martes, 25 de julio de 2006

Alejandro Armengol: sepulturero contemporáneo de José Martí.

Ángel Luis Martínez Acosta
Cuando comencé a leer el artículo “Enterrar a Martí”, de Alejandro Armengol[1] , tuve la impresión de que se trataba de otro más de los muchos que critican la manipulación del ideario martiano por personas inescrupulosas. Pero sólo me bastó leer unas pocas líneas para percatarme de mi error. Porque en realidad se trata de un escrito que pretende lo que anuncia: enterrar a Martí.

¿Por qué ese odio contra José Martí? Si el señor Armengol hubiese vivido a fines del siglo XIX se pudiera pensar que sus motivaciones fuesen la envidia y los celos. Pero vive en el siglo XXI, al menos físicamente.

En todo el artículo no he encontrado siquiera una frase de respeto que no esté mediatizada por algún comentario corrosivo hacia al que al menos tuvo el valor y la entereza de entregarse de lleno al ideal de ver libre a su patria al punto de morir por sus convicciones. Porque si este fuera el único mérito de Martí, bien reconocido tiene el cariño de sus compatriotas.

Es difícil seguir todas y cada unas de las frases del Sr. Armengol pero al menos intentaré seguir la pista de algunas de sus ideas.

Lo primero que afirma: "Creo que para los cubanos ha llegado la hora de enterrar a José Martí. No se trata de olvidarlo, sino de bajarlo del pedestal que sólo sirve de provecho a los arribistas de cualquier tendencia.", es totalmente falso. La lectura del resto del artículo demuestra que su deseo es el de enterrar a Martí y de olvidarlo, haciendo borrón y cuenta nueva de manera nihilista de todo su pensamiento.

Cuando habla de bajar a Martí del pedestal, este señor se olvida que si Martí es considerado el Héroe Nacional de Cuba y el más grande de los políticos cubanos de todos los tiempos, es por derecho propio. Pero se equivoca el articulista al pedir que bajen a Martí, precisamente porque él es el pedestal en el que se fundamenta lo mejor, más puro y noble del pueblo cubano, además de ser un reclamo infantil y absurdo porque sería como tratar de pedir que el Sol no existiese sólo con taparlo con un dedo.

Pero la tarea del Sr. Armengol se complica un poco más cuando tome conciencia de que la figura de Martí desde hace muchos años ha traspasado fronteras y hoy vive como un respetado ciudadano en decenas de países en todo el mundo. ¿Este señor va a apagar todos estos soles? ¿O es que en el fondo lo que quiere es que se borren los pensamientos martianos y se les sustituyan con sus ideas? ¿A esto se reduce todo el artículo?

El otro error de este señor es de valorar la importancia de Martí como pedestal por su utilidad, ya que según su criterio, "... sólo sirve de provecho a los arribistas de cualquier tendencia." Si el ideario martiano tuviese sólo esa utilidad, creo que coincidirá conmigo en que ya hubiese desaparecido en tanto los "arribistas" se hubiesen retirado o frustrado en sus empeños, o hubiesen sido derrotados. ¿Qué por ciento de la población representan estos "arribistas"? A menos que este señor entienda que todo el pueblo cubano es "arribista", excepto él, claro está.

En el mismo primer párrafo pide que a Martí hay que: "Otorgarle el valor merecido a sus escritos y dejar que los críticos valoren sus versos --algunos brillantes, otros mediocres-- y los historiadores continúen analizando su papel en la fundación de la república cubana."

Volvemos a lo mismo. A Martí no hay que otorgarle ni quitarle nada. ¿O es que este señor pretende que la humanidad se plantee como tarea cuestionar y re-elaborar los escritos de todos los grandes hombres de la historia? El Sol tiene manchas, pero sólo los enfermos de envidia se preocupan por ellas. Los demás, admitiendo que tiene manchas, le reconocemos su mayor valor. Es como cuando aceptamos a un amigo. Sabemos de sus defectos pero lo admitimos por sus virtudes porque son más y de mayor peso en su personalidad.

