Escrito por Odalis Riquenes Cutiño
12 July 2025
Hace más de 130 años su figura se eternizó y aún continúa inspirándonos “.. con los ojos de madre amorosa para el cubano desconocido…”, como le describiría José Martí tras visitarla al final de sus días, en Kingston, Jamaica; y su ejemplo es asidero para las cubanas cuando los tiempos aprietan.
Necesitamos erguirnos como Mariana, solemos decir las mujeres de hoy cuando nos muerde el dolor o nos urge cobijar jornadas difíciles con el paradigma de aquella que, con amor de madre y orgullo de patriota, entregó todo al ideal de una Cuba libre, sin flaquear ante peligros y vicisitudes, y hasta hoy deviene legado, acicate, para empinarnos frente a la adversidad.
Mariana Grajales Cuello fue, sí, la madre de 14 hijos a los que, entre el rigor y la ternura, les enseñó a ser hombres y mujeres de bien, valientes, disciplinados, preocupados por la superación cultural, consecuentes, laboriosos, íntegros, pulcros, honrados, leales y patriotas, como ella, y les inculcó que por encima de la vida misma estaba la Patria.
De su vientre fértil nacieron: Felipe (1832), Manuel (1836) y Fermín Regüiferos (1838); Justo (1843) y los 10 vástagos que concibió con Marcos Maceo, el mulato de cinco pies y seis pulgadas, que devino el amor de su vida: Antonio (1845), María Baldomera (1847), José Marcelino (1849), Rafael (1850), Miguel (1852), Julio(1854), Dominga (1857), Tomás (finales del 57), Marcos (1860) y María Dolores (1861), quien falleció a los 15 días de nacida.