sábado, 7 de septiembre de 2024

Martí y el sentido cívico de las luchas liberatorias

Oscar Armando Valladares
coase2020@gmail.com
6 septiembre 2024 - 12:03 AM

No siempre el sentimiento patriótico – amorosa entrega por el país- conlleva auténticos propósitos ni se hermana con la libre determinación de un pueblo. El patriotismo, ocasionalmente esgrimido y desvirtuado en los hechos, es capaz de incurrir en nefastas traiciones. Patriotismo y entreguismo son conductas excluyentes, por más que a nombre del primero se practique lo segundo. Así lo entendió Froylán Turcios en Honduras y José Martí en Cuba. En la ínsula antillana, empero, esa doble conducta tuvo en un español, Narciso López, un lastimoso protagonismo. En Venezuela arremetió contra la causa independentista de Bolívar y demás patriotas. Casado en Cuba, dio su apoyo a la causa liberadora de Martí y el pueblo mambí; sin embargo, su fin último era la anexión de Cuba a los Estados Unidos. Envuelto en las contradicciones políticas del momento, concluyó fusilado por soldados españoles.

Coherentemente, Martí -hijo de “padres de la madre patria”- alzó pluma y fusil -con pluma y fusil sin dobleces- por la plena independencia de Cuba, sometida al decadente colonialismo peninsular y ambicionada por el Norte anglosajón, en cuyo centro neurálgico -Nueva York- estableció su cuartel y mantuvo su abnegada campaña de agosto de 1881 a enero de 1895.

De Nueva York -punto de todas las emigraciones -, hizo viajes relámpagos de orden propagandístico a Florida, Filadelfia, Santo Domingo, Haití, Jamaica, México, Costa Rica, Panamá…Tuvo en ocasiones convergencias y desencuentros con los generales Máximo Gómez y Antonio Maceo y produjo las bases del Partido Revolucionario de Cuba. Por métodos democráticos -el discurso, el artículo, la persuasión- escribió Andrés Iduarte, uno de sus biógrafos-logró Martí hacer prevalecer sus argumentos por encima de toda vanidad personal, de todo capricho, de todo resentimiento y de toda ambición, y por obra de su inteligencia y tenacidad, de su patriotismo sin mácula, del tacto, el carácter y por la dignidad que encarnaba, consiguió armonizar todos los elementos humanos y materiales para emprender la “guerra necesaria”.

Además del sentido patriótico, sorprendía la resistencia física y mental con que luchaba, a pesar de carecer de fuertes miembros y firme salud y sobrellevar dolencias -por caso, una lesión testicular- resultantes de las cadenas del grillete que tempranamente sufrió en una cárcel española. “Todavía me ha de alcanzar la vida para tenderme al lado de los que murieron por defender mi libertad”, decía. Igual que otros hombres entregados a un ideal reivindicatorio -Farabundo, el Che, Allende-, Martí creyó en la utilidad del martirio. Hay quienes “lamentan la muerte necesaria”, expresaba. “Yo creo en ella como la almohada, y levadura, y el triunfo de la vida”: tal su erguida postura. Había sido combatido en Nueva York, llamándole “capitán araña”: achacándosele que embarcaba a los demás y él permanecía en tierra. Semejante reproche, como señala Iduarte, “confirmó su opinión de que el que dirige una causa debe estar en las primeras filas de los combatientes”. Por lo mismo, se impuso la tarea de predicar con el ejemplo, y fue -por ende- el reverso de los falsos patriotas “que sacuden los pilares con fingido entusiasmo y corren acobardados cuando caen las primeras piedras”.

El 29 de enero de 1895 se dio la orden del alzamiento revolucionario. A fuerza de remo, la expedición martiana ganó la costa oriental mambisa. La lucha entró en su apogeo con desventajas y ventajas, por cuanto el enemigo a vencer era superior en armas, pero los rebeldes antillanos “ardían en ansias por vencer” y seguir el ejemplo de quien no sólo discurseaba y escribía versos, sino que empuñaba el fusil liberatorio. Qué importa -había dicho- la existencia de “un puñado de gusanos” ante el “martirio de los que están dispuestos a morir inclusive por los mismos que nos deshonran” Cayó fulminado por tres disparos de rifle, uno de los cuales -el que entró por el cuello- le desfiguró la cara. Desde el 1º de enero de 1959, la Cuba de José Martí resiste con su imitada heroicidad el bloqueo de que es víctima a manos de un obeso poder imperial.

Tomado de: La Tribuna

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