Marta Gómez Ferrals
Foto: Archivo
21 Febrero 2025
A 172 años del fallecimiento en el destierro, el 22 de febrero de 1853, del sacerdote presbítero Félix Varela, sus connacionales continúan recordándolo no solo como aquel que los enseñara a pensar, sino también como un cubano patriota y revolucionario.
Expiró a los 64 años en San Agustín, Florida, Estados Unidos, donde había encontrado refugio y luego ejerciera su vocación casi determinada por propia voluntad en la niñez, después de haber escapado en su juventud de una condena a muerte dictada en España cuando cumplía allí la misión de representar a Cuba en las Cortes de la metrópoli.
Cometió el pecado o más bien la infidencia de pedir ciertas libertades económicas para la isla antillana y criticó la esclavitud, entronizada en las colonias.
Fue el sabio cubano José de la Luz y Caballero quien dijera de él que fue el primero que nos enseñó en pensar, y en esa realidad tuvo mucho que ver la condición de hijo del Iluminismo del jovencito Varela.
Ese movimiento había llegado a Cuba desde Francia, en contraposición con la filosofía medieval que aherrojaba las mentes y los métodos de enseñanza de aquella época.
Varela debió soportar tal vez un vía crucis para, sin renunciar a sus creencias religiosas, abrazar al mismo tiempo ideas científicas y renovadoras de avanzada, las cuales utilizó para facilitar sus métodos pedagógicos, al fungir como profesor en el Seminario de San Carlos.