Escrito por Ariel Soler Costafreda
Foto: Archivo Rafael Inciarte
Publicado el 25 Abril 2022
En Arroyo Hondo, a unos 12 kilómetros al este de la ciudad de Guantánamo, se salvó la Revolución de 1895. Así lo subraya la historiografía, porque en ese sitio el 25 de abril, hace 127 años, debió quedar decapitada la Guerra Necesaria, de acuerdo con los proyectos del Mando Español de la época.
José Sánchez Guerra, historiador de la ciudad de Guantánamo, avala con sus investigaciones que en esa fecha más de 600 soldados españoles del Batallón de Simancas, al mando del teniente coronel Joaquín Bosch, prepararon una mortal emboscada en el lugar para aniquilar a José Martí y a Máximo Gómez, quienes seguían esa ruta tras la marcha de unos 170 kilómetros a pie, desde Playitas de Cajobabo, por agrestes relieves del macizo montañoso de Baracoa. Habían desembarcado el 11 de abril.
Los peninsulares no tuvieron en cuenta la eficacia del servicio de inteligencia mambí y la entereza de las patriotas de la manigua. El día anterior, Inocencia Araújo Calderón, espía insurrecta, había logrado que un oficial español le revelara el plan del coronel Copello para capturar o matar al mayor general José Martí y al generalísimo Máximo Gómez, al emboscarlos en Arroyo Hondo.
Días antes, el 15 de abril de 1895, en Rancho de Tavera, Imías, tras un Consejo de jefes, el Delegado del Partido Revolucionario Cubano, a propuesta del generalísimo Máximo Gómez, había sido ascendido al grado de mayor general del Ejército Libertador. En Arroyo Hondo la contienda le depara la primera acción bélica.
Isabel (seudónimo de la agente de la inteligencia mambisa) monta a caballo, pica espuelas y cabalga durante horas hasta llegar a Vuelta Corta de Filipinas, el campamento de Pedro Agustín Pérez, donde informa al general José Maceo de la celada que orquesta el enemigo contra los dos principales jefes de la insurrección.
El siguiente día rompen las hostilidades contra una columna de 500 hombres del regimiento Simancas, capitaneados por el coronel Copello, que es obligado a retirarse y contar innumerables bajas. Se había salvado la Revolución, aunque al precio de una sensible pérdida: Arcid Duverger Lafargue, de quien anotara Martí en su Diario de Campaña: "Murió Arcid Duverger, el valiente, de cada fogonazo un hombre; le entró la muerte por la frente”.
Tuvo así el novel mayor general su primera experiencia combativa, pues curó heridos, ayudó en la organización de la tropa... No había participado en combates, pero dominaba los principios del arte militar, tras estudiar las guerras napoleónicas, importantes conflictos del siglo XIX y detenidamente la Guerra de los Diez Años y las causas de su fracaso.
En la raíz de tan decisivo acontecimiento se inscribe el nombre de Inocencia Araújo Calderón. Nació en Yateras, en 1852, en cuna de independentistas marcados por el amor, la honestidad y el patriotismo, cualidades que la llevan junto a sus hermanos a alistarse en la Guerra de los Diez Años.
Por camino independentista conoce al general Antonio Maceo, de quien fue fiel colaboradora y se convierte en figura influyente en la metamorfosis de los indios de Yateras, a favor de la causa independentista.
Por su actividad patriótica sufre confinamiento en las prisiones de El Morro, en Santiago de Cuba, y La Cabaña, en La Habana. Es deportada a los Estados Unidos, integra los clubes revolucionarios de la emigración para ayudar a quienes luchaban en los campos de Cuba, a donde regresa para incorporarse a la Guerra Necesaria, que salva como espía mambí. Murió en 1902.
*Fuentes: En un lugar de la memoria. Efemérides guantanameras, de Margarita Canseco Aparicio, José Sánchez Guerra y Yaimara Diéguez Gutiérrez.
Tomado de: Diario Venceremos
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