lunes, 13 de octubre de 2008

Mi relación con José Martí.

10 de octubre del 2008

Al Momento.net
POR GRAZIELLA POGOLOTTI

La Habana (PL).- Por vías misteriosas, José Martí ha alimentado el alma de los cubanos. Después de su caída, cuando su obra andaba todavía dispersa en páginas de periódicos, en algunos manojos de versos o en el recuerdo de sus espléndidos discursos, todos reconocieron en él al fundador y maestro. Su profunda disección del presente abrió su percepción hacia el territorio desconocido del porvenir con una clarividencia que aún hoy asombra y produce vértigo.

Tanto fue su influjo que los políticos de la república neocolonial no lograron malbaratar su legado, aunque reiteraran a troche y moche las mismas citas. Valerse de las brillantes síntesis axiomáticas frecuentes en la prosa de Martí resulta tentador. Pero castra la sustancia viva latente en el modo de discurrir del cronista y del orador donde se vertebra un aleccionador ejercicio del pensar indispensable en los tiempos que corren. Bien informado acerca de los grandes temas de su contemporaneidad, separa lúcidamente la paja del grano para impregnarse del presente y trascenderlo al entrelazar la persona humana –siempre protagónica-con el devenir del mundo en el contexto preciso de su estar en la tierra en una isla que es, también Continente.

Poco entendía yo cuando Manuel Isidro Méndez, ese español cubanizado a través de su devoción martiana, disertaba en interminables conversaciones con mi padre acerca de las influencias filosóficas latentes en el pensar del Maestro. Mientras eso sucedía, mi aproximación a la obra de Martí se iba haciendo de otro modo.

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