Barbara M. Cortellan Conesa
28 julio, 2025
En la memoria colectiva de América Latina, José Martí es mucho más que el Héroe Nacional de Cuba: es el primer pensador que articuló una identidad continental capaz de resistir los embates del tiempo y las trampas del poder. Su figura trasciende los marcos académicos y se convierte en un faro que alerta sobre los peligros de la fragmentación y la sumisión. Anualmente, cada 28 de enero, cuando se conmemora su natalicio, no solo recordamos a un poeta y un revolucionario; reafirmamos un proyecto político que aún no ha terminado: la construcción de una América libre, unida y profundamente democrática.
Martí irrumpió en el escenario latinoamericano en un momento en que las repúblicas recién independizadas oscilaban entre el caudillismo y la tentación neocolonial. Mientras las élites criollas soñaban con emular a Europa o se subordinaban a los designios de Estados Unidos, él propuso otra vía: la unidad continental basada en la justicia social y el orgullo de lo mestizo.
En Nuestra América, texto que debería ser lectura obligatoria en cada escuela del continente, advirtió que “el problema de la independencia no era cambiar de dueño, sino dejar de tenerlo”. Esa frase resume una revolución conceptual: la libertad no se mide por la bandera que ondea en el palacio, sino por la capacidad de un pueblo para decidir su destino sin tutelas externas.
La importancia de Martí radica también en haber sido el primer latinoamericanista consciente de que la soberanía nacional dependía de la solidaridad regional. Fundó el Partido Revolucionario Cubano en 1892 no como un mero instrumento para expulsar a España, sino como una plataforma continental contra el avance imperial. Invitó a países hermanos a sumarse a la causa cubana porque entendía que la caída de La Habana ante el imperialismo desencadenaría un efecto dominó en el Caribe. Su visión geopolítica anticipó, con décadas de ventaja, los planes de la doctrina Monroe y la ocupación de Puerto Rico en 1898. Hoy, cuando el Grupo de Puebla o la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) buscan mecanismos de integración, retoman la intuición martiana de que “la patria es toda la América”.