Siempre y cuando, por supuesto, esté denigrando o insultando. Cuando se lee a marxistas, uno se lleva la impresión de que escriban para que nadie los lea, pero que todos los sigan. Martí, sin embargo, sí leyó a Marx y los socialistas que lo precedieron. Ninguno lo convenció. Desde 1959, el despotismo cubano y sus cacatúas, quieren convencernos a todos del sentir de animosidad del Apóstol, hacía los EE. UU., su sistema (económico y político) y un percibido imperialismo que, naturalmente, ellos mismos, con exclusivismo, insisten en definir.

Martí era, enfáticamente, antiimperialista. La voluntaria renuncia a la soberanía cubana que la dictadura castrista ejerció con la Unión Soviética, jamás el Maestro hubiera aplaudido. Más aún, su desprecio por toda esquema convencional que privara al hombre del necesario variable para, con decoro vivir la vida: la libertad; encontraría en Martí un acérrimo e intransigente enemigo de dicho sistema. El problema del castrocomunismo en particular y el socialismo en general, con los EE. UU., no es su pesada diatriba de huecas acusaciones de “imperialismo”, que ni ellos exactamente pueden precisar. El léxico propagandista es pura letanía ideológica. La lucha por influenciar el rumbo del mundo está siempre latente. Y ellos no son meros espectadores. Luchan por monopolizar el reguero de la hegemonía. Pero claro la marxista-leninista. El verdadero problema que tienen con la nación norteamericana es la preponderancia que esta le concede a la libertad en todas sus facetas y el impedimento que esto les resulta a sus objetivos subversivos.

El fidedigno testamento político del Maestro, para el que lo quiera buscar, lo escribió en un pedazo de Cuba en Quisqueya, llamado Montecristi. Ahí con Máximo Gómez en la proximidad, redactó un Manifiesto para la eternidad. La ausencia en la misma del concepto del odio, ha privado a los comunistas de esa inherente (y necesaria) arma en el arsenal ideológico de la lucha de clases: el odio, como bien lo narró el buen marxista-leninista Ernesto (Che) Guevara. El verdadero “monstruo” está aún en el poder en Cuba. La verdadera monstruosidad es la barbarie cometida por un movimiento político psicópata y su engendrado sistema, que ha afligido la patria de Martí. Pero todo llega. El Maestro espera concluir su obra.

Julio M. Shiling
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Patria de Martí
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sábado, 17 de mayo de 2008

Martí, el maestro.

Mercedes Santos Moray
Servicio Especial de la AIN

Aunque numerosas fueron las profesiones que, a lo largo de sus 42 años de vida, asumió José Martí, sobresale su trayectoria como maestro, es decir, docente, ya que en verdad su magisterio trasciende el aula, y deviene enseñanza viva.

Una de las vías de su formación -no solo desde el intelecto, sino como ser humano- llegó al niño primero y luego al adolescente, gracias al magisterio cubano, a esos criollos que desde la educación iban formando a los patriotas, frente a la obsoleta educación de corte neofeudal que cultivaba la metrópoli en la Isla.

No olvidemos la obra de Félix Varela en el Seminario San Carlos, su labor en la batalla de ideas frente a la escolástica y luego la presencia fundacional de José de la Luz y Caballero, quien fue, además, mentor de juventudes, y de alumnos tan destacados como el poeta Rafael María de Mendive.

Por eso, Martí continuará esa vocación tan hermosa, y se afirma incluso que la ejerció durante su primer destierro, en Madrid, aunque no se han encontrado pruebas suficientes para sostener tal afirmación.

Lo que sí es cierto es su presencia en Guatemala como maestro, desde 1877, cuando impartió clases en la Escuela Normal, al ser invitado por su coterráneo José María Izaguirre, quien dirigía la institución académica, en aquellos tiempos del liberalismo centroamericano.

También sería docente en la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad Central, y ejerció en la Academia de Niñas de Centro América, entonces bajo la dirección de doña Margarita Izaguirre, en cuyo alumnado estaba María García Granados, la que todos conocemos por el romance de "La niña de Guatemala", que integró los Versos Sencillos.

Tras el Pacto del Zanjón, y al producirse su regreso a Cuba, también fue maestro en el colegio habanero de la Casa de Educación, mientras ejercía como pasante, desde su condición de abogado, en algunos bufetes.

Luego de un breve período en la península y en los Estados Unidos, volvería Martí a ser maestro, en Caracas, la capital de Venezuela, donde reside en 1881 y ejerce en el colegio Santa María y en el Villegas.

Obligado a enrumbar hacia Norteamérica, por su enfrentamiento al gobierno de Guzmán Blanco, comenzará a vivir la historia de los tres lustros de su madurez como persona e intelectual en EE.UU.

Y durante esos casi 15 años, fue asimismo maestro de adolescentes, jóvenes y adultos, al enseñar en la Escuela Central Superior de la ciudad de Nueva York, con un alumnado de fuerte presencia migratoria.

Asumida la labor pedagógica con verdadera pasión, en 1890 se sumó desde el magisterio a la Sociedad Protectora de la Instrucción, fundada por trabajadores cubanos y puertorriqueños, en su mayoría de raza negra, a quienes trasmitió no solo conocimientos académicos, sino el sentido de la eticidad mientras sembraba en todos también el amor a la Patria.

Esas jornadas del docente José Julián Martí y Pérez, realizadas sin recibir pago por las clases que impartía, fueron quizás las más suyas, las que le permitieron darse con mayor libertad a sus discípulos, en los cuales sembró amor y fe, ideales de libertad y de igualdad racial.

