lunes, 4 de mayo de 2009

Montecristi, Martí y sus valientes.

Opinión del invitado especial. La salida hacia Cuba junto a Máximo Gómez, en abril de 1895.

Diario F-27 Digital
Por José Antonio Núñez Fernández

El Apóstol José Martí redactó en la casa de Máximo donde Gómez estaba hospedado, "La Carta de Montecristi", que representa El Acta de Independencia de Cuba.

Es el mes de abril de 1895 y ya está preparada la salida de Montecristi hacia Playita de Cojobal en Cuba, que era una de las últimas colonias de España. Para los gastos del viaje Lilís aportó el dinero. Lilís decía: "España es mi esposa, pero Cuba es mi novia". Martí va a partir hacia su patria, con la que él llamaba "su mano de valientes". Tres dedos eran cubanos: Francisco (Paquito) Borrero, Ángel Salas y César Guerra. Los otros dedos eran dominicanos: Máximo Gómez y Marcos del Rosario.

La partida se realiza a bordo de la goleta del capitán Bastián. Bastián el capitán de goleta, resulta un irresponsable, un charlatán que aparentemente puso proa hacia el oriente de Cuba; pero que en realidad enfiló hacia Cabo Haitiano, República de Haití.

Martí no se amilana, no se da por vencido. Y entabla conversaciones y negociaciones con el capitán de un barco frutero alemán. Ese barco tenía por nombre El Norstrad.

El capitán germano realmente va a cumplir con la palabra empeñada frente a los expedicionarios de la libertad. El Norstrad acerca a los expedicionarios, a una distancia prudente de las costas de la parte oriental de la isla. El cabal y honorable marinero alemán, coloca a Martí y su mano de valientes, en un espacioso bote. Los remos van a ser manejados por Máximo Gómez, que en realidad no sabía de eso. Porque era él un diestro manejador de las riendas de los caballos, ya que era él uno de los grandes jinetes del continente.

El ilustre banilejo con los remos tiene problemas y se rompe uno de los remos.
Pero por suerte y gracias a Dios, las olas del mar arrojan el bote hacia las arenas de Playita de Cojobal.

Es de noche y se adentran en las tupidas malezas de unos altos matorrales. Entonces Gómez le pidió a Marcos del Rosario el bravo negro de Mojarra, que cantara como un gallo. Del Rosario no se hizo esperar y tres o cuatro veces cantó como el macho de un gallinero. Ocurrió lo deseado por Gómez. Y claro sonó el "kikiriquí de un gallo de verdad". Eso les dio a entender al grupo que ellos se encontraban en la cercanía de una o de más de una vivienda campesina. Entraron en conversación con los campesinos del lugar.

Y lograron que se uniera a ellos el primer voluntario para la lucha por la libertad de Cuba. Ese primer voluntario tenía por nombre, el de Félix Ruenes. En esa lucha brava y por voluntad de Martí, Gómez sería el general en jefe y Antonio Maceo Grajales: El Lugarteniente. Hay que decir que en la primera guerra, que duró diez años, del 1868 al 1878 Máximo Gómez realizó prodigios de valor y se convirtió en el "Napoleón de la guerra de guerrillas".

En uno de los primeros combates murió José Martí. El Apóstol cayó de cara al sol en Dos Ríos. Gómez acongojado y padeciendo grandes angustias, pensó y tuvo razón que el mayor peligro para Cuba no era España. Sino la Yankilandia que contemplaba con los ojos de Jean Lafitte y de William Walter y solapadamente amolaba su triple fila de dientes.