sábado, 3 de febrero de 2024

Finca El Abra: Dulce remanso de José Martí

Por: Arsenio Manuel Sánchez Pantoja
28 enero 2024

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Inauguración del Museo Finca El Abra, el 28 de enero de 1944.

El Museo Finca El Abra celebra este 28 de enero el 80 aniversario de su fundación, inaugurado en 1944, al cumplirse el 91 aniversario del natalicio de José Martí. Este sitio sagrado de la historia pinera y cubana, fue la primera institución museística creada en la Isla, con la peculiaridad de ser custodiada por los descendientes directos de la familia Sardá Valdés, que aún residen en el lugar.

Dentro de su intensa labor como historiador, abogado y periodista, el doctor Emilio Roig de Leuchsenring fue un enérgico defensor del estudio y el rescate de los sitios relacionados con la vida de José Martí para rendirle el tributo permanente de los cubanos. Uno de esos lugares es la Finca El Abra, en la histórica Isla de Pinos, hoy Isla de la Juventud. Luego de recorrerla entre el 12 y el 15 de noviembre de 1943, el Historiador de la Ciudad de La Habana se comprometió personalmente con las labores ya iniciadas para rescatar ese inmueble y convertirlo en museo. Entonces, dentro del «vía crucis martiano», califica El Abra como «dulce remanso»[1], adonde llegó el joven luego de cumplir parte de la condena por el delito de infidencia en las canteras de San Lázaro, en la sección conocida como La Criolla. Antes había estado recluido en la Cárcel Nacional y el Presidio Departamental de La Habana.[2]

¿Cómo llegó Martí a Isla de Pinos? Al ver que su hijo se encontraba en un delicado estado de salud, con los ojos dañados por la cal y el sol, además de las heridas supurantes de los grilletes, sus progenitores doña Leonor y don Mariano no cesaron de clamar por ayuda hasta conseguir que fuera indultado. El padre apeló a sus relaciones de trabajo como celador de policía para el reconocimiento de buques en el puerto de Batabanó, principal enclave marítimo que enlaza a La Habana con Nueva Gerona, capital de Isla de Pinos. De algún modo logró sensibilizar al contratista catalán José María Sardá y Gironella, quien residía junto a su familia a unos tres kilómetros de esa ciudad pinera en la Finca El Abra, una extensión de doce caballerías de tierra, adquiridas el 26 de octubre de 1868 por valor de veinticuatro mil escudos de plata[3]. Dentro de estos terrenos existían instalaciones para la producción de los materiales de construcción que Sardá empleaba en sus obras habaneras, los que fueron transportados por aquel puerto, donde trabajó don Mariano y, tal vez, de allí se conocían.

Maestro de obras, coronel de Voluntarios y arrendatario de la cantera La Criolla, Sardá era una persona influyente en las esferas gubernamentales y amigo personal del Capitán General. Por eso logra, apoyado por amigos exmilitares, que le fuera otorgado el indulto al joven recluso de apenas 17 años, conmutando su pena de seis años de presidio y trabajos forzados por la de ser relegado a Isla de Pinos. Aquí fue registrado en el Libro de Deportados de la Comandancia Militar, el 13 de octubre de 1870, según documento que señala: «En este día ha ingresado en esta isla el estrañado [sic] por infidencia Don José Martí».[4] En dicha comandancia radicaba en el mismo edificio del Ayuntamiento, todo deportado político debía presentarse con regularidad a las autoridades.

Bajo la garantía personal de Sardá, durante los dos meses y cinco días que permaneció en Isla de Pinos, Martí convivió en la casa familiar del propietario, recibiendo especial atención de su esposa Trinidad Valdés Amador. Hasta que el domingo 18 de diciembre de 1870, algo recuperado de las secuelas del presidio, parte hacia La Habana. Apenas unos meses después, ya radicado en España, adonde llegó deportado el primero de febrero de 1871, Martí le hizo llegar a Trinidad una carta y un crucifijo, acompañados de una foto con esta dedicatoria: «Trina, solo siento haberla conocido a usted por la tristeza de tener que separarme tan pronto».

Engrandecimiento de Isla de Pinos

Desde sus primeros folletos y trabajos periodísticos dedicados a revelar el carácter ominoso de la Enmienda Platt, impuesta por Estados Unidos al proceso constituyente de la República de Cuba en 1902, Roig de Leuchsenring había luchado para que se reconociera el derecho de los cubanos a Isla de Pinos. Aunque así lo estipulaba el Tratado Hay-Quesada, firmado el 2 de marzo de 1904 en Washington, esto no se logró hasta que, el 13 de marzo de 1925, tuvo lugar su ratificación por el Senado estadounidense.