Pero Martí es además un sentimiento en sí mismo. Él no escribió para gustarle al Sr. Armengol. Escribió porque entendía que era necesario o como una manifestación individual de necesidad de expresión de su pensamiento. Que a este señor no le gusten algunos versos -de seguro que considera que los suyos son mejores, de ahí el veneno- no le quita valor alguno. La poesía es muy íntima, cargada de símbolos y tiene para cada persona un significado diferente. La poesía es ante todo expresión de lo más profundo del alma y al, igual que la filosofía, se adentra en lo trascendente por derecho propio cuestionando todo a su paso.

¿Quién dijo que los críticos son los únicos que tienen derecho a valorar la obra martiana? Pero habría que añadir: ¿quiénes son los críticos que deben tener ese derecho? ¿Quién los va a seleccionar? ¿El Sr. Armengol? A los millones de personas que amamos a Martí, respetamos su vida y tenemos en alta estima su obra, nos tiene sin cuidado lo que un crítico en particular pueda decir, excepto como ahora, en que sentimos como una bofetada en pleno rostro cuando se insulta y trata de denigrar a alguien tan nuestro, tan de nuestra familia, tan de nuestro círculo íntimo de amigos.

En el segundo párrafo se afirma: "Es lamentable que en la formación de la nacionalidad se sobrevalore un cuerpo rector formado por frases brillantes, que forman un catecismo de fácil manipulación, propicio a todos los usos. Pensamientos en los que lo luminoso de la palabra dificulta encontrar lo efímero de su contenido. Lugares comunes que nos parecen únicos por lo ejemplar de la escritura."

¿De qué nacionalidad habla este señor? De acuerdo a la Real Academia de la Lengua Española, en su primera acepción, nacionalidad es: "Condición y carácter peculiar de los pueblos y habitantes de una nación." La nacionalidad cubana se formó como un proceso integrador que tuvo sus primeras manifestaciones a principios del siglo XIX y que se fue desarrollando en la misma medida en que Cuba se iba formando como nación. Antes de Martí o contemporáneos a él reconocemos a otros cubanos insignes como Félix Varela, José Agustín Caballero, José de la Luz y Caballero, José Antonio Saco, Bachiller y Morales, José María Heredia, Gabriel de la Concepción Valdés, Tomás Romay, Rafael María de Mendive y otros muchos cubanos ilustres. A los que hay que añadir todos aquellos que le precedieron. Esto en cuanto a pensadores. Pero la nacionalidad cubana no sólo se fundamenta en ellos. Una parte esencial lo constituyen los millones de hombres y mujeres, blancos y negros, mulatos, chinos, jóvenes, viejos, soldados, civiles, etc., que durante siglos han sido los laboriosos albañiles de lo que puede llamarse la nacionalidad cubana.

Este señor califica la obra escrita martiana como un catecismo con pensamientos de efímero contenido. Falso: Martí jamás escribió un catecismo. Otra cosa es que el Sr. Armengol sólo se haya leído trabajos en los que se destacan pensamientos sueltos de Martí a modo de aforismos. Pero eso no es responsabilidad de Martí.

Los escritos de Martí son efímeros: Falso. Precisamente este fue el motivo principal de la incomprensión de sus contemporáneos: la aparente contradicción de habiendo sido un hombre de su época, tener la capacidad de penetrar en el futuro y escribir para muchas generaciones posteriores. De ahí su actualidad; de ahí la vigencia de su pensamiento.

Continuando con sus dislates, el Sr. Armengol califica la frase martiana: "El vino, de plátano; y si sale agrio ¡es nuestro vino!", como "...una exclamación lapidaria y funesta." Volvemos a lo mismo: este señor analiza y valora a Martí por el uso y abuso que otros han hecho de sus escritos. ¿Cómo sacar del error a quien se ha propuesto destruir a Martí? El ignorante tiene al menos la excusa de su ignorancia. Este señor no.

