miércoles, 15 de febrero de 2017

José Martí Pérez, ¿un héroe español?

Tras la muerte de Martí en Dos Ríos, las autoridades pidieron su Fé de Bautismo a… ¡la Arquidiócedis de Sevilla!
Por Juan Eladio Palmis Sánchez
2 febrero, 2017

Toda una Capitanía General poderosa como era la Capitanía General de Cuba, no podía cometer un error semejante, máxime cuando tenía delante de su nutrido aparato administrativo con vida y viviendo en La Habana a la madre de José Martí Pérez, doña Leonor Pérez Cabrera, que se topó con su muerte corriendo el año de 1.907, sobreviviendo a su hijo José en unos doce años; al margen de otros familiares, hermanos y demás, que pudieron emitir testimonio de boca, de primera mano, sobre el lugar de nacimiento de líder libertador cubano José Martí.

La crónica de aquel entonces dejó anotada, especialmente en publicaciones del tipo de las realizadas por Enrique Trujillo Navarrete, base de la biografía martiniana, que se editó en New York en el año de 1.890 su Álbum del Porvenir, cuando José Martí ya lleva cinco años enterrado en el cementerio de Santiago de Cuba, cubierto por una lápida sufragada su costo por las tropas españolas, y para la dicha publicación no existe duda alguna de que del matrimonio constituido por el español valenciano Mariano Martí Navarro y la tinerfeña canaria Leonor Pérez Cabrera, corriendo el día veintiocho de enero del año de la encarnación de 1.853, nació en La Habana un hijo de ambos, José Martí, primogénito de otros hermanos que nacerían posteriormente.

Y si todo está tan claro, determinativo y meridiano, no se encuentra razón lógica alguna de que a la muerte de José Martí en Dos Ríos, posterior e inmediatamente a este luctuoso suceso, se pida desde la citada Capitanía General de Cuba a la Archidiócesis de Sevilla, en España, una fe de bautismo de José Martí Pérez.

La fe de bautismo que emitía y emite la iglesia católica vaticana es la partida de nacimiento de una persona, que mediante el pago del canon correspondiente, la iglesia da fe del día, hora, lugar, nombre de los padres, con firmas de testigos, de que fulano de tal es hijo de buen cristiano o de algún rojo socialista ateo con rabo.

La Arquidiósis de La Habana, que por aquello de los beneficios del azúcar y del tabaco era un poquico más, poco, pero más, que una archidiósis normal y corriente, había logrado para el día diez de septiembre de 1.787, que su arzobispo, el arzobispo de San Cristóbal de La Habana, dejara con su obispo a sus órdenes, de pertenecer a Santiago de Cuba, donde el orondo español de Cuenca, de Cuellar, don Diego Velázquez, para 1.515 había logrado, en la escasamente habitada isla de Cuba, una autonomía eclesiástica diocesana para la isla. Pero que, en el dicho año de 1.787, los libros bautismales habaneros, una pequeña fuente de ingresos, pero una más de la Iglesia Vaticana, se conservaran en La Habana, dando cuenta y razón de todos los nacimientos y defunciones, especialmente si eras blanco, o negro libre o liberto, de los que nacían en la poderosa, en lo económico, nueva archidiosis, hasta el extremo de que el Vaticano, para el seis de enero, coincidiendo con la festividad de los Reyes Magos, le otorga en 1.925, cuando Cuba está viviendo un momento económico bueno, la categoría de Arquidiócesis.

A la archidiocesis de Sevilla que se dirige en su petición de obtener la fe de bautismo de José Martí Pérez la Capitanía General de Cuba, tiene como diócesis sufragáneas (al clero le encanta utilizar palabras poco usadas, vulgarizadas, en su expresión), es decir, que tienen que rendirle cuentas al arzobispo de Sevilla, los obispados de Cádiz-Ceuta, Córdoba, Huelva, CANARIAS, y San Cristóbal de la Laguna, Medina-Sidonia y Jerez. Pero, en ningún momento desde la creación de La Habana, que con celo habitual de lo que lleva emparejado canon, controlaba nacimientos y defunciones como una vía de ingresos más.

En la crónica, por lo general no existe ninguna anotación por descuido. Puede acontecer que, al contrario, un pequeño descuido anotado, ejerza de punta de hilo de un ovillo que haya tratado de dejar cosido y bien cosido un pasaje histórico porque en aquel momento al que escribe la crónica, normalmente el ganador o el cacique social del momento, le interesaba.

En la cronología del padre de José Martí, Mariano Martí Navarro, hay algunas fechas, algunos hechos, que pudieron muy bien acontecer tal y como nos los ha trasmitido anotados la dicha crónica; pero también es verdad que algunos carecen de lógica histórica del momento, y parecen que se ha cuidado en que todo quede cronológicamente ajustado:

Siguiendo al pie de la letra lo anotado en la crónica, don Mariano Martí Navarro, nació en Valencia en 1.815. Para 1.850, es decir, con treinta y cinco años de edad, buena edad para ser sargento primero, entra en La Habana con las tropas a las que estaba adscrito.

Lo único que se puede anotar al respecto, que treinta y cinco años para un hombre soltero, en aquella época eran muchos años de soltería; pero podía acontecer.

La crónica nos dice que el sargento primero don Mariano Martí Navarro tomó parte en las luchas contra Narciso López, el venezolano que se sintió atraído por Cuba, y junto con otros diseñaran la bandera cubana.

Narciso López, el general de los ejércitos españoles Narciso López, entró en Cuba por primera vez, que se sepa como militar, en 1.840, de la mano del nuevo capitán General de Cuba, Jerónimo Valdés, quien nombra a Narciso gobernador militar de las Cuatro Villas, Trinidad, Santo Espíritu, Remedios y Santa Clara.

Cuando el capitán general de Cuba, don Jerónimo Valdés, es destituido del cargo, el nuevo jefe militar y político de Cuba, Leopoldo O’Donnel, en 1843 destituye a Narciso López de su cargo de gobernador militar de Las Villas.

En Cuba, por aquellos años, con ramificaciones en todas las ciudades y lugares de la isla, un movimiento subversivo amparado por los terratenientes cubanos, alineados en intereses con sus colegas esclavista de Usa, van a centrar su operaciones guerreras contra la metrópolis España, en las serranías de Manicaragua, atendiendo al movimiento subversivo que llamaron La Mina de la Rosa Cubana, que se mantuvo fuerte hasta 1.848, año en el que Narciso López, se marchó buscando refugio a los EE.UU, donde desarrolló actividades políticas variadas.

Si la crónica anota que don Mariano Martí Navarro entró en La Habana en 1.850, en modo alguno pudo luchar contra Narciso López. Y también le queda muy apretado eso de estar casado para 1.852, y para 1.853, tener un hijo, a José Martí, que por ningún lado se ve en la crónica resquicio alguno como para pedir a Sevilla su fe de bautismo, salvo que haya páginas que políticamente no interesaban en aquel momento sacarlas a la luz.

Salud y Felicidad. Juan Eladio Palmis.

Tomado de: Diario de la Marina

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