José Gabriel Ávila Rivera
mayo 18, 2023
No recuerdo cuándo fui literalmente deslumbrado por la poesía de José Julián Martí Pérez, quien nació el 28 de enero de 1853 en La Habana, Cuba. Mejor conocido como José Martí, hoy es considerado un héroe nacional cubano que luchó por impulsar la revolución democrática y popular hacia la independencia de Cuba, Puerto Rico y las Antillas; así como su papel como promotor por la libertad y reivindicación de los derechos de los esclavos, trabajadores y de todos aquellos cuya dignidad fuese vulnerada. Su actividad abarcó la política, la diplomacia, la divulgación de ideas y su faceta más interesante para mí, que es la de poeta. Con un lenguaje especialmente rico, copioso, exuberante y espléndido, se necesita leer y saborear con un diccionario en mano para poder percibir lo que manifestó en su momento,
A muy temprana edad comenzó sus actividades revolucionarias, por lo que a los 17 años fue encarcelado en condiciones tan deplorables que, por afectaciones importantes en su estado de salud, le fue condonada la pena, con una deportación a España; y si bien experimentó un afecto profundo por ese país, por las políticas colonialistas hacia Cuba, en brillantes textos promovió el movimiento político de independencia. Fue a partir de esa deportación como se inició una vida cuya mayor parte del tiempo se caracterizó por el peregrinar en constantes destierros que generaron estancias en muchos países de América, el Caribe y Europa. Una estadía particularmente interesante en México le condicionó una madurez cultural, intelectual, ideológica y formativa, cuando percibió la mezcla de problemas sociales, políticos, económicos y culturales que prevalecían en nuestra región del mundo. Definió la identidad latinoamericana y asumió como un concepto propio, las denominaciones de “Nuestra América” y la “Madre América”, que aparecieron por vez primera en sus escritos en México.