Por Pedro Pablo Rodríguez
El aparato categorial de Martí ha sido tan poco estudiado que ni siquiera se ha establecido un cuerpo de sus conceptos o analizado a fondo algunos de ellos. Han sido los estudiosos que han abordado sus escritos con otros propósitos, quienes alguna que otra vez han señalado el alcance o el valor categorial de algunos de los términos. Esta ausencia se enmarca dentro de otra de mayor alcance: aún esperamos todos por un examen que nos dé las claves de su pensamiento. Los estudios acerca de su filosofía -que parecerían ser los que tendrían que habernos aportado en tal sentido- han pecado generalmente de insistir en la clasificación de sus ideas y en una organización de éstas como cuerpo filosófico en sentido estricto, sin la pretensión de analizar los presupuestos, basamentos y estructuraciones de ese pensamiento que se fue expresado de manera consciente como un todo, como una cosmovisión.
Disponemos por suerte de un inteligente y abarcador examen de su pensamiento económico’;[1] pero no ocurre lo mismo con su ideario político, que ocupa el mayor espacio en su obra y acerca del cual se ha escrito mucho. En este último terreno podría decirse que patria y libertad son los conceptos que más han atraído la atención, y recientemente equilibrio y república, aunque en la aplastante mayoría de los casos los acercamientos han sido más contextuales que dedicados a explicar la lógica de funcionamiento del pensar martiano. Una excepción notable ha sido el libro de Paul Estrade acerca de la democracia como uno de los ejes principales del pensamiento de Martí.[2]En realidad, la obra trabaja con exhaustividad con este concepto mediante una aprehensión totalizadora de sus ideas económicas, sociales y políticas, por lo que resulta notable en virtud de sus valores analíticos y metodológicos.