Por Luis Ernesto Martínez González
Dic 28, 2025
Aniceto García-Menocal y Francisco Javier Cisneros fueron dos ingenieros cubanos a los que José Martí rindió fervoroso tributo de admiración.>
En la obra de José Martí, como expresión de su cultura científica, aparecen múltiples referencias elogiosas a los hombres y mujeres de ciencia. Estas sobresalen si se trata de cubanos que brillaron en otros países por sus conocimientos y dedicación. Este fue el caso de los ingenieros Aniceto García-Menocal y Francisco Javier Cisneros.Menocal

Aniceto García-Menocal. Archivo del autor.
Aunque nacido en el pueblo deAguacate, Aniceto García-Menocal y Martín (1836-1908) se ha considerado por algunos autores como matancero. Cursó estudios de ingeniería en el Instituto Politécnico de Rensselaer, Troy, EE.UU. Una vez egresado ingresó en la armada norteamericana, donde fue jefe de arsenal de Washington e ingeniero consultor del Departamento de Marina. Entre 1863 y 1869 estuvo en Cuba y fue subjefe de las obras del acueducto de La Habana que se construía bajo la dirección de Francisco de Albear y Fernández de Lara. Regresó a Estados Unidos y dirigió el departamento de obras públicas de Nueva York. Demostró grandes conocimientos en ingeniería hidráulica. Ganó fama como autor del proyecto para la construcción del canal de Nicaragua. En 1908 trabajó en las obras preliminares del canal del Roque, en Matanzas. Falleció en Nueva York.
En varias ocasiones José Martí demostró admiración por la obra de Aniceto García-Menocal. Lo mencionó en “Vindicación de Cuba” (1889), escrito en defensa de sus compatriotas: “Un cubano, Menocal, es jefe de los ingenieros del canal de Nicaragua”. En “Notas sobre Centroamérica”, se refirió a “…el señor Menocal, el ingeniero americano, acaba de firmar con Nicaragua un contrato para la construcción del canal”. Como parte de una “Sección constante”, en el periódico venezolano La Opinión Nacional, el 24 de enero de 1882, destacó “…el proyecto de formalización de la compañía del Canal de Nicaragua, en la que ha alcanzado ya atenta nota el ingeniero Menocal, cubano”.
En 1887, en carta a El Partido Liberal, de México, escribió que “…Nueva York acompaña en un remolcador de fiesta el buque que lleve a Nicaragua a los ingenieros, cubanos y yanquis, que van a abrir los trabajos del canal propuesto por el ingeniero Menocal, de Cuba…”. Una de sus secciones “En Casa”, la publicada en el periódico Patria el 14 mayo 1892, hizo mención al “…ingeniero del Canal de Nicaragua, Menocal…”. El 22 de julio de 1894, en carta a José María Izaguirre, le pidió que escribiera “…a Menocal en Chinandega…”.
La revista neoyorkina La Juventud, publicó en 1889 el artículo de José Martí titulado “Menocal”, que se reprodujo en el Álbum de El Porvenir (1891). Contiene una elogiosa caracterización de la obra del gran ingeniero:
“Venir a un país extraño y ponerse entre los que van a su cabeza, no es dote de hombres vulgares. Entre todos los ingenieros que conocía el general McClellan, no halló en los Estados Unidos, ni aun después de la experiencia de la guerra, uno que pudiera ser jefe del canal de Nicaragua, sino el que en dos meses levantó en La Habana los planos e informes que todo un cuerpo galoneado no pudo en años reunir,—el joven perspicaz y sencillo que llevaba en la voluntad la grandeza, y en el carácter, más que en el cuerpo, que era delicado y endeble,—Menocal el «cubano»”.
“Han pasado diecisiete años, y el respeto mantiene hoy por común consentimiento la elección del. general sagaz, Menocal ha luchado, sin escándalo ni pompa, y ha salido vencedor de los hombres y de la Naturaleza. Porque su fama no se debe a un descubrimiento súbito, que el azar pone delante del que sabe aprovecharlo; sino al cúmulo de méritos, de ciencia y de energía, a la facultad de guiar hombres, y al poder mayor de salir en salvo de sus asechanzas”.
“De las Antillas vino, con la sangre viva que da aquella luz, el fundador, de cuerpo pequeño, que traía en la cabeza un mundo nuevo, armado de la paz y la república, y hecho con mano de siglos. De otra Antilla viene ahora, pequeño de cuerpo como Hamilton, el que guía y sobresale en este pueblo de líneas y de cifras, con su sangre de pueblo de poetas”.