En un atisbo de sentido común señala que echarle la culpa a Martí por lo que otros han hecho de su pensamiento es "tonto e injusto", pero vuelve a la carga afirmando que el pensamiento martiano encierra un "... código mal construido...". además de ser "... un pensamiento que encierra conceptos caducos e ideales arcaicos..." (sic) Y en su análisis de "Nuestra América" afirma, entre otras cosas, que se cae en el error de "...adoptar criterios erróneos, sólo justificados por la sonoridad de la frase...."

En este sentido me gustaría preguntarle al Sr. Armengol si puede sostenerse que estos fragmentos de "Nuestra América", sólo a modo de ejemplo, son conceptos caducos o ideales arcaicos: "El gobierno ha de nacer del país. El espíritu del gobierno ha de ser el del país. La forma del gobierno ha de avenirse a la constitución propia del país. El gobierno no es más que el equilibrio de los elementos naturales del país." O este otro: "La historia de América, de los incas acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria. Los políticos nacionales han de reemplazar a los políticos exóticos. Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas." O este: "La incapacidad no está en el país naciente, que pide formas que se le acomoden y grandeza útil, sino en los que quieren regir pueblos originales, de composición singular y violenta, con leyes heredadas de cuatro siglos de práctica libre en los Estados Unidos, de diecinueve siglos de monarquía en Francia." Otro más: "El alma emana, igual y eterna, de los cuerpos diversos en forma y en color. Peca contra la Humanidad el que fomente y propague la oposición y el odio de las razas."

Creo que es algo evidente que este señor no ha entendido o no se ha preocupado por analizar en profundidad esta obra de enorme significado como lo es "Nuestra América". Para entenderlo tendría que conocer las constantes afirmaciones de Martí de que la América era una de sus pasiones y de que haría todo lo posible para contribuir a su desarrollo y engrandecimiento. Tendría que conocer las particularidades de la América Latina de fines del siglo XIX que dieron motivo a este artículo y también las implicaciones que muchos de sus planteamientos tenían para la revolución cubana en ciernes.

Otra de las afirmaciones que hace este señor al analizar el ideario republicano martiano es la siguiente: "Simplemente, a Martí no le dieron tiempo para contribuir a plasmar su ideal en una guía imperecedera y práctica, como es una constitución." No es que no le "dieron tiempo": es que murió en combate mucho antes de que se realizara la asamblea constituyente y se aprobara la Constitución de la República en Armas. [Nota: No sé de dónde sale la idea de que la Constitución es "imperecedera". Pero esto es motivo de otra reflexión]

Pero si quedaban dudas acerca de las verdaderas intenciones lapidarias de este señor como enterrador de José Martí, reproduzco sus palabras finales: "Librarse del apostolado martiano es un gesto de independencia necesaria. Un país no se fundamenta sobre el ideal exaltado de un poeta."

¿Sería necesario explicarle a este señor que Martí no sólo fue poeta, grande por cierto, sino que además se destacó como político, revolucionario, educador, escritor, editor, crítico de arte, traductor, historiador, dramaturgo, filósofo, biógrafo, analista militar, periodista, estadista, diplomático, orador, ensayista, etc., y que podía expresarse con fluidez en varios idiomas.

Termino de leer el trabajo de este señor y no me queda claro si escribe en serio o si de alguna manera insulta para tener notoriedad y ser el centro de una polémica que no tiene sentido ni siquiera iniciar. Porque en fin de cuentas el problema no está en las respuestas: el problema radica precisamente en el planteamiento que da pie a esta hipotética polémica.

Creo que con este artículo el Sr. Armengol se ha convertido en el sepulturero de su propio entierro.


[1]Alejandro Armengol. “Enterrar a Martí” Publicado en la edición electrónica de El Nuevo Herald, el 24 de julio de 2006.Enlace: http://www.miami.com/mld/elnuevo/news/world/cuba/15107161.htm

No hay comentarios: