Manuel Diaz Martinez
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Con motivo de cumplirse hoy el aniversario 157 del nacimiento de José Martí, reproduzco este artículo, publicado originalmente en 1991 en la revista Cádiz e Iberoamérica, editada por la Diputación de Cádiz y dirigida por el poeta Jesús Fernández Palacios.
Este año se cumple un siglo de la publicación de Versos sencillos (Nueva York, Louis Weiss & Co., Impresores, 1891), de José Martí, a quien Juan Ramón Jiménez vio como “héroe más que ninguno de la vida y la muerte” y Fernando de los Ríos consideraba “la personalidad más conmovedora, patética y profunda que ha producido hasta ahora el alma hispana en América”.
No faltarán suspicaces en el mundo que piensen –la obra literaria de Martí no es tan conocida como se desea– que los cubanos exageramos cuando decimos que José Martí es un poeta excepcional. Que exageramos, ofuscados, por devoción al hombre que vivió y murió por hacernos libres colectiva e individualmente. Podría ser –porque hay una pasión cubana por Martí–, pero no es. Y si bien nuestro héroe se incorporó a la historia por actos en que se revela su ser poético, la poesía que escribió no necesita del prestigio de tales actos para merecer el lugar que ocupa entre lo más sustantivo de la lírica moderna. En principio, los versos valen, o no, por sí mismos: nada que no sean ellos ni los salva ni los pierde...