José del Castillo Pichardo
Santo Domingo, 27 de diciembre del 2024
De Montecristi a Santiago, las huellas de Martí en la República Dominicana
Un recorrido por la tierra que lo acogió a José Martí - (FUENTE EXTERNA)
Lo conocí hace casi 70 años en la biblioteca de mi padre, la que Fefita atesoró como panal nutricio de su huella intelectual. Allí obras de Martí: La Edad de Oro, Versos Sencillos, Ismaelillo, Nuestra América, El Presidio Político en Cuba. Desde entonces nada del Apóstol me es ajeno, incluyendo el Anuario de Estudios Martianos que editaba en los 70 mi querido historiador Salvador Morales. Don Emilio publicó Martí en Santo Domingo, motivo de columnas que escribí. En la FILSD 2024, en el modesto stand de Cuba, encontré Diarios de Campaña en edición anotada de Mayra Martínez. Y nueva vez me arropó esa voz inmensa con su sencilla prosa precisa y cortante.
Martí se halla en tierra dominicana desde el 7 de febrero de 1895, a la que había arribado por Montecristi, embarcado desde Nueva York con breve escala en Cabo Haitiano. El propósito, juntarse con Máximo Gómez y otros colaboradores, para emprender la expedición que encendería la tercera guerra por la causa libertaria de Cuba.
Marcando 14 de febrero de 1895, refiere en sus notas de Diario. "Las seis y media de la mañana serían cuando salimos de Montecristi el General (Máximo Gómez), Collazo y yo, a caballo para Santiago de los Caballeros. Del viaje, sólo resaltan en mi memoria unos cuantos árboles, unos cuantos caracteres, de hombre o de mujer, unas cuantas frases. La frase aquí es añeja, pintoresca, concisa, sentenciosa: y como filosofía natural. El lenguaje común tiene de base el estudio del mundo, legado de padres a hijos, en máximas finas, y la impresión pueril primera.