Aniceto García-Menocal. Grabado en el Álbum de El Porvenir. Archivo del autor.
Cisneros

Francisco Javier Cisneros. Archivo del autor.
Francisco Javier Cisneros Correa (1836-1898) nació en Santiago de Cuba, donde aprendió las primeras letras. Continuó estudios en La Habana, en el Colegio El Salvador, de José de la Luz y Caballero. Se graduó como ingeniero en los Estados Unidos y después trabajó en la construcción de ferrocarriles en Cuba. Dirigió el periódico El País hasta el inicio de la Guerra de los Diez Años. Se vinculó a la Junta de La Habana y, perseguido por las autoridades, emigró más tarde a Nueva York. Colaboró en el envío de expediciones a Cuba, muchas de las cuales fracasaron. Acerca de su labor publicó Relación documentada de cinco expediciones (1870) y La verdad histórica de los sucesos en Cuba (1871). Murió en Nueva York.
Tras el Pacto del Zanjón, Francisco Javier Cisneros se radicó en Colombia, donde se le considera el padre de los ferrocarriles, por su labor en la introducción de ese medio de transporte en el país. Apoyó la Guerra del 95 y sobresalió como un patriota honesto y desinteresado. En “Vindicación de Cuba” (1889), José Martí lo elogió, al destacar que “Un cubano, Cisneros, ha contribuido poderosamente al adelanto de los ferrocarriles y la navegación de ríos de Colombia”. Cisneros, un municipio del Departamento de Antioquia, lleva ese nombre en su honor.
El 12 de agosto de 1893, en el periódico Patria, José Martí publicó el artículo “Un cubano real”, con una semblanza del ingeniero santiaguero:
“No es Francisco Javier Cisneros—servidor feliz de Cuba en aquellos días en que se tomó la medida de los hombres—de esos criollos segundones que les nacen a las colonias opresas y no saben abrir la vida sino con la llave que llevan bordada en el faldón los maestres de la real caballería. Ni es de los que, como en el dibujo de un diario de estos días, uncen al carro de la América nueva un caracol y una tortuga. Él se fue a América a honrar con el trabajo creador a su país; a responder con su vida de hechos a los cubanos que, juzgando a la patria entera por su aspiración inútil, niegan a Cuba la industria y novedad que requiere en este siglo de competencia un pueblo libre; y a estrechar, por el aprecio y mérito de su trabajo valioso, la hermandad de Cuba y las repúblicas americanas. Otros se sientan, a hablar de toros y reformas alrededor de la mesa inútil del café madrileño, y a ver irse la vida en espirales de humo: Cisneros, con la pena en el alma de la patria infeliz, se fue a un pueblo que trabaja para sí, y echó puentes, llevó vapores, puso muelles a la mar, despertó las minas, aprovechó los ríos. Ahora pasa por New York en viaje a Francia: Patria saluda en él a un cubano útil y verdadero”.

Estatua de Francisco Javier Cisneros en Medellín. Archivo del autor.
Para José Martí, tanto Aniceto Garcí-Menocal como Francisco Javier Cisneros, eran dos ejemplos de la inteligencia de los cubanos, dignos de ser exaltados a despecho del atraso colonial. Debían, por tanto, ser admirados y elogiados ante los ojos de sus compatriotas, como demostración de la capacidad de nuestro pueblo para abrazar, en libertad, los productos sublimes de la ciencia y el conocimiento.
Tomado de: TV Yumurí

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