Por: Pedro Pablo Rodríguez
A fines del siglo XIX, el reparto del mundo entre las grandes potencias y el expansionismo de Estados Unidos aumentaron la importancia geopolítica de las islas antillanas
La unidad antillana en la estrategia martiana
Los británicos se aferraban a sus antiguas posesiones; Francia comenzó las obras del canal de Panamá, que significaría un impulso al comercio y dominación del Extremo Oriente; y el vecino norteño quería apoderarse de Cuba y de territorios centroamericanos con semejantes propósitos canaleros.
Líderes de las Antillas hispánicas se planteaban la concertación entre ellas para propiciar las independencias de Cuba y Puerto Rico, y el aseguramiento de las soberanías de República Dominicana y Haití.
Desde muy joven, Martí se unió a ese pensamiento de los boricuas Ramón Emeterio Betances y Eugenio María de Hostos, el haitiano Antenor Firmin, el dominicano Gregorio Luperón, y Máximo Gómez y Antonio Maceo desde Cuba.
La unidad antillana en la estrategia martiana
La larga estancia en Nueva York y su sostenido análisis crítico de aquella sociedad le hicieron comprender pronto que su vocación expansionista tradicional se aumentaba en la medida en que los nacientes monopolios iban controlando la economía y la política del país, y que por tanto, la unidad de acción latinoamericana tenía que imponerse desde las Antillas.