Serían esos trabajadores humildísimos quienes comenzarían a llamarlo "Maestro", desde el sentido apostólico del concepto, obra de educación y guía, de fundación misionera, muchos de los cuales se sumarían también al ideario de la independencia, que ya desde la creación del Partido Revolucionario Cubano y del periódico Patria, esparcía Martí sabedor del valor moral de la enseñanza.

Los fantasmas que atormentaban a José Martí.

El Nuevo Herald
ARIEL HIDALGO

Las celebraciones cubanas del 20 de mayo opacan una conmemoración que no debía pasarse por alto: la caída en combate del mentor del alma nacional cubana. La república nacida en 1902, al día siguiente de cumplirse siete años de su partida, no era en verdad la que él soñó, sino la que previó con aprehensión en carta memorable horas antes de desaparecer: la república formal sometida al vecino poderoso con la complicidad de una ''especie curial'', ``prohombres desdeñosos de la masa pujante''.

Pero si bien nunca hubiera consentido con una independencia mediatizada por aquella enmienda impuesta por bayonetas de tropas de ocupación, tampoco habría aceptado poderes absolutos unipersonales con una política violatoria de los derechos fundamentales de los cubanos, algo que también presintió en 1884 en la carta de ruptura con el general Máximo Gómez al expresar su temor a contribuir ''a un régimen de despotismo personal, que sería más vergonzoso y funesto'' que el despotismo colonial de España, ''más grave y difícil de desarraigar, porque vendría excusado por algunas virtudes, establecido por la idea encarnada en él, y legitimada por el triunfo''. Si bien no fue consecuencia directa de la colonia, aquel régimen llegó más de medio siglo después, ''legitimado'' por su triunfo sobre otra dictadura que arrastraba con muchos de los nefastos rezagos de aquella república.

Un pequeño volumen publicado recientemente en Nueva York por Carlos Ripoll, el más importante estudioso actual de la vida y obra de Martí, confirma lo que ya muchos intuíamos: que el pensamiento de los derechos humanos en Cuba tiene en José Martí al más importante de sus precursores. Una página completa de este periódico aún sería insuficiente para un recuento de todo lo que Ripoll ha hecho para difundir el pensamiento del maestro, entre otras cosas, innumerables folletos sobre diversas aristas de su pensamiento, muchos de ellos financiados con su propio bolsillo.

En esta selección de pensamientos, Derechos humanos, encontramos que Martí destacó ''la importancia de abrir la república a todas las ideas'' y se opuso a ''la república que al desconocer un partido cualquiera'', reprimiría ''una expresión de la naturaleza humana''. Fue, en suma, un defensor de los derechos políticos: ''Ni rey sobre el derecho político, ni rey sobre la conciencia. Por encima del hombre, sólo el cielo''. Y advertiría en lo que parece una profecía: ``¿Haremos los cubanos una revolución por el derecho, por la persona del hombre y su derecho total y negaremos, al día siguiente del triunfo, los derechos por que hemos batallado''?

La defensa del ''respeto a la libertad y al pensamiento ajenos'' constituía una parte tan fundamental de su ideario político que llegaba a llamarle, en la cita con la que Ripoll abre esta selección, ''mi fanatismo''. Y agregaba: ''si muero o me matan, será por eso''. La defensa de este derecho es muy reiterativo en su obra. En los años 80 del pasado siglo un joven cubano, Francisco Benítez Ferrer, fue apaleado y encarcelado por escribir en un muro este otro pensamiento que ahora Ripoll también recoge: ``Me parece que me matan un hijo cada vez que privan a un hombre del derecho de pensar''.

Pero hoy en Cuba, no sólo cientos de personas guardan prisión por expresar opiniones diferentes a la línea oficial, sino que también se desconoce el derecho a crear asociaciones independientes, ni qué decir que mucho menos se permitirían legalmente las asociaciones políticas.

La certeza sobre este apostolado antecesor de los derechos fundamentales de la persona humana se nos reafirma aún más por la fuerte influencia de los trascendentalistas norteamericanos del siglo XIX, como Emerson y Thoreau, con su prédica de la preponderancia del espíritu por sobre todos los poderes terrenales, la misma línea genealógica espiritual que luego iría a desembocar en Mahatma Gandhi y Martin Luther King, este último el más grande paladín de los derechos civiles en los Estados Unidos. Encontramos la huella de este influjo en incontables frases hoy memorables: ''Una idea justa, desde el fondo de una cueva, puede más que un ejército''. Con esta convicción comienza su memorable ensayo Nuestra América, que resume en este pensamiento: ``Una idea enérgica, flameada a tiempo ante el mundo, para, como la bandera mística del juicio final, a un escuadrón de acorazados''.

Ysin embargo, este hombre, aún joven --contaba sólo 42 años en su lance final-- desató la guerra que desembocó en el cierre definitivo de la historia colonial de España en América, la guerra que completó, con una última estrofa, el gran poema americano de Bolívar, Hidalgo y San Martín, pero interrumpiendo, lamentablemente, el desarrollo de un pensamiento que habría sido faro de libertad en el mundo moderno, tragedia que hizo brotar este lamento de su amigo Rubén Darío al conocer la noticia: ``¡Qué has hecho, maestro!''

Pero ahora, 113 años después, nosotros debemos proseguir esa lucha sin odios donde él la dejó en Dos Ríos, para hacer desvanecer, de una vez y para siempre, los fantasmas que ya desde entonces atormentaban su mente, pero por caminos que las circunstancias no le permitieron transitar: los de la paz.

infoburo@aol.com