Autor Por Pedro Rioseco
06 de Abril de 2022
José Guillermo Moncada, el Mayor General "Guillermón" Moncada, peleó en las tres guerras cubanas por su independencia, famoso por su valentía, principios e intransigencia revolucionaria, murió de tuberculosis el 5 de abril de 1895, inclaudicable, pues ni el cautiverio logró nunca doblegarlo.
Guillermón, como lo llamaban desde niño por su corpulento cuerpo y dotes de liderazgo, nació en Santiago de Cuba el 25 de junio de 1841 hijo de un esclavo liberto quien no quiso reconocer a sus hijos, por lo cual llevaba con orgullo el apellido de su madre, Dominga de la Trinidad Moncada.
Se alzó en armas contra el colonialismo español con 27 años a mediados de noviembre de 1868, a menos de un mes de iniciada la guerra, bajo las órdenes del Mayor General Donato Mármol. Por su bravura y talento fue ascendiendo gradualmente, desde cabo en el mes que se alzó, a sargento el mes siguiente, alférez en abril de 1869, teniente en octubre de ese año, capitán en enero de 1870, comandante en noviembre de ese año, teniente coronel en mayo de 1871, coronel en junio de 1873 y general de brigada en marzo de 1878.
Junto al Mayor General Antonio Maceo rechazó el Pacto del Zanjón durante la gloriosa Protesta de Baraguá, el 15 de marzo de 1878. Guillermón escribió una carta al General Vicente García donde dejaba bien claro que “Nosotros no podemos admitir nunca la paz que, bajo condiciones tan humillantes y ridículas nos brindan los españoles”. Lamentablemente, la guerra finalizó varias semanas después y depuso las armas, el 10 de junio de 1878.
Un año y casi dos meses después, Guillermón tomó de nuevo las armas durante la llamada Guerra Chiquita, desde el 26 de agosto de 1879 hasta septiembre de 1880, en que se vio obligado, junto con los también generales José Maceo y Quintín Bandera, a deponerlas, acogiéndose a un acuerdo de paz el 2 de junio de 1880 y las garantías de Francia y Gran Bretaña.
Los españoles violaron el acuerdo. Según lo pactado, los tres jefes mambises viajaban con sus familiares y otros combatientes en un barco hacia Jamaica, cuando fueron abordados por buques de guerra españoles, arrestados y conducidos por la fuerza a Puerto Rico y posteriormente a España, donde fueron recluidos en prisiones de Santander, Cádiz, Chafarinas y, a partir de septiembre de 1880, en la Fortaleza Isabel II de Mahón, en Islas Baleares.
En cautiverio quedaron también su hermano Narciso Moncada, Josefa Asencio, esposa de Guillermón, así como Serafín Moncada, de 14 años, hijo del general mambí, entre otros familiares y de quienes fueron arbitrariamente separados.
En la Fortaleza de Mahón, Menorca, estaban detenidos también Quintín Bandera, Felipe Regüeiferos Grajales (el primogénito de Mariana Grajales), Emiliano Crombet y el trinitario Pío Acosta, quienes se quejaron muchas veces de las deplorables condiciones, maltratos y vejaciones de que eran víctimas constantemente. Vivían en situación extrema, eran obligados a pagar el agua que consumían y hasta las luces del calabozo y el patio aledaño, y el exiguo dinero que recibían como prisioneros políticos no les alcanzaba para atender las elementales necesidades de alimentación y abrigo, en un clima muy frio en parte del año, y donde falleció su esposa, enferma por tan difíciles condiciones.
Tras seis años de cautiverio, hambre y frío, en septiembre de 1886 por una amnistía política decretada en España, fue concedida la libertad a Guillermón, Quintín Bandera y Felipe Regüeiferos, entre otros. Y de regreso a Cuba, el legendario Guillermón, enfermo ya de tuberculosis por el tormentoso e injusto cautiverio, se consagró por completo a la preparación de la guerra necesaria que organizaba José Martí.
Nuevamente capturado por sus actividades revolucionarias estuvo detenido desde diciembre de 1893 hasta junio de 1894 en el antiguo cuartel Reina Mercedes, acusado por conspirar contra España, de donde salió por el pago de la fianza con dinero recaudado por el propio José Martí, quien lo admiraba y consideraba indispensable para la revolución.
Fue de los primeros en alzarse en Alto Songo, Santiago de Cuba, al amanecer del 24 de febrero de 1895, a los 54 años, aunque ya estaba gravemente enfermo con tuberculosis en su fase terminal. Sintiendo la proximidad de la muerte, confió la jefatura de su región al Mayor General Bartolomé Masó y le entregó el mando de sus fuerzas al Coronel Victoriano Garzón. Fiel a sus principios revolucionarios hasta el último momento de su vida, falleció Guillermón a consecuencia de una fulminante hemoptisis en el campamento de Juturito, en Mucaral, municipio de Alto Songo, el 5 de abril de 1895. Su ejemplo se conserva con orgullo por los cubanos, que se mantienen firmes como él frente a todas las dificultades, inclaudicables y vencedores.
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