Kamyl es un hombre de ensoñaciones varias, de trabajo constante y de obsesiones irrenunciables: entre otras, Martí.

Kamyl Bullaudy - Foto: Bruce Byers
Kamyl es un artista de gran versatilidad. Con los años ha ido construyendo una marca personal que se reconoce a las claras en obras de diferentes géneros. La suya es una figuración que tributa a ciertas zonas del neoexpresionismo, aunque su discurso va más por el lado de la lírica. Es un hombre de ensoñaciones varias, de trabajo constante y de obsesiones irrenunciables: entre otras, Martí, personaje que ha logrado desacralizar hasta convertirlo en un ente cercano, dispuesto al diálogo con la cotidianeidad, un prójimo próximo, como quien dice, un vecino sabio de mirada compasiva.
Entre 1987 y 2022 Kamyl ha realizado más de cincuenta exposiciones personales; a veces hasta cuatro por año. Obras suyas nutren colecciones públicas y privadas de Cuba, Portugal, España, Francia, Inglaterra, Estados Unidos, Italia, Alemania, Rusia, Líbano, Martinica, México, Venezuela, Canadá, Haití, Croacia, Australia, Holanda, Colombia, Kosovo, Nueva Zelanda, Guadalupe, Noruega y Polonia. Sus Martí, muy apreciados, han sido obsequiados a jefes de gobierno y personalidades de las artes, entre estos últimos están Alicia Alonso, Cintio Vitier, Leo Brouwer, Roberto Fernández Retamar, Pablo Milanés y Juan Formell, por sólo mencionar unos pocos.
El artista vive y trabaja en una zona de aliento mágico en La Habana: la Plazuela del Santo Ángel Custodio, escenario de gran significación para la cultura nacional, relacionada con figuras y novelas cardinales del Siglo XIX cubano. Resta decir que de lejos Kamyl parece buena gente, y de cerca lo es: su ser exuda bonhomía y calidez. Su rostro y ademanes son de cómico de la legua, lo que seguramente le viene por tradición familiar.