20 mayo 2025
José Martí (1853–1895) fue uno de los más grandes pensadores y escritores del siglo XIX en América Latina, y el principal ideólogo de la independencia de Cuba respecto del dominio colonial español. Su vida estuvo marcada por la lucha política, el exilio, la pasión por la justicia y una extraordinaria producción literaria que lo convierte en una figura universal.
Fue un patriota comprometido, un orador elocuente, un periodista brillante, un poeta lírico, y un ensayista profundo. Su obra combina el fervor político con una notable sensibilidad estética, y su legado perdura como símbolo de dignidad, libertad y latinidad.
José Julián Martí Pérez nació el 28 de enero de 1853 en La Habana, en el seno de una familia humilde de origen español. Desde joven mostró un talento precoz para la escritura y una profunda conciencia política. A los 16 años, fue arrestado por sus ideas independentistas y condenado a trabajos forzados. Esta experiencia marcó profundamente su vida y lo convirtió en un férreo defensor de los derechos humanos.
En 1871 fue deportado a España, donde estudió Derecho y Filosofía y Letras en las universidades de Madrid y Zaragoza. Desde allí denunció los abusos del colonialismo español y abogó por la libertad de Cuba mediante artículos, ensayos y cartas públicas.
Durante gran parte de su vida adulta, Martí vivió en el exilio, residiendo en México, Guatemala, Venezuela y, sobre todo, en Estados Unidos, particularmente en Nueva York. Desde allí mantuvo una intensa actividad periodística, fundó periódicos como La Revista Venezolana y Patria, y escribió cientos de artículos y crónicas para publicaciones de América y Europa.
En su pensamiento político abogó por una Cuba independiente, democrática y libre de toda dominación extranjera. Fue un crítico agudo tanto del imperialismo español como del naciente poder expansionista de los Estados Unidos, al que veía con preocupación. En sus célebres “Cartas a Manuel Mercado”, escritas poco antes de morir, confesó que su lucha también era contra la posible anexión de Cuba a EE. UU.:
“Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber… de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extienda por las Antillas los Estados Unidos.”
Martí como escritor
La obra literaria de Martí es vasta, diversa y profundamente influyente. Cultivó casi todos los géneros: poesía, ensayo, novela, teatro, crónica, oratoria y correspondencia. En todos ellos se aprecia una prosa cuidada, rica en imágenes, musicalidad y carga ética.
Su obra poética es de gran lirismo e intensidad moral. Uno de sus libros más conocidos es Versos sencillos (1891), del cual proviene el poema que fue convertido en la popular canción “Guantanamera”. En esos versos, Martí expresa su amor por la patria, la justicia, la belleza y el sacrificio. También destaca su Ismaelillo (1882), un conmovedor libro dedicado a su hijo, lleno de ternura y simbolismo.
Martí es uno de los grandes ensayistas de América Latina. Sus textos abordan temas literarios, políticos, filosóficos y culturales. Entre los más relevantes destacan:
Nuestra América (1891): una de sus obras maestras, donde aboga por una identidad latinoamericana propia, libre de modelos extranjeros. Critica la imitación ciega de Europa y EE. UU. y defiende el conocimiento profundo de la realidad local: “Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra”.
El presidio político en Cuba (1871): denuncia la brutalidad del sistema penal colonial, basado en su experiencia personal como preso político.
La Edad de Oro (1889): una revista dirigida a niños latinoamericanos con un enfoque pedagógico, patriótico y humanista.
Martí fue también un cronista y periodista excepcional. Su estilo combina observación aguda, refinamiento literario y fuerza emocional. Escribió sobre temas diversos: desde la política estadounidense y la literatura europea hasta sucesos sociales y artísticos. Su oratoria, por otro lado, lo convirtió en un líder natural entre los exiliados cubanos y latinoamericanos en EE. UU.
En 1892, Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano con el propósito de organizar una guerra definitiva por la independencia. Recorrió el continente americano y el Caribe recaudando fondos y sumando voluntades, especialmente entre los emigrados cubanos y puertorriqueños.
