Enrique Milanés León
noviembre 6, 2025

Imagen de portada: Presentación del libro Descubriendo a Martí en Nueva York - Foto: Omara García Mederos/ACN.
En su Memorial, bajo la cobija del Apóstol Mayor de la Plaza de la Revolución, parte de nuestra vanguardia intelectual y política vio al Héroe Nacional hacer gala de su costumbre de presentarse cuando nos es más necesario, esta vez en las páginas de Descubriendo a Martí en Nueva York, el libro del diplomático Rodolfo Benítez Verson presentado allí como fruto de una investigación extraordinaria de esa extraordinaria etapa en la vida del cubano que, pese a sus propias palabras, no sabe desaparecer.
“Este libro tiene que impulsar que aparezcan otros similares”, dijo en el panel el investigador del Centro de Estudios Martianos Pedro Pablo Rodríguez, quien destacó la utilidad de que se emprendan proyectos equivalentes para “descubrir” con esa hondura al cubano más grande en otros sitios del mundo.

“Pedro Pablo Rodríguez refirió el profundo conocimiento que llegó a adquirir Martí de la sociedad estadounidense y de la sicología de su gente” - Foto: Omara García Mederos/ACN.
Entre mucha gente de pensamiento, estaban allí el canciller Bruno Rodríguez Parrilla; la jefa del Departamento Ideológico del Comité Central, Yuniasky Crespo Baquero; el ministro de Cultura, Alpidio Alonso Grau; el presidente de Casa de las Américas, Abel Prieto Jiménez, y los líderes de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) y la Asociación Hermanos Saíz (AHS), de jóvenes artistas y creadores.

Bruno Rodríguez Parrilla, miembro del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (CCPCC) y ministro de Relaciones Exteriores, Yuniasky Crespo Baquero, jefa del Departamento Ideológico del CCPCC, y Alpidio Alonso Grau, ministro de Cultura. Foto: Omara García Mederos/ACN.
Pedro Pablo, martiano donde los haya y conductor de algunos de los proyectos más sólidos de preservación de esa obra, introdujo la presentación con lo que fue prácticamente una conferencia propia, “otro libro” —valor agregado al mucho valor del texto de Benítez Verson—, sobre los fértiles días de nuestro Héroe en Nueva York.
Esos casi quince años del Apóstol en la ciudad atestiguaron, a su juicio, una maduración humana y política que había comenzado en la adolescencia, en las duras canteras de San Lázaro, donde el cuerpo y el alma del patriota sufrirían marcas palpables aún en todo su peregrinar… también, por supuesto, en la gran urbe estadounidense.
El también jefe del grupo de investigación de la Edición Crítica de las Obras Completas de José Martí apuntó entre las alertas del guía en esa etapa su visión de la posibilidad de una nueva guerra de rapiña contra México, así como las apetencias norteamericanas en detrimento de Panamá, Costa Rica y Nicaragua.
Pedro Pablo Rodríguez refirió el profundo conocimiento que llegó a adquirir Martí de la sociedad estadounidense y de la sicología de su gente, cualidades que supo comunicar con hermosura en la expresión literaria y en el sentimiento humano. El Doctor en Ciencias Históricas recordó cómo Martí vio a Nueva York recibir fuerzas, ideas, personas, culturas… de otros lugares que la engrandecían.
Ambas observaciones, la de este académico de hoy y la del patriota emigrado de fines del siglo XIX, cobran mayor realce con la reciente elección del joven Zohran Mamdani como primer alcalde musulmán y sudasiático de la Gran Manzana, al punto que Donald Trump —quien sería sin duda un adversario frontal de nuestro Martí— se ha puesto las manos en la cabeza.
En Nueva York, José Martí supo evaluar la prensa norteamericana, entender la necesidad de acelerar la independencia de Cuba, reunir la emigración, crear un Partido, organizar una República “con todos y para el bien de todos”, defender a los pobres de la tierra y liderar —con concepto que aún define en nosotros las ansias de hoy— la revolución de la unidad.
¿Del libro…? Pedro Pablo Rodríguez se dice orgulloso de que el hombre —Rodolfo Benítez Verson— que conoció como un niño entregue ahora obra semejante: “Es el más completo sobre este período tan importante en la vida de Martí”, afirmó antes de concluir en que debían emprenderse proyectos similares.
Ponderaciones martianas de un hito bibliográfico
Aún en la distancia del vídeo, la Doctora Marlene Vázquez, directora del Centro de Estudios Martianos (CEM), se hizo presente con contundencia: “Este libro es una valiosa contribución a los estudios martianos y a las relaciones tanto entre Cuba y Estados Unidos como entre la cultura del siglo XIX y la cultura de nuestros días”, dijo tras una pantalla antes de asegurar que será de utilidad para investigadores, profesores, estudiantes y público en general, además de fuente de consulta imprescindible.
La investigadora y profesora titular resalta que la obra no solo recoge los nexos del cubano ejemplar con la ciudad, en tanto asoma también a sus vínculos directos con la gente de allí y a su paso por otros sitios a los que viajó desde Nueva York.

Pioneros asisten a la presentación del libro Descubriendo a Martí en Nueva York. Foto: Omara García Mederos/ACN.
En su turno en el panel, el Doctor Héctor Hernández Pardo, subdirector general de la Oficina Nacional del Programa Martiano (OPM), alabó la capacidad del héroe cubano de develar las grietas y destacar los aciertos de aquella gran ciudad y comentó que la manifestó a tal punto que alumnos del destacado académico estadounidense Ivan Schulman —neoyorkino de Brooklyn, por cierto— le preguntaban si Martí era… ¡norteamericano!
Hernández Pardo reforzó la anécdota con un acto profundo: “No es casual que Martí fuera exaltado al New York’ Writers Hall of Fame (la traducción se hace obvia)”, el selecto club de escritores, vivos o fallecidos, que marcaron la historia cultural de esa ciudad portentosa.

