Por Luis Carlos Frómeta Agüero
19 enero, 2025
El mes de enero, tres décadas atrás, marcaba el ocaso de sus días, cuando el promotor natural Feliciano Victoriano Escobedo Batista, Cianito, apasionado por el arte y la cultura, daba los toques finales al Salón nacional de plástica infantil Donde crece la palma, en la galería de arte Benito Granda Parada, de Jiguaní.
Devenido el certamen anual más importante de su tipo en nuestro país, tuvo, desde su nacimiento, el apoyo de los consejos nacionales de casas de cultura y de las Artes Plásticas, la Dirección provincial de Cultura y de organizaciones sociales interesadas en el referido proyecto, dirigido a jóvenes talentos de la visualidad plástica.
GÉNESIS
Cuentan que José Martí fue un ferviente admirador del teatro, la poesía, la pintura, la escultura… y que a lo largo de su vida realizó dibujos y bocetos en sus libretas de notas, que lo llevó a matricular en la Academia de pintura y dibujo San Alejandro, el 15 de septiembre de 1867.
En la referida academia realizó pequeños dibujos, caricaturas y otras figuras, plasmadas en los márgenes o parte posterior de las hojas de papel, en las que la pluma dejaba su raudo pensamiento. Un modo de decir, tal vez, lo que sus palabras no abarcaron.
CRITERIOS
“El Salón constituye una de mis propuestas más trascendentales, precisa Cianito. Incluye, además, un encuentro con los premiados en el Bosque martiano, que hoy cuenta con las 32 especies de plantas mencionadas por el Maestro en su Diario de campaña.
“En ese espacio, con 30 años de creado, realizamos actividades didácticas relacionadas con el cuidado del medioambiente, el desarrollo de valores, como la solidaridad, el gusto estético, el sentido de pertenencia, la autoestima… cumpliendo con la política cultural del país”.
El metodólogo de Artes Visuales, del Ministerio de Cultura, Roberto Frómeta Pérez, destacó la relevancia de este concurso, que ha logrado la vigencia martiana mediante las expresiones artísticas de los participantes y despertado su creatividad e imaginación, apreciadas durante las tres décadas del evento que comienza en septiembre y culmina en mayo.
Es un concurso que llega a la esencia del pensamiento martiano, capaz de sembrar en los niños el sentimiento de patriotismo y nacionalidad.
LA PALMA CRECE
Miles de niños y adolescentes, inspirados en la obra e ideario martianos, dejan sus huellas en el concurso que abraza a las enseñanzas Primaria, Especial, Media y Técnica, para homenajear al Apóstol en cada aniversario de su caída en combate, ocurrida el 19 de mayo de 1895, en Dos Ríos.
Con el advenimiento de su primer cuarto de siglo, los organizadores recepcionaron obras de manera virtual e impresa, diseñaron un catálogo retrospectivo con una selección de obras premiadas y se montó una expo referencial en los portales de la Galería de artes plásticas.
En ocasión de estos 30 años, la palma crece en inclusión y extensión al acumular más de un millón de concursantes al proyecto, que incluye una plataforma dirigida a la protección de la infancia en Cuba, desde la cultura, con la incorporación de niños con necesidades especiales.
Es propósito de sus organizadores extender la participación a otras latitudes, con el empleo de escenarios digitales, porque al decir del hombre de La Edad de Oro:“Sin los niños no se puede vivir, como no puede vivir la tierra sin luz”.
Tomado de: La Demajagua
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