La enseñanza de la historia: el estallido deslumbrante, encantador

Andrés Machado Conte
2022-06-21 06:29:18
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“Epopeya es raíz”, escribió el Maestro. En cada propuesta suya, en la reflexión numerosa de los padres fundadores, está sin falta el reclamo de leer en cada capítulo heroico las enseñanzas de la historia. Se halla en la urdimbre del pensamiento y de la sensibilidad artística, siempre comprometida con los destinos de Cuba.

Aparece sin falta en la honrosa costumbre del narrador que se alista en un viaje a la semilla, en un rompimiento demasiado simbólico de las reglas del reloj. O en el hermoso oficio de historiar las luces de un siglo revelador, para dictar las pautas de la revolución auténtica de cualquier tiempo posible.

Hace poco, el catedrático cubano Eduardo Torres Cuevas recordaba el decreto del Conde de Valmaseda del 10 de octubre de 1871. El contumaz enemigo de los mambises, el hombre de la Creciente terrible, concluyó que la génesis de la cubanidad beligerante se encontraba en la escuela.

¿Cuál es la lección que aún emerge de esa página que solamente precedió en un mes al cruel asesinato de los ocho estudiantes de Medicina? Si el entonces peor enemigo de los cubanos en el terreno militar, cargaba contra el legado de Félix Varela y de José de la Luz y Caballero, fallecidos años antes, junto a la disposición de combate ha de estar la voluntad de salvaguardar al magisterio como parto patriótico.

El evangelio martiano creció en el peligro de la vecindad del más agresivo imperio de la historia. La advertencia del Apóstol de detener al Gigante de las Siete Leguas no quedó, por cierto, encerrada en los límites de su tierra natal. Cobra vigencia y utilidad en cualquier escenario del mundo.

“Viví en el monstruo y le conozco las entrañas”, escribió horas antes de caer trágicamente en el combate de Dos Ríos. Y como escrita para esta hora tremenda, en que los amos del planeta y sus alabarderos pretenden secuestrar la palabra libertad, permanece fija aquella idea luminosa: “Ser culto es el único modo de ser libre”.

Sagunto solo resistió meses ante la acometida púnica de Aníbal. Cartago tampoco logró contener por mucho tiempo al sitio romano. Pero el cerco contra Cuba, recrudecido y más alevoso todavía, dura ya más de 60 años. En buena medida, la fuente de la resistencia habría que hallarla en el repaso creador de cada experiencia vivida.

En la cultura cubana se sembró la tradición de fiarlo todo al esfuerzo propio, a no comulgar jamás con el Destino Manifiesto, a conservar como fuente primaria la advertencia de José Martí contra el plan tenebroso de los Estados Unidos de intervenir y quedarse con Cuba, como le escribió a su discípulo Gonzalo de Quesada en diciembre de 1889.

La prédica del Maestro se sustentó siempre en la idea de la enseñanza de la historia, como un estallido que se repite en el transcurrir de los siglos, siempre deslumbrante, encantador: “De amar las glorias pasadas, se sacan fuerzas para adquirir las glorias nuevas”.

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Tomado de: Radio Rebelde