Mauricio Núñez Rodríguez
septiembre 30, 2024
Diseño de portada: Sophie Torres Quintana
Uno de los conjuntos de crónicas más famosos y leídos de José Martí por más de un siglo es aquel que tiene como núcleo noticioso las estructuras que simbolizan la modernidad en los Estados Unidos y que se hallan enclavadas en la ciudad de Nueva York: la Estatua de la Libertad, el Puente de Brooklyn y Coney Island. La Quinta Avenida y el Parque Central no constituyen la atención principal de ninguna pieza periodística, pero su presencia se reitera frecuentemente en las Escenas norteamericanas como referencia o contexto de los acontecimientos que aborda.
No es menos cierto que cada uno de los objetos mencionados de manera independiente resumen sucesos que marcaron una etapa o resultan símbolos no solo para Estados Unidos y que los aciertos del autor en esos discursos han sido enumerados y analizados por numerosos e importantes críticos[1] desde varias latitudes. Pero estas creaciones, además, son portadoras de temas “culminantes y durables, y de valor humano”[2], tal y como diría el propio Martí al expresar su criterio de selección al privilegiar unas crónicas de otras.
Me he preguntado entonces, si una de las razones por las cuales los lectores contemporáneos asisten una y otra vez al encuentro con las Escenas norteamericanas de José Martí, es por lo atractivo que resulta el relato que brinda cada una sobre el suceso distintivo que encierra o dicho de otra manera, por los múltiples relatos que hay en ellas.
La Quinta Avenida, el Parque Central, Coney Island, el Puente de Brooklyn, la Estatua de la Libertad son los cinco puntos neoyorkinos que, a lo largo de la década del ochenta, Martí menciona y analiza. Y ellos se encuentran entre los señalados un siglo después por Marshal Berman en su […] libro Todo lo sólido se desvanece en el aire, al escribir sobre “las estructuras más impresionantes de la ciudad que fueron planificadas específicamente como expresiones simbólicas de la modernidad[3]