Teniendo en cuenta que la ínsula era territorio cubano desde entonces, tras recorrerlo en noviembre de 1943 junto a una comitiva de la Corporación Nacional de Turismo, Roig elogia «sus bellezas y riquezas naturales»,[5] lamentándose de que se encuentre en «estado de abandono oficial y privado».[6] Según recoge en su serie de tres reportajes dedicados a ese periplo en el semanario Carteles, visitó las aguas mineromedicinales de Santa Fe y el Reclusorio Nacional para Varones; o sea, el llamado Presidio Modelo. Pero su principal cometido fue llegarse hasta el «sagrado sitio» donde vivió Martí. Lo hizo al día siguiente de su arribo, el 13 de noviembre, y así consta en el libro de visitas, que firma como miembro del Consejo Superior de la Corporación Nacional de Turismo e Historiador de la Ciudad de La Habana.

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Esta foto de la casa donde vivió Martí en la Finca El Abra fue publicada por Emilio Roig de Leuchsenring en el semanario Carteles, ilustrando uno de sus tres reportajes sobre su visita a Isla de Pinos en noviembre de 1943. Ya entonces se había emprendido el rescate de ese «sagrado sitio» por un grupo de pineros, liderados por el doctor Waldo Medina

Aunque menciona la casita de El Abra en sus dos primeros reportajes, a ella dedica íntegramente el tercero y último. Entonces reconoce: «Son varios los historiadores y cronistas que han investigado y escrito sobre esta breve y forzosa estancia de Martí en Isla de Pinos; no han faltado tampoco quienes hayan demandado la conservación, como monumento nacional de la finca y casa donde Martí vivió; pero nada efectivo se había hecho en este último sentido hasta que un buen cubano y fervoroso martiano– el doctor Waldo Medina– acometió el empeño (…)».[7]

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Firma de Emilio Roig de Leuchsenring en el libro de visitantes de la Finca El Abra, el 13 de noviembre de 1943, identificándose como Miembro del Consejo Superior de la Corporación Nacional del Turismo e Historiador de la Ciudad de La Habana. Se conserva también otra firma suya de la visita que realizó el 13 de marzo de 1944, junto a los pintores Enrique Caravia y Domingo Ravenet. Por encargo de Roig, ellos realizaron sendos retratos al óleo del joven Martí y de José María Sardá.

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A la izquierda: Elías Sardá Valdés posa debajo del cuadro de su padre, junto a uno de los visitantes que él mismo atendía como guía. La foto fue tomada el 18 de mayo de 1963.

Nacido en Matanzas el 10 de diciembre de 1900, Waldo Medina Méndez era juez municipal de Isla de Pinos y, ese mismo año 1943, había fundado y presidía el Comité Pinero Pro Reconstrucción de la Residencia de Martí en la Finca El Abra. A partir de su visita a Isla de Pinos, Roig apoya dicha iniciativa en todo lo posible, como demuestra la correspondencia que sostuvieron ambos.

Tras garantizar la mano de obra con penados del Reclusorio Nacional, para quienes se gestionó rebajas de condenas, la principal tarea consistió en la recaudación de fondos y materiales de construcción. Cerca de seis mil tejas criollas fueron donadas para el techo por el gobernador de La Habana, doctor Rafael Guas Inclán. Por gestiones también de Roig, al precio de un peso, se vendieron más de 60 pisapapeles confeccionados con mármol de las canteras de El Abra. Al respecto, comenta en carta al doctor Medina: «Los pisapapeles […] han gustado extraordinariamente y constituyen una bella obra artística y un delicadísimo recuerdo de la estancia de Martí en El Abra».[8]

En su ya mencionado tercer reportaje, Roig había anunciado con beneplácito: «De El Abra me traje para el Museo de la Ciudad de La Habana y ya se encuentran expuestos al público, junto a la vitrina que contiene reliquias de Martí, dos ladrillos y una losa del piso de la casa de vivienda, una botijuela y una llave con su cerradura».[9]

La casa-museo de Martí en El Abra fue inaugurada el 28 de enero de 1944, al cumplirse el 91 aniversario de su natalicio, pero tras resultar dañada por el terrible huracán que en octubre azotó a Isla de Pinos, tuvo que ser reinaugurada al año siguiente en esa misma fecha. Roig contribuyó al museo con dos retratos al óleo de Sardá y Martí que encargó a sus amigos pintores Domingo Ravenet y Enrique Caravia, respectivamente. Ellos entregaron esas piezas personalmente en el museo, el 13 de marzo de 1944, firmando los tres el libro de visitantes que aún se conserva.

