martes, 23 de agosto de 2016

José Martí: la sencillez de la complejidad

Enrique Viloria Vera
17 Agosto, 2016

A Juan Jesús Cabrera, martiano confeso.

Yo soy un hombre sincero
De donde crece la palma.
Y antes de morirme quiero
Echar mis versos del alma.

José Martí

En 1891, el errante José Martí publicó en Nueva York un poemario titulado Versos Sencillos. El propio bardo explica las circunstancias y motivaciones que privilegiaron la publicación de ese poemario, por encima de otros como Versos Libres o Versos Cubanos: “Se imprimen estos versos porque el afecto con que lo acogieron, en una noche de poesía y amistad, algunas almas buenas, los ha hecho ya públicos. Y porque amo la sencillez, y creo en la necesidad de poner el sentimiento en formas llanas y sinceras”.

Y nada más cierto el poeta se vale de la sencillez para adentrase en la complejidad de lo humano; no le son ajenos los sentimientos más intensos que el hombre experimenta y que pueden asumir formas distintas y contrapuestas: el amor, la traición, la amistad, la libertad, las rencillas, la esclavitud y hasta la propia muerte, afirma el escritor: “Yo sé los hombres extraños / de las yerbas y las flores, / Y de mortales engaños, / Y de sublimes dolores”.

Martí se declara amigo a rajatablas, no puede concebir la existencia sin el afecto de y por sus semejantes, sus versos sencillos se solazan en el canto al amigo, en el himno al compañero; exaltan la camaradería y la colaboración sincera y solidaria entre los seres humanos. Por una parte, expresa “Si dicen que del joyero / Tome la joya mejor / Tomo a un amigo sincero / Y pongo a un lado el amor”; por la otra escribe: “Cultivo una rosa blanca / En Julio como en Enero, / Para el amigo sincero / que me da su mano franca”.

Por supuesto que el amor cortesano con todos sus arrebatos y pasiones también se hace presente en la compleja sencillez de los versos de Martí. Lúdico, lujurioso, amoroso, el poeta se solaza en la evocación de los momentos de felicidad compartidos con la amada: “Yo visitaré anhelante / Los rincones donde a solas / Estuvimos yo y mi amante / Retozando con las olas”, o bien, “Mucho, señora, daría / Por tender sobre tu espalda / tu cabellera bravía, / Tu cabellera de gualda: / Despacio la tendería, / Callado la besaría”.

El poeta reconoce que el amor por la pareja por más genuino que sea, no escapa a la penitencia de los celos ante el comportamiento y actitudes de la amada. En efecto, Martí informa: “Por tus ojos encendidos / Y lo mal puesto de un broche, / Pensé que estuviste anoche / Jugando a juegos prohibidos. // Te odié por vil y alevosa: / Te odié con odio de muerte: / Nausea me daba de verte / Tan villana y tan hermosa”.

La traición y las rencillas, pasiones tan contradictoriamente humanas como el amor y la amistad, encuentran espacio en los sencillos versos del poeta, quien las repudia con fiereza. Expresa Martí, experimentado y conocedor: “Yo sé las historias viejas / Del hombre y sus rencillas; / Y prefiero las abejas / Volando en las campanillas // Yo sé del canto del viento / En las ramas vocingleras: / nadie me diga que miento, / Que lo prefiero de veras”.

Contra la ruin traición, Martí – valeroso – empuña el arma que con indudable maestría maneja a su antojo: sus versos. El poeta sin tapujos expresa: “¿Qué importa que tu puñal / Se me clave en el riñón? / Tengo mis versos, que son / Más fuertes que tu puñal! // ¡Qué importa que este dolor / Seque el mar y nuble el cielo? / El verso, dulce consuelo, / Nace alado del dolor”.

Martí utiliza su poesía como arma justiciera para denunciar la trata de negros que condujo a millares de inocentes esclavos desde su África natal a las diferentes colonias de los imperios que promocionaron y ampararon a la esclavitud: “echa el barco, ciento a ciento, / los negros por el portón”. Sobre la esclavitud – pesaroso y acongojado – versifica: “Yo sé de un pesar profundo / Entre las penas sin nombres: / ¡La esclavitud de los hombres / Es la gran pena del mundo!”.

La poesía de Martí es valiente, montesa, peleona, bravía, indomable, no transige con la injusticia ni con los sojuzgamientos de ninguna especie:” Mi verso es de un verde claro / Y de un carmín encendido: / Mi verso es un ciervo herido / que busca en el monte amparo. // Mi verso al valiente agrada: / Mi verso, breve y sincero, / Es del vigor del acero / Con que se funde la espada”.

Su poesía es igualmente solidaria con los condenados de la tierra, los explotados, los excluidos, los marginados, los que viven cotidianamente “como vaya viniendo, vamos viendo”, esperando el día de esperar también; el poeta no deja ningún rescoldo de duda: “Con los pobres de la tierra / quiero yo mi suerte echar / El arroyo de la tierra / Me complace más que el mar”.

Toda la vida del poeta libertario estuvo signada por su decisión de independizar a su Cuba natal del yugo español. Con y por la independencia Martí vivió y murió: “Yo quiero, cuando me muera, Sin patria, pero sin amo, / Tener en mi losa un ramo / De flores – y una bandera! A su muy querido unigénito hijo le aconseja perseverar en sus creencias libertarias, y defender a capa y espada la emancipación y la libertad de su patria; en sentidos versos le comunica: “Vamos, pues, hijo viril: / Vamos los dos: si yo muero, / Me besas: si tú… ¡prefiero / Verte muerto a verte vil”.

Consciente de la levedad de la existencia, de lo efímero del vivir, así como de la necesidad de dotar a la vida de trascendencia, de un objetivo superior por el que valga la pena vivir y morir, José Martí visionario, patriota, cubano hasta los tuétanos, teniendo siempre en mente la independencia y la libertad de su vilipendiada patria, escribió con versos sencillos su propio epitafio:

Yo quiero salir del mundo
Por la puerta natural:
En un carro de hojas verdes
A morir me han de llevar.
No me pongan en lo oscuro
A morir como un traidor.
Yo soy bueno, y como bueno
¡Moriré de cara al sol!

Tomado de: Noticieron Digital

No hay comentarios: