Fuente: AIN
14 de Agosto, 2006 Por: Miralys Sánchez Pupo(Cubarte).- José Martí, el hombre que unió a los cubanos para poner en marcha la guerra necesaria con la aspiración de alcanzar el equilibrio del mundo a las puertas del siglo XX, cayó ante el azul de su cielo para entrar en la trascendencia de nuestra contemporaneidad como un heredero de Don Quijote de la Mancha. A lo largo de su obra periodística sobresale la pluma ágil y la visión profunda de quien conoce su oficio pero mucho más las circunstancias que se mueven en los vaivenes de la historia por la óptica suprema del político más alto de la centuria en América Latina. El palpitar de este hombre siguió el sendero de “Cervantes… aquel temprano amigo del hombre- cuando afirmó- que vivió días aciagos para la libertad y el decoro, y con la dulce tristeza del genio prefirió la vida entre los humildes al adelanto cortesano, y es a la vez deleite de las letras y uno de los caracteres más bellos de la historia.”(1) Pero lo hizo desde la altura de sus cuadernos de apuntes, fragmentos y misivas, donde la información profusa viajó a manos amigas como un estímulo para la reflexión sin perder un ápice de sus cualidades de orfebre de la palabra y de los sentimientos humanos. A las muchas menciones de su admiración por El Manco de Lepanto ante disímiles situaciones de su vida en la epopeya del deber, subyace la primicia de la evolución de su pensamiento político apresada por una expresión caudalosa como parte del canal para trasladar sobre el papel de sus cartas una conversación a distancia que pretende ser completada por el dialogar de regreso a sus manos de las opiniones de sus destinatarios. El traspaso de la frontera íntima para dar a conocer a otros semejantes de su amistad a través de misivas no se ha definido de forma general como una presencia literaria, pero permite hilvanar junto a su diario de campaña, aspectos reveladores de una vida cuya intensidad puede ser conocida a través de ellas en todo su esplendor. Los textos epistolares del Héroe Nacional de Cuba, constituyen una mezcla de armonía intrínseca por el fondo y la forma de un contenido capaz de leer en la distancia del tiempo como para alentar en nuevos contextos el análisis de sus advertencias. Colectivos nuevos los leerán como parte de sus obras completas y encontrarán una vigencia tal que se consideran al mismo tiempo literarias y políticas en su avance conceptual hacia diferentes afluentes de la vida contemporánea. Las cartas Martianas presentan la belleza interior y la ternura, que comparte nuestro Homagno desde el punto de vista ético, sin desplazar las ideas de sus aspiraciones en el campo político. La expresión de sus mensajes a personas diferentes a las que entregó su amistad fueron selladas con las peculiaridades de ellas mismas con el estilo apropiado para su acercamiento a esos seres humanos, pero el más alto de estos intercambios lo sostuvo con Manuel Mercado, su amantísimo hermano. Ante las aspas de los molinos Como Cervantes estuvo con el pie en el estribo, pero de la vida, como escribió a Mercado en 1887. Aunque con alternancia cronológica, ellas presentan un acercamiento desde los dos extremos de su aliento vital. Desde uno de los lados de este puente está la argumentación ética entre el Bien y el Mal, ante el deber del hombre que dejó como constancia en “Yugo y estrella” y en el otro, la despedida hacía una trascendencia que adelantó desde el campamento mambí, al exhalar el último hálito de la vida, luego de conmover en la tribuna la tenacidad de su propósito de unidad de los cubanos par alcanzar la república con todos y por el bien de todos. Desde Guatemala escribió a su amigo el 6 de julio de 1878 al comentarle que tal parecía que el mal había apostado contra él, para ganarle la partida al bien, pero se conforma con afirmar: “Afortunadamente, por su desoyese a mi voz que habla alto, tengo en México un vivo ejemplo