El Doctor Héctor Hernández Pardo calificó al libro como “uno de los más valiosos aportes a los estudios del Héroe Nacional en las últimas décadas”. Foto: Omara García Mederos/ACN.
El también profesor y diplomático apuntó que Nueva York fue para el Maestro el primer paso hacia objetivos mayores en su búsqueda del equilibrio del mundo y agregó que la larga estancia que hizo allí es clave para entender la evolución de su pensamiento y su obra misma.
Por ello, y por el rigor de la investigación de Benítez Verson, Héctor Hernández Pardo no duda en calificarle el libro como “uno de los más valiosos aportes a los estudios del Héroe Nacional en las últimas décadas”, lo que ha llevado a la Oficina… (OPM) a distribuir ejemplares en instituciones afines en aras de fortalecer el espíritu martiano de sus membresías.
En buena añadidura, esta obra, dijo, “fertiliza las relaciones de amistad entre los pueblos de Estados Unidos y de Cuba, algo que en las actuales circunstancias adquiere una extraordinaria dimensión”.
Al funcionario político Enrique Villuendas Calleyro, hombre de amplia cultura a quien el autor sumó al proyecto como uno de sus editores, le impresionó la modestia —desde el título del libro que alude a “descubrir” en Nueva York, pero cava más profundo de aquel para pedir “consideraciones” cuando tenía entre manos una obra “extraordinaria”.

Enrique Villuendas considera que Descubriendo a Martí en Nueva York es una obra extraordinaria. Foto: Omara García Mederos/ACN.
El Máster en Ciencias asienta su calificativo en tres argumentos esenciales: por la información que contiene que le erigen en una enciclopedia martiana; por las imágenes y gráficas, hermosamente imbricadas en el texto profundo; y por el lenguaje, que no aburre: ¡encanta!
Por todo ello, Villuendas agradeció públicamente al autor, no como editor de paso sino como patriota y revolucionario perenne, de las filas del Maestro.
Martí cruza un puente de Brooklyn a Dos Ríos
Era su libro, es, así que Rodolfo Benítez Verson tenía que hablar en el Memorial. En el gran salón verde alumbrado por las letras doradas de Martí, el diplomático que ha irrumpido —de un “tirón” de 28 años— en la mejor bibliografía del Apóstol se confesó emocionado por la altura de la presentación.
El autor refirió algunos de los retos más serios que enfrentó: gran parte de la ciudad que vio Martí ya no existe, porque ha sido demolida, transformada; las direcciones han cambiado completamente, y la presencia del gran cubano no está identificada ni siquiera en los lugares emblemáticos con él relacionados.

Rodolfo Benítez Verson, autor de Descubriendo a Martí en Nueva York, logró ubicar 241 direcciones exactas vinculadas a Martí en esa ciudad. Foto: Omara García Mederos/ACN.
Por ello, “el libro requirió mucha paciencia y mucho tiempo” —¡desde septiembre de 1997!—, pero Benítez Verson exploró fuentes maravillosas como la Biblioteca Pública y el Archivo Histórico y revisó datos de los muy rigurosos Censos de Población y los Manifiestos de embarques y desembarcos de las navieras.
A modo de “carnadas” afectivas, el autor compartió detalles contenidos en el título: Nueva York fue la ciudad donde el Apóstol más permaneció de entre los 18 países que le tuvieron alguna vez; pese al laberinto y el rompecabezas fragmentado, Benítez Verson logró ubicar 241 direcciones exactas vinculadas a Martí; 103 de esos lugares aún se conservan, aunque el desarrollo urbano, ajeno allí a la pasión de los cubanos, va reduciendo la lista; la obra asoma al drama familiar del hombre desde sus amados seres de Cuba —Carmen Zayas-Bazán, el Ismaelillo, Leonor, Mariano, las hermanas…— y su familia neoyorkina del hogar de Carmen Miyares, con la amada niña María y sus hermanos.
Es bastante, casi demasiado, para un “adelanto”. De todos modos, el cubano de ley —tenga bajo sus plantas el país que haya elegido— sentirá la necesidad urgente de conseguir y leer tamaña obra, hija del talento del autor y de los apoyos del Ministerio de Relaciones Exteriores, del Centro de Estudios Martianos y del Centro Educativo Español de La Habana.
La presentación —como seguramente el libro— cerró con la referencia al 30 de enero de 1895, fecha en que, dos días después de haber sido agasajado por amigos a propósito de su cumpleaños 42, José Martí se despide para siempre de la Gran Manzana a bordo del vapor inglés Athos, buscando Santo Domingo.
Allí, el patriota peregrino abrazó a Máximo Gómez, selló con él el plan de guerra y partieron juntos en un barquichuelo a la amada Isla de los dos. Asombrada, la manigua de Cuba le vio crecer como uno de sus cujes más recios, le vio pelear por la tierra y caer un domingo de mayo mirando a un sol que Nueva York, pese a sus luces prodigiosas, jamás podría alumbrarle.
Enrique Milanés León
Forma parte de la redacción de Cubaperiodistas. Recibió el Premio Patria en reconocimiento a sus virtudes y prestigio profesional otorgado por la Sociedad Cultural José Martí. También ha obtenido el Premio Juan Gualberto Gómez, de la UPEC, por la obra del año.
Tomado de: Cuba Periodistas
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