jueves, 8 de octubre de 2009

José Martí: dibujante y crítico.

Radio Artemisa
Por Rommell González Cabrera
(09/10/09 8:00 a.m. hora local)
email: rcabrera@cmad.icrt.cu

José Martí amó tenazmente al arte. En su extensa, rica y fecunda obra, no faltó su valoración acerca del arte y el papel de los artistas. Para él es trabajo y viceversa y le “es tan necesario a los pueblos como el aire”.

Pero José Martí, además del ejercicio con la pluma, probó suerte como dibujante. El quince de septiembre de 1867, siendo un adolescente, matriculó en la Academia de San Alejandro, promovida en principio por el célebre maestro francés Juan Bautista Vermay y la Sociedad Económica Amigos del País.

Simón Bolívar, auto-caricaturas, palmas, piezas prehispánicas, instrumentos musicales y un rostro de mujer, plasmó Martí en sus cuadernos de apuntes como una forma de recordar cosas que le interesaban. También realizó varias caricaturas, una de las más representativas identifica al actual Centro de Estudios Martianos.

Especialistas cubanos que se han acercado al fenómeno de la crítica artística en Cuba sitúan sus inicios a finales del siglo XIX. Según el destacado ensayista santiaguero José Antonio Portuondo, el proceso de las gestas emancipadoras provoca la demora del desarrollo ascendente del pensamiento esteticista de la época.

En el siglo XIX la crítica artística tiene su máxima representación en tres grandes figuras de las letras finiseculares: Julián del Casal, José de Armas y Cárdenas (Justo de Lara) y José Martí. Los dos primeros fueron influidos notablemente por una corriente filosófica pesimista y determinista procedente de Francia, mientras que José Martí proyecta su pensamiento hacia una línea diferente.

Como crítico, sobre todo de literatura y artes plásticas, más que reseñas o artículos logró verdaderos ensayos, donde la sagacidad y profundidad de sus juicios lo hacen penetrar en el campo de la teoría y la estética. Su crítica, a la cual llamó ejercicio del criterio, fue otra manifestación de su lúcido pensamiento.

Martí otorgó gran importancia no sólo a la belleza, sino también a la misión que debía cumplir el arte, al cual como el “modo más corto de llegar al triunfo de la verdad, y de ponerla a la vez, de manera que perdure y centellee en la mente y en los corazones.”

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