de honradez acrisolada y modelo de vida” Con la fortuna de tal confianza le entregó sus inquietudes sobre el fracaso de la guerra de 1868, sus conflictos amorosos, las perspectivas del futuro con este abrazo de palabras, para adelantarle sus inquietudes envueltas en la ternura de sus líneas. Cervantes colocó por primera vez en la narrativa la escritura en primera persona que le permitió a los autores la distancia para el movimiento dramatúrgico sobre el diálogo hasta entonces desconocido, pero en el prólogo de la obra el gran escritor español se autodefinió como “casto de pensamientos, honesto de palabras, liberal en las obras, valiente en los hechos, sufrido en los trabajos, caritativo con los menesterosos y finalmente, mantenedor de la verdad, aunque le cueste defenderla” Si seguimos con el dedo por la vida martiana encontraremos en el Maestro, la constancia de su adarga como númen cervantina, al encuentro como el reflejo de la lucha de los desposeídos con sumo genio artístico. Esa originalidad la presenta ante su amigo, sin reducirse a sus observaciones como cronista en Estados Unidos. La intimidad de aquella hojas viajeras llevaban en su vientre, parte del tesoro que el maestro aportó a la humanidad cuando aseguró “De estas tierras no espero nada, ni para Uds. Ni para nosotros”. Le bastaba saberse descendiente de Bolívar ante aquel choque incesante con las gentes y afirmarle a Mercado: “en esta tierra se endurecen y corrompen, de modo que todo pudor y entereza, como que ya no lo tienen, les parece un crimen… a Ud puedo decírselo… yo me veo por dentro y sé que muero…” La confesión continúa en misivas para conocer la salud de Luisa, una de las hijas de Mercado. Refiere los planes altaneros de Estados Unidos para ocupar el poder de los pueblos americanos y con su declaración casi oficial proponer a España la compra de Cuba, para dejar sobre su expresión las apetencias políticas de Norteamérica en un verdadero lujo del articulista del diario La Nación de Argentina. La encrucijada de un destino Al ser nuevamente expulsado de su país, aseguró no tener patria y afirmó su deber conquistarla. Lejos de Cuba a donde regresó brevemente aseguró al amigo ¿He de decir a V. cuánto propósito soberbio, cuánto potente arranque hierve en mi alma? ¿qué llevo mi infeliz pueblo en mi cabeza, y que me parece que de un soplo mío dependerá en un día su libertad? La letra chica de sus cartas a Mercado la califica como la pequeñez del espíritu, pero le asegura que no le acobardan ni el frío ni las penas, pues él es la oportunidad del desahogo sincero ante su amantísimo hermano. En The Sun de Nueva York, de 8 de julio de 1880, Martí describió al Quijote en busca de injusticias para remediarlas, de vidas para defenderlas y de desventurados para ayudarlos. ¿Pero no es acaso él, el heredero de ese propósito quijotesco? Y esos sentimientos son los que expone en su soledad con Mercado y la búsqueda de apoyo y comprensión ante los afanes de los propósitos de su vida. El genio martiano en política está en prever. Insiste en sus deas también en sus discursos y las circulares. Ellas se cruzan por su mente cuando escribe el 2 de mayo de 1895 “De los dirigentes cubanos al Herald”, desde la manigua cuando faltaban 17 días para su muerte. En ese trabajo se dirigió al pueblo norteamericano para explicar con claridad las verdaderas aspiraciones de la revolución cubana desde la voz que bien conoce “El norte revuelto y brutal que nos desprecia”y argumentó la justicia de la lucha del machete mambí. Después reanudó su habitual conversación con Mercado, que fechó el 18 del mismo mes y donde le comentó todo lo sucedido con el reportero Eugenio Bryson en una misiva que mostró la continuación de las anteriores en los que presentó sus puntos de vista políticos. En ella le aseguró “Ya puedo escribir y decirle con que ternura y agradecimiento y respeto lo quiero y esa casa que es mía y