Por: Rey Montalvo
19 mayo 2023
Supo la gran aventura, supo la estación más triste,
supo el dolor que se viste de redención la cintura
Silvio Rodríguez
José Martí. Pintura de Jorge Arche
Hombre que conocía el horror, pero no el odio; de carne y hueso como de acero y miel; un rostro acusador sereno ante el cual hacían reverencia los párpados. Sus ojos estaban tristes o cansados, sin embargo, allá en el fondo quedaba esa luz del optimismo, de la certeza de sus manos y sus ideas para llevar el horizonte en la espalda y la lucha en el pecho descamisado.
Un único traje y todas las palabras, con ese aspecto de caballero formal e impetuoso, con su verbo libre, mordaz y atrevido. Así lo veo recostado en la mesa de noche, y es minúsculo comparado con su imagen fundida en mármol blanco, 18 metros más alto que las mujeres y hombres que lo contemplamos crecer sobre nuestros hombros.
El Martí que conocemos hoy es una interpretación del Martí poeta, del rebelde, del acusador, del ecuménico; cada cubana y cubano lleva uno consigo, a veces como estandarte de causas que él nunca defendió. Sus frases han resignificado contextos, justificado acciones, ese es el riesgo de morir físicamente en el pasado en un país que lo necesita presente de todas las maneras.
En Dos ríos nació una leyenda, una identidad múltiple como la forma de asumir la Patria. Cuba es una construcción de imaginarios de aquellos que la habitamos y de los que decidieron no hacerlo, y todas las representaciones del país están sobre los hombros del Héroe Nacional. Martí es pretexto y guía, justificación y consuelo; símbolo de la libertad, del consenso, de la justicia. El mío también es antiimperialista, antirracista, guerrero, solidario, sensible, inconforme, resolutivo, enemigo de la corrupción, de la mentira, de la desigualdad y los privilegios.
Desde la Edad de oro hasta Nuestra América, sus versos, su narrativa, sus discursos, es indiscutible su consecuencia. Aprendió a ser lo que decía ser, a trabajar para que el entorno se pareciera a sus sueños. Quien ha descubierto su propósito en la vida no tiene nada que perder, por eso también se lanzó a las balas.
Abracemos al símbolo que nos acompaña, y hagamos que se convierta en su mejor versión. Salgamos al día con el compromiso de ser útiles, mejores personas, y con la certeza de que lo importante no es andar con Martí, sino merecerlo.
*El título está inspirado en la canción Yo soy de donde hay un río, de Silvio Rodríguez.
Tomado de: Cuba Debate
No hay comentarios:
Publicar un comentario