sábado, 10 de julio de 2021

A 130 años de Nuestra América y de los Versos sencillos

Autor: Emmanuel Tornés
internet@granma.cu
6 de julio de 2021 22:07:41
A simple vista, Versos sencillos no parece mostrar la misma fuerza ideológica del ensayo; sin embargo, comparte con Nuestra América el espíritu de trascendencia consustancial al modernismo, lo que en Martí cuaja en algo aún más hondo: una filosofía contracultural, anticolonialista

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Foto: Ilustrativa

La publicación en 1891 de Nuestra América y de Versos sencillos marca la madurez literaria y política de José Martí. Ambos textos expresan, cada uno a su modo, lo que nuestro Apóstol viera con lucidez impar en la Conferencia Internacional Americana (Washington, invierno de 1889 a 1890): los graves peligros que acechaban a Hispanoamérica desde el vecino del Norte.

Empeñado en alertar a los delegados de la conferencia y a la opinión pública continental, Martí efectúa numerosos contactos, viaja de una a otra nación, pronuncia discursos encendidos, escribe artículos capitales y poemas memorables. Todo ello, sin descuidar su misión primordial: la independencia de Cuba, y sin poder mitigar los íntimos sufrimientos, fruto de las incomprensiones familiares y de otras personas. Empresa gigantesca. Martí enferma. Lo dice en el prólogo de Versos sencillos: «Me echó el médico al monte: corrían arroyos, y se cerraban las nubes: escribí versos».

Nuestra América representa la cima del ensayo político-literario en el periodismo modernista. Su prosa alcanza un esplendor lingüístico y poético comparable al castellano de los Siglos de Oro. De igual forma, descuella la voz redentora del autor y su inmensa capacidad de síntesis al examinar múltiples y complejos problemas de la realidad continental.

Ensayismo moderno en el que una y otra vez el escritor propone a los latinoamericanos superar los males que los aquejan. Destaca, además, cómo deberán ser nuestros gobiernos, cultura y educación. Enaltece también el papel de los jóvenes en los nuevos tiempos; y exhorta, sobre todo, a la unidad de los pueblos a fin de frenar al poderoso enemigo: «¡los árboles se han de poner en fila para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes».

A simple vista, Versos sencillos no parece mostrar la misma fuerza ideológica del ensayo; se centra más en lo individual, en las confesiones, relatos y angustias del sujeto lírico. Sin embargo, comparte con Nuestra América el espíritu de trascendencia consustancial al modernismo, lo que en Martí cuaja en algo aún más hondo: una filosofía contracultural, anticolonialista, la misma que en el ensayo proclama: «injértese en nuestras repúblicas el mundo, pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas».

De acuerdo con Cintio Vitier, estos versos (la poesía para Martí) representan la insurgencia del poeta frente a la colonización cultural del momento. Constituyen la poética de la sencillez y lo natural frente a los letrados artificiales y el criollo exótico: Yo soy un hombre sincero/ De donde crece la palma, / Y antes de morirme quiero/ Echar mis versos del alma.

Crisol enriquecedor donde Martí fusiona de manera crítica todo lo útil del parnasianismo, el simbolismo y el impresionismo pictórico francés con la mejor poesía de los Siglos de Oro hispanos y los hallazgos propios. Versos alados, plenos de energía y dinamismo (formas verbales activas con un mínimo de complementos); de cromatismo; de ritmo; de conceptos; y enigmas: Mi verso es de un verde claro/ Y de un carmín encendido:/ Mi verso es un ciervo herido/ Que busca en el monte amparo.

La poesía deviene para Martí belleza, música, arma y compañera, así lo suscribe: ¡Verso, nos hablan de un Dios / Adonde van los difuntos:/ Verso, o nos condenan juntos, / O nos salvamos los dos.

Tomado de: Periódico Granma

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