mi orgullo y obligación; ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y mi deber” La conversación escrita como la de tantos otros momentos asegura “En mí solo defenderé lo que tengo por garantía o servicio de la revolución. Se desaparecer. Pero no desaparecía mi pensamiento”. Las cartas martianas a Manuel Mercado en su quijotesco camino hacia el deber de su vida es un acontecimiento revelador de una profundidad política desde la proximidad donde lo ético corona con el esplendor de cada palabra sobre el prodigio de la amistad. La información traspasa las fronteras de la cercanía íntima para convertirse en relectura luego de la desaparición física de su autor. Ellas están engarzadas conceptualmente con el manifiesto enviado a The New York Herald y “El tercer año del Partido Revolucionario Cubano y el deber de Cuba en América” Le aseguró a su amantísimo hermano mexicano “Yo no me voy nunca”. Y en breves líneas a uno de los hijos de Mercado, dejó para la historia la síntesis ética de su vida: “Alfonso leal: tú quieres a toda costa, un autógrafo mío. El único autógrafo, hijo digno de un hombre, es el que deja escrito con sus obras Tu José Martí” Y con esta lección rebasó las circunstancias de su tiempo porque destruyó los linderos artificiales para asirse por siempre a los brazos de la trascendencia. (1)”Seis conferencias” por Enrique José Varona en El Economista Americano, Nueva York. En José Martí, Obras Completas, Editora Nacional de Cuba, La Habana , 1963, T 5, p. 120
Extracto de textos martianos."... Es además un arte de la política tener a los pueblos como distraídos y aturdidos; y obligar sus ojos a espectáculos variados y nuevos, para que teniendo siempre qué mirar, no les quede espacio de mirar en sí, y se vean míseros y bravos y no se rebelen." [José Martí. Carta al Director de "La Opinión Nacional". Nueva York, 21 de enero de 1882. En Obras Completas. Editorial de Ciancias Sociales. La Habana, 1975. Tomo 14. Página 341.]
Posted on Thu, Aug. 10, 2006 CARLOS RIPOLLHace poco, desde este mismo periódico, un improvisado médico forense determinó que Martí había muerto dos veces: por los tropiezos de la República y la falsificación de su doctrina en el castrismo, y en Dos Ríos. Hoy, 24 de julio, es un sepulturero el que recomienda ''Enterrar a Martí''. El autor de ese trabajo, Alejandro Armengol, concluye que a los cubanos ''nos ha llegado la hora de enterrar a Martí''. La Academia de la Lengua dice que ''enterrar'' es ''poner debajo de tierra; dar sepultura a un cadáver'', y en lenguaje figurado, ``arrinconar, relegar al olvido algún negocio, designio, etc., como si desapareciera de entre lo existente''. Aun antes de su muerte los enemigos de Martí lo habían ''enterrado''. Al llegar los diputados autonomistas a Madrid (Montoro, Fernández de Castro, Miguel Figueroa y Eduardo Dolz), les preguntó por Martí un antiguo compañero suyo del Ateneo, y le respondían: ``¡Bah! Marchó de Cuba... Allá en Nueva York publica una inofensiva hoja separatista. Martí es un hombre muerto''. En defensa del enterramiento de Martí dice Armengol: ''Es lamentable'' que en la formación de la nacionalidad se sobrevalore un cuerpo rector formado por frases brillantes que forman un catecismo de fácil manipulación propicio a todos los usos. Pensamientos en los que lo luminoso de la palabra dificulta encontrar lo efímero de su contenido''. El aplauso de la doctrina de Martí, por su permanencia, no es un pecado propio de nuestra ''nacionalidad'', lo compartieron, entre otras figuras ilustres, cinco Premios Nobel (Albert Schweitzer, Bertrand Russell, Juan Ramón Jiménez, Gabriela Mistral y Ralph Bunche); seis presidentes (Gamal Abdel Nasser, de Egipto; Isaac Ben Zvi, de Israel; Pierre Mendes-France, de Francia; Harry Truman, John F. Kennedy y Ronald Reagan, de Estados Unidos); e intelectuales de mayor prestigio, de todos los credos (Stefan Zweig, Miguel de Unamuno, Emil Ludwig, María Zambrano, Thurgood Marshall, Juan Pablo II). Por citar sólo el más próximo, sobre la universalidad de su pensamiento, véase este juicio del presidente Reagan: ``José Martí será recordado por los amantes de la libertad como un precursor y líder de todo esfuerzo para lograr la auténtica redención del hombre''. Cuanto de Martí dice Armengol, de su doctrina, se puede aplicar al cristianismo. En nada se reduce el mérito de Jesús, o el valor de su mensaje porque las religiones a su amparo hayan trastornado sus ideas, y lo hayan invocado, y lo invoquen, para justificar lo injustificable. ¿Vamos por eso a bajar los crucifijos de los altares, a echarlos en la hoguera, o de nuevo a crucificar al hombre, y a enterrarlo? Desde que Cuba es República, ningún extranjero se ha dado con tanto afán como algunos cubanos a desacreditar a Martí, o a reducirle méritos. Como el majá y cierto tipo de jutías, negar a Martí es algo propio de Cuba: por ello se ha podido hacer un inventario de ''los detractores de José Martí''. Es que creen, ignorantes, ingenuos o envidiosos que la intemperancia de la República, sus pecados y excesos, se le deben a Martí. No. La desgracia de la nación cubana no se debe a su presencia, sino a su ausencia. Desde el principio fue la República la negación de Martí; desde la Enmienda Platt que juraron los constitucionales en 1902. El día antes de su muerte le escribió a su amigo mexicano: ''Yo estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber... de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, será por eso''. Y fue ''eso'', precisamente, lo que no se supo impedir: los Estados Unidos cayeron sobre las Antillas, y ''con esa fuerza más'' sobre el resto de Latinoamérica. Washington impuso en Cuba sus inte- reses, lo que permitió que los enemigos de Martí se repartieran el país: los integristas, los autonomistas y los anexionistas. No es fácil imaginar qué hubiera pasado ''si Martí no hubiera muerto en Dos Ríos'', pero con seguridad se hubiera opuesto a la ocupación de Cuba por las tropas americanas, y a que el procónsul que gobernaba el país vetara la candidatura presidencial del general Masó por el puñado de negros heroicos que formaban su Estado Mayor; ni hubiera permitido que la economía cubana cayera en las manos impías de Wall Street. Hubiera Martí condenado también, e impedido, todo lo que le preparó el banquete al oportunismo y a la ambición criminal de Fidel Castro, y buena parte de lo que hoy maneja miope y a destiempo la demagogia populista de Latinoamérica. Termina el artículo que aquí se comenta con estas palabras: ''Librarse del apostolado martiano es un gesto de independencia necesaria. Un país no se fundamenta sobre el ideal exaltado de un poeta''. Parece calcada esta recomendación de la que le hacía a sus compañeros comunistas Juan Marinello, antes de que en complicidad con Castro falsificaran a Martí; dijo: ''Martí es un gran fracasado porque, en efecto, su sermón idealista y democrático no ha podido tener vigencia... Lo recto y limpio es entender a Martí... en su rol de gran fracasado... dar la espalda de una vez a sus doctrinas... Las ideas de Martí, bien lo saben los líderes, son ideas vencidas... nada tienen que realizar ni pueden servir más que como trampolín del oportunista''. Y años más tarde, en otra publicación sobre Martí, concluyó Marinello: ``Estamos frente a un poeta que da rienda a su élan por el camino político, no frente a un investigador exigente de los que hacen diario ejercicio de la razón. En verdad que sólo en nuestro tiempo, con Lenin, nace el guiador político injertado en el hombre científico''. ¿''Enterrar a Martí''? No. Todo lo contrario. Inundar con su espíritu las casas en que habitan los cubanos de allá y de aquí, y urgir la práctica de la virtud ciudadana que predicó, para ver si así, por fin, se le salva la patria que quiso ``con todos y para el bien de todos''.