Durante sus dos visitas constatadas a El Abra, el Historiador de la Ciudad de La Habana departió con el descendiente varón más joven del benefactor catalán: Elías Sardá Valdés, entusiasta patriota y guía del museo desde 1944 hasta su muerte en 1964. Este se había ofrecido desde un inicio a cooperar, pidiendo solo que «lo dejen pasar los últimos días de su vida en el mismo lugar y bajo el mismo techo en que nació».[10]

En abril de 1945, la Junta Nacional de Arqueología y Etnología solicitó al Ministerio de Educación que fueran declarados monumentos nacionales: la casa y batey de la Finca El Abra en Isla de Pinos; el Teatro Martí y la capilla central y la galería Tobías del cementerio Colón.[11] De esas tres propuestas, solo El Abra, fue declarada monumento nacional, según el decreto número 1631 del 22 de abril de 1949, firmado por el presidente de la República, Carlos Prio Socarrás; Manuel A. de Varona, primer ministro, y Aureliano Sánchez Arango, ministro de Educación. Mantuvo esa condición en 1978 por resolución 03 de la Comisión Nacional de Monumentos, firmada por Antonio Núñez Jiménez y Marta Arjona Pérez, su presidente y secretaria ejecutiva, respectivamente.

Sirva este trabajo para agradecer al doctor Waldo Medina, Elías Sardá y todos aquellos cubanos y pineros que lograron salvar este sitio de singular importancia para la Isla de la Juventud y para toda Cuba. Gracias a ellos se cumplieron aquellas palabras de Emilio Roig de Leuchsenring, cuando decidió apoyarlos incondicionalmente: «¡Ojalá así, al influjo del recuerdo y de la glorificación de Martí, se ponga en marcha y se culmine la cubanización y engrandecimiento de la Isla de Pinos!».[12]*

Un museo vivo

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El Museo Finca El Abra fue inaugurado el 28 de enero de 1944, al cumplirse el 91 aniversario del natalicio de José Martí, pero tras resultar dañado por el terrible huracán que en octubre azotó a Isla de Pinos, tuvo que ser reinaugurado al año siguiente en esa misma fecha. Era entonces la única institución museística existente en el territorio y tuvo una peculiaridad que se mantiene hasta el presente: ha sido custodiado por los descendientes directos de la familia Sardá Valdés, que aún residen en el lugar. Esta tradición fue iniciada por los hijos de Sardá, principalmente Elías, hoy es continuada por su nieta Beatriz Gil Sardá, quien ha dedicado sus esfuerzos a la salvaguarda del patrimonio pinero, en especial, de la Finca El Abra.

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La tipología arquitectónica de este inmueble posee rasgos catalanes. En la casa principal residen los descendientes de Sardá, mientras que en el segundo cuerpo se expone la colección del Museo. Este último se caracteriza por sus cubiertas de tejas criollas y de guano. Separada, al fondo, se conserva la cocina original de la casa.

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Conservados en urnas, hay bienes de alto valor que fueron donados por los propios descendientes Sardá Valdés, como el crucifijo que Martí le regaló a doña Trina. También se conserva el libro Ilustraciones de la Santa Biblia que fue lectura recurrente del joven en el Abra. Otros objetos valiosos son las piezas de la vajilla familiar, algunos muebles y enseres domésticos originales de la casa.

Notas

[1] Emilio Roig de Leuchsenring: «El recuerdo y la glorificación de Martí lograrían la cubanización y engrandecimiento de Isla de Pinos», en Carteles, enero 16 de 1944, p.38.
[2] Martí ingresó en la Cárcel Nacional el 21 de octubre de 1869. Cfr: Ibrahím Hidalgo Paz: José Martí. Cronología 1853-1895. Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2012.
[3] Beatriz Gil Sardá: «El Abra cuenta su historia…», en Carapachibey, Isla de la Juventud, No.1, diciembre de 2001.
[4] Anuario del Centro de Estudios Martianos, Vol.2, 1979, p.48.
[5] Emilio Roig de Leuchsenring: «Belleza y riqueza naturales y abandono oficial y privado en Isla de Pinos», en Carteles, enero 2 de 1944, p.58.
[6] Emilio Roig de Leuchsenring: «Potencialidad agrícola, comercial, industrial y turística de Isla de Pinos», en Carteles, enero 2 de 1944, p.58.
[7] Emilio Roig de Leuchsenring: Ob. cit., enero 16 de 1944, p.38.
> [8] Epistolario. Emilio Roig de Leuchsenring. Libro Tercero. Ediciones Boloña, La Habana, 2012, p.384.
[9] Emilio Roig de Leuchsenring: Ob. cit., enero 16 de 1944, p.39.
[10] Emilio Roig de Leuchsenring: Ob. cit., enero 16 de 1944, p.39.
[11] Argel Calcines: «Teatro Martí, patrimonio nacional», en Opus Habana, Vol. 15, No.2, noviembre 2013-mayo 2014, pp.12-15.
[12] Emilio Roig de Leuchsenring: Ob. cit., enero 16 de 1944, p.39.
*El autor agradece a la investigadora Carmen Cadena Macías por sus aportaciones al estudio de la estancia de Martí en Isla de Pinos y todas sus enseñanzas sobre la historia pinera.

Tomado de: CubaDebate

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