Por: Pedro Pablo Rodríguez
9 julio 2023
Busto de José Martí en Lisboa. Foto: Presidencia en Twitter.
No hay indicio alguno de que en sus tantos viajes por diferentes países el Maestro haya visitado Portugal, ni siquiera durante sus dos deportaciones a España, a pesar de la cercanía. Sin embargo, desde el pasado viernes 14 de julio el más universal de los cubanos se halla en Lisboa: un busto con su imagen, del escultor cubano Andrés González González, fue develado en la céntrica Plaza de la Alegría, como parte de las actividades del presidente Miguel Díaz-Canel en su visita a Portugal.
Muy bien que el Maestro tenga su lugar dada su significación en la historia, la cultura y las ideas cubanas y latinoamericanas. Cada vez más se comprende la universalidad martiana, no solo por su magno proyecto de alcanzar el equilibrio de América y del mundo con la independencia de Cuba y de Puerto Rico, sino también por sus concepciones filosóficas en torno a la naturaleza y el hombre, su ética de servicio humanista en favor de los pobres de la tierra, la justicia plena y el mejoramiento humano. Quien se interesó, respetó y comprendió los aportes de las diversas culturas, quien no admitió la superioridad de unos pueblos sobre otros, quien admiró las expresiones artísticas de las sociedades más antiguas hasta las del mundo moderno, quien rechazara las falsas dicotomías entre civilización y barbarie, entre razas superiores e inferiores, y fue en su tiempo un ciudadano del mundo interesado en un mundo mejor y cuyo pensar y actuación son ejemplos por seguir en una época como la nuestra de crisis de valores y de afectación creciente al entorno natural.
Por todo ello, Martí es también persona útil para el pueblo portugués actual, cuyo país y cuyas letras movieron su pluma en más de una ocasión, sin la frecuencia que mostró sobre otros acerca de los cuales dispuso de mayor y más sistemática información.