Extracto de textos martianos. "... ¡Líbrenos el que libra, de los pueblos hemipléjicos, que sólo de un lado se desarrollan, y del otro quedan atáxicos! No hay pueblo en la tierra que tenga el monopolio de una virtud humana:- pero hay un estado político que tiene el monopolio de todas las virtudes:- la libertad ilustrada: no aquella libertad que es entendida por el predominio violento de la clase pobre vencida sobre la clase rica un tiempo vencedora -que ya se sabe esa es nueva y temible tiranía;- no la libertad nominal, y proclamaria, que en ciertos labios parece -y son por desdicha los que más la vociferan- lo que la cruz de Jesús bueno en los estandartes inquisitoriales;- sino aquella libertad en las costumbres y las leyes, que de la competencia y equilibrio de derechos vive, que trae de suyo el respeto general como garantía mutua, que libra su mantenimiento a ese supremo e infalible director de la naturaleza humana: el instinto de conservación."
[José Martí. Artículo "Trabajadores franceses." En "La América." Nueva York, noviembre de 1883. Obras Completas. Ecitorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1975. Tomo 8. Página 381.]
RAÚL RODRÍGUEZ LA OJosé Martí fue un hombre sencillo, modesto y todo lo que siempre hizo fue pensando en el bienestar y la felicidad de los demás seres humanos. Por eso desde su más temprana juventud, en todos sus escritos y prédicas a favor de la independencia cubana trató de estimular y resaltar las cualidades y sentimientos más nobles y puros de las personas al igual que criticaba los rasgos egoístas e individualistas que pudieran afectar los objetivos colectivos y los asuntos de interés común para la Patria. Sacrificó toda su vida y fue siempre ejemplo de su pueblo con su conducta y humildad insuperables. Pero ¿cuándo y en qué circunstancias nuestro Apóstol dijo esa frase que tanto nos gusta a los cubanos y que ahora hemos utilizado como título de nuestro artículo? Luego de su estancia en Cuba desde enero hasta agosto de 1890 cuando fue expulsado de la Isla por sus actividades revolucionarias contra España, el General Antonio Maceo decidió aprovechar una convocatoria sobre arrendamiento de tierras por parte del Gobierno de Costa Rica para viajar a dicho país en 1891 donde tras firmar un contrato con dicho Gobierno en el Palacio Nacional de San José, en mayo de ese mismo año, se estableció allí con un grupo de cubanos entre los que se encontraban José Maceo, Flor Crombet, Agustín Cebreco y otros patriotas en la zona de Nicoya, en la costa del Pacífico, ya que según documentos confidenciales localizados en el Fondo de Ultramar del Archivo Histórico Nacional de Madrid, el Gobierno español presionó y evitó que se pudiera establecer en la parte atlántica, como era su deseo de acuerdo a sus planes independentistas por estar más cerca de las costas cubanas. En el mencionado país no hizo más que conspirar a favor de la causa cubana aunque es justo señalar que debido a su trabajo y dedicación junto al resto de los demás cubanos convirtió aquel territorio casi desértico en una próspera colonia agrícola. Allí residió desde 1891 hasta el año 1895 cuando por orientaciones de José Martí salió rumbo a Cuba en una expedición bajo el mando de Flor Crombet en compañía de su hermano José y veinte patriotas más. Luego de la fundación del Partido Revolucionario Cubano, el 10 de abril de 1892, Martí en su condición de Delegado comenzó a coordinar con los generales Máximo Gómez y Antonio Maceo los nuevos planes conspirativos para organizar e iniciar en nombre del Partido la tercera y última guerra por la independencia, ya que sabía perfectamente que sin ellos dos como líderes o jefes militares sería imposible la Revolución. En cumplimiento de sus objetivos viajó a República Dominicana en 1892, donde se reunió con Máximo Gómez y le ofreció en nombre del PRC el cargo de Jefe del Ejército Libertador. Luego de coordinar detalladamente sus planes y puesto de acuerdo con el Generalísimo viajó en 1893 a Costa Rica donde se reunió varias veces a finales de junio y principios de julio con Antonio Maceo y otros patriotas cubanos que residían en ese país. Fue en esa ocasión cuando le ofreció a Antonio Maceo, en su nombre y el de Máximo Gómez, la organización de una gran expedición que bajo su mando debía salir de ese país rumbo a Cuba. Luego de ese primer encuentro de Martí con Maceo en Costa Rica se intensificaron los contactos y comunicaciones entre ambos con el objetivo de preparar los planes revolucionarios para independizar a Cuba de España. Por esas razones, en 1894 volverían a encontrarse en el hermano país centroamericano para seguir organizando los planes patrióticos y dar los toques finales de la expedición que debía salir de ese territorio conducida por el Titán de Bronce, aunque posteriormente partió bajo el mando de Flor Crombet como ya indicamos anteriormente. Los encuentros entre Maceo y Martí, sostenidos en Costa Rica en junio y julio de 1893, contribuyeron a un mayor estrechamiento y comprensión entre ambos dirigentes sobre los planes revolucionarios e independentistas que juntos preparaban en coordinación con Máximo Gómez. Prueba de la intimidad de esos vínculos, son dos cartas del Apóstol dirigidas desde el territorio norteamericano al protagonista principal de la Protesta de Baraguá, fechadas ambas el 15 de diciembre de 1893. En las dos misivas se pueden apreciar el amor, la confianza, simpatía y fe del Héroe de Dos Ríos en Antonio Maceo. Pero en una de ellas, la más extensa, se puede corroborar en sumo grado esa afinidad y también su admiración y tristeza por la muerte de la madre de los Maceo, la heroína Mariana Grajales. Es precisamente en dicha carta donde Martí menciona la frase que encabeza nuestro trabajo. "Key West, 15 de diciembre, 1893 Sr. General Antonio Maceo General y amigo: Mi silencio no le habrá extrañado. He vivido, desde que nos vimos, en una entrevista continua con Vd. De la visita que le hice me traje una de las más puras emociones de mi vida. "¡Por supuesto, me dije después de verlo, que Cuba puede ser libre,— y ser feliz después de ser libre!" Las manos las he tenido ocupadas desde entonces en una labor bestial y sin descanso,—en atender, de una tierra en otra, a lo grande y a lo pequeño,—en ir levantando, hombre por hombre, todo este edificio. A Vd., acá en mi corazón, escribirle era ofenderle. Vd. debe ver de allá mi agonía, mi responsabilidad, la imposibilidad absoluta de valerse de medianeros, la cura de almas incesante que permitió la acumulación de estas fuerzas. Esto es lo que estoy escribiendo entre un mitin y otro. Vengo de tres días de esfuerzo angustioso en Tampa, para ponerle un poco más de harina al pan; y aquí estoy, como a la callada, haciendo lo mismo y confirmando detalles con Roloff y Serafín, pero de modo que nada de cuanto haga dé idea de la proximidad en que están nuestras cosas, si todos queremos que estén próximas. Cuba las espera, con el gobierno encima, y una agitación sorda y ya extrema. Yo de aquí puedo hacer lo que dijimos y lo tuve listo y anunciado para el caso de que, contra lo avisado a la Isla para evitar engaños y contra la orden local mía expresa, hubiese cundido—aunque nuestra tierra está ya muy astuta para eso—el alzamiento mandado hacer con una orden falsa mía, y la cual sólo supo engañar a Esquerra que anda por el campo, resuelto a no entregarse, con unos pocos hombres. Pero esta trama, cuyo objeto era justificar en Cuba las persecuciones, provocar alzamiento incompleto y debilitar las emigraciones con un segundo aparente fracaso,—si bien no pudo tener ese éxito afuera ni adentro,—ha producido, por la sangre que ya corrió, las prisiones de primera hora, y la de Moncada y la disimulada de Carrillo, aún libres, un malestar que sería imperdonable mantener cuando tenemos allegados los medios, modestos y bastantes, de ponerle fin. El gobierno cree que vamos, y sólo aguarda a la evidencia más cercana para segarnos allá el país: y nosotros, con la rapidez que no se espera de nosotros, sin aparato de invasión, deslizándonos sencillamente de donde mismo estábamos, podemos ir antes