jueves, 19 de mayo de 2011

José Martí en Cabo Haitiano.


“Es muy grande mi felicidad...; puedo decir que llegué, al fin, a mi plena naturaleza... Hasta hoy no me he sentido hombre. He vivido avergonzado y arrastrado la cadena de mi patria toda mi vida. La divina claridad del alma aligera mi cuerpo; este reposo y bienestar explican la constancia y el júbilo con que los hombres se ofrecen al sacrificio”.
JUAN DIEGO NUSA PEÑALVER Enviado especial
Fue una tarde muy especial, íntima, llena de reverencias a un hombre que hizo grandes y respetados a los cubanos, que luchó y murió por nosotros.

No hay mejor homenaje al Maestro, en el aniversario 116 de su caída en combate, que tener el privilegio de seguir sus huellas en la historia, su paso por Cabo Haitiano —la ciudad generosa que lo cobijó—, para sentir aunque sea por un instante el sufrimiento y los sueños del Hombre de La Edad de Oro y exaltar su memoria.

martes, 17 de mayo de 2011

El arte de morir en José Martí (I)


17 de Mayo de 2011 17:18 Ángel Velázquez Callejas

Ampliar imagenHubo en José Martí un especial interés por descifrar el misterio de la muerte. La muerte como fin de la vida y la muerte como nacimiento de la vida. Dos afirmaciones que lo llevaron a dilucidar el arte de morir.

La primera afirmación se puede corroborar fácilmente en la esmerada atención que le dedicó, en diversas narraciones publicadas, a la conmemoración de la muerte de personalidades y estadistas de la época. Por ejemplo, a la muerte del gran orador norteamericano Wendell Phillips, del general Grant, del canto de muerte del poeta Walt Whitman a Lincoln, de Cleveland, del general Hancock, de Jesse James y Manuel Tilden, entre otros.

El arte de morir en José Martí (II)


Miércoles 18 de mayo del 2011 19:36 Ángel Velázquez Callejas

Cuando Martí le escribe a su amigo íntimo Gonzalo de Quesada, el 1 de abril de 1895, “en la cruz murió el hombre un día: pero ha de aprender a morir en la cruz todos los días”, no sólo estaba haciendo referencia simbólica a la crucifixión de Jesús.

También, y es lo más trascendental de la expresión, se refería al nacimiento de su pueblo en Cristo; a la concepción que lo situaba en el empeño mayor de su obra: la muerte de Jesús en la cruz es símbolo rector del nacimiento de una época espiritual, la de la consciencia cristiana; es decir, el nacimiento de un modo de vivir nuevo, con plena libertad. Morir en la cruz todos los días era para Martí vivir todos los días con plena consciencia revolucionaria.

lunes, 16 de mayo de 2011

José Martí, entre la viola y el oboe.

El Apóstol firmó con sangre sus palabras, escribió Cintio Vitier al referirse a la muerte de José Martí. Cómo era su voz y la manera en que pudo haber sido grabada.

Luis Hernández Serrano
serrano@juventudrebelde.cu
14 de Mayo del 2011 22:37:34 CDT

«Ya las Exposiciones no son lugares de paseo. Son avisos: son lecciones enormes y silenciosas: son escuelas. Pueblo que nada ve en ellas que aprender, no lleva camino de pueblo». José Martí, La América, Nueva York, 1883. Obras Completas, Editorial Nacional de Cuba. Tomo 8, p. 351.

De que la voz de José Martí pudo haber sido grabada en Estados Unidos, entre 1887 y 1891 no existe evidencia alguna. Diversas pistas hacen pensar que la voz del más universal de los cubanos pudo quedar «atrapada» en dos discos de cera, mas no sabemos si a estas alturas exista esa grabación en el lugar donde se presume fue realizada, en una exposición de logros tecnológicos, en Nueva York. Más allá de esa eventualidad, no es criticable que analicemos y comentemos las circunstancias en que esa grabación pudo haberse hecho entre mediados de 1887 y finales de 1891.

Oscar González Someillán, a quien Martí en 1891 le obsequió y dedicó en Tampa su libro Versos Sencillos, nos comentó hace mucho tiempo que era cierto lo de esa grabación. Siendo Oscar un niño de 11 años, cuidó del Apóstol cuando estuvo enfermo de disentería allí.

viernes, 6 de mayo de 2011

Martí y la educación.

ASTRID BARNET
Nuestro José Martí no es solo el admirable líder de un movimiento libertador en lo político, sino también el orientador de los rumbos culturales y educacionales de lo que él calificó como Nuestra América.

La educación de los pueblos hispanoamericanos es para él un proceso que hay que ganar al tiempo y a las circunstancias, y le ofrece a grandes espacios en la gran mayoría de sus escritos. Un recurrente ejemplo de sus criterios pedagógicos lo tenemos en su planteamiento del problema de la educación en los pueblos del continente cuando se parte de una instrucción teológica, notable retraso que debe ser liquidado de manera urgente. Al respecto, recordemos el análisis que, acerca de este tema, realizó el intelectual cubano Juan Marinello, en su libro José Martí, escritor americano(º), cuando expuso:

(…) Conoce que la orientación teológica, insuflada por siglos a través de las órdenes religiosas con respaldo oficial, supone una trama poderosa, tejida de elementos complejos y sembrada en la intimidad de las grandes masas. Con una fe plena en el valor de la ciencia, cree que su predominio bastará a derrotar la enseñanza confesional. Sus sentencias al respecto son muy conocidas: "Que se trueque de escolásticos en científico el espíritu de la educación"," Que la enseñanza elemental sea ya elementalmente científica; que en vez de la historia de Josué se enseñe la de la formación de la Tierra"; "En tiempos teológicos, universidad teológica. En tiempos científicos, universidad científica"; "Contra Teología, Física; contra Retórica, Mecánica"; "El elemento científico ha de ser como el hueso del sistema de educación pública".