Por: Enrique Ramírez
lunes, 15 septiembre 2025
Hay una frase que se ha integrado a la cultura popular y que, desde hace muchos años, escuchamos como una invitación a vivir plenamente, dejar un legado y convertir cada experiencia en parte valiosa de nuestra narrativa personal.
La cita, atribuida al poeta cubano José Martí, afirma: “Para ser hombre hay que tener un hijo, sembrar un árbol y escribir un libro”. Con ella se propone que toda persona debería cumplir con estas tres acciones para vivir con propósito y trascender.
Para quienes nacimos después de la mitad del siglo pasado, esta frase fue tomada casi literalmente como guía de vida, reflejando valores como el dar, amar, crear y contribuir al mundo. En ese contexto, tener un hijo representaba la continuidad de la vida humana: reproducirse y multiplicarse. Sin embargo, esta decisión vital exige preparación física, emocional y económica, además de responsabilidad y transformación personal. Hoy, muchos jóvenes no desean asumir ese riesgo.
De hecho, cada vez más personas sienten que pueden dejar huella a través de su trabajo, sus ideas o su arte, sin necesidad de recurrir a la paternidad. La idea de trascender mediante descendencia ha perdido fuerza, lo cual da lugar a una reinterpretación válida de la primera acción.