Luis Toledo Sande
febrero 5, 2025
No sería solo por la cercanía del aniversario 172 del nacimiento de José Martí que recientemente se avivaron los esfuerzos por precisar que en el poema XXXIX de sus Versos sencillos, habitualmente conocido como “La rosa blanca”, él escribió “cardo ni oruga”, no “cardo ni ortiga”. Los esfuerzos responden a lo frecuente del error, y a la conciencia de la seriedad con que se deben citar todos los textos, máxime los martianos, donde cada palabra tiene sentido y peso.
En los ejemplares de la edición príncipe de Versos sencillos que se conservan autografiados por el poeta, no aparece ninguna rectificación manuscrita, aunque le habría resultado tentador y fácil hacerla a quien disfrutaba las buenas impresiones y sufría con las erráticas. En los versos “¿Por qué, corrector, te cebas / En mí, si el Sumo Hacedor / Hizo hermanos, al autor / Y al que corrige las pruebas?”, que intercaló en una de sus cartas de 1889 a Manuel Mercado —la que su Epistolario (1993, t. II, p. 109) ubica en junio—, la sonrisa no disimula el disgusto.
Le dolía ver sus textos desfigurados por errores tipográficos y cambios impertinentes. En cuanto a oruga, no cabe pensar en un mal dedazo cometido en el proceso de impresión, pues habría supuesto convertir un solo carácter, la u, en dos, ti. Pero lo más importante es el rigor de Martí no solo en el plano del pensamiento, sino en la excelencia artística de su escritura. Y no olvidemos su experiencia de editor: ¿habrá intervenido en el cuidado de Versos sencillos?