jueves, 15 de febrero de 2024

José Martí, en las antípodas del castrismo

Jorge Luis León
Houston | 14/02/2024

La manipulación de las ideas de José Martí y la tergiversación de su pensamiento libertario es problema común en las aulas cubanas, donde ejercí como profesor de Historia por varios años. De antiimperialista a enemigo de Estados Unidos, de intelectual y pensador a radical de izquierdas, la esencia del Apóstol se desvanece dentro de la ideología del régimen cubano, que todo lo adultera a su favor.

Quien lee de verdad a Martí enseguida nota que no es un hombre ciego. Por el contrario, supo ver las imperfecciones de un sistema como el estadounidense, pero no desconocía sus méritos: el espíritu y la libertad de sus ciudadanos. Pero sus anotaciones, simplificadas y sacadas de contexto –como "Viví en el monstruo y le conozco las entrañas"–, han sido empleadas hasta el cansancio para instaurar una enemistad inexistente entre el poeta y el país en el que vivió durante años como exiliado.

No falta quien ha descrito a Martí como un adepto del socialismo y como un precursor de la ideología que hoy impera en Cuba

No falta quien ha descrito a Martí como un adepto del socialismo y como un precursor de la ideología que hoy impera en Cuba, marxista-leninista. Nada más lejos.

Las ideas políticas de Martí están en las antípodas del pensamiento de Karl Marx. Mientras el alemán planteaba la lucha de clases como camino hacia el desarrollo, el cubano buscaba la concordia entre todos los estratos. La tesis de Marx caducó con el tiempo, mientras hoy vemos nítidamente que Martí tenía la razón.

Para Karl Marx, como para Fidel –su discípulo menos dotado–, la economía y las relaciones de producción determinaban la vida del hombre, mientras que para Martí la palabra clave era libertad. No hay dudas al respecto, son pensamientos totalmente encontrados.

No es que Martí desdeñara la importancia de la economía, sino que para él es la libertad, en última instancia, la que pone al hombre en medio de las relaciones de producción. Con la llegada de las ideas marxistas-leninistas a Estados Unidos, el Apóstol reconoció la demagogia y la hipocresía de quienes las defendían frente a las clases más pobres, a las que decían representar.

La sed de poder político de los gobernantes, la subordinación del individuo ante el colectivo y el atropello a las libertades individuales son problemas muy actuales en la sociedad cubana y que Martí supo reconocer hace 150 años.

"Dos peligros tiene la idea socialista, como tantas otras: el de las lecturas extranjerizas confusas e incompletas, y el de la soberbia y la rabia disimulada de los ambiciosos, que para ir levantándose en el mundo empiezan por fingirse, para tener hombros en que alzarse, frenéticos defensores de los desamparados", reflexionaba Martí en una carta a Fermín Valdés Domínguez en 1894, y zanja su opinión sobre la doctrina. Su amor por la libertad por encima de todas las cosas, sin embargo, nunca flaqueó: "La patria es dicha, dolor y cielo de todos y no feudo ni capellanía de nadie", dijo en un discurso.

Su intención queda clara no solo en sus escritos y cartas, sino también en las bases del propio Partido Revolucionario Cubano, que fundó en 1892

Su intención queda clara no solo en sus escritos y cartas, sino también en las bases del propio Partido Revolucionario Cubano, que fundó en 1892 sin interés en ideologías socialistas o comunistas. Junto a la figura de Martí, es necesario también desempolvar sus reflexiones sobre la importancia de la democracia, las libertades individuales y la independencia.

Las escuelas cubanas, sin embargo, han sido el templo de esas doctrinas que desdibujan al Apóstol, y su versión retorcida se extienden de estudiante a estudiante gracias a la precaria formación de los maestros y a la imposición de libros de textos y programas de estudios pensados para convertirlo en un defensor del sistema actual, comparándolo incluso con Fidel Castro. Bastaría difundir Martí, el Apóstol, la biografía escrita por Jorge Mañach, para encontrar un verdadero retrato del héroe de Dos Ríos y desmontar el mito de que la Revolución es martiana.

Rescatar a Martí es el primer paso para entender lo que sucede en nuestro propio país y comenzar a transformarlo.

Tomado de: 14 y Medio

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