Su visión era clara: una república cubana libre, con justicia social, sin caudillos ni dependencia extranjera. El lema que lo guiaba era: “Con todos y para el bien de todos.”
El 19 de mayo de 1895, apenas un mes después de desembarcar en Cuba para unirse a la lucha armada, José Martí murió en la batalla de Dos Ríos, en la provincia de Oriente. No tenía formación militar ni iba armado; su muerte fue la de un mártir que dio la vida por su ideal de patria libre. Su caída fue un duro golpe para el movimiento independentista, aunque su figura se convirtió en símbolo inmortal de la causa cubana.
José Martí dejó un legado múltiple: político, ético, literario y cultural. Es considerado el Apóstol de la Independencia de Cuba, pero también un pensador continental que anticipó muchos de los grandes debates de América Latina. Su defensa de la soberanía, la dignidad del ser humano, la educación, y la integración latinoamericana sigue siendo relevante.
En Cuba, su imagen ha sido venerada por diversas corrientes políticas, desde el republicanismo hasta el socialismo. Su estatua preside la Plaza de la Revolución en La Habana, y sus frases resuenan en escuelas, plazas y libros.
Frases célebres de Martí
“Ser culto es el único modo de ser libre.”
“La libertad es el derecho que tienen las personas de actuar libremente, pensar y hablar sin hipocresía.”
“La patria es ara, no pedestal.”
José Martí fue un hombre de acción y pensamiento, cuya pluma fue tan poderosa como su compromiso con la justicia. Su vida breve, intensa y sacrificada dejó una huella imborrable en la historia de Cuba y en el alma de América Latina.
Versos sencillos de Josee Martí
Yo soy un hombre sincero
De donde crece la palma.
Y antes de morirme quiero
Echar mis versos del alma.
Yo vengo de todas partes,
Y hacia todas partes voy:
Arte soy entre las artes,
En los montes, monte soy.
Yo sé los nombres extraños
De las yerbas y las flores,
Y de mortales engaños,
Y de sublimes dolores.
Yo he visto en la noche oscura
Llover sobre mi cabeza
Los rayos de lumbre pura
De la divina belleza.
Alas nacer vi en los hombros
De las mujeres hermosas:
Y salir de los escombros,
Volando las mariposas.
He visto vivir a un hombre
Con el puñal al costado,
Sin decir jamás el nombre
De aquélla que lo ha matado
Rápida como un reflejo,
Dos veces vi el alma, dos:
Cuando murió el pobre viejo,
Cuando ella me dijo adiós.
Temblé una vez -en la reja,
A la entrada de la viña,
Cuando la bárbara abeja
Picó en la frente a mi niña.
Gocé una vez, de tal suerte
Que gocé cual nunca: cuando
La sentencia de mi muerte
Leyó el alcalde llorando.
Oigo un suspiro, a través
De las tierras y la mar,
Y no es un suspiro. -es
Que mi hijo va a despertar.
Si dicen que del joyero
Tome la joya mejor,
Tomo a un amigo sincero
Y pongo a un lado el amor.
Yo he Visto al águila herida
Volar al azul sereno,
Y morir en su guarida
La víbora del veneno.
Yo sé bien que cuando el mundo
Cede, lívido, al descanso,
Sobre el silencio profundo
Murmura el arroyo manso.
Yo he puesto la mano osada
De horror y júbilo yerta,
Sobre la estrella apagada
Que cayó frente a mi puerta.
Oculto en mi pecho bravo
La pena que me lo hiere:
El hijo de un pueblo esclavo
Vive por él, calla y muere.
Todo es hermoso y constante,
Todo es música y razón,
Y todo, como el diamante,
Antes que luz es carbón.
Yo sé que el necio se entierra
Con gran lujo y con gran llanto, -
Y que no hay fruta en la tierra
Como la del camposanto.
Callo, y entiendo, y me quito
La pompa del rimador:
Cuelgo de un árbol marchito
Mi muceta de doctor.
Tomado de: El Vocero Hispano
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