Por Gislania Tamayo Cedeño
6 abril, 2025
El 6 de abril de 1835, hace 190 años falleció José Agustín Caballero, en La Habana, a los 73 años de edad, considerado como el primero en difundir las teorías cartesianas en la isla de Cuba.
Nació en 1762 en medio de la ocupación de La Habana por los ingleses, suceso que, influyó de cierta manera en sus ideas.
Comenzó sus estudios en el Seminario de San Carlos, a los doce años, lugar que sería el escenario de toda su vida futura.
En él cursó los estudios de Filosofía, se graduó de Bachiller en Artes, y más tarde en Teología, en 1785. Formó parte de una nueva generación de reformistas criollos en los que se observan las huellas de la Ilustración.
A partir de entonces inició sus labores como profesor de Filosofía en el propio Seminario.
El ambiente reinante a fines del siglo XVIII favorecía el desarrollo de transformaciones en las ideas, así como la introducción de métodos más modernos en la enseñanza.
Filósofo, profesor, periodista, divulgador cultural, sacerdote y teólogo. Descolló como la figura más importante de la reforma filosófica en la isla. Orientó sus esfuerzos hacia la crítica de la escolástica por una parte, y hacia la introducción de la filosofía moderna.
Integró el grupo de colaboradores del gobierno de don Luis de Las Casas y a través de su notable actividad como profesor del Seminario y como colaborador del Papel Periódico y de la Real Sociedad Patriótica de Amigos del País, trabajó sin cesar por la satisfacción de los nuevos reclamos socio-económicos y culturales de los hacendados criollos y trabajó por hacer la educación popular y científica.
Al decir de Félix Varela, discípulo suyo, a José Agustín Caballero lo distinguían la dignidad, ″su alma grande y generosa″, y su pensamiento original, voluntad y carácter optimista y emprendedor.
Al asumir la herencia histórica y cultural que le legaron sus antecesores, José Martí expresó del padre Agustín: «El sublime Caballero, padre de los pobres y de nuestra filosofía, había declarado, más por consejo de su mente que por el ejemplo de los enciclopedistas, campo propio y cimiento de la ciencia del mundo el estudio de las ciencias naturales.»
Era elocuente y original al hablar mostraba elegancia y la mesura. Fue un hombre creativo, su inteligencia la puso en función de lograr los objetivos que se propuso.
Tomado de: La Demajagua
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