de que el enemigo nos espere, y caiga sobre la buena gente revolucionaria. No tenemos más que ajustar los detalles, de modo de ahorrar tiempo. Ahora sólo estas líneas le puedo poner, y la seguridad de que, lo que yo haya de hacer, ni con ligereza ni con demora será hecho. Yo no trabajo por mi fama, puesto que toda la del mundo cabe en un grano de maíz, ni por bien alguno de esta vida triste, que no tiene ya para mí satisfacción mayor que el salir de ella: trabajo para poner en vías de felicidad a los hombres que hoy viven sin ella. No espere, pues, de mí,—harto lo sabe Vd.,—precipitación alguna, ni el crimen de azuzar y comprometer, por salvar la honrilla de la tentativa,—sobre que, con hombre del juicio de Vd., eso sería pueril e inútil. Este hombre, lo ama y lo conoce, y no faltaría así al respeto que merece su vida. Su María no se ha equivocado. Y de su gran pena de ahora ¿no ve que no le he querido hablar? Su madre ha muerto. En Patria digo lo que me sacó del corazón la noticia de su muerte: lo escribí en el ferrocarril, viniendo de agenciar el modo de que le demos algún día libre sepultura, ya que no pudo morir en su tierra libre: ése, ese oficio continuo por la idea que ella amó, es el mejor homenaje a su memoria. Vi a la anciana dos veces, y me acarició y miró como a hijo, y la recordaré con amor toda mi vida. Aquí tiene que cesar su, José Martí"
Recientemente se ha creado una nueva página sobre el Héroe Nacional de Cuba, José Martí, que analiza un tema novedoso en su ideario: las ideas sobre la República. Miami, Florida. (AmbosMedios) Agosto 2, 2006. -- "Las ideas republicanas de José Martí" es el título de la nueva página sobre el Héroe Nacional de Cuba que puede ser localizada en la siguiente dirección: http://www.josemarti.info/
Tal y como indica su autor en la presentación, esta página se estructura en torno a la primera edición digital del libro (Antología) "José Martí y la República. Selección de Textos", donde se exponen las principales ideas de este cubano ilustre acerca de cómo quería que se estructurase la República que se instauraría en Cuba una vez lograda la independencia política de España a fines del siglo XIX.
El tema que se aborda es novedoso dentro de la bibliografía martiana, así como la forma en que se ha organizado el contenido del pensamiento martiano. Todo ello se puede comprobar en la sección "Contenido del Libro" donde se reproduce todo el libro, capítulo por capítulo, además de la introducción, una breve reseña biográfica y un anexo con varias obras del político cubano.
La página tiene otros contenidos que aportan un valor añadido al tema central, y entre los que cabe destacar los siguientes:
• Foros. Existen dos foros de discusión a elección de los participantes. • Se ha creado, bajo el título de Iconografía Martiana, un álbum fotográfico bastante representativo. • En la sección de Descargas se pueden obtener diversos textos martianos en formato PDF. • En Escritos Martianos se pueden leer varios textos martianos. • En Glosario se agrupa diverso contenido acerca de personas relacionadas con Martí, lugares geográficos, aforismos, términos usados por él, etc. • Bajo el título de Otras Secciones se pueden encontrar otros recursos como Buscadores, enlaces a otras páginas web, un Calendario Martiano con las fechas más significativas relacionadas con Martí, trabajos de otros autores sobre Martí, Noticias Internacionales actualizadas al minuto, una sala de Chat, Otros Trabajos relacionados de alguna manera con el Héroe Nacional Cubano, etc.
Hay enlaces a otros recursos interesantes tanto internos como externos, posibilidad de enviar mensajes al administrador, además de otros recursos. La página se actualiza casi diariamente y los visitantes tienen la opción de recibir por correo electrónico las últimas novedades de la página.
En general se trata de una buena página que analiza un tema de gran importancia del pensamiento martiano y que ofrece otros contenidos relacionados con el Héroe Nacional Cubano.
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