domingo, 19 de mayo de 2024

José Martí: un anticomunista en su época

Por Jorge Luis Leon
Publicado el 18 mayo, 2024 - 4:17 AM

El centro del pensamiento martiano, democracia, independencia nacional y libertad

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Contrario a lo que algunos pudieran suponer, Martí no fue comunista. (Foto © Periódico Cubano – Chat GTP)

Es hora ya de rescatar a José Martí de manos de estos miserables. Recuerdo mi trabajo docente, como profesor de Historia, cómo vi aterrado cómo manipulaban la figura de José Martí, quien era separado de su pensamiento radical y libertario. Era colocado como un antiestadounidense y casi como un adicto a las ideas del socialismo. Nada más alejado de la verdad.

En su quehacer, Martí supo ver las imperfecciones que existían en los Estados Unidos; sin embargo, pudo percatarse del gran mérito de esa nación al valorar el espíritu y la libertad de sus ciudadanos. Al respecto, escribió: “Era la sociedad más libre y grande en la tierra”. Las ideas de Martí estaban en la antítesis del pensamiento de Karl Marx, justo lo contrario. Mientras Marx planteaba la tesis de la lucha de clases, Martí planteaba la concordia de las clases sociales. La tesis de Marx caducó en el tiempo, mientras que hoy vemos muy nítidamente cómo Martí tenía toda la razón.

Para Karl Marx, como para Fidel, su discípulo menos dotado, la economía y las relaciones de producción determinaban la vida del hombre, mientras que Martí destacaba que la clave del desarrollo humano se concretaba en una palabra: la libertad. No hay dudas al respecto, son pensamientos totalmente opuestos.

Y claro, no es que Martí desdeñara la importancia de la economía, sino que es la libertad, en última instancia, la que pone al hombre en medio de las relaciones de producción.

Cuando en 1852 se fundó el Partido Comunista de los Estados Unidos por Joseph Weydemeyer, un emigrado alemán, Martí pudo detectar los puntos esenciales que declaraban que este pensamiento sería hostil a las clases más pobres, a quienes decían representar:

  1. La demagogia y su hipocresía para alcanzar el poder político.
  2. El interés en subordinar al individuo a un colectivo.
  3. La estructuración de un Estado burocrático e invasor.
  4. El atropello a la libertad para implantar ideas confusas.
  5. ¿Acaso no estamos hoy padeciendo la misma tragedia? El comunismo es igual en todos lados donde se aplica; puede cambiar de consignas o de colores, pero allí donde se aplica, es tierra arrasada.

La escuela cubana fue el templo de las mentiras y la mixtificación de nuestro Apóstol. Maestros de escasos conocimientos y textos que eran un programa político enteramente comunista desdibujaron la gigantesca imagen de José Martí. Se llegó a comparar la imagen de Fidel Castro con la obra del Maestro, tamaña ofrenda. Si en verdad el interés era mostrar la imagen del héroe, hubiera bastado reproducir la historia de Jorge Mañach, quien sí hizo un retrato verdadero del héroe de Dos Ríos. Bastarían dos palabras para diferenciar a dos figuras: ellas son patria y libertad.

Cuando en 1892, fundó el Partido Revolucionario Cubano, no hubo ni una coma que lo enlazara con ningún texto ni socialista ni comunista. El interés de dotar a Martí con ideas socialistas es una infame y burda tergiversación de la verdad llevada a cabo por el Partido Comunista de Cuba, la peor lacra de nuestra historia patria.

El ideario martiano debe ser rescatado de la barbarie comunista; nada en él tiene que ver con el socialismo, por suerte las tesis comunistas ya son obsoletas tanto históricamente como espiritualmente. Las tesis de lucha parecen sacadas del medievo, tan lejanas ya del sentido común.

El centro del pensamiento martiano, democracia, independencia nacional y libertad. Un gobierno de todos y para el bien de todos con justicia social y sin discriminación racial.

Como punto final, dos elementos futuristas del avezado pensamiento de José Martí, en 1884, en carta a Fermín Valdés Domínguez, sentenció:

Dos peligros tiene la idea socialista:

  • El de lecturas extranjerizas confusas e incompletas.
  • Y el de la soberbia y la rabia disimulada de las ambiciones que, para ir levantándose en el mundo, empiezan por fingirse para tener hombros en que alzarse, frenéticos defensores de los desamparados.
  • Una predicción brillante del pensamiento más profundo de un hombre nacido en nuestra patria.

¡La patria es dicha de todos y dolor de todos, y cielo para todos, no feudo ni capellanía de nadie…!

Para Martí, el pensamiento tenía que ser libre, y no un delito. La democracia era para lograr la igualdad y el equilibrio ante la ley, cosa que hoy nuestro gobierno, que se autotitula martiano, nunca ha cumplido.

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Tomado de: Periódico Cubano

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