En Guatemala integró los claustros de la Escuela Normal formadora de maestros, de la Universidad y de una Academia para jovencitas. En La Habana y en Caracas ejerció como profesor de escuelas para niños y adolescentes, y estableció una cátedra de oratoria en la capital venezolana. Y hace 130 años también trabajó en las aulas en la ciudad de Nueva York.
En el curso escolar de 1890 lo nombraron profesor de Español de la Escuela Central Superior Nocturna de la urbe, ante un alumnado de adultos, angloparlantes en su totalidad, y se le renovó el nombramiento en 1891 hasta que al año siguiente abandonó esa labor para ocupar todo su tiempo en las tareas del Partido Revolucionario el objetivo de organizar la guerra independentista de la patria.
Cuatro decenios después, uno de aquellos estudiantes llamado Víctor H. Paltsits entregó varias páginas con sus recuerdos de su singular maestro, al que describe como 'un caballero en palabras y maneras, y al mismo tiempo un scholar'.
Este discípulo, convertido luego en historiador de temas hispanoamericanos, copió un informe de Martí acerca de esas clases en que explica que su intento era 'enseñar gramática sin parecer que la enseñaba.'
El dictado y la pizarra recuerda Paltsits que fueron recursos básicos del instructor de lengua española, y dejó además la siguiente vívida narración de su movimiento en el aula: 'Martí era ágil en la pizarra. Vestía jacket, y mientras descansaba la mano izquierda en el costado, alzando ligeramente y echando hacia atrás la cola del traje; con una tiza en la derecha, hablaba y escribía, girando con rapidez sobre sí, para hacer al mismo tiempo preguntas a este o aquel miembro de la clase'. Sin duda, era Martí un profesor dinámico que no seguía los patrones didácticos de la época.
También en el mismo 1890, Martí entró al claustro de la Sociedad Protectora de la Instrucción La Liga, formada a mediados del año anterior para elevar los niveles culturales de sus integrantes, trabajadores cubanos emigrados en Nueva York, tabaqueros y negros en su mayoría. Ellos, desde entonces, llamaron Maestro a Martí, pues pesar de su entrega a la causa de Cuba, él se mantuvo vinculado con ese magisterio hasta finales de 1894.
Desde luego, La Liga no era un centro de enseñanza oficial y no estaba obligado a seguir un sistema curricular normado. Otros profesores impartían materias como Gramática, inglés, Historia Universal, pero las suyas eran conversaciones acerca de los más diversos temas tratados por distintas disciplinas o concernientes a la actualidad de aquellos momentos. Hubo quien las consideró 'enciclopédicas'.
Uno de los fundadores de La Liga, explicó una de las claves de su método pedagógico: la revisión de los trabajos no firmados que redactaban los alumnos. Los leía; alababa el estilo si este era sencillo, sin frases rebuscadas, sin sacrificar la idea a la forma; corregía las faltas de modo suave y delicado; finalmente disertaba sobre lo escrito. 'De literatura, ciencia, arte, política, religión,..., de todo se trató allí, de todo sabía él y de todo nos hablaba.'
Aquel maestro no solo impartía conocimientos, saberes, sino que también formaba conciencias, patriotas, virtudes para la República nueva que ansiaba. Por eso fue el Maestro de los emigrados y aún lo es hoy de todos los cubanos.
Tomado de Cuba InternacionalTomado de: Prensa Latina
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