lunes, 9 de noviembre de 2020

Concurso Leer a Martí 2000.Cumpleaños….

6/11/2020
Por: Jessica Álvarez Bellas, Biblioteca Nacional José Martí

Ampliar imagenLean que bonito relato hizo un niño con 10 años estando en 5to grado y de la provincia de Villa Clara, fue ganador del Concurso Leer a Martí en el año 2000.

(Era el día…)

Willy Almeida González

Era el día de mi cumpleaños y estaba en el aula, la maestra hablaba de Martí, nos decía cómo amaba a sus hermanas, cómo aconsejaba que fueran virtuosas; no sé cómo sucedió, pero estuve mucho rato mirando el cuadro que de él hay en la pared; es un cuadro diferente, con más color, el Apóstol está vestido con una guayabera blanca muy almidonada, tiene los ojos más alegres, tras él un paisaje rural cubano muestra la belleza de nuestros campos y una mano se apoya en el marco. Mucho tiempo estuve mirándolo, y pensé que sólo él, con su bondad y amor por los niños, podría calmar mi ansiedad y explicarme algunas cosas que me molestaban.

Era el día de mi cumpleaños y yo había dicho en casa que quería para esa fecha, unas zapatillas como las que había visto en la televisión, que fueran diferentes a las del resto de los niños y que tuvieran las suelas altas, era la única forma de ir de los últimos en las filas del matutino y desfiles, pues con mi tamaño siempre debo ir delante, pero parece que en casa no me querían bastante, a nadie la había oído hablar de las zapatillas, ni de cake, ni de otras cosas, parecía que todos lo olvidaron, incluso mi hermana había salido temprano no sé adónde y no me despertó para felicitarme. Ensimismado de mis penas y dudas la voz de la maestra la sentía distante. Fue en ese momento cuando vi a Martí extender su otra mano hacia mí, invitándome a que la tomara, no lo pensé mucho, nuestras manos se encontraron, la mía temblaba y supongo que fría, la de él cálida y fuerte sin ser tosca. Pasó su brazo sobre mis hombros y comenzamos a andar, por un rato ninguno habló, sólo al llegar a un arroyuelo nos sentamos en una piedra a la sombra de un almendro y comenzamos a disfrutar del rumor del agua que corría alegre y saltarina. Martí me miró profundamente a los ojos y sólo dijo: - ¿Por qué estás triste?

Al igual que la corriente llegaba a la cascada, mis preocupaciones saltaban fuera y lo conté todo:

-pienso que en casa no me quieren mucho, debe ser porque casi no crezco y mi hermana es altísima, tanto es así que no quieren comprarme las zapatillas que pedí para parecer más alto y que todos me miren y admiren, para colmo hoy es mi cumpleaños y no tendré fiesta

El Maestro estuvo mirándome sin pronunciar palabras, hasta que comenzó a reírse. Me sorprendí, nadie me había dicho que él también sabía reír, pero no me gustó, se lo dije: - ¿Por qué ríe de lo que le he contado?

-te pareces tanto a mí José Francisco, caprichoso, consentido, pero fíjate, yo tampoco soy muy alto, tu papá tampoco lo es. Voy a decirte algo: los hombres no se miden por su estatura, sino por su vida, su obra, se puede ser alto por fuera y por pequeño por dentro, crecer con el corazón –me dijo, y ahora ya no se reía; parecía que soñaba

-sabes- continuó- que escribí un libro dedicado a los niños

-ese libro, -le contesté- es La Edad de Oro, lo he leído y es un bello libro

-te propongo que continuemos el paseo, hace años que no ando por el monte, -me dijo, y tomó mi mano- anda, llévame tú, confío mucho en los ojos de un niño

Juntos anduvimos por el valle, escuchamos el trino de las aves y aspiramos el perfume de las flores. Conocía el nombre de los árboles y para qué servía cada uno, era ágil en el andar, yo subí a un árbol y le regalé un caimito; pero al romperlo un fragmento manchó su guayabera de manera terrible, me pidió regresar porque la clase ya iba a terminar, al despedirme me recomendó que releyera ´´Meñique´´ y ´´El camarón encantado´´, que en esos cuentos hallaría respuesta a mis dudas. Me dio un beso en la frente y alisó mi pelo

Ya estaba a punto de sonar el timbre de salida, tomé el libro de La Edad de Oro y me dispuse a leer la historia de Loppi y su avariciosa esposa y luego lo referente al valiente Meñique, aunque no me dio tiempo, lo hice luego en casa después del almuerzo, que cada día me calienta la vecina porque mamá trabaja lejos y no viene hasta por la tarde. Después de leer y pensar lo comprendí todo

Eran las 5 de la tarde cuando entran todos por la puerta, mi hermana traía un cake redondo que pedía a gritos que se lo comieran: -me levanté temprano para buscarte mi regalo, recalcó y me dio un beso grande, grande

Papá me alzó hasta su cara y me apretó fuerte, mientras mamá sacaba del rinconcito del escaparate unas zapatillas, no tan altas, ni tan llamativas; pero lindas. –prepárate, y báñate, que ahorita llegan tus amigos para picar el cake, -me aclaró al ver mi asombro- yo los invité sin que lo supieras para darte la sorpresa

El primero en llegar fue Amaury, me llamó aparte y me dijo al oído: -mañana no habrá receso hasta que aparezca quién manchó el cuadro de Martí que hay en la pared, tiene la guayabera manchada como si hubiera comido caimito.

Tomado de: Biblioteca Nacional de Cuba José Martí

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