viernes, 5 de septiembre de 2008

Influencias martianas a mediados del siglo XX.

Miralys Sánchez Pupo
Colaboradora de Rebelde
4 de Septiembre de 2008, 2:15 p.m.

La Habana, Cuba.- La influencia de José Martí descrita desde sus contemporáneos es un caudal de importantes testimonios. Ellos nos acercan a la visión que su tiempo tuvo de aquel gigante. Pero como las montañas, la altura de las genialidades se advierte con mayor claridad a lo largo del tiempo, cuando se les puede apreciar a través de la distancia cronológica. Por eso llama la atención que a pesar de haberse levantado una república que no fue la propuesta por el Maestro, también estuvo a mediados del siglo XX presente en la vida nacional.

Las escuelas públicas que lograron alguna ayuda de las Asociaciones de Padres y Maestros lograron colocar al menos un cuadro de José Martí y en las instituciones de otro nivel se pudieron apreciar algunos bustos o relieves de diferentes formatos y elementos constructivos para la obra. Él no estuvo nunca fuera de aquellas instituciones docentes donde vibró por siempre su razonable idea que ellas eran una fragua de espíritus.

El pensamiento martiano dentro del país contó con tres líneas fundamentales para valorar su obra por figuras del campo de las letras. Según Cintio Vitier ellas se movieron en torno a su sentido humanístico, más que presente a lo largo de su obra. También los aspectos referidos a la ética tan olvidada en la pseudo república y sus más osadas ideas en torno al liberalismo.

Un conjunto de asociaciones entregaron sus esfuerzos por difundir su obra alrededor de Isidro Méndez. Medardo Vitier dio a la luz su título Martí, estudio integral que vio la luz en 1954, presentado de cuerpo completo como paradigma para Cuba y el mundo desde diversidad de enfoques que dieron un toque de frescura a su actualización en momentos de especial interés para no apartar a los cubanos de su ejemplo.

Emilio Roig de Leushenrig enfatizó su acercamiento al Maestro para subrayar los valores y el contenido de su ideología, además de la práctica social martiana a partir del amplio espectro de su palabra y ejemplo personal en la entrega a la gran empresa a la cual dedicó su vida por la independencia de la patria.

Los enfoques marxistas tampoco estuvieron ajenos a fuente tan trascendental a la luz de la teoría de avanzada de aquellos momentos. Además de los numerosos trabajos del intelectual Juan Marinello que lo colocó en el centro de su fuerza cultural para el futuro, también se pudo leer el texto José Martí, revolucionario radical de su tiempo, que nació de la pluma de Blas Roca Calderío, quien estaba al frente de los columnistas cubanos de aquella época.

Las versiones de perfil conservadoras también afloraron. Uno de sus ejemplos fue la obra de Jorge Mañach conocido bajo el título El pensamiento político y social de José Martí, del que no puede desconocerse a pesar de sus limitaciones que corrió de la mano de un prosista de altura. Tales ejemplos nos demuestran que a pesar del olvido que muchos trataron de condenar el pensamiento del Maestro, muchos le siguieron sus huellas en bien del futuro.

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