miércoles, 11 de marzo de 2009

Aquella guantanamera.

Cubanet
Leafar Pérez

LA HABANA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) - En la corta vida de José Martí siempre estuvo presente, como en la existencia de cualquier hombre, la mujer. Para él, una dama era la forma más concreta y afable de lo hermoso. Su verbo, la gallardía con que las trataba y el respeto en su trato con ellas lograba que quedaran impactadas al conocerlo.

Con su madre y hermanas mantuvo siempre una relación especial. También con amigas como Rosario de la Peña, Concha Padilla, Blanche Zacharie y Carmen Miyares, quienes le ayudaron a soportar el exilio y la separación de su esposa y el alejamiento de su pequeño hijo.

Sin embargo, hubo una mujer, guantanamera de origen, que jugó un papel muy importante en la vida del Apóstol y que, irónicamente él nunca conoció. Esta mujer se llamó Inocencia Araujo Villafaña y entró en la vida de Martí a fines de abril de 1895, cuando, junto a Gómez y un reducido grupo de expedicionarios desembarcó en Cuba.

Conocida por su nombre de guerra, Isabel, esta joven guantanamera integró el Comité Revolucionario de Guantánamo desde julio de 1894. Por su talento, discreción y valentía, el comandante Periquito Pérez le encomendó la dirección de la red de inteligencia en los poblados de Yateras, Río Seco y Jamaica. Ella fue la encargada de trasmitir, junto al agente Nicolás Janet, el aviso de la orden de alzamiento para el 24 de febrero de 1895.

Gracias a sus colaboradores se enteró que las tropas españolas tenían la dirección exacta donde se encontraban Martí y el Generalísimo Máximo Gómez. El Coronel español Capello, al mando de 500 hombres del regimiento Simancas, salieron en busca de los insurrectos.

Consciente de la importancia de evitar que Martí fuera capturado por la tropa española, Isabel se las ingenió para ponerse en contacto con el General José Maceo y alertarle de lo que estaba ocurriendo. El León de Oriente, como apodaban al héroe mambí, junto a su escolta y unos 200 hombres marcharon al encuentro de los peninsulares. La batalla del puente de Río Hondo se libró a 12 kilómetros de Guantánamo. Después de dos horas de duro combate, el regimiento español se retiró, y así José Maceo alcanzaba su primera victoria de la Guerra del 95.

Martí y quienes le acompañaban sólo escucharon las descargas de fusilería. Unos días después conocieron lo cerca que estuvieron de caer en manos de los españoles. Quizás alguien le haya comentado al Apóstol el papel que jugó la guantanamera en los hechos. Nunca lo sabremos, pues el 19 de mayo de 1895 moría el Apóstol en Dos Ríos.

Las acciones llevadas a cabo por Inocencia sólo alargaron la vida de Martí unos pocos días. Pero dio tiempo para que se efectuara la reunión de La Mejorana, donde fue elegido Martí Presidente de la República en Armas, y se selló el futuro estratégico que conduciría al triunfo de la causa independentista.

Poco se habla de esta mujer que salvó a Martí y sus compañeros a fines de abril de 1895. Nunca sabremos cómo era, pues no se conserva ninguna foto suya. Pero no se podrá negar lo importante que fue aquella guantanamera en los últimos días de la vida de José Martí.

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