Por: Armando Hart Dávalos
23 agosto 2023
Dos dibujos de Tony: Vilma Espín y Mariana Grajales.
Con el recuerdo emocionado de Vilma, rindo homenaje a las mujeres cubanas, en esta fecha en la que celebramos la creación de la Federación de Mujeres Cubanas. Y lo hago evocando la egregia memoria de Mariana Grajales, a quien José Martí dedicó estas bellísimas y conmovedoras palabras en ocasión de su muerte:
“¿Qué había en esa mujer, qué epopeya y misterio había en esa humilde mujer, qué santidad y unción hubo en su seno de madre, qué decoro y grandeza hubo en su sencilla vida, que cuando se escribe de ella es como de la raíz del alma, con suavidad de hijo, y como de entrañable afecto? Así queda en la historia, sonriendo al acabar la vida, rodeada de los varones que pelearon por su país, criando a sus nietos para que pelearan”.
Y es que esos valores que nos legó Mariana, provienen de las masas explotadas por el colonialismo y la esclavitud; las que a su vez constituyen una síntesis de las mejores tradiciones de la familia criolla en nuestro país, las que sirvieron de fundamento para que articuladas con las ideas liberales de las revoluciones europeas del siglo XVIII, alcanzaran en Cuba una dimensión genuinamente universal. Recordemos que las ideas de Libertad, Igualdad y Fraternidad, llegadas a las tierras orientales a través del mundo del Caribe, fueron recepcionadas por esa población pobre y explotada que las asimiló, recreándolas y multiplicándolas.
En la raíz de la familia que Mariana fundó junto a Marcos Maceo está la impronta caribeña. Marcos provenía de Venezuela y ella misma era una santiaguera de origen dominicano. Sus hijos aprendieron en el ámbito familiar la responsabilidad, el aprecio al trabajo, los principios morales, la disciplina, la fortaleza de espíritu, el valor y un profundo amor a la patria, a la libertad y a la justicia. Esa educación tenía como fundamento la necesidad de fortalecer y enriquecer la autoridad inspirada y sostenida por el amor, la búsqueda de la estrecha unión entre los seres nacidos de una misma matriz, los sentimientos solidarios hacia todos los hombres y el rechazo, por tanto, a la esclavitud y a la discriminación. Mariana, asimismo, elevó su condición maternal a todos los nacidos en nuestra tierra y fue tan grande ese amor y tan altos los méritos de sus hijos —especialmente los del General Antonio— que ella se llegó a convertir en el símbolo más alto de la mujer cubana.
De Mariana debemos aprender su concepto del deber, el honor y la disciplina, valores que fueron forjados por ella en el alma de su familia, logrando una identidad esencial. Libertad y disciplina, he ahí lo que necesita el mundo de hoy, lo que siempre es posible lograr exaltando al más alto plano la justicia como sol del mundo moral y requisito primigenio de la cultura.
Tales sentimientos alcanzaron timbres de gloria en la familia Maceo Grajales, la que se convirtió en la semilla de lo que llamamos cultura Maceo Grajales, una de las corrientes principales de la tradición espiritual cubana. En ellas dos -repito- están presentes como un concepto esencial las ideas de Libertad, Igualdad y Fraternidad, pero no para unos cuantos, sino para toda la humanidad.
Es más conocida y comprendida la historia de las ideas de los forjadores de la nación en la fuente de la alta educación recibida por los patriotas ilustrados de la clase acomodada que tomaron la decisión de unirse a la justa aspiración de los humildes, fusionaron sus intereses a los del pueblo trabajador y desencadenaron la lucha por la independencia y la abolición de la esclavitud. Sin embargo, la influencia cultural de la población explotada y su articulación creativa con el saber más elevado del occidente civilizado no ha sido suficientemente reconocida y asumida, aún cuando constituye una contribución original a la historia de Cuba, al movimiento intelectual y espiritual de nuestra América. Es de importancia capital estudiarla y trasmitirla a las nuevas generaciones de cubanos para que puedan cohesionarse mejor en lo interno y entenderse de manera más profunda y eficaz con el mundo.
En la raíz de las virtudes de la heroica familia Maceo Grajales están el ejemplo y la formación recibidos de sus dos pilares fundadores. Marcos, el padre, se incorporó a la lucha por la independencia y murió combatiendo por ella. Mariana alentó al esposo y a los hijos al combate, se echó al monte a curar heridos y dar apoyo a la tropa y hasta el último aliento mantuvo inconmovible su apego a la causa de la independencia.
El ejemplo de esta familia muestra cómo en las situaciones sociales de atraso cultural, de pobreza en los campos, poblados y ciudades del Oriente de Cuba de hace más de 150 años, pudo emerger una cultura familiar que permitió la incorporación de las masas explotadas a la contienda bélica por la libertad de la patria, aportando disciplina, coraje, sagacidad y asumiendo responsabilidades relevantes en la conducción de la guerra.
De aquella venerada mujer escribió José Martí en la nota publicada en el periódico Patria en ocasión de su muerte, expresando los sentimientos que todos albergamos hacia su excepcionalidad: “Patria en la corona que deja en la tumba de Mariana Maceo, pone una palabra: -¡Madre!”.
Gracias, noble Mariana por tu dignidad y ejemplo, el que las mujeres cubanas han seguido y multiplicado en la Federación de Mujeres Cubanas, que felicitamos desde estas páginas por su cumpleaños.
Tomado de